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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Polémica por la creación de una cátedra de tauromaquia en Salamanca

Decía Miguel de Unamuno, allá por 1915:

“Nunca he resistido una corrida pero resisto menos aún una conversación sobre toros».

Pobre don Miguel. ¿Resistiría la Cátedra de Estudios Interdisciplinares en Tauromaquia que han puesto en marcha en la Universidad de Salamanca, en su Universidad, la Fundación General de la Universidad y la Junta de Castilla y León? ¿Qué pensaría de los 75.000 euros que consumirá esta veleidad en tres años?

¿Estará de acuerdo con que, como dice el consejero de la Junta, en la universidad, como «casa de la palabra», es lugar para que «se estudie todo«, desde «cosas eruditas» hasta otras más «comunes»? Lee el resto de la entrada »

Los toros quieren entrar en la escuela

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La Plataforma La Tortura No Es Cultura (LTNEC) ha denunciado que entre las conclusiones del I Congreso Internacional de Tauromaquia celebrado la pasada semana en Albacete se plantee llevar la tauromaquia a la escuela. Según el plantel de supuestos expertos reunidos con dinero público (tuyo y mío) en ese foro, los toros es un arte «que tiene mucho que enseñar» y serviría para plantar cara «al gran problema del relevo generacional» que existe en la afición al toreo. Un argumento, por cierto, idéntico al esgrimido por los cazadores.

Los taurinos, más que nadie, deberían saber que este tipo de propuestas son absolutamente descabelladas. Adjetivo procedente de descabellar. Según la RAE: «Matar instantáneamente al toro, hiriéndolo en la cerviz con la punta de la espada o con la puntilla». Pues sólo quien mata así, a sangre fría y para satisfacción del respetable, es capaz de idear tamaño despropósito, educar en el gusto por la tortura animal.

Porque además, y como recuerdan los antitaurinos, la propuesta contraviene la recomendación  del Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas que, en sus revisiones sobre la situación de la infancia de Portugal (2014) y Colombia (2015), ha instado a los gobiernos a “proteger a la infancia de la violencia física y psíquica de la tauromaquia”. Sin embargo, en España siguen muriendo niños en eventos taurinos y se siguen subvencionando las escuelas de tauromaquia con fondos públicos.

De la misma manera, es igualmente “descabellado” que nuestro Gobierno nacional plantee que la UNESCO declare  la tauromaquia “Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad”, objetivo último de este congreso internacional. Trágicamente, el mismo gobierno que se está cargando la cultura en este país aplicándole unos impuestos abusivos, es el que quiere promocionar como cultura algo arcaico y tan dudosamente cultural como los espectáculos de leones y cristianos del circo romano, por suerte cada vez con menos apoyo popular.

Ideas descabelladas, con vuelta al ruedo de los siete enanitos toreros y peón de brega cargando con la suerte de tantos maestros venidos a menos.

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Salvemos a Langosto, la nueva víctima de Tordesillas

Langosto, Toro de la Vega 2013

La víctima ya tiene nombre. Se llama Langosto y morirá alanceado el próximo 17 de septiembre en Tordesillas (Valladolid). Langosto es un toro bravo de la ganadería salmantina de Puerto de San Lorenzo. Pesa 546 kilos y muestra un precioso color negro bragado. Le ha correspondido el triste privilegio de ser elegido por un supuesto grupo de expertos para convertirse en el Toro de la Vega 2013.

Sus compañeros de ganadería morirán en cualquier plaza de toros atravesados por la espada después de una tortura de un cuarto de hora. El sufrimiento de Langosto se alargará una hora y será aún más terrible. Morirá alanceado tras una larga persecución por el campo donde el estrés del animal se tornará en terror ante la sed de sangre de miles de vociferantes personas.

Año tras año no me cansaré de denunciar esta barbarie sin sentido. Amo las tradiciones, las estudio y rescato en varios libros que he publicado sobre este tema. Amo igualmente Tordesillas, localidad a la que me unen lazos afectivos y familiares. Pero me niego a justificar como «afamado torneo» o «antiquísima tradición medieval» lo que es, ni más ni menos, que una cruel estupidez sin sentido.

Otra vez habrá manifestaciones antitaurinas, algunas fuera de nuestras fronteras. Aumentará el número de firmas contrarias al sangriento evento (recogidas 200.000 en Avaaz). Y este año, como especial protesta, el joven asturiano Francisco Javier Martínez recorrerá a pie los 776 kilómetros que separan Mataró de Tordesillas para pedir la abolición de esta fiesta de salvajes.

Gracias a la clamorosa protesta de toda persona con buenos sentimientos hacia los animales, este año Tordesillas contará con una reglamentación más estricta, con multas que oscilarán entre los 1.000 y los 9.000 euros. También se reglamenta la tipología de la lanza y se estipula que el torneo no podrá superar los 60 minutos. Todo ello, dicen, para hacerlo más justo.

¿Es justicia torturar miles de personas a un pobre animal sólo por el placer de divertirse? ¿Qué más hace falta hacer o decir para que sus defensores se den cuentan de que lo único que promueven es el salvajismo más irracional?

Un año más, digamos NO al Toro de la Vega.

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Goya fue el primer antitaurino

Celebro con júbilo la decisión del Parlament catalán de prohibir las corridas de toros. Siguen así el ejemplo de Canarias, primera comunidad autónoma que en una fecha tan lejana como 1991 decidió abolir esta irracional tortura pública de los astados. Me alegro y en estos momentos tan especiales recuerdo con especial cariño a Goya, uno de los primeros antitaurinos españoles.

¿Goya antitaurino? Quizá os sorprenda, después de que tantos hayan colocado injustamente al genial sordo aragonés precisamente en el bando contrario, en la lista de los artistas españoles que ensalzaron la mal llamada fiesta nacional. Sin embargo, cualquiera que conozca su famosa Tauromaquia estará de acuerdo conmigo, don Francisco de Goya y Lucientes consideraba los toros una salvajada propia del pueblo inculto, violento y visceral, ejemplo preclaro de la brutalización colectiva de la masa. Tan bestial como la guerra de sus Desastres y tan irracional como la superstición enfermiza de sus Disparates. La España negra.

Hasta Goya, los toros habían sido un tema amable y costumbrista en el arte español. Pero él, cansado de una España embrutecida, buscó el dramatismo, la violencia y el salvajismo de lo que, en el fondo, veía como manifestación pública de la incultura del pueblo español. No por casualidad, al mismo tiempo que dibujaba la Tauromaquia hacía otra terrible serie de grabados, Los desastres de la Guerra, donde se muestra antibelicista al plasmar con toda crudeza el drama de la guerra.

Los grabados de Goya fueron entonces un fracaso. Publicados en 1816, no se los compró nadie. Tampoco su serie de Los toros de Burdeos, aún más antitaurina. Su mensaje era demasiado moderno para la época. Doscientos años después vuelven a estar de actualidad y esta vez los entendemos. Las corridas de toros son tortura y vamos a acabar con ellas. Muchas gracias don Francisco, tenía usted razón.

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