El miedo de si vamos a ser capaces de cuidar de nuestro bebé es una cuestión muy habitual, miedo que aumenta si tienes una enfermedad crónica con discapacidad.
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Vuelta al cole, vuelta a conciliar trabajo, maternidad y una enfermedad
Se acabaron las vacaciones, vuelta a trabajar y vuelta a la rutina. Adiós al calor y un saludo a los nuevos horarios. Aunque tardaré varias semanas en acostumbrarme al nuevo horario de este año, una vez que estoy en él, con los ajustes necesarios y un poco más de frío, me hacen sentir mucho mejor que el descontrol que he llevado durante estos meses veraniegos.
Como cada curso, siempre me propongo como objetivo pasar un año libre de brotes y sin pasarme de la raya, como he hecho otras veces. Estoy metalizada que el trabajo no lo es todo, primero está mi salud, luego el resto y por último el trabajo. Aunque hasta ahora es una premisa que no he llevado a cabo al cien por cien, quizá por Nora me haga replantearme ciertas acciones pasadas que he hecho a favor del trabajo, que el tiempo y sus consecuencias me han acabado diciendo que eran equivocadas. En este tema, me cuesta mucho aprender y no volver a cometer los mismos errores.
También voy a intentar estar más tranquila, calmada, pausada y continuar llenando mi saco de paciencia. Es probable que si me queda tiempo durante el día intente hacer algún ejercicio sencillo de meditación, como siempre, agradecería alguna recomendación, sobre todo que sea sencillo. Además, según me vaya adaptando al nuevo horario, volveré a hacer deporte y a los largos paseos con Nora que tanto echo de menos.
Con Nora, nos arreglamos como en el curso pasado, cuando no esté conmigo, estará con su padre. Estoy deseosa por empezar, pero a la vez tengo miedo de la reacción de mi cuerpo durante estos meses. Veremos qué tal se me dan los malabarismos para llegar a lo máximo posible.
Todos me preguntan qué tal me apaño con un bebé y cómo me encuentro
Hemos estado de visita en mi ciudad natal, allí viví hasta que me fui a la universidad y volví un año para estudiar la oposición de educación. Me he encontrado con muchas personas que no veían a Nora desde que tenía unos tres meses (ahora tiene siete). Todos me preguntan lo típico: qué tal come, qué tal se porta y qué tal duerme. Después vienen las preguntas para mí: qué tal me apaño y cómo me encuentro. Y ante, mi respuesta, que se resume en un «estupendamente», todos se quedan sorprendidos, a la vez que sé que se alegran por mí. Pero me hace cierta gracia, ver su cara de asombro ante mi nueva situación.
Que me iba a encontrar así de bien, nadie lo hubiese imaginado, ni siquiera yo misma. Tengo días mejores, y días peores, como así ha sido siempre, pero en líneas generales, me encuentro mejor que antes de quedarme embarazada. Estoy más activa, casi no tengo calambres, duermo mejor, las piernas me duelen -esto no cambia-, las secuelas de la vista mejoraron con el tratamiento anterior -siguen igual que antes- y sigo con fatiga, aunque la gestiono mejor que antes. Entiendo que la gente se extrañe de mi estado después de un embarazo, un postparto, trabajar, el blog y un bebé. Me parece raro hasta a mí.
Lo de desenvolverme con un bebé, pues todas las madres primerizas vamos aprendiendo sobre la marcha, cada una tenemos nuestros trucos, y los míos, están muy enfocados en superar las limitaciones que me ocasiona la enfermedad. Por ejemplo, soy de las que portea mucho, porque me siento más segura transportándola así que en brazos, pero hay muchas madres que lo hacen por otras razones.
Aunque a priori se pueda pensar que nos cuesta más cuidar de nuestros bebés por la esclerosis múltiple, creo que una vez más, conseguimos adaptarnos a lo que venga y lo hacemos genial. TODAS, las que ya somos madres, y las que lo serán en un futuro.
El número de visitas nocturnas al inodoro
El otro día comentaba con otra mamá primeriza y reciente, lo que dormíamos con nuestros respectivos bebés. Quitando los primeros meses en que las tomas eran cada tres-cuatro horas y los problemas alimenticios con los que nos encontramos, estoy durmiendo mucho más que lo que hice durante todo el embarazo, que no pegué ojo del dolor de espalda y cadera que tenía.
Solventados esos tres primeros meses aproximadamente, ahora dormimos como unos benditos entre nueve y diez horas casi seguidas. Digo casi, porque ambas mamás tenemos que levantarnos a poner el chupete a nuestros respectivos hijos. Lo que para ella le resultaba cansado y muchas veces se desvela, tener que despertarse cada X horas, buscar el chupete y ponérselo, para mí es algo muy habitual, ya que desde hace muchos años me he estado levantando varias veces para ir al baño.
Ya os hablé de que mis problemas urinarios no son demasiado graves. Mi marido me dice que tengo la vejiga del tamaño de un mosquito, que aunque lo parezca, no es verdad, es solo que la comunicación vejiga-cerebro pues tiene sus obstáculos para llegar de manera correcta. Esta situación no implica mayores problemas, más que tener controlado siempre la ubicación de un servicio y salir de casa con la vejiga vacía.
Por las noches, beber antes de ir a la cama un vaso de leche o una infusión relajante, me supone ir al menos dos veces más al baño de lo habitual, así que intento evitar está circunstancia por todos los medios. Normalmente, me suelo despertar entre 1 a 3 veces para visitar el urinario, aunque depende del día y de la época en que nos encontremos. En periodos de insomnio, temporadas de mucho dolor y cansancio o durante el embarazo las visitas se han llegado a repetir cada hora.
Así que ahora aprovecho el momento del chupete para ir al baño, o el momento de visitar el servicio para poner el chupete. Sin ninguna molestia y sin variar mi rutina de despertarme por las noches ni un ápice.
Lo que me estoy perdiendo por descansar
La vuelta al trabajo no ha ido tan mal como en un principio me había imaginado. Los primeros días, quizá me dio más pena pero pasadas varias semanas me he ido acostumbrado. Además, me ha venido bien volver al trabajo, hablar de alumnos, clases, exámenes y salir de esa pequeña burbuja que me había creado durante estos meses. Siempre me ha gustado ser una más.
Como era de esperar, lo que ha vuelto por la puerta grande ha sido el cansancio y el aumento de ciertos síntomas. Aunque también pensaba que mi cuerpo iba a aguantar al más, como me encontraba tan bien, creía que ese malestar que siempre me había creado el trabajo iba a tardar más en aparecer. Pero no, no ha sido así. Qué ilusa.
Hasta ahora, solo me había percatado de lo que me iba a perder mientras estuviese trabajando. Pero no había caído en lo que me voy a perder por tener que descansar, y eso sí que fastidia. Sé que necesito descansar, que tengo que estar bien para Nora y que es lo que tengo que hacer para recuperarme del cansancio. Pero no puedo dejar de pensar en esos momentos de los que me priva la esclerosis múltiple. Es una sensación muy parecida a la que tuve después del diagnóstico cuando te das cuenta, que tienes que administrar tu energía, y que para hacer algo que te apetece, tienes que estar en casa descansando durante todo el día, porque no vas a poder hacerlo de la misma forma. Me recuerda mucho a esos momentos, cuando tuve que asimilar la manera en la que mi cuerpo funcionaba.
Estoy intentando acostumbrarme, superarlo, al igual que hice hace años, pero necesito que pase el tiempo y quedarme con los instantes en los que sí que estoy. De momento, me inunda la rabia cuando me tengo que quedar en casa para descansar. Y ya está, quiero patalear, que de vez en cuando, no viene mal.
La vuelta al trabajo después del permiso de maternidad
Mañana vuelvo a trabajar después de la baja de maternidad. Soy otra madre más que tiene que dejar a su bebé de cuatro meses y medio por trabajar y le invade la pena. Estoy triste, por no poder pasar todo el tiempo con ella, a partir de ahora primará la calidad del tiempo en familia, más que la cantidad. Afortunadamente, puedo compaginar mi horario con el de mi marido, así que cuando no esté conmigo, estará con su padre, y por esa parte, ambos estamos muy tranquilos y felices de que sea así. Esta situación durará lo que queda de este curso, y el que viene, pues a saber, dependerá del instituto donde me toque trabajar. Y cuando llegue el momento, volveremos a organizarnos.
Es un proceso por el que tarde o temprano tenía que pasar. Sé que ella ni se va enterar, pero hay que pasarlo y cuando haya pasado el tiempo suficiente, me sentiré mejor. Además, por las circunstancias que me rodean, no puedo dejar de pensar si seré capaz de llegar a todo. Nora, descanso, trabajo, blog, deporte, casa, son palabras que rebotan en mi cabeza una y otra vez, y me preguntó qué pasará. En mi cabeza está todo tan bien organizado, que luego veremos qué ocurre en la práctica. Creo que lo conseguiré, siempre lo he hecho, y solo espero que no repercuta en mi salud.
También me encuentro con ese miedo que me invade con el trabajo, casi todos mis brotes han coincidido con momentos de estrés en el trabajo que yo misma me he generado la mayoría de las veces. Siempre me propongo intentar ahorrar fuerzas, sé cómo hacerlo, pero casi nunca lo cumplo.
Quiero estar bien por Nora, y esta vez, no quiero fallar.