Llevo unas semanas haciendo lo que me pide el cuerpo. Sin mis queridas rutinas, con todos mis hábitos alterados e intentando tomármelo de la mejor manera posible. Lo estoy llevando con mucha filosofía y paciencia, para lo que suelo ser yo con estoy temas, disciplinada y maniática a más no poder, pero por mucho que lo he intentado cada día es una aventura.
Tengo un descontrol de sueño importante y no consigo dormir muchas horas seguidas. Por la noche, empiezo a tener sueño muy pronto, me duermo, me despierto, estoy muy incómoda en la cama, me duele la pierna y lo mismo me levanto a la una porque no puedo dormir más, como desayuno a las cuatro porque no consigo coger el sueño y me muero de hambre.
La mayoría de las mañanas, tengo que volver a dormirme en algún momento porque no puedo más. Escribo, me voy a andar y hago alguna tarea de la casa, como siempre he hecho, pero ahora de manera desordenada y a trompicones, porque entre medias necesito descansar unos minutos.
Por las tardes, vuelvo a ir a andar, hago estiramientos o si tengo sueño me echo la siesta. Generalmente estoy tan casada, que el sofá me tiene atrapada. Al no descansar bien, ciertas secuelas suelen hacer su aparición estelar y consiguen que el día se ponga aún más cuesta arriba, consecuencias de mi querida esclerosis múltiple.
Básicamente mi vida diaria actual, se reduce a hacer todo lo que pueda por la mañana, da igual si son las seis o las diez de la mañana porque luego por la tarde no voy a poder. Antes iba todo seguido, gestionaba mejor mi energía y aprovechaba más el tiempo, había aprendido a lidiar con la fatiga a base de rutinas. Ahora, toca ir sobre la marcha.