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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Estamos en peligro de extinción

Los tiempos han cambiado. De ser España (supuestamente) la reserva espiritual de Occidente, algo tan discutible como poco práctico, hemos pasado a convertirnos en la reserva material en biodiversidad de Europa. Nuestra extraordinaria variedad de paisajes, junto con su relativamente buen estado de conservación, nos coloca en el primer puesto del ranking natural, al albergar 85.000 especies de fauna y flora, el 54% del total de las especies europeas.

¿Quién gestiona toda esta riqueza? Se equivocan los que piensan en la Administración como garante de la naturaleza. En la práctica la biodiversidad está en manos de quienes la usan, explotan, conservan y mejoran. ¿Lo adivinan? Efectivamente, la gente del campo, el mundo rural agroganadero y forestal es el  generador y custodio de la biodiversidad dentro de los territorios que ocupa, que a fin de cuentas es todo el espacio no urbano.

Desgraciadamente, son malos tiempos para el campo. La crisis del mundo rural está llegando a unos niveles alarmantes, como nunca antes se habían sufrido. Los jóvenes abandonan los pueblos en busca de una vida mejor, porque el campo ya no ofrece futuro, tan sólo refugio a un puñado de ancianos, aferrados a una cultura y unos modos de vida en mayor peligro de extinción que osos y linces. Protegemos las especies pero nos olvidamos de la más importante, de la nuestra, responsable del mantenimiento de un paisaje único logrado tras miles de años de relación directa con la naturaleza.

Ahora pensamos que todo ese pasado no sirve para nada. Que podemos vivir en grandes ciudades, y que cuando en vacaciones o en un fin de semana vayamos al campo nos lo encontraremos todo bien conservado cual perfecto parque temático, con hotelitos rurales y buenos restaurantes de comida casera. ¡Qué equivocados estamos! Arrancados de la tierra, sin raíces, ahogamos nuestro futuro.

Foto: Dux Garuti / La Opinión de Tenerife

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La reconversión rural acabará con la biodiversidad

La reconversión rural está decidida. La actual agricultura y ganadería tradicional, la de toda la vida, tiene los días contados. Jubilados o subvencionados hasta la improductividad, en pocos años no quedará nadie en el campo español. Con ellos desaparecerán alondras y avutardas, perdices pardillas y aguiluchos; también cientos de variedades de frutales y vegetales, de razas de ganado doméstico. Y toda nuestra cultura.

Acabo de participar en las Jornadas Medio Ambientales de la Isla Baja (Los Silos, Tenerife) y regreso a casa deprimido. Allí hablamos de turismo rural, de desarrollo sostenible, de convergencia entre el mundo rural y la conservación de la Naturaleza, pero cuanto más analizamos el futuro, más negro lo vemos.

Trabajar en el campo ya no es rentable, sale más barato comprarlo todo fuera. Y como consumidores tampoco estamos dispuestos a pagar más por los productos locales.

Agricultores y ganaderos están viéndose así relegados a meros jardineros del paisaje, ajenos a que su trabajo es fundamental para mantener una biodiversidad esculpida por nuestra civilización durante milenos, pura cultura tras una difícil adaptación al medio. No valoramos su importancia y les empujamos al abandono de sus actividades tradicionales, a la crisis, a la huida a la ciudad. Potenciamos el turismo sin darnos cuenta de que ese paisaje único que tanto apreciamos como hecho diferencial de cada lugar y nadie paga no existirá si la gente del campo lo deja de cuidar.

Es verdad, no todos los que viven en el medio rural contribuye al mantenimiento de la biodiversidad. Demasiada industrialización, venenos, pesticidas. Demasiadas subvenciones a cambio de nada, cuando lo lógico sería pagarles no por kilos producidos, sino por esos servicios ambientales de los que todos nos beneficiamos.

En lugar de ello estamos copiando el insostenible modelo de Canarias, donde el 98% de los alimentos y de la energía procede del exterior, donde el campo es apenas una ciudad dormitorio rodeada de cultivos abandonados. Con situaciones tan terribles como que aquí en Fuerteventura sea la Administración insular la encargada de arar y sembrar todos los años las tierras por razones meramente estéticas, pues ya no hay agricultura y la escasa cebada nacida se la comen después los conejos y las cabras.

La única alternativa es hacer que la vida en el mundo rural vuelva a ser atractiva y rentable para nuestros jóvenes. Pero dicho así parece imposible. Y sin embargo hay que intentarlo, nos va en ello el futuro ¿no os parece?

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El cuco acabará con la crisis

Os traigo una gran noticia primaveral: han llegado los primeros cucos al sur de Iberia.

Y ya conocéis la leyenda burgalesa, especialmente famosa en el Valle de Mena. Si el primer día en que escuchas al cuco echas mano al bolsillo y tienes dinero, tendrás dinero todo el año. Pero si canta y te pilla sin un duro preocúpate, seguirás sin un euro.

Así que ahí tenemos la solución a la actual crisis económica: ¡a salir al campo con un buen fajo de billetes en la cartera! (o al menos unas moneditas)

PD. Se trata de una antiquísima superstición también muy conocida en Euskadi e incluso en el Reino Unido, propia de la tradición oral más auténtica. Creer, no creemos en ella pero, con la que está cayendo ¿qué perdemos con probarlo? Por mantener las tradiciones y por que al menos su canto nos alegrará el día ¿no os parece?

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38 Audis para pasear ministros un día por A Coruña

¿Sabes que el pasado viernes hubo una cumbre de ministros de Transporte de la Unión Europea en A Coruña?

Fue otra de tantas. Hoy aquí, mañana allí. Por eso de hacer turismo, de salir del sopor de Bruselas, de acercar la política a los ciudadanos.

La cumbre no ha tenido apenas repercusión mediática pues nada importante se decidió en ella. Y a mí se me habría pasado completamente desapercibida de no ser por un correo que me ha enviado Jose, un lector madrileño de La Crónica Verde al que agradezco el chivatazo. En él me informa de algo tan indecente como desvergonzado.

Para facilitar el transporte de los señores ministros desde el aeropuerto a la ciudad durante tan sólo un día, la UE ha hecho llegar al puerto de A Coruña 13 camiones articulados que transportaban 38 vehículos de alta gama y dos furgonetas.

Una lujosa flotilla de Audi A8, probablemente traída desde miles de kilómetros de distancia, quizá porque sus señorías piensen que aquí en España no tenemos coches de la alcurnia suficiente que ellos se merecen.

Para que luego estos mismos ministros nos hablen de ecología, de desarrollo sostenible, de limitación de la contaminación, de lucha contra el cambio climático, de ahorro, de crisis, de recorte de las pensiones,… de usar el transporte público y la bicicleta.

¿No os parece algo escandalosamente obsceno?

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Fotos: César Quian /La Voz de Galicia.

Aquí os dejo un vídeo sobre el traslado de todos esos vehículos de lujo una vez terminada la cumbre.

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Comemos petróleo

Nuestra dependencia con el petróleo es preocupante. La agricultura industrial moderna nos da todos los días de comer gracias a un complejo proceso de conversión de la energía del petróleo en energía alimentaria. Cada caloría consumida en forma de pan, verdura o carne supone consumir 10 calorías de energía proveniente de combustibles fósiles. Desde los fertilizantes que abonan los campos del mundo, hasta los paquetes de plástico con que se cubre la comida en los supermercados, todo es petróleo y más petróleo.

Tractores y máquinas agrícolas, coches, camiones, trenes, barcos y aviones dan diariamente miles de vueltas al mundo para transportar frutos y semillas por todo el orbe gracias a esa energía atesorada por la tierra, capaz de permitir que los kiwis de Nueva Zelanda lleguen tan frescos a nuestras mesas españolas como los plátanos canarios a las de Finlandia, o que una merluza argentina haga los honores en banquetes de boda de Burgos.

El petróleo es un regalo único de la Naturaleza, creado a lo largo de millones de años y que nosotros vamos a agotar en apenas 200 años. El déficit energético de nuestro actual sistema de producción de alimentos es por lo tanto brutal. Para mantenerlo, en el mundo se queman 85 millones de barriles de petróleo al día. Todos los días. Pero las reservas empiezan a dar las primeras muestras de agotamiento.

A estas alturas del campeonato cualquier otra alternativa se presenta inviable. ¿Agricultura ecológica? Según han demostrado los científicos, sólo para cubrir las actuales necesidades de nitrógeno de la agricultura mundial usando estiércol orgánico harían falta más de 14.000 millones de vacas. Una solución imposible que dispararía el consumo de piensos y pastos (para cuya producción también hace falta mucho petróleo), además de acelerar el cambio climático con sus flatulentas emisiones de metano, un gas aún peor que el CO2.

Paradójicamente, a medida que estos recursos fósiles se agotan nosotros seguimos inmersos en un disparatado crecimiento del consumo, de la población y de las ciudades, yendo de cabeza hacia una gran crisis energética global. Éste es sin duda el desafío más grande al que se ha enfrentado la humanidad en toda su historia. Porque con el actual sistema, cuando se acabe el petróleo, se nos acabará la comida.

¿Hay alternativas? La única es acometer cuanto antes la Tercera Revolución Industrial, un nuevo modelo económico basado en la combinación del uso de las energías renovables y las tecnologías de la información. Debemos hacerlo. Nos va en ello la supervivencia.

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Si queréis saber más sobre este tema, os recomiendo el blog Petróleo en declinación.

¿Trae Obama el nuevo humanismo al planeta?

Estamos en crisis, es verdad, pero la auténtica crisis de nuestro tiempo no es económica, es ideológica. Un gigantesco problema de terribles consecuencias para el planeta, como señala en su blog el siempre comedido paleontólogo José María Bermúdez de Castro, codirector de las excavaciones de Atapuerca y flamante director del nuevo Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana de Burgos:

Nos encontramos en tiempos difíciles, en los que las ideologías están en crisis. El neoliberalismo económico salvaje, que ha llegado a afectar incluso a instituciones supuestamente con nobles ideales, como la Iglesia católica e incluso a la propia ciencia, hace aguas por todas partes.

Los valores del siglo XX ya no nos sirven. Los modelos económicos se tienen que revisar a fondo. Las alarmas por la progresiva destrucción de nuestro entorno, el cambio climático, el crecimiento demográfico incontrolado o las previsiones de movimientos migratorios en masa de los humanos más desfavorecidos suenan con fuerza, mientras cerramos los ojos y hacemos oídos sordos.

Para este científico, la búsqueda de nuevos valores debería ser una prioridad. Descubrirlos, valorarlos pero, sobre todo, lograr que nuestros políticos se reciclen y los hagan suyos. Revalorizar las artes, la literatura, la filosofía, la ciencia. Y añade:

El retorno a un humanismo que presida las decisiones de los máximos responsables tiene una enorme trascendencia para ese futuro incierto.

Algunos piensan que Barack Obama personaliza ese nuevo humanismo político, esa nueva manera de contemplar la realidad, más sostenible, menos agresiva, más solidaria. Yo no lo tengo tan claro, pero es cierto que en un desierto de ideas, su nueva visión del mundo puede abrirnos un nuevo camino a todos ¿no os parece? Falta nos hace.

La crisis resucita las huertas

La crisis está devolviendo el viejo esplendor perdido a nuestras huertas. En Rusia existe el “índice de la patata”, según el cual, cuanto peor es la situación económica en el país, más aumenta la venta de patatas de siembra. En España ese índice se mide por el consumo de productos fitosanitarios. Y como me confirma el distribuidor de una importante multinacional química, al menos en Galicia este índice se ha disparado en el último año. Tras la explosión de la burbuja inmobiliaria, miles de trabajadores de la construcción se han quedado en el paro. Han vuelto a sus aldeas para encontrar en la tierra el perfecto lugar donde olvidar miedos y depresiones. También donde ayudar a llenar la despensa con buenos productos naturales.

Pero no sólo en los pueblos. En las ciudades está pasando algo parecido. En las anodinas urbanizaciones de adosados, las parcelitas de improductivo césped están dejando paso a pequeños huertos familiares, muchos de ellos ecológicos, donde sus orgullosos propietarios se afanan por lograr fresquísimos tomates, pepinos o alubias cuyos intensos sabores no habían probado nunca. También comienzan a desarrollarse proyectos colectivos promovidos por asociaciones vecinales y ayuntamientos. Incluso las azoteas, antes estériles, se transforman ahora en cuidadas zonas de cultivo.

Durante décadas de prosperidad económica, las huertas de nuestros pueblos cayeron en la incuria. Apenas un puñado de jubilados se aferraban a la azada, incapaces de quedarse en sus casas sin hacer nada. Sabios de esa bella arquitectura del surco, se habían convertido, sin saberlo, en los últimos jardineros de un paisaje tan evocador como biológicamente productivo, refugio de cientos de variedades vegetales únicas, pero también de una muy especial fauna en peligro.

Por suerte para todos, estos auténticos paraísos de la biodiversidad vuelven a estar de moda. Oler la tierra, trabajarla, recoger sus frutos, disfrutarla, sentirla. Al menos la crisis nos da alguna buena noticia.

¿Ayudas del Gobierno para comprar bicicletas?

Gobierno y comunidades autónomas, de la mano de los fabricantes de automóviles, pretenden salvar al sector de la automoción en España con subvenciones de hasta 2.000 euros para los futuros compradores.

Pero una vez más se han olvidado de las bicicletas, el transporte más saludable y ecológico que existe, el más acorde para los tiempos de crisis en que vivimos. ¿Por qué no hay ayudas para comprar una bici? Muy sencillo, porque no interesa.

Como señalan desde Ecologistas en Acción, si lo que se quiere es obtener más empleos y de calidad, la mejor estrategia sería apoyar al transporte público, puesto que genera el doble de empleos que el sector del automóvil.

Si nos fijamos en sus efectos sobre la salud y el medio ambiente, nuevamente el transporte público y las bicicletas ganan por goleada. Como recuerdan de nuevo los ecologistas,

«más de 3.000 personas fallecen cada año en España por accidentes de tráfico, y más de 16.000 por la contaminación del aire que proviene de los tubos de escape de los coches».

Por no hablar de lo que nos cuesta el mantenimiento de unas carreteras cada vez más atestadas de vehículos, auténticos usurpadores de la inmensa mayoría de los espacios públicos de las ciudades.

Ahora que se ha decidido dar propinas estatales a todos los sectores en crisis, bueno sería que no se olvidaran de promover el uso de las bicicletas como transporte alternativo. Por ejemplo, reduciendo o eliminando el IVA en sus precios, tanto de venta como de reparación.

Una posibilidad que la Comisión Europea pretende aprobar a finales de este año para que la medida pueda entrar en vigor en 2011, luego no estaría de más ponerla en marcha cuanto antes. ¿No os parece?

Los lobos no pagan impuestos

En Asturias, ganaderos y lobos están en pie de guerra. Una guerra desigual, donde el instinto de supervivencia de estos bellos animales lucha contra las escopetas y contra algo mucho más peligroso: el odio.

Definitivamente, no se quiere a los cánidos salvajes, no se acepta pagar ningún tributo a la Naturaleza de la que se vive cuando ya se paga al Fisco. Y menos ahora con la crisis y el hundimiento económico de la ganadería, asfixiada por gastos de explotación cada vez más altos frente a precios cada vez más bajos.

Un ejemplo es Trones, una pequeña parroquia del concejo de Cangas del Narcea, en el Principado de Asturias. 13 ganaderías y más de 800 cabezas de ganado. En los últimos meses los lobos les han matado varios terneros que dormían en el campo y, asustados, algunos propietarios han sacado los tractores por la noche y van a dormir a los prados para tratar de impedir nuevos ataques.

La Administración les paga los daños, pero esas indemnizaciones no calman su ira. Como explicó hace unos días un ganadero al periodista de La Nueva España,

«no queremos indemnizaciones, nosotros queremos trabajar y que nos quiten el lobo de encima«.

En el mismo reportaje, una vecina se muestra inflexible:

«Que se haga una batida o lo que sea, pero que nos quiten a los lobos de aquí, que los lobos no pagan impuestos. Y a la gente de los despachos y los ecologistas les decimos que los lleven para su casa y los críen con ellos a ver si así les resultan tan interesantes. Nosotros no estamos en contra del lobo, conste, sólo de que nos devoren nuestra forma de ganarnos la vida».

La protesta surtió efecto. Tras las quejas, la Consejería de Medio Ambiente ha autorizado las primeras batidas en la zona, dirigidas por la guardería. Se trata, dicen, de una medida excepcional que autoriza el plan regional de gestión del lobo.

Al final van a tener razón los ganaderos. Los lobos no pagan impuestos, ni protestan en los periódicos, ni votan en las elecciones, ni reciben subvenciones.

Contra la crisis, la ducha asesina y la bicilavadora

Con esto de la crisis mundial están apareciendo toda suerte de cachivaches que pretenden ayudarnos a cuidar el bolsillo y, de paso, el medio ambiente.

Os traigo hoy dos verdaderamente curiosos, aunque dudo que se vayan a generalizar en nuestras casas.

El primero es la que su creadora ha bautizado como “My Shower Curtain is a Green Warrior” (mi cortina de ducha es un luchador verde), pero que bien podría llamarse «ducha asesina». Nos habla de ella la siempre interesante página ecologiablog.com. Ha sido diseñada por la artista Elisabeth Buecher, y se va hinchando mientras te duchas hasta, literalmente, atraparte entre sus tentáculos plásticos si estás más de 4 minutos con el grifo abierto. Un diseño que la propia Buecher reconoce como radical aunque práctico, comparándolo con, por ejemplo, el despertador.

No sé yo, toda comparación es odiosa, pero ésta me parece muy atrevida.

El otro invento contra la crisis es la bicilavadora, una lavadora de ropa que funciona a pedales. Esta nueva máquina, diseñada por un estudiante norteamericano, ha sido probada en Perú y, según cuenta BBC Mundo, podría traer beneficios a la salud general tanto del planeta como del usuario. ¿Funcionará de verdad? Al menos parece divertido.