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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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El águila perdicera vuelve a criar en Madrid gracias a dos aves andaluzas

Águila perdicera o de Bonelli. Foto: Sergio de la Fuente / GREFA

Dos pollos de águila perdicera o de Bonelli (Aquila fasciata) han nacido este mes de abril en la Sierra Oeste de Madrid, en un nido regentado por una pareja reproductora de la especie en la que tanto la hembra (Haza) como el macho (Bélmez) son aves reintroducidas procedentes de nidos de Andalucía. Estos nacimientos son uno de los principales hitos del  proyecto AQUILA a-LIFE, coordinado por GREFA.

Según ha informado la la ONG conservacionista, hacía treinta años que no nacían águilas perdiceras en la Sierra Oeste de Madrid, donde la especie se extinguió como reproductora a principios de los años noventa. Es también la primera vez que un proyecto de reintroducción logra que esta rapaz amenazada se reproduzca en territorio madrileño.

En el Catálogo Regional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres de la Comunidad de Madrid, el águila de Bonelli aparece en la categoría de “En peligro de extinción”, al mismo nivel que la emblemática águila imperial ibérica.

Instalación de un emisor GPS. Foto: Francisco Márquez / GREFA

A la tercera va la vencida

Los progenitores de los dos pollos que acaban de nacer en la Sierra Oeste de Madrid, Haza y Bélmez, fueron cedidas por la Junta de Andalucía, procedentes de nidos naturales de la provincia de Jaén. Tras su reintroducción en la Sierra Oeste de Madrid, ambas aves formaron pareja y se asentaron territorialmente en 2016 en la misma zona de liberación.

En 2017 esta pareja ocupó un nido artificial construido por GREFA para facilitar la reproducción de la especie, que llegaron a acondicionar, pero sin efectuar puesta. Al año siguiente sí que pusieron huevos, que no llegaron a eclosionar, por lo que a Haza y Bélmez se les introdujo en el nido un pollo de su especie criado en cautividad, que acogieron perfectamente. Por desgracia, este pollo adoptivo acabó siendo depredado por un búho real poco antes de iniciar sus primeros vuelos. Por fin, en 2019, esta pareja ha conseguido que nazcan dos pollos en su nido de la Sierra Oeste de Madrid.

«El nacimiento de estos pollos tiene una gran trascendencia, ya que el águila de Bonelli es tan escasa en la región que, aparte de las aves reintroducidas, ahora mismo solo queda una pareja totalmente salvaje, a la que podemos considerar histórica, asentada en territorio madrileño», recuerda Ernesto Álvarez, presidente de GREFA, la ONG que coordina el proyecto AQUILA a-LIFE.

Polopos muere electrocutado

Gracias al emisor GPS que portan las águilas reintroducidas, se sabe que de los 56 ejemplares que se han soltado en la Comunidad de Madrid desde que se iniciaron en 2010 las liberaciones de esta especie, 19 han muerto en tendidos eléctricos de diseños peligrosos para las aves.

De estos casos de electrocución, cinco fueron especialmente graves por ser las víctimas águilas perdiceras que ya se habían asentado en un territorio reproductor. El más reciente de estos casos es el de Polopos, un ejemplar procedente de la población salvaje de la especie en la provincia de Granada que fue cedido cuando era un pollo a la Comunidad de Madrid por la Junta de Andalucía para su liberación en 2015.

«Tras cuatro años de vida en libertad, Polopos había formado pareja con una hembra de su especie, pero las esperanzas de que se reprodujese en breve se han visto truncadas tras el hallazgo de su cadáver electrocutado el pasado 4 de abril en la Sierra Oeste de Madrid», se lamenta Álvarez.

Tras la muerte de Polopos quedan cuatro parejas de águila perdicera en la Comunidad de Madrid, tres de ellas con presencia de ejemplares reintroducidos.

Corrección de tendidos eléctricos. Foto: Sergio de la Fuente / GREFA

Correcciones de tendidos eléctricos

AQUILA a-LIFE, que esta primavera tiene previsto liberar ocho nuevos pollos de águila perdicera o de Bonelli en la Comunidad de Madrid, tiene en la corrección de tendidos peligrosos para la especie una de sus principales líneas de actuación. En poco más de un año de vigencia, este proyecto ha contribuido a financiar los arreglos de más de un centenar de apoyos (postes o torretas) de casi una veintena de tendidos eléctricos.

Estas actuaciones se han llevado a cabo en la Comunidad de Madrid y provincias limítrofes como Ávila y Toledo, en zonas por donde se sabe que se mueven las águilas de Bonelli reintroducidas, gracias al seguimiento por GPS.

Además de estas correcciones, la información aportada desde AQUILA a-LIFE a las compañías eléctricas sobre la ubicación de tendidos peligrosos para la especie está permitiendo aislar una gran cantidad de apoyos en las zonas españolas e italianas donde el proyecto está liberando ejemplares.

«La primera consecuencia de todas estas intervenciones en tendidos eléctricos es crear territorios seguros donde las águilas de Bonelli reintroducidas puedan asentarse como reproductores con garantías de que no van a morir electrocutadas, como lamentablemente le ocurrió a Polopos y otras aves del proyecto», explica Álvarez.

Proyecto basado en la colaboración

El proyecto AQUILA a-LIFE pretende contribuir a aumentar la extensión de la presencia del águila de Bonelli en el Mediterráneo occidental e invertir la tendencia poblacional regresiva de la especie. Para ello se están liberando ejemplares en España e Italia (Cerdeña) y se están abordando las principales amenazas actuales para el águila de Bonelli, con especial dedicación a prevenir y reducir las electrocuciones.

Uno de los indicativos de la buena marcha de AQUILA a LIFE, que da continuidad a los progresos obtenidos con el águila de Bonelli con el ya concluido proyecto LIFE Bonelli, es el número de parejas formadas gracias a la reintroducción de ejemplares que ya tienen sus propios territorios: nueve en Mallorca, ocho en la Comunidad de Madrid y zona centro peninsular, dos en Navarra y uno en Álava, además de las buenas expectativas que han generado las primeras liberaciones en Cerdeña.

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Más de 50 cigüeñas mueren electrocutadas en el mismo tendido eléctrico

Cigüeñas electrocutadas en Sant Quirze. © Jordi Pareja (GACO)

Medio centenar de cigüeñas en migración han muerto electrocutadas el pasado 5 de agosto, prácticamente al mismo tiempo, en torres eléctricas de Sant Quirze de Besora (Osona -Barcelona). Otra decena más resultaron heridas.

Las aves formaban parte de un bando de más de 700 ejemplares en migración. No eran españolas. Provenían del centro y norte de Europa (alemanas y suizas en su mayoría como ha confirmado la lectura de anillas) e iban camino de África una vez habían concluida su temporada de cría. Pararon en la zona para descansar sin percatarse de la peligrosidad de los tendidos eléctricos que allí había. A falta de confirmación oficial, todo apunta a que es ENDESA la propietaria de la línea involucrada en el suceso.

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El coste de evitar que las águilas mueran electrocutadas lo pagas tú

La mortalidad por accidentes en líneas eléctricas es la principal causa de mortalidad no natural a la que se enfrentan algunas de las especies de aves más amenazadas de la fauna española, como el águila perdicera y el águila imperial ibérica, pero también buitre negro, halcón peregrino o águila culebrera. Chocan contra sus casi invisibles cables o, directamente, se electrocutan en ellos. Mueren por miles.

La culpa la tienen los malos diseños de los tendidos, pensados para transportar electricidad por el aire pero no para cuidar el medioambiente. Hay técnicas para impedirlo. Mejorar las torretas, poner aislantes en las zonas más peligrosas para las aves e instalar elementos salvapájaros que reducen las muertes por colisión es posible, pero supone un elevado gasto adicional.

¿Y sabes quién lo paga? Lo pagas tú. Y yo. Y todos nosotros a través de los presupuestos de las Administraciones públicas. Pero no lo pagan las compañías eléctricas. Lee el resto de la entrada »

Los tendidos eléctricos matan 120 águilas imperiales en 15 años

Busardo ratonero yace electrocutado junto a un tendido eléctrico. Foto: SIECE

Busardo ratonero yace electrocutado junto a un tendido eléctrico. Foto: SIECE

Nueve entidades relacionadas con la conservación de la naturaleza han presentado ayer en Madrid la Plataforma SOS Tendidos Eléctricos. Con esta acción se pretende alertar a la opinión pública sobre la gravedad del problema de la electrocución y la colisión de la avifauna en los tendidos eléctricos, que causa la muerte anualmente de cientos de miles de aves en España.

“Queremos centrar la atención sobre la que, a día de hoy, es la principal causa de muerte no natural a la que se enfrentan algunas de nuestras especies de aves más amenazadas, como son el águila perdicera o de Bonelli y el águila imperial ibérica”, indican los impulsores de esta iniciativa.

Durante los últimos 15 años se estima que en España han muerto electrocutadas, como mínimo, más de 200 águilas perdiceras y más de 120 águilas imperiales, una situación insostenible que pone en jaque todos los esfuerzos por recuperar y estabilizar la población de ambas especies amenazadas. Lee el resto de la entrada »

Adiós a la silla eléctrica de las aves

Las grandes noticias para el medio ambiente suelen pasar desapercibidas. Sobre todo si son buenas noticias y no catástrofes.

Es exactamente lo que ha ocurrido con la aprobación el pasado viernes por el Consejo de Ministros de un decreto para proteger a las grandes aves de los tendidos eléctricos. Unas infraestructuras energéticas fundamentales para nuestra sociedad, pero culpables de aniquilar más de 30.000 aves al año en España, la mayoría especies protegidas. Prácticamente ningún medio de comunicación se ha hecho eco de la noticia, a pesar de que viene a poner fin a una sangría insostenible que en los últimos diez años ha segado la vida de 200 águilas perdiceras y 80 águilas imperiales, muertas directamente por electrocución. Mal aislados, peor diseñados, estos tendidos son una injusta silla eléctrica para los inocentes pájaros. Apenas tocan cables o torretas y caen fulminados.

A partir de ahora, y en un plazo inferior a cinco años, todas las instalaciones eléctricas aéreas de alta tensión de nueva construcción, así como las ampliaciones o modificaciones de las ya existentes localizadas en zonas de especial importancia para la avifauna, deberán de ser modificadas para adecuarse a diseños inocuos. Unas reformas presupuestadas en 45 millones de euros (7.500 millones de pesetas) que pagaremos todos a las compañías eléctricas, pues el Gobierno las financiará en su totalidad.

Los grupos conservacionistas españoles han saludado con alegría la nueva normativa, sin precedentes en Europa, y que a punto estuvo de quedar olvidada en el fondo de un oscuro cajón. De hecho, el borrador de tan importante herramienta legal llevaba desde 2004 paseándose por los despachos de los políticos, la mayoría reacios a su aprobación, mientras las rapaces seguían muriendo por miles en el campo. Sin embargo, los ecologistas consideran todavía incompleto el decreto, al dejar como voluntaria la instalación de elementos que eviten los accidentes por choque.

El propio gobierno ha reconocido que la electrocución y la colisión en los tendidos eléctricos son el principal problema de conservación para especies tan emblemáticas como el águila imperial ibérica, el águila-azor perdicera y otras grandes rapaces como águilas reales, culebreras, aguilillas calzadas, milanos negro y real, azores o búhos reales. Los cables también matan a las bellísimas grullas, las espléndidas avutardas, los gigantescos buitres negros, las amables cigüeñas, los invisibles alcaravanes, las chillonas avefrías, los inteligentes cernícalos, las veloces ortegas, los potentes halcones. Al menos en este aspecto los vamos a alejar del corredor de la muerte. Y eso es una estupenda noticia.

(En la fotografía superior, búho real electrocutado en un tendido de Albacete, tomada por Rafa Torralba)