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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Cataluña autoriza la captura de 50.000 pinzones

Me escribe Cristian, un amante de la naturaleza, tan asombrado como indignado. La Generalitat de Catalunya acaba de autorizar la captura de miles de fringílidos para enjaularlos y dedicarlos a la cría en cautividad. Se podrá hacer desde ya y a lo largo de varios días del próximo mes de diciembre de 2011, concretamente los jueves, sábados y festivos. El anterior gobierno de coalición había dejado de dar estos polémicos permisos, que ahora ha decidido recuperar el president Artur Mas tras recibir personalmente a los cazadores y aduciendo la tan mañida tradición pajaril del territorio.

El Decreto recién publicado empeora aún más las viejas autorizaciones catalanas. Entre otras barbaridades, incluye cupos que serán prácticamente imposibles de controlar y que más parecen la lista de inocentes deportados al campo de concentración de Auschwitz, a saber:

Pinzón vulgar (Fringilla coelebs): 46.885 ejemplares

Jilguero (Carduelis carduelis): 6.504 ejemplares

Verderón (Carduelis chloris): 3.490 ejemplares

Pardillo (Carduelis cannabina): 3.367 ejemplares.

Como ha resumido en Avesforum otro ornitólogo,

en esta ocasión la autorización va más allá de la simple captura de machos de cuatros especies (Carduelis carduelis, Carduelis chloris, Carduelis cannabina y Fringilla coelebs). Ahora, además, se autoriza la captura de hembras para la cría en cautividad, se dejan las especies capturables sin ningún tipo de protección especial (se descatalogan de la lista de especies en régimen de protección especial) y todo esto porque (textualmente): «…es una medida que debe adoptarse con urgencia para que la actividad pajaril (ocellaire), de reconocida tradición en Catalunya, pueda tener continuidad en el marco de una normativa específica que la haga compatible con la conservación de la biodiversidad…».

Ahora resulta que enjaular aves salvajes es compatible con la conservación de la biodiversidad. ¡Tócate los pies! ¿Lo harán para entretener con los trinos de jilgueros y pardillos a una parte de los indignados parados? Porque si es así, me temo el «efecto contagio» al resto del Estado. Pobres aves, van a acabar sufriendo los daños colaterales de nuestra actual crisis económica.

¿Dónde está el planeta de repuesto?

Dicen los economistas que las cuentas no cuadran, que gastamos más de lo que tenemos y así nos luce el pelo. Que si no reducimos el gasto actual la crisis se va a llevar por delante nuestro futuro.

Tienen razón. El pasado 19 de abril España entró en déficit ecológico. En apenas cinco meses habíamos gastado más superficie en cultivos, pastos, bosques, pesca, viviendas e infraestructuras que la que el territorio es capaz de regenerar en un año. Roto el equilibrio de nunca consumir por encima de la capacidad natural de recuperación, desde entonces vivimos de prestado. De los ahorros de otros, especialmente de los países pobres, a quienes esquilmamos para abastecer nuestro hambriento mercado al tradicional grito de “quien venga detrás que arree”.

Según datos de la Global Footprint Network, la biocapacidad de España es actualmente de 1,61 hectáreas globales por habitante y año, pero consumimos 5,42 hectáreas. Nuestra «huella ecológica» es por ello más una gigantesca patada que una pisada respetuosa, lo más parecido a la del caballo de Atila.

Si estuviéramos en un sistema cerrado, autárquico, necesitaríamos tres Españas para sobrevivir, pero sólo tenemos una y bastante maltrecha. Curiosamente, la ministra Salgado ni se ha inmutado ante tan descomunal déficit.  Quizá porque el problema es global y “mal de muchos, consuelo de tontos”.

De hecho, el planeta también entró la pasada semana en déficit ecológico, tras haber consumido el total de su presupuesto de recursos naturales para 2011 en nueve meses. Ello significa que desde ahora y hasta el 31 de diciembre estaremos gastando por encima de la capacidad natural de producción de la Tierra.

Vivimos a crédito y, por dura experiencia, sabemos lo difícil que nos va a costar pagar esta hipoteca. Porque no hay un planeta de repuesto.

Dibujo: Acertadísima viñeta de Alberto Montt en sus ya famosas Dosis Diarias.

Os dejo este vídeo, homenaje a nuestro sobreexplotado planeta Tierra y a las personas que han luchado por hacerlo más vivible. Una triste preciosidad.

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Sami Naïr: «La economía mundial se está metiendo en un callejón sin salida»

Ayer por la noche tuve la oportunidad de asistir a una interesantísima conferencia de Sami Naïr en Fuerteventura (Islas Canarias). Naïr es un prestigioso politólogo, filósofo, sociólogo y catedrático francés de origen argelino, experto en migración y creador del concepto de codesarrollo. Me vais a permitir que por una vez traiga a La Crónica Verde un tema más social y económico que ambiental, pero como todos sabéis, todos ellos están íntimamente relacionados.

«La economía mundial se está metiendo en un callejón sin salida«. Ésta fue una de las primeras frases que nos espetó a los asistentes, quienes poco a poco nos fuimos hundiendo en un pozo de desesperanza a tenor del acertado análisis de este gran pensador. Quien al final, viendo nuestras caras, llegó a reconocer que la situación es aún peor de cómo él la cuenta, terminando sin embargo con un punto de esperanza cuando señaló:

«El pesimismo de la razón debe siempre apoyarse en el optimismo de la voluntad».

En su opinión, no se pueden interpretar los conflictos sociales de estos últimos 20 años sin tener en cuenta los profundos cambios de la sociedad europea. Y especialmente «la modificación del papel del Estado como vector de protección social en vector de desprotección social». El proceso de globalización mundial ha puesto contra las cuerdas al Estado social europeo, y como consecuencia, ha radicalizado a la sociedad empujándola hacia la competencia laboral más salvaje y en contra los inmigrantes. Estos últimos, según Naïr, están sufriendo doblemente nuestra cada vez mayor xenofobia. Cuando hay trabajo los explotamos vilmente, y cuando no lo hay los seguimos utilizando, pero como chivos expiatorios de todos nuestros males.

Os dejo para la reflexión otras frases de este destacado politólogo:

«Europa ha pasado de una economía productiva a una economía especulativa».

«El mercado es ahora más importante que la sociedad».

«El euro está en crisis y probablemente sus días están contados».

«No podemos aceptar que la crisis la paguen las víctimas, los pobres, y no lo hagan quienes la han provocado, los bancos».

«La izquierda ha perdido al pueblo y tan sólo representa a las élites. Por eso el pueblo está apoyando a la extrema derecha, la única que parece presentar soluciones, los partidarios del odio».

«Hay que superar la indignación y trasformarla en rebeldía buscando una salida política, proponiendo nuevos caminos que nos permita crear una Europa de pertenencia y no de intereses».

Y a vosotros ¿qué os parecen estas ideas? ¿Acertadas? ¿Distorsionadas? ¿Catastrofistas? ¿También pensáis que esta crisis nos va a traer más intransigencia, menos solidaridad?

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¿Somos ecologistas o tan sólo ahorradores?

La crisis Libia ha desatado todos los miedos que la crisis económica no había logrado aún despertar. El precio del petróleo se ha disparado y es necesario reducir nuestra fuerte dependencia energética con el exterior. De la noche a la mañana los políticos se han convertido en preocupados gurús del desarrollo sostenible, defensores de las bombillas de bajo consumo, del transporte público, de reducir la velocidad de los automóviles, dar prioridad a las bicicletas, bajar las calefacciones y el aire acondicionado, reciclar.

Hemos pasado del eufórico “consume hasta morir” de la despilfarradora época de la burbuja inmobiliaria al modelo de la “slow life”, la vida pausada y respetuosa con el entorno. ¿Nos estaremos convirtiendo en ecologistas o tan sólo en obligados ahorradores?

Desde su nacimiento hace poco más de medio siglo el ecologismo ha sido criticado con dureza por defender un modelo de desarrollo diferente al actual que siempre se tachó de ir en contra del progreso, de querer volver a la Edad de Piedra.

Y ahora, de repente, no sólo se acepta esta filosofía sino que ya empieza a verse como tabla salvadora de nuestra economía. Aunque se nos nota todavía algo verdes. Porque mientras se anuncia que Fomento apagará la mitad de las farolas de las autopistas para ahorrar electricidad, los nuevos tramos se siguen diseñando con más luces que la Feria de Sevilla y los monumentos se iluminan toda la noche para regocijo de las aves nocturnas.

Ni ahorradores ni ecologistas. Lo único que sufrimos es un ataque de sentido común. Porque como dice muy acertadamente el profesor emérito de Economía de la Universidad de París, Serge Latouche,

“cualquiera que piense que es posible crecer ilimitadamente en un planeta con recursos finitos es, o bien un loco, o bien un economista”.

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Los niños no quieren ser cazadores

Los cazadores están muy preocupados, pues cada vez son menos y más viejos. En los últimos 10 años un 20% ha colgado las escopetas ante el escaso interés de sus hijos y nietos por mantener una actividad cinegética cada día más en entredicho. Del casi millón y medio de licencias que había en España en 1990 se ha pasado al escaso millón actual. Y su número sigue bajando año tras año.

Pero esta vez la culpa no la tiene la crisis económica. Se trata tan sólo de la lógica evolución natural de una sociedad que poco a poco se está haciendo más sensible y concienciada en el respeto al medio ambiente y a los derechos de los animales. Salir al campo sí, disfrutar matando no.

Aunque algunos no lo ven así. Según unas recientes declaraciones del presidente de la Federación de Caza de Castilla y León, Santiago Iturmendi, la culpa de esta crisis venatoria la tiene nuestro actual sistema educativo, responsable de lo que él denomina “la cultura de Bambi” que se enseña en los colegios. Esa donde el ciervo es el bueno y el cazador es el malo, y no al revés como en el caso de Caperucita y el lobo.

Por supuesto, el viejo militar también considera culpables a los medios informativos, agitadores de una supuesta campaña de intoxicación generalizada contra esta actividad “desde un desconocimiento absoluto de la realidad de nuestros campos y del medio natural”.

E incluso también se lleva una buena ración de críticas el propio Gobierno y sus normas cada vez más restrictivas en cuanto a conceder permisos de armas a los niños “que prácticamente impiden el relevo generacional”.

Quizá ahí está el futuro, en que personas como Iturmendi se queden sin relevo. Porque qué otra cosa se puede esperar de quien afirma: “La caza es necesaria y la muerte en la naturaleza es consustancial al ser vivo”.

En la imagen, retrato del príncipe Baltasar Carlos cazador (Velázquez, 1635). Eran otros tiempos.

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En 20 años el campo estará despoblado

«Se busca joven para salvar el campo». Un interesante reportaje de Raúl Limón y Ginés Donaire publicado en El País evidencia «negro sobre blanco» la terrible realidad del campo. El mundo rural se nos muere en España, cada día más despoblado, reducido a un puñado de hombres solteros a punto de jubilarse. Sin ellos, nuestros alimentos serán de peor calidad, nuestros paisajes más monótonos, nuestra cultura más pobre. Pero nadie parece preocuparse ante esta tragedia que se nos avecina.

Algunos terribles datos aportados por los periodistas:

>Menos del 20% de la población española vive en el 90% del territorio. Son los habitantes de las zonas rurales.

>Es una población marcada por el envejecimiento –más de un 30% tiene más de 65 años en los municipios más pequeños- y por la masculinización: las mujeres abandonan los pueblos y el campo.

>La previsión es que el entorno rural quedará despoblado en unos 20 años, con importantes repercusiones para la agricultura, el medio ambiente y la estructura social.

Puedes leer todo el reportaje pinchando en este enlace.

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¿Se acerca el fin del mundo?

El año no ha podido empezar peor para un ornitólogo. En Estados Unidos, Suecia, Italia, incluso en Castellón, una misteriosa lluvia de aves muertas ha despertado los miedos apocalípticos de quienes ven en ello una señal divina de que el fin del mundo se aproxima. Los más agoreros lo relacionan con el final del calendario maya, supuesto cataclismo astrológico anunciado para el próximo 21 de diciembre de 2012. Otros más prosaicos lo vinculan con armas secretas norteamericanas. E incluso hay quienes lo explican por el uso masivo de potentes pesticidas agrícolas.

Desorientados y sobreinformados, los medios de comunicación tan sólo han añadido confusión al suceso, que poco a poco ha ido engrosando la lista con toda clase de peces, murciélagos y hasta medusas muertas de forma misteriosa. Más de un amigo me escribió asustado: ¿Qué está pasando?

En realidad todo ha sido una típica serpiente informativa vacacional. Las 5.000 aves muertas de Arkansas que empezaron la historia eran parte de un nutrido dormidero de tordo sargento (Agelaius phoeniceus) de varios millones de ejemplares, al que un gamberro disparó cohetes en Noche Vieja, provocando una estampida general y la muerte masiva por aplastamiento. Como esto pasó en Estados Unidos, faro y guía de Occidente, a los pocos minutos todo el planeta ya lo sabía y los periodistas se ponían a buscar en sus países algo semejante para darle ese toque local que tanto nos gusta.

Desgraciadamente, queridos amigos, el mundo no se va a acabar, ni ahora ni en el futuro. Lo siento por todas esas seudociencias y seudoreligiones, pero a este planeta le quedan muchos miles de millones de historia por delante. Otra cosa somos nosotros, tan sólo una especie animal más.

Lo que sí está en peligro es nuestra sociedad de bienestar basada en un desarrollo insostenible que empobrece medio mundo y enriquece a una minoría. Pero para saberlo no necesitamos lluvias de pájaros. Basta mirar en las páginas de Economía.

Imagen: Fotograma de «Los pájaros«, la famosa película del director británico Alfred Hitchcock.

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La crisis nos quita la ilusión

La crisis económica nos ha obligado a  poner los pies en la tierra. Se acabaron los años locos del despilfarro en el que todo el mundo soñaba con hacerse rico especulando como en el cuento de la lechera. La incertidumbre se ha apoderado de nuestros actos. También el desánimo ante ideales que hasta ayer nos parecían perfectamente asumibles. Como la lucha contra el cambio climático y la pérdida de la biodiversidad. De repente ya no interesa.

Estamos en crisis y la protección del medio ambiente ha dejado de ser una prioridad para nuestros políticos. Gran equivocación. Ahora es el momento de dar un giro hacia un mundo más sostenible, pues sería un disparate pretender salir de la crisis con las mismas políticas que nos han llevado a ella.

Hoy se inaugura en Madrid el décimo Congreso Nacional del Medio Ambiente (Conama 10), un importante encuentro bianual dedicado al desarrollo sostenible de España. Sabedores de esta desilusión por lo verde, los organizadores han lanzado un manifiesto con el lema ‘Ahora, más que nunca‘.

Ahora, más que nunca, se necesita actuar y dar un fuerte giro de timón hacia un mundo más sostenible.

Ahora, más que nunca, tenemos que salvaguardar nuestro capital natural.

Ahora, más que nunca, hace falta invertir en sostenibilidad, contando con sus tres vertientes, la económica, la ambiental y la social, de forma integrada.

Ahora, más que nunca, hay que demostrar que la sostenibilidad es capaz de generar bienestar y empleo.

Ahora, más que nunca, debemos darnos prisa.

Ahora, más que nunca, hay que pensar en el mañana.

Ahora, más que nunca, la sociedad debe implicarse en un proceso de cambio que necesita de todos.

Ahora, más que nunca, es necesario colaborar, encontrar sinergias, optimizar recursos y trabajar en red.

Si tú también crees que no se puede dejar pasar la oportunidad abierta por la dura crisis económica para introducir los cambios que desde hace años venimos reclamando desde el sector ambiental, adhiérete al manifiesto y ayúdanos a difundirlo. Que la crisis no te quite la ilusión de soñar con un mundo más sostenible y justo.

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Nos comemos el mundo

La crisis está reduciendo nuestro crecimiento económico. El Producto Interior Bruto (PIB) de España debería aumentar al menos un 2% al año, como lo está haciendo Alemania, o un 10,5% como lo hace China, pero apenas lo hace un 0,2%. Qué desastre, necesitamos crecer, y crecer, y crecer… ¿Sin límites?

No todos piensan así. La Fundación por la Nueva Economía (NEF) acaba de publicar su informe “Growth isn’t posible” (el crecimiento no es posible), donde evidencia la imposibilidad de lograr un crecimiento económico indefinido basado en el consumo desenfrenado de los recursos naturales de la Tierra. Sus conclusiones tan sólo han sorprendido a los economistas, esos seres tan ajenos a la realidad y a la lógica de lo evidente. Mientras los recursos naturales no sean capaces de crecer a nuestro trepidante ritmo actual de desarrollo, y no lo pueden hacer, el resultado final resulta evidente: nos vamos a comer el planeta.

Por si alguno (político o banquero) no lo entiende, NEF ha creado un corto de animación titulado El hámster imposible, donde se hace un terrorífico símil entre la economía general y un hambriento hámster que acaba devorando el mundo.

El planteamiento es sencillo. Desde su nacimiento hasta la pubertad un hámster dobla su peso cada semana. Si al hacerse adulto este crecimiento no se detuviera, como ocurre con todos los animales, y continuara duplicando su peso, al cumplir el primer año de vida pesaría 9.000 toneladas. Este hámster sería capaz de comerse en un solo día todo el maíz producido en el mundo entero durante un año, y seguiría hambriento.

Hay un motivo por el que las criaturas solamente crecen en la naturaleza hasta alcanzar cierto tamaño. ¿Por qué piensa la mayoría de los economistas y políticos que la economía mundial puede crecer indefinidamente?


Fuente: Ladyverd.com

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La crisis amenaza al bosque de Robin Hood

La crisis está causando estragos en nuestras economías, pero también en nuestro entorno natural. Los presupuestos para medioambiente han adelgazado hasta hacerse casi invisibles, tijeretazo que va a dejar reducidos a la mínima expresión los ya de por sí exiguos recursos destinados a la protección de la naturaleza. Como el dinero no fluye a las arcas públicas como lo hacía antes, algunos Estados buscan nuevas fuentes de financiación hasta debajo de las piedras.

En el Reino Unido, tan prácticos ellos, el actual Gobierno liberal-conservador ha decidido hacer caja nada menos que con sus árboles, según ha informado el diario The Telegraph en su edición dominical. Para reducir el actual déficit nacional venderá la mitad de las 748.000 hectáreas de bosques públicos, hasta ahora intocables al estar gestionadas por la Comisión Forestal de ese país. 350.000 hectáreas de un arbolado del que se quiere aprovechar todo: su madera para hacer muebles, pero también y especialmente su suelo, perfecto lugar para la construcción de toda clase de campos de golf y parques temáticos.

La decisión obligará a retirar una secular protección que proviene nada menos que de la época del rey Guillermo el Conquistador, en el siglo XI. Viejos bosques relictos trufados de historia como el famoso de Sherwood, refugio de Robin Hood, están ahora amenazados por el mercantilismo gubernamental. Más de uno (ecologista) agarrará el arco y las flechas (de la razón) para defender de estos nuevos Juan sin Tierra a tan valiosos reductos de biodiversidad, aunque lo tiene complicado.

Pero como siempre temo el síndrome del copión. Si esto lo hace el Reino Unido, modelo mundial de protección exquisita de sus escasos recursos ambientales, no quiero ni pensar que cunda el ejemplo y nuestro Gobierno español decida emprender una segunda desamortización, esta vez con los montes de utilidad pública. ¿Se atreverán a hacerlo? Algún ministro ya debe de estar echando cuentas.

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