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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Especies amenazadas pasan a segunda división

Era de esperar. Y de temer. El modelo canario de desprotección de las especies en peligro de extinción ha hecho escuela. Si una planta o un bicho amenazado impide grandes y sustanciosas inversiones públicas, se le desprotege y pista libre. Descenso fulminante a la segunda división. O a la tercera. Es el decretazo.

Algunos idealistas confiaban en que el Ministerio de Medio Ambiente anulara el demencial nuevo Catálogo de Especies Protegidas de Canarias, redactado por políticos con la única intención de eliminar especies conflictivas que molesten al ladrillazo. Pero ya sabéis lo que es la política, puro mercadeo. El Gobierno Central no sólo no les ha parado los pies sino que les ha copiado. El borrador del nuevo Catálogo Nacional de Especies Amenazadas rebaja la protección de 12 especies de aves, 6 de flora, 4 reptiles, 13 de peces, 3 de anfibios y 4 de reptiles.

Dos plantas submarinas amenazadas, la Posidonia oceanica y los bosques marinos de sebadales de Canarias quedan totalmente desprotegidos. Y no es casualidad. Esos «matojos submarinos» se habían convertido en grandes obstáculos legales a los planes de construcción de todo tipo de puertos deportivos e industriales en Canarias, Comunidad Valenciana y Baleares. De salir adelante como aparece en el borrador, la nueva reglamentación dará vía libre a toda clase de desmanes urbanísticos.

No calificar a estas dos especies como «vulnerables» o «en peligro de extinción» puede suponer el fin de estos hábitat costeros, así como de centenares de especies asociadas a ellos, que se reproducen y alimentan de estos bosques sumergidos, como es el caso de las tortugas, de los caballitos de mar y de decenas de especies de peces. Pero ¿qué es eso ante la posibilidad de hacerse ricos unos cuantos amigotes?

Foto: Joaquín Gutiérrez / El cloquido

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Goya fue el primer antitaurino

Celebro con júbilo la decisión del Parlament catalán de prohibir las corridas de toros. Siguen así el ejemplo de Canarias, primera comunidad autónoma que en una fecha tan lejana como 1991 decidió abolir esta irracional tortura pública de los astados. Me alegro y en estos momentos tan especiales recuerdo con especial cariño a Goya, uno de los primeros antitaurinos españoles.

¿Goya antitaurino? Quizá os sorprenda, después de que tantos hayan colocado injustamente al genial sordo aragonés precisamente en el bando contrario, en la lista de los artistas españoles que ensalzaron la mal llamada fiesta nacional. Sin embargo, cualquiera que conozca su famosa Tauromaquia estará de acuerdo conmigo, don Francisco de Goya y Lucientes consideraba los toros una salvajada propia del pueblo inculto, violento y visceral, ejemplo preclaro de la brutalización colectiva de la masa. Tan bestial como la guerra de sus Desastres y tan irracional como la superstición enfermiza de sus Disparates. La España negra.

Hasta Goya, los toros habían sido un tema amable y costumbrista en el arte español. Pero él, cansado de una España embrutecida, buscó el dramatismo, la violencia y el salvajismo de lo que, en el fondo, veía como manifestación pública de la incultura del pueblo español. No por casualidad, al mismo tiempo que dibujaba la Tauromaquia hacía otra terrible serie de grabados, Los desastres de la Guerra, donde se muestra antibelicista al plasmar con toda crudeza el drama de la guerra.

Los grabados de Goya fueron entonces un fracaso. Publicados en 1816, no se los compró nadie. Tampoco su serie de Los toros de Burdeos, aún más antitaurina. Su mensaje era demasiado moderno para la época. Doscientos años después vuelven a estar de actualidad y esta vez los entendemos. Las corridas de toros son tortura y vamos a acabar con ellas. Muchas gracias don Francisco, tenía usted razón.

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Nuevas leyes amenazan a la biodiversidad de Canarias

A muchos políticos no les gustan las normativas medioambientales, esas que les impiden urbanizar el territorio a su antojo. No entienden que bichos y plantas sean capaces de paralizar aeropuertos, autopistas, campos de golf o urbanizaciones. Hasta ahora luchaban contra ellas o trataban de ignorarlas, pero en Canarias, avanzadilla de la progresía, Coalición Canaria y Partido Popular han encontrado la fórmula perfecta: si una ley te molesta, sustitúyela por otra diseñada a imagen y semejanza de tus intereses políticoeconómicos. Si la biodiversidad es un obstáculo para el desarrollo, rebajando su protección reduciremos los problemas.

De esta forma, sin necesidad de estudios técnicos, procesos de información pública o consensos, sin contar con los ciudadanos ni con la comunidad científica, el Parlamento de Canarias aprobó la semana pasada un nuevo catálogo regional de especies protegidas que rebaja la categoría a la mitad de ellas, reduciendo la protección de 290 y desprotegiendo directamente a otras 29. Y como lo han elevado de decreto a ley es la suya una decisión inapelable, a no ser que el Gobierno español presente una denuncia contra la norma por inconstitucional que, al paso que van las cosas en el alto tribunal, tardará décadas en obtener respuesta.

La ley incluye una nueva categoría de protección única en el mundo, las «especies de interés para los ecosistemas canarios”, disparate legal aplicable a aquellas especies (171 nada menos) merecedoras de atención especial exclusivamente mientras se encuentren en espacios protegidos. Si se salen fuera por ser aves voladoras o tortugas marinas quedarán automáticamente desprotegidas, al igual que todas las poblaciones que sobrevivan fuera de tal ordenamiento.

¿Son tontos los políticos canarios? En absoluto. Y si no, compruébenlo ustedes mismos. Minutos después de aprobarse el engendro legislativo, al consejero de Medio Ambiente y Ordenación Territorial del Ejecutivo canario, Domingo Berriel, le faltó tiempo para instar a la Autoridad Portuaria a aplicar la recién aprobada ley y desbloquear la suspensión cautelar de las obras del puerto de Granadilla (Tenerife). Esa obra faraónica, inútil y lesiva para el medio ambiente está parada por afectar a la mejor pradera submarina de sebadales del Archipiélago. Más de 500 millones de euros estaban en juego. Y ahora, de un plumazo, las plantas acuáticas acaban de dejar de ser un problema legal. Como pueden ver, estos políticos de tontos no tienen nada.


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Protegen el mayor bosque de tejos de Europa

¡Al fin una buena noticia!

El mayor bosque de tejos de Europa será declarado espacio protegido este otoño.

Así lo ha anunciado el Principado de Asturias. Porque aunque parezca increíble, la mayor tejeda europea se esconde en una recóndita sierra del oriente asturiano, en el Sueve, muy cerca de Ribadesella.

En un inaccesible rincón de estas montañas de litoral que ya miran al mar Cantábrico, apenas 80 hectáreas, duermen su sueño de la historia más de 8.000 tejos, la mayoría muy viejos, muchos de ellos milenarios. Son la última mancha relicta de unos bosques antediluvianos en permanente retirada. La última gran tejeda, salvada del hacha sólo por la incomunicación de su complicado acceso.

Una mancha forestal de impresionante belleza, pero también de asombrosa importancia ecológica.

Un ejemplo son las aves migratorias. La gran altitud y cercanía a la costa de este bosque permiten la orientación de las aves que atraviesan el mar desde el Reino Unido y encuentran aquí no sólo un punto de referencia vital, sino también un lugar donde recuperar rápidamente fuerzas tras el enorme esfuerzo realizado.

El pasado verano tuve la inmensa suerte de visitar este bosque de hadas en compañía de Ignacio Abella, el profeta de los árboles, de quien ya os he hablado, y de un grupo de arqueólogas de Atapuerca. Soy incapaz de expresar aquí las inmensas sensaciones recibidas en este punto caliente de biodiversidad, seguramente también centro emisor de buenas energías. Durante la ascensión nos acompañaron varios caballos asturcones con sus crías, tan duros y bellos como estas tierras. Una vez dentro, una espesa niebla nos cubrió de magia, ofreciéndonos una explosión de emociones en el interior de su selva húmeda, erguida sobre un duro lapiaz al que el musgo dulcificaba hasta convertirlo en un idílico paisaje más propio del Hobbit y su Tierra Media. ¡Qué maravilla!

Pero seguro que, al igual que yo, os preguntaréis todos: ¿Cómo es posible que no se haya protegido antes un santuario natural así?

Pues un paraíso de este calibre no sólo no se mimó, sino que se ha permitido su degradación. Soltando allí gamos, cuya avidez, unida a la del ganado, está acabando con los pocos brotes nuevos de tejo, condenando al bosque a su muerte por puro envejecimiento.

Pensaréis que, aunque tarde, la declaración de este singular espacio como Paisaje Protegido acabará con todas sus amenazas. Yo tengo mis dudas.

Y si no, que se lo pregunten a los gestores medioambientales asturianos, quienes antes de protegerlo ya hablan de abrir pistas de acceso a este peculiar rincón, bajo la escusa de favorecer los estudios científicos. Mal empezamos.

Aquí podéis ver algunas fotos hechas por mi el verano pasado de la tejeda del Sueve y de sus asturcones. ¿No os parece un lugar espectacular?

Un millón de años sin nosotros

¿A qué huele un millón de años? A calor, a humedad, pero sobre todo a geología, a tiempos pretéritos.

Una excavadora desmontaba la pasada semana una ladera en la turística localidad de Caleta de Fuste (Fuerteventura), primera fase de la construcción de una urbanización de chalés adosados. De repente, la máquina dejó al descubierto la entrada a un tubo volcánico cuya existencia era desconocida. Una extraña fumarola surgida de las profundidades marcó el descubrimiento. En realidad era vapor de agua. Humedad de milenios condensada en el interior de una cueva formada por una antigua erupción volcánica hace un millón de años, sellada desde entonces al mundo exterior, indiferente al discurrir de la historia, a la aparición y extinción de nuevas especies, a la llegada y dominio de un homínido dotado de tanta inteligencia como violencia, de nosotros mismos.

Como se decía en las viejas crónicas, el periodista estaba allí. Al día siguiente del descubrimiento tuve la inmensa suerte de acompañar a un geólogo y a un técnico de medioambiente en la primera exploración de la caverna. Ajenos al peligro de hundimiento de su inestable techo y a las posibles emanaciones de gases tóxicos, ante nuestros ojos se abrió un extraordinario mundo subterráneo, sellado al exterior cuando esta vieja isla canaria todavía se estaba formando. Fue como profanar un espacio sagrado, iniciar un viaje julioverniano al centro de la tierra. Nuestros pies hollaban por primera vez un terreno ignoto, virginal, nunca antes pisado por el hombre. Un suelo cubierto por sales minerales de extrañas coloraciones, por rojizos nódulos de hierro y manganeso, por finísimos limos amarillos, por negros basaltos, por durmientes lavas.

No fue la única sorpresa. En el suelo descubrimos infinidad de huesos pertenecientes a extraños animales. Correspondían a especies extinguidas del mundo hace varios milenios, coincidiendo con la llegada de los primeros hombres a Canarias: el ratón del malpaís (Malpaisomys insularis) y la pardela de la lava (Puffinus olsoni). También encontramos restos de una musaraña canaria (Crocidura canariensis), ésta todavía presente en la isla.

Pero lo más importante está todavía por descubrir. Su fauna netamente cavernícola, pequeños insectos ciegos, quizá algunos de ellos únicos en el mundo como la arañita (opilión) Maiorerus randoi, exclusiva de una cueva localizada en el norte de Fuerteventura. Un trabajo para futuros especialistas… si antes no se destruye todo este paraíso.

Porque lo previsible es la construcción sobre la cueva de las proyectadas viviendas. De momento el Cabildo ha paralizado los trabajos, aunque no me hago demasiadas ilusiones. Y en realidad, el cierre de la caverna bajo toneladas de hormigón puede ser la mejor protección para este delicado mundo de las profundidades. Han vivido un millón de años sin nosotros y, sinceramente, no nos necesitan.

El geólogo Juan Miguel Torres comprueba la temperatura en el interior del tubo volcánico recién descubierto, varios grados más alta que en el exterior, mientras el técnico medioambiental José Antonio Vera toma fotografías de la cueva.


Morir de pie

Lo dijo el césar romano Vespasiano: “Un emperador debe morir de pie”. Y lo ha cumplido el césar de los bosques grancanarios, el pino gordo de Pilancones. La pasada semana, la prensa se hizo eco de que este ser excepcional de 47 metros de altura y un tronco de 8,40 metros de perímetro caía muerto partido por la base. Tenía 401 años de edad, prácticamente los mismos que El Escorial y el Quijote. En el silencio del bosque nadie escuchó el último aliento del coloso, su rugido final de ramas rotas, el temblor de la tierra al recibir de golpe el cuerpo astillado de sus muchas toneladas de dura madera. Apenas se asustaron unos pocos pinzones azules, tan raros como el ya cadáver centenario, mientras el aire se llenaba de un balsámico olor a resina. Pero no murió de viejo el gigante. Cuatro siglos no son nada para un pino canario, apenas la mitad de una vida. Murió de olvido, de indiferencia. Murió por nuestra culpa.

¿Se acuerdan del pavoroso incendio forestal de este verano? Pues aunque el pinar quedó calcinado, una vez más el viejo pino sobrevivió al fuego. Sin embargo, las llamas entraron por el agujero abierto hace mucho tiempo en su base para extraerle brea; el mismo hueco donde los montañeros dejaban en un libro sus buenos deseos. Antonio Vera le había escrito hace unos meses: “Espero seguir viniendo a verte”. No lo podrá hacer ya más. El árbol estuvo varios días ardiendo sin que nadie fuera a apagarlo. Luego ningún técnico fue a comprobar sus daños. Tampoco cuando le empezaron a aparecer peligrosas grietas. Se le podía haber reforzado la base con resinas, fajado con anillos de metal, apuntalado. Se le podían haber hecho muchas cosas, pero no se hizo nada. Y hoy ya es tarde.

Con su muerte desaparece también un retazo vivo de la historia de Ayagaures, la pequeña aldea sin cementerio, cuyos vecinos se vieron obligados a transportar sus muertos por el monte durante siglos camino de San Bartolomé de Tirajana; sencillos féretros que tradicionalmente se apoyaban junto al árbol para dar aliento a sus porteadores.

No será el último. Nuevos muertos aguardan en el monte, pinos centenarios como el pino de la Virgen de El Paso en La Palma, 775 años, el más viejo de Europa, agonizando ante la indiferencia de todos. O como tantos otros supervivientes que aún conservamos por toda España.

Pobres árboles singulares. Los seres vivos más ancianos del planeta. Morirán, porque es ley de vida, pero cuánto duele verlos morir sin ni siquiera haber intentado antes salvarlos de nosotros mismos.

Les dejo con un precioso vídeo rodado como cariñoso homenaje al pino de Pilancones y un par de fotos extraídas del álbum familiar de este abuelo vegetal al que todos queríamos y que se nos acaba de morir. FINIS GLORIAE MUNDI.



¿De quién es la costa?

El sábado acudí a una manifestación. Y volví a casa indignado. No fui a apoyar a los manifestantes, sino a ver con mis propios ojos a esas gentes que se han rebelado contra la aplicación de la Ley de Costas, o más en concreto, que esta ley, aprobada hace ahora 20 años, se cumpla y finalmente derribe sus apartamentos de veraneo construidos ilegalmente. En este caso en el poblado de Los Molinos, en pleno Parque Rural de Betancuria (Fuerteventura), pero la historia es la misma en asentamientos igualmente ilegales repartidos por toda la isla, por toda Canarias, por toda España. Casas en primera línea de playa, sin licencia de construcción e incluso sin la propiedad de los terrenos ocupados, sin agua ni luz eléctrica ni saneamientos.

El lema de la convocatoria no ofrecía dudas: “Contra la aplicación abusiva y discriminatoria de la Ley de Costas. También es tu costa. Apóyanos”.

Por supuesto que es mi costa, y la de todos nosotros. La misma que ellos nos han usurpado, que nos han robado para uso particular, para pasar el veraneo junto al mar sin haber tenido nunca que pedir una hipoteca para comprar el terreno, sin necesidad de licencia municipal, de plan parcial o de proyecto urbanístico. Por todo el morro.

La semana pasada Costas derribó la primera casa ilegal, y sus propietarios, demostrando un total desprecio a la Justicia, la volvieron a levantar al día siguiente. Siguen siendo unos aprovechados, pero nos piden ahora que les apoyemos. No seré yo quien lo haga, aunque quienes sí lo hacen sin rubor son los políticos. Sólo por rascar unos pocos votos allí estaban en la manifestación “con el pueblo”, deshaciéndose en promesas. Quizá por considerar a estos asentamientos como el típico modelo español de pasarnos la ley por el arco del triunfo, y por lo tanto de protección especial.

Los vecinos se justifican apoyándose en la supuesta importancia etnográfica del lugar urbanizado, pues antiguamente los pescadores habían levantado allí refugios para pasar el tiempo que dedicaban a mariscar en las zonas más abruptas y alejadas. Un pasado que según ellos permite ahora mantener en pie un pueblo entero (incluido restaurante) levantado hace apenas 20 años donde antes no había más de cuatro chozas de piedra.

Critican que la ley vaya contra ellos mientras salvaguarda los intereses de los grandes complejos hoteleros. El viejo tema del “y tú más”. Pero aunque en esto último no les falte razón, al menos los hoteles son dueños del terreno que ocupan, mientras ellos son okupas burgueses de fin de semana (no conozco pobres con segundas residencias), quienes levantaron allí sus chalés como podían haberlo hecho en la Plaza Mayor o en medio del campo de fútbol.

Yo no sé si son peores las empresas o los particulares, si la ley no es igual para los poderosos que para los pobres. Sólo sé que es mi Costa, la de todos nosotros, que la quiero y la quiero natural, libre de urbanizaciones.

¿Te parece que soy un egoísta? ¿Que las leyes deben empezar primero por los ricos y después por la clase media? Puede ser, pero es ya mucho lo que nos han robado y no pienso regalar ni un centímetro más a nadie.