No, no me he vuelto loca con las temperaturas. Los botines se han convertido en un calzado veraniego más junto a nuestras sandalias.
Sé que es una locura hablar de botines en agosto, sobre todo teniendo en cuenta que un día cualquiera en Madrid a las 6 de la tarde nos da calor hasta la suela de las chanclas.
Los botines llegaron al estío inocentemente como quien no quiere la cosa. «No, no, nosotros solo pasamos por aquí, no hemos venido a quedarnos» decían para disimular. Luego nos hicieron la de Napoleón y se han instalado toda la temporada.
Vale que dan un aire bohemio a cualquier conjunto, pero dado que van a hacer sudar más los pies que unas botas de lluvia, lo mejor es que los dejemos para las tardes/noches.
Si quieres apuntarte a la tendencia pero no acabas de ver claro esto de llevar tus botines de invierno en el estío veraniego, puedes optar por los botines abiertos.
Los botines abiertos son esa criatura híbrida que solo puedes ponerte cuando no hace tanto frío como para resfriarte yendo con el pie al aire pero tampoco tanto calor como para que se derrita el pie por llevar parte cubierto.
De todas formas, con la inmensa variedad que tenemos de chanclas, sandalias, sneakers, bailarinas, etc, ¿a quién se le ocurre esto de rescata las botas? Las mías os puedo asegurar que seguirán esperando el frío en mi armario.