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Sami Naïr: «La economía mundial se está metiendo en un callejón sin salida»

Ayer por la noche tuve la oportunidad de asistir a una interesantísima conferencia de Sami Naïr en Fuerteventura (Islas Canarias). Naïr es un prestigioso politólogo, filósofo, sociólogo y catedrático francés de origen argelino, experto en migración y creador del concepto de codesarrollo. Me vais a permitir que por una vez traiga a La Crónica Verde un tema más social y económico que ambiental, pero como todos sabéis, todos ellos están íntimamente relacionados.

«La economía mundial se está metiendo en un callejón sin salida«. Ésta fue una de las primeras frases que nos espetó a los asistentes, quienes poco a poco nos fuimos hundiendo en un pozo de desesperanza a tenor del acertado análisis de este gran pensador. Quien al final, viendo nuestras caras, llegó a reconocer que la situación es aún peor de cómo él la cuenta, terminando sin embargo con un punto de esperanza cuando señaló:

«El pesimismo de la razón debe siempre apoyarse en el optimismo de la voluntad».

En su opinión, no se pueden interpretar los conflictos sociales de estos últimos 20 años sin tener en cuenta los profundos cambios de la sociedad europea. Y especialmente «la modificación del papel del Estado como vector de protección social en vector de desprotección social». El proceso de globalización mundial ha puesto contra las cuerdas al Estado social europeo, y como consecuencia, ha radicalizado a la sociedad empujándola hacia la competencia laboral más salvaje y en contra los inmigrantes. Estos últimos, según Naïr, están sufriendo doblemente nuestra cada vez mayor xenofobia. Cuando hay trabajo los explotamos vilmente, y cuando no lo hay los seguimos utilizando, pero como chivos expiatorios de todos nuestros males.

Os dejo para la reflexión otras frases de este destacado politólogo:

«Europa ha pasado de una economía productiva a una economía especulativa».

«El mercado es ahora más importante que la sociedad».

«El euro está en crisis y probablemente sus días están contados».

«No podemos aceptar que la crisis la paguen las víctimas, los pobres, y no lo hagan quienes la han provocado, los bancos».

«La izquierda ha perdido al pueblo y tan sólo representa a las élites. Por eso el pueblo está apoyando a la extrema derecha, la única que parece presentar soluciones, los partidarios del odio».

«Hay que superar la indignación y trasformarla en rebeldía buscando una salida política, proponiendo nuevos caminos que nos permita crear una Europa de pertenencia y no de intereses».

Y a vosotros ¿qué os parecen estas ideas? ¿Acertadas? ¿Distorsionadas? ¿Catastrofistas? ¿También pensáis que esta crisis nos va a traer más intransigencia, menos solidaridad?

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Francia acusa a nuestros buitres de matar a su ganado

En Francia los agricultores nos odian por nuestras fresas y los ganaderos nos rechazan ahora por nuestros buitres. Sí, lo han leído bien. Aseguran que los buitres españoles les están arruinado.

Ya os lo he contado varias veces. Desde que la enfermedad de las vacas locas acabara con la ecológica práctica tradicional (mantenida durante miles de años) de abandonar los animales muertos en el campo para que las aves necrófagas limpiaran sus restos, los buitres se mueren de hambre. Comen basura en nuestros vertederos y se han disparado los casos de ataques al ganado vivo, especialmente crías o hembras recién paridas. En Extremadura les han llegado a acusar de atacar a los propios pastores.

El caso es que los ganaderos franceses también han comenzado a protestar por los daños de los buitres, a los que tachan además de ser españoles. No son los únicos. Cuando el año pasado un grupo de ellos llegó a Bélgica, todos sin dudarlo en ese país los señalaron como originarios de España.

La noticia está siendo hábilmente azuzada por el siempre antieuropeo periódico sensacionalista británico Daily Telegraph. Bajo el título Cómo la Unión Europea convierte a los buitres en aves de presa, se señala este supuesto cambio en los hábitos alimenticios de las aves carroñeras. Cambio provocado por la legislación sanitaria desarrollada para parar una enfermedad que nos introdujeron los británicos, aunque esto último lo omiten.

Os traduzco algunos de los testimonio obtenidos por el periodista:

«Es una locura», dijo Vincent Moustirats, 31, un agricultor en Beguios, en el País Vasco francés. «Cada semana hay un ataque. Mataron a una de mis vacas que estaba pariendo el sábado, y ese mismo día se comieron dos terneros en la cercana aldea de Sare».

En Saint-Michel, cerca de la frontera española, Pascal Guecaimburu dice que luchó para salvar a cuatro jóvenes novillas.

«Yo estaba ordeñando. Los buitres bajaron y se posaron sobre sus espaldas. Las novillas echaron a correr, pero fueron acorraladas contra la puerta. Una veintena de aves las tenían rodeadas. Cogí mi pistola y disparé al aire».

Las aves se fueron volando, pero el señor Guecaimburu tuvo que rescatar a las novillas de nuevo antes del anochecer.

Los ornitólogos insisten en que esas historias son exageradas y que los buitres sólo comen animales muertos o moribundos.

Sin embargo, los ganaderos franceses aseguran haber sufrido 87 ataques de buitres el año pasado, cuatro veces más que en años anteriores.

Hasta aquí la noticia. ¿Qué hay de verdad en todo ello?

Yo no dudo que se produzcan algunos de estos ataques, como también se producen en España. Pero niego que sean a animales sanos y bien cuidados.

Otra cosa. Francia tiene la segunda población europea de buitre leonado, más de 600 parejas, así que parece injusto que todos los ataques se asignen a ejemplares españoles donde, hay que reconocerlo, vive el 90 por ciento de los buitres europeos.

Lo mismo ocurrió con la gripe de 1918, responsable de la muerte de 100 millones de personas, a la que los europeos llamaron «gripe española«, a pesar de haber surgido en Estados Unidos y entrar en Europa por Francia durante la Primer Guerra Mundial.

No sé a vosotros, pero a mi me parece que aquí hay mucha xenofobia involuntaria de nuestros vecinos. Ya no somos los españoles los hambrientos que cruzan los Pirineos en busca de un pedazo de carne. Ahora son nuestros buitres.