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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

La nueva agricultura sostenible regresa a los métodos tradicionales

NéstorPérez-Méndez muestra una de las trampas para insectos con las que estudia métodos de lucha biológica en el Delta del Ebro.

Mejorar la sostenibilidad de los cultivos agrícolas desde un punto de vista económico, social y medioambiental parece muy complicado, pero en realidad supone volver a recuperar muchas de las técnicas de antaño injustamente olvidadas por culpa de un exceso de tecnificación de los cultivos.

Así lo he podido comprobar personalmente en los arrozales del Delta del Ebro (Tarragona), invitado a conocer el programa Origins de Kellogg, centrando en aumentar la productividad mientras que al mismo tiempo protegen y fomentan la biodiversidad.

Entre los proyectos que se están llevando a cabo durante 2020 destaca la creación de márgenes florales con la siembra de plantas nativas en los márgenes de los cultivos. Una técnica pionera en España que fomenta la aparición y multiplicación de varios tipos de insectos favorables para el cultivo que se alimentan de plagas como el Chilo supressalis o barrenador del arroz, la Pudenta o la Piricularia, mejorando así el control de estos insectos de forma natural.

También se promueve la instalación de nidos de golondrinas y los cultivos invernales. 

Agricultores y científicos del IRTA visitan campos experimentales de arroz.

Un gran espacio natural

El Delta del Ebro es uno de esos lugares únicos que, como dicen los americanos, hay que conocer antes de morir. Es la desembocadura del río Ebro en el mar Mediterráneo. Un gran delta o flecha de arena que penetra 22 kilómetros en el mar. Algunos lo conocen como «el Doñana catalán» y no van desencaminados. Hay lagunas, marismas, dunas y playas inmensas donde viven toda clase de aves e incluso manadas de hermosos caballos marismeños.

Muchos no lo saben, pero el Delta del Ebro es ante todo un inmenso arrozal. Ocupa más de 20.000 hectáreas de terrenos pantanosos, el 83 % de la superficie total cultivada. Por esta razón, una de las dos fábricas europeas de Kellogg, la popular marca de cereales para el desayuno, está en Tarragona y se abastece precisamente del arroz del Delta del Ebro.

Desde el año 2012 la multinacional desarrolla allí un interesante programa de colaboración con el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Cataluña (IRTA). Con el apoyo de agricultores voluntarios promueven innovadoras prácticas agrícolas que mejoran la productividad y al mismo tiempo ayudan a conservar la biodiversidad. El círculo perfecto del desarrollo sostenible.

¿Y sabes lo que más me ha sorprendido de este proyecto? Que lo moderno es volver a lo antiguo.

Golondrinas y murciélagos

Por ejemplo, para luchar contra las plagas están favoreciendo que vuelva a haber en el campo más aves insectívoras y murciélagos. Piensa que una golondrina puede comerse una media de 60 insectos/hora, lo que se traduce en unos 850 insectos diarios. Unos 55 kilos de insectos al año por pájaro. No existe un insecticida más rentable: ecológico, sin químicas y totalmente gratis.

Con golondrinas de día y murciélagos de noche los agricultores tienen a su servicio un batallón permanente contra los insectos que hoy denominaríamos 24/7, pues trabajan 24 horas al día siete días a la semana.

Lirios contra las plagas

Otra novedad es plantar lirios amarillos en las orillas de los campos inundados. Parece un detalle de jardinero, pero nada de eso. Esas plantas favorecen la aparición de insectos que pueden depredar luego en las plagas. Pero al mismo tiempo sus raíces impiden que los cangrejos americanos abran galerías por las que se escapa el agua de los cultivos y que todos los años provocan daños millonarios.

También están estudiando introducir en los márgenes de los cultivos plantas autóctonas tapizantes que impidan el crecimiento de las malas hierbas sin necesidad de usar herbicidas, como explica Mar Catalá, investigadora del IRTA: «Queremos saber qué combinación de plantas son mejores para controlar a esas malas hierbas sin afectar a los cultivos del arroz».

Discotecas para machos

Otra experiencia muy curiosa es la instalación de trampas sexuales para desorientar a las plagas. Todo muy ecológico y frustrante para los bichos, como cuenta Néstor Pérez-Méndez, un biólogo tinerfeño que también trabaja en el IRTA: «Son técnicas de confusión sexual con las que liberamos unas feromonas que atraen a los machos del barrenador del arroz y no les permite encontrar a las hembras. Algo así como discotecas sin hembras».

Agricultores comprometidos

También pude hablar en el Delta con algún agricultor de la zona para saber qué opinan de esta vuelta a lo de antes. Hombres y mujeres, pues también hay mucha mujer agricultora en España partiéndose el espinazo para surtirnos de buenos alimentos.

Como Adela Tomás, 36 años y dos niños pequeños, uno todavía de pecho. Quien me confesaba que en la zona les ven un poco como los frikis del Delta, pero luego se asombran de los buenos rendimientos que logran en sus cultivos con las nuevas técnicas.

O David Vila, 43 años y un entusiasta de la sostenibilidad, feliz de aprender técnicas que le ayuden a aumentar la productividad de sus fincas sin necesidad de usar tanto abono y herbicida, de forma más natural. «Los técnicos del IRTA nos proponen esas técnicas más naturales que luego nosotros aplicamos en el campo y vemos que dan buenos resultados», asegura convencido. «Por gastar más en química no sacas más cosecha».

Cultivos de invierno

También este año se han puesto en práctica los cultivos invernales. Consiste en la siembra de plantas leguminosas y gramíneas durante el periodo en el que los campos de arroz estarían normalmente en barbecho. Supone una nueva estrategia para mejorar la fertilidad y calidad del suelo gracias al aumento del stock de carbono.

Los resultados de estas innovadoras investigaciones, que se realizan por primera vez en los campos de arroz del Parque Natural del Delta del Ebro, serán aplicables a los cultivos de otros cereales, como el trigo, el maíz o la avena, en otras regiones agrícolas del mundo, confirma Amparo Lobato, responsable de Asuntos Corporativos de Kellogg Iberia.

El programa Origins se financia con la venta de los cereales de la marca W.K. Kellogg. Por cada paquete vendido se donan 0,10 € a estas iniciativas.

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1 comentario

  1. Me ha gustado como has informado sobre el tema, muy interesante.

    22 agosto 2020 | 11:00

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