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Los psicopátas sí tienen empatía

Hace unos días escribía un artículo titulado: «Ser un psicópata también tiene sus ventajas«, en el que describía ciertos rasgos de la personalidad que marcaban una ventaja sobre el resto de la población. Creó cierta controversia la afirmación de que no era exacto que los psicópatas carecieran totalmente de empatía.

Fotografia pxhere / CC0 Dominio publico

Fotografia pxhere / CC0 Dominio publico

Los psicópatas sí que experimentan empatía pero de forma diferente, y esto, tal y como aclaré a algunos lectores en mis redes sociales, no es una simple opinión, así lo dicen los últimos estudios, por ejemplo en esta investigación de 2020 realizada por diferentes universidades suecas.

Para evaluar si las personas que puntuaban alto en psicopatía poseían la capacidad de empatizar, los participantes completaron la Prueba de Empatía Multifacética (Multifaceted Empathy Test), en la que observaron imágenes de personas que expresaban diversas emociones y tenían que identificar qué emoción estaba experimentando cada persona.

Aquellos que obtuvieron puntajes altos en rasgos psicopáticos hicieron esta tarea tan bien como todos los demásLa diferencia es que estas personas expresan una disposición mucho más baja a prestar su ayuda, posiblemente porque a menudo no les permite a lograr sus objetivos.

La creencia predominante de forma tradicional había sido que los piscópatas eran sujetos totalmente insensibles, incapaces de sentir emociones propias y ajenas, sin embargo, los últimos resultados sugieren que este mecanismo no es tan simple. «No les falta empatía, pero tienen un interruptor para encenderlo y apagarlo».

Por defecto, parece estar apagado.

Ser un psicópata también tiene sus ventajas

Cuando pensamos en un psicópata todos imaginamos a un ser despiadado, criminal, monstruoso y desadaptado en nuestra convivencia y estructura social. Este estereotipo nos sirve para obtener cierta (falsa) sensación de seguridad, ya que no percibimos que sea probable que nos topemos con una persona así y lo incorporemos con confianza a nuestro círculo más íntimo, pero nada más lejos de la realidad.

Todos nos hemos codeado en alguna ocasión con una personalidad psicopática, amigos, parejas, jefes, profesores, o incluso padres, madres, hijos… y lo sorprendente es que puede que hayan sido personas encantadoras, carismáticas, privilegiadas, con relativo éxito en la vida, reconocimiento y buena posición social.

Según los estudios, este tipo de personalidad posee una gran capacidad de persuasión, que les permite ‘venderse’ mejor a sí mismos y presentarse como los candidatos más aptos para cualquier proyecto o empleo. Son capaces de centrar toda su atención y recursos posibles en su objetivo y se entregan totalmente a éste sin que el riesgo o la posibilidad de fracaso le impidan conseguir lo que quieren.

Además, es importante señalar que a pesar de lo que se suele publicar, no es exacto que los psicópatas carezcan totalmente de empatía, si bien, la experimentan de manera totalmente diferente, sienten el sufrimiento de los demás, viven el placer y el resto de emociones, pero con menor intensidad y, con la importante clave de que relegan ese sentimiento a un rincón irrelevante en caso de que se interponga en su camino.

La mayoría de los psicópatas no chorrean la sangre de sus víctimas, sino que aplican los rasgos más sobresalientes de su personalidad alterada para obtener una notable ventaja en su vida y adaptarse a determinados medios casi mejor que cualquiera.

La tendencia evolutiva de este mundo se orienta hacia un clima hostil, competitivo, agresivamente capitalista, en el que el engaño, la frialdad emocional  y la manipulación se convierten en buenas armas de supervivencia y progreso.

Libres de culpa, ansiedad, miedos y remordimientos, algunos expertos sostienen incluso que necesitamos psicópatas porque hay empleos y duelos personales tan arriesgados, desafiantes y con tal rivalidad que nadie estaría dispuesto a asumirlos sin un buen chute psicopático.

Reflexionemos por tanto sobre la premisa de que aquello que nos parece moralmente indeseable no tiene por qué ser “castigado” por la naturaleza y así la evolución va manteniendo y estimulando a personalidades cada vez más cercanas a un alto nivel de psicoticismo/psicopatía.

El autor del libro: «La sabiduría de los psicópatas«, Kevin Dutton, defiende que nos resultaría beneficioso desarrollar siete principios básicos de la psicopatía: la impasibilidad, el encanto, la concentración, la fortaleza mental, la intrepidez, la atención plena y la capacidad de acción.

«El secreto, incuestionablemente, es el contexto. No se trata de ser un psicópata. La cosa va más bien de ser un psicópata ‘metódico’. Ser capaz de interpretar a un personaje cuando la situación lo exige. Pero, cuando la exigencia ha pasado, también volver a su personaje habitual. En el momento en que empecemos a pensar en reformar nuestro sótano para instalar unos grilletes, a lo mejor deberían saltar ya las alarmas».

 

*Referencias:

Ser un psicópata puede tener ventajas, según un estudio. – Psicología y Mente –

¿Podemos aprender algo de los psicópatas? – LeoNoticias –

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¿Sabrías diferenciar a un psicópata de un sociópata?

La personalidad psicopática suscita mucho interés en la población. Solo tenemos que fijarnos en el éxito de películas o series como Dexter, Hannibal Lecter, Psicosis o American Psycho, para darnos cuenta. A pesar de que la incidencia pura de este perfil no supera, de media, el 1%, sí que prácticamente todos nos hemos topado alguna vez con personas que exhibían marcados rasgos psicopáticos (aprende a identificarlos mediante estas doce señales).

Personas totalmente integradas en la sociedad (no siempre son criminales), exitosas, encantadoras a simple vista, pero profundamente insensibles, frías y despiadadas.

Tanto la psicopatía como la sociopatía comparten elementos comunes. Una característica principal de ambas es su naturaleza engañosa y manipuladora.

Es importante aclarar que ninguna es una enfermedad mental, se describen como dos trastornos de la personalidad y se manifiestan con falta de remordimiento o empatía por los demás, la ausencia de culpa o de la capacidad de asumir la responsabilidad de sus acciones, el desprecio por las leyes o las convenciones sociales y la inclinación a la violencia.

Ambos trastornos actúan en un continuo y muchos especialistas todavía debaten si en realidad deben ser diferenciados. Pero para aquellos que sí que los distinguen, hay una cuestión que sí que está ampliamente consensuada: los psicópatas nacen y los sociópatas se hacen.

Se usa el término psicopatía para ilustrar que la causa del trastorno de personalidad antisocial es hereditaria, con una base genética y, sin embargo, la sociopatía describe comportamientos que son el resultado de una lesión cerebral, o abusos/traumas emocionales, y/o negligencia en la infancia.

También se establecen las diferencias poniendo como ejemplo el comportamiento criminal que a veces desarrollan ambos perfiles. Según los estudios, los sociópatas son generalmente más inestables emocionalmente y más impulsivos que los psicópatas. Por tanto, su comportamiento tiende a ser más errático, compulsivo y con menos paciencia, careciendo de una planificación detallada.

Los psicópatas, sin embargo, planearán sus crímenes con mayor determinación y precisión, asumiendo solo riesgos calculados para evitar la detección, no se dejan llevar por el momento y, como resultado, cometen menos errores.

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El rostro más perturbador: La sonrisa maliciosa y predadora

Hoy tenemos en el blog firma invitada. Es todo un honor contar con la colaboración de Alan Crawley desde Buenos Aires (Argentina) que hoy nos analiza la sonrisa del villano. Me pareció una propuesta muy interesante y efectivamente no decepciona. Alan es psicólogo y diplomado en comunicación no verbal, tiene un canal de youtube muy instructivo y a la vez divertido sobre lenguaje corporal que recomiendo que sigáis. Os dejo con la perturbadora sonrisa psicopática…

Definitivamente hay caras y expresiones que parecen más malvadas que otras. Los villanos memorables de Hollywood, desde el perverso Hannibal Lecter hasta el terrorífico payaso de la película ‘It’, han logrado impresionarnos en gran parte por lo que su cuerpo hace o deja de hacer. Estos personajes tienen muchos rasgos en común, especialmente, la particular manera en la que sonríen. ¡Nadie debería verse como ellos!

Para entender estas inolvidables sonrisas primero debemos conocer cómo es una sonrisa genuina: las comisuras de los labios se elevan oblicuamente hacía las orejas y simultáneamente los músculos que rodean los ojos se contraen, estirando la piel hacía su extremo exterior creando las famosas “patas de gallo”. ¡Así es como todos se deberían ver!

Sin embargo, ya sabemos que no todas las sonrisas son iguales. El Dr. Ekman (la máxima autoridad mundial en Comunicación No Verbal) describió 18 tipos de sonrisas y en un estudio más reciente el Dr. Rulicki (antropólogo y doctor en Comunicación Social) constató 19 diferentes. Volviendo al tema de los villanos, éstos principalmente realizan dos variantes las que llamaremos sonrisa “maliciosa” y sonrisa “predadora”.

La mirada de estas sonrisas villanas adopta transitoriamente lo que en la cultura japonesa lleva el nombre de Sanpaku (que significa tres blancos). Se utiliza cuando una persona muestra persistentemente la parte blanca de la esclera del ojo por encima o por debajo del iris, como en la sonrisa maliciosa o predadora respectivamente. En la antigüedad se consideraba esto como un indicio de rasgos de la personalidad desagradables y desequilibrio psico-físico. Sea cierto o no, estas expresiones, Sanpaku superior o Sanpaku inferior, pueden parecer muy extrañas.

La sonrisa maliciosa se caracteriza por dos elementos: por un lado, la elevación exagerada y angulada de las comisuras, y por el otro, el incremento de la apertura ocular. Al sonreír se reduce la porción visible de los ojos, pero en estas sonrisas la acción de elevar el párpado superior lo evita. La combinación resulta en una apariencia contradictoria: los labios sonríen, pero los ojos no sólo no lo hacen, sino que además parecen más grandes. El Dr. Jack Brown insinúa que cuando ambas acciones se presentan juntas, repetidas veces o durante un tiempo prolongado, se podría sospechar de una personalidad antisocial (léase psicópata o sociópata). Entonces… ¿Podemos pensar que existe una sonrisa psicopática?

Esta versión maliciosa puede ir acompañada de dos acciones faciales más, que no son propias del repertorio de la sonrisa de alegría genuina. Estas son la elevación arqueada de las cejas y el acto de fruncir el ceño. Este último movimiento está asociado a la ira, hostilidad y concentración, lo que da como resultado una mirada enfocada, iracunda y algo inquietante. Definitivamente es un rostro perturbador.

La variante “predadora” es expresada con una sonrisa de menor intensidad. En los ojos podemos ver que queda al descubierto la parte inferior de la esclera que habitualmente no es visible (Sanpaku inferior), porque se inclina momentáneamente la cabeza hacia adelante y la contracción muscular de los ojos es débil o nula. Es decir, sus ojos no “sonríen”. La mirada luce penetrante. Además, estas sonrisas suelen presentar el entrecejo fruncido posiblemente transmitiendo así mayor hostilidad. La expresión facial completa de la sonrisa predadora parece más amenazante que la anterior. ¿No es así?

Si observamos el contexto en el que suelen aparecen ambas sonrisas encontraremos que los actores parecen hacerlas con el propósito de proyectar la alegría maliciosa o placer hostil. Son emociones ligadas al disfrute por el sufrimiento ajeno y usualmente a la planificación de una venganza. La palabra más adecuada para calificar estos afectos, según el Dr. Ekman, proviene del idioma alemán: Schadenfreude, que significa el sentimiento de alegría o satisfacción generada por el sufrimiento, infelicidad o humillación de otro ser humano.

En la reciente película «Truth or dare» (Verdad o reto) del género terror, los rostros de la gente poseída por un demonio adoptan este tipo de sonrisas. Mezclan elementos expresivos de las sonrisas maliciosas y depredadoras. ¿Asustan? Aún queda por descubrir si en la realidad las personas también sonríen de estas formas tan increíbles…

 

¿Se puede simular el amor? Depredadores emocionales

Hoy tengo en mi blog firma invitada. Es todo un lujo que la afamada jurista y criminóloga, Paz Velasco, colabore con esta interesante entrada sobre los perfiles psicopáticos que sé que tanto os intrigan. 🙂

Ya se ha hablado en múltiples ocasiones de que el perfil cognitivo-conductual del psicópata integrado (hombres y mujeres) es multifacético. Y una de las facetas más sorprendentes, crueles y peligrosas es su simulación del amor. Sabemos que miente de forma brillante y que a los ojos de los demás es encantador, incluso parece una buena persona. Esa capacidad de fascinar a los demás es el medio que utilizan para captar el interés de potenciales “parejas-víctimas”. La seducción es la clave de todo.

Tiene una extraordinaria habilidad para captar las necesidades y apetencias de la otra persona, de modo que actuará como un eco de esas necesidades, llegando a convencer a su “víctima” de que él, es el hombre de su vida. Con el tiempo convierten a su pareja en un ser sumiso, dependiente, vacío de sí mismo que gira y gira cual satélite alrededor de él llegando a perder su propia identidad. Un psicópata no busca una relación sentimental auténtica ni un plan real de futuro juntos, solo comodidad, interés y beneficio. Busca a alguien a quién explotar emocional, sexual, financiera y/o socialmente. Porque el psicópata no quiere en absoluto a su pareja (ni a nadie). Solo se quiere a sí mismo. Y esta es su maldición: no son capaces de sentir.

Lleva a cabo una intensa labor de desgaste y una progresiva destrucción de su pareja a la cual elige, sin que en ningún momento intervengan sentimientos, sino perspectivas utilitarias. Eros (más conocido como Cupido) aquí, no tiene nada que ver. Ni una sola flecha le alcanza. Tras ese fingido amor, llega el abandono, la ausencia, la indiferencia y la pareja-víctima no entenderá nada, incluso llegará a pensar que es culpa suya. No se trata de una relación que se ha ido deteriorando con el tiempo. Nunca hubo nada, nunca fue real. Simplemente utilizó una serie de tácticas para que esa persona confiara, amara y compartiera su vida con un depredador emocional.

“Son incapaces de mantener un compromiso porque la fidelidad, el respeto y el amor no tienen para ellos ni valor ni significado. Son emociones que cognitivamente entienden desde el punto de vista social, pero no pueden sentirlas ni ponerlas en práctica, lo que hace que el sufrimiento de sus víctimas sea agónico, lento y dilatado en el tiempo” [del Libro Criminal-mente]

El proceso de seducción del psicópata pasa por varias fases: Desde un principio idílico y perfecto hasta el inevitable y amargo final para la víctima.

1.- Evaluación de víctimas potenciales (assessment phase). Utiliza su agudo sentido para detectar puntos débiles y seleccionar a la víctima idónea, desplegando todos sus encantos para conquistarla. La vulnerabilidad de algunas personas para ser “parasitadas” es algo irresistible para estos psicópatas. Harán preguntas para saber cuáles son sus necesidades, sus sueños, sus fantasías, sus ilusiones atrayéndolas con la promesa de ofrecerles justo lo que están buscando. La víctima hablará, será sincera, le abrirá su corazón mientras él observa y analiza cuidadosamente cada una de sus palabras y de sus emociones. Ve a la víctima como una “panolis” que se cree todo lo que le está contando y se jacta interiormente de lo fácil que es engañarla. Lo hace tan bien, se esfuerza tanto, que es muy fácil confundir esta manipulación emocional con el amor y por supuesto con la pasión.

2.- Manipulación (manipulation phase). Es la fase más halagadora para la víctima y la más placentera para él porque utiliza todo su encanto para engañarla disfrutando intensamente de cada momento. Hay un auténtico bombardeo de amor (adulaciones, mensajes, mails, regalos, declaraciones de amor…) lo que provoca una intensa euforia emocional que hace bajar la guardia a la víctima, llegando a idealizarlo. Sin embargo todo está deliberadamente fabricado. Todo es artificial. Primero crean la ficción psicopática, una máscara o segunda piel, un personaje que se adapta a la perfección a las necesidades de su víctima, enviándole constantemente un claro mensaje “soy tu alma gemela”. La ha estudiado, observado y simplemente copia y pega lo que ha visto y escuchado convirtiéndose en una imagen especular de su víctima. Temporalmente, las víctimas representan el objeto de su deseo y de sus anhelos, el amor de su vida y la clave de su felicidad y así se lo hacen ver, pero todo tiene una premeditada fecha de caducidad. El psicópata crea un personaje clonando a la víctima: utiliza sus sueños, sus deseos, sus necesidades y lo peor de todo, sus sentimientos. Algunas máscaras son extremadamente elaboradas, de modo que se puede tardar años en descubrir a este depredador emocional.

Cuando la víctima está “perdidamente enamorada”, el psicópata se quitará la máscara, porque ya ha conseguido su objetivo. Comienzan los engaños, las estafas, el maltrato psicológico, las humillaciones, la negación de sus sentimientos utilizándola para los fines por los que fue elegida. En estos momentos puede llegar a ser cruel, desconsiderado, grosero e incluso en algunos casos violento. Pero la víctima siempre lo disculpará. Solo alguien desde fuera verá quien es verdaderamente ese sujeto pero sus esfuerzos para quitarle la máscara son inútiles: la víctima no creerá ninguno de los comentarios ni de las advertencias acerca del hombre al que considera el amor de su vida. El psicópata intervendrá modificando su máscara (pedirá perdón, simulará tristeza, fingirá que llora o planeará una velada romántica) para restar credibilidad a los comentarios de ese enemigo. Y la víctima le creerá una y otra vez, porque para ella, todo es real.

3.- Abandono (abandonment phase). La víctima ha sido explotada y vaciada. El psicópata ya ha obtenido todo lo que quería de ella o encuentra a otra víctima mucho más interesante. Entonces, simplemente desaparece dejándola sumida en la desesperación con sentimientos de culpabilidad, de vergüenza y a veces con deseos de venganza.

Decía Séneca que el amor no se asusta de nada. Y es cierto. Si el amor tuviera miedo, estos depredadores emocionales jamás entrarían en la vida de miles de personas.

 

*Fuente: Babiak, P. y Hare, R. (2006). Snakes in Suits: When Psychopaths Go to Work. New Yok: Ed. Harper Collins Publishers, pp. 42-84.

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El lenguaje corporal también delata a Chris Watts

Chris Watts y su familia (Instagram)

Chris Watts y su familia (Instagram)

Nos encontramos ante otro caso criminológico espeluznante; hace escasos días, el norteamericano Chris Watts, de 33 años, aparecía en diferentes medios de comunicación denunciando la repentina desaparición de su mujer y sus dos hijas, miraba a cámara reclamando su vuelta, pedía ayuda para encontrarlas… hasta que confesó ser el responsable del asesinato de su familia.

No es extraño. (Recordemos el análisis del caso de Ana Julia Quezada y el niño Gabriel). Suele ser una conducta habitual, sobre todo, en personas con marcados rasgos psicopáticos cuya frialdad y ausencia emocional se creen capacitadas para ‘disimular’ su responsabilidad y manipular a la audiencia e investigadores para intentar salir airosos de su crimen. Chris se presenta entonces como una auténtica víctima, (dejé de contar las veces que dice «Yo») desplaza el foco de atención de los desaparecidos hacia sí mismo, y se atreve a decir frases como «la casa ya no es la misma sin ellas», «lo paso fatal estando solo aquí por las noches», «estoy destrozado»; bueno, es cuanto menos llamativo que exprese su estado de ánimo cuando su mujer e hijas pueden estar mucho peor y son realmente las máximas perjudicadas.

Además, presenta cosificación y distanciamiento de los lazos familiares con su lenguaje verbal, en todo momento, Chris Watts, refiere a «las niñas», nunca «mis niñas» o «mis hijas», esto es algo también muy común, tras el crimen rompen la unión psicológica con las personas dañadas. Pudimos observarlo también analizando el Caso Bretón. En otro momento de la entrevista, Chris comete un lapsus linguae típico en estos casos, y es el de hablar de las personas desaparecidas en tiempos verbales pasados. «Celeste tenía 3 años», es solo un ejemplo de que Chris ya conoce el final de su familia y su mente ya no se refiere a ellas en tiempo presente, su mente sabe que ya no están, ya no viven.

Desde los inicios, los investigadores tuvieron serias dudas sobre Watts, que mostraba respuestas vacías, vagas y vacilantes a las preguntas relativas para el esclarecimiento del caso, tal y como se puede apreciar en el vídeo publicado por los medios.

La falta de expresividad de esta persona en su entrevista es bastante significativa, sobre todo, ‘por lo que no se ve’, en ningún momento de la entrevista podremos detectar tristeza, ansiedad, desesperación, o súplica. No hay nada. Bueno, sí, curiosamente hay sonrisas. Se produce una incongruencia emocional brutal, en esta situación, la alegría no puede convertirse en una emoción esperada. Cuando dice «si ella se ha ido, quiero que regrese, quiero a esas niñas de regreso», se ríe, esta actitud demuestra una inadecuación del afecto, en un contexto así podría producirse una risa nerviosa, una risa tensa, pero van acompañadas de una expresión en el rostro de tristeza o miedo, no de una expresión propia de la alegría, como es el caso, a este fenómeno se le conoce como sonrisa psicopática.

Respecto a los gestos, hay dos que llaman poderosamente la atención, uno es el de humedecerse constantemente los labios, es un acto que indica sequedad en la boca, hecho que se produce cuando aumenta la hormona del estrés, el cortisol. Se incrementa con el nerviosismo y, en estos contextos o similares, se asocia con el hecho de mentir y con el miedo a ser ‘pillado’. Otro gesto significativo es el de los brazos, realmente no está simplemente cruzado de brazos, se autoabraza, se autoprotege, es un gesto manipulador para reforzarse a sí mismo y autoproporcionarse confianza y ánimo emocional.

Os dejo el vídeo en el que aparece Chris Watts reclamando ayuda para encontrar a su familia… Es estremecedor…

¿Veis algun detalle más que os llame la atención?

 

 

Psicópatas criminales: depredadores de su propia especie

Soy consciente de lo atractivo que resulta el perfil psicopático. La mayor parte de vuestras consultas y sugerencias se relacionan con la inquietud de cómo reconocer al psicópata, qué hacer si nos encontramos con uno de ellos, en el trabajo, en nuestra familia…

Para profundizar más sobre la psicopatía he invitado a este blog a una de las mejores expertas de nuestro país, seguramente la hayáis visto en alguna tertulia televisiva, en radio, hablando con propiedad sobre la psicopatía. Es enorme la pasión y conocimiento que apaorta Paz Velasco de la Fuente, abogada-criminóloga, profesora colaboradora en la Universidad Católica de Ávila y Especialista en Evaluación Criminológica (CESC), es la autora del exitoso libro «Criminal-mente: La criminología como ciencia» y del blog «Criminal-mente«. Ambas son fuentes inequívocas para documentarse con seguridad sobre esta materia. Os dejo con su artículo de inmenso valor para mí, y espero que también para vosotros:

De pequeños, para evitar que tuviéramos miedo a la oscuridad o a dejar la puerta del armario abierta, nos contaron que los monstruos solo existían en los cuentos. Pero nos mintieron… porque los verdaderos monstruos, visten piel de persona, sonríen, abrazan, incluso son simpáticos y encantadores. Son algunos seres humanos que viven entre nosotros y sí, debemos tenerles miedo. Estamos ante los psicópatas criminales, aunque no debemos olvidar, que también hay psicópatas “malotes” que no llegan jamás a cometer un delito, o aquellos que los cometen sin utilizar la violencia a través del engaño, las mentiras y la manipulación.

No se les puede identificar a simple vista, porque se disfrazan de “normalidad”, de personas corrientes. Algunos son maravillosos padres de familia, otros encantadores estudiantes de universidad, madres abnegadas o enfermeras volcadas en su trabajo. Y esto nos desconcierta, porque creemos que alguien capaz de cometer determinados crímenes debería ser un sujeto diferente al resto, pero no es así. Nadie puede saber que esas personas (hombres y mujeres), que pasan totalmente desapercibidas, pueden llegar a tener “tu vida” en sus manos en el momento que ellos decidan: o porque te eligen o porque estás en el lugar idóneo y es el momento oportuno para ser atrapado. Son voraces depredadores camaleónicos, que aparentan llevar una vida absolutamente normal y socializada, pero en realidad y tras esa máscara de “buenos tipos” se esconden los seres humanos más peligrosos del planeta, y nosotros somos sus presas.

Su falta absoluta de empatía, su inmunidad emocional, su incapacidad para establecer relaciones afectivas sinceras y reales con los demás, y la ausencia total de remordimientos y culpabilidad los convierten en peligrosos cazadores de seres humanos. Son estos rasgos interpersonales y emocionales, lo que les hace ser tan letales, ya que su ausencia les permiten llevar a cabo conductas crueles y aberrantes sin que le importe el dolor que puede causar a los demás. Porque no nos ven como personas, sino como objetos a los que utilizar para satisfacer sus necesidades y sus fantasías de las que se alimentan hasta que salen a buscar a su primera víctima, sin que exista ya un punto de retorno.

Muchos de estos psicópatas criminales, son homicidas múltiples secuenciales (asesinos en serie) pero… ¿qué rasgos les definen como criminales?

  • Son depredadores sociales y grandes estrategas, siendo el más peligroso el psicópata sexual, un cazador en el más puro sentido de la palabra.
  • Cada víctima significa un logro, un placentero estímulo que se va disipando con el paso del tiempo, hasta que da lugar a una nueva compulsión para cometer un nuevo crimen.
  • Gran habilidad para camuflarse en la sociedad a través de la manipulación y el engaño, para acechar y localizar “cotos de caza”.
  • La mayoría son extremadamente crueles, despiadados, muy violentos y algunos de ellos sádicos. Son absolutamente conscientes de la criminalidad de sus actos.
  • Capacidad para agredir, violar, torturar o matar sin mostrar la más mínima compasión o empatía por sus víctimas. Como dice Eduard PunsetLos psicópatas nos enseñan que la falta de empatía alimenta nuestra crueldad”.
  • Su reacción ante el dolor y el miedo de las víctimas es una fría y absoluta indiferencia, así como una excitante sensación de poder, placer y satisfacción personal.
  • Cosifican a sus víctimas, convirtiéndolas en meros objetos al despojarlas de su humanidad.
  • La violencia ejercida sobre sus víctimas tiene diferentes formas e intensidades: desde la violencia psicológica, a la violencia más extrema y cruel (sadismo).
  • Para ellos es una simple cuestión de procedimiento: acechar, secuestrar, torturar, violar y matar (las tres últimas conductas no siempre las llevan a cabo en este orden).
  • Sólo dejaran de matar cuando sean detenidos.

Estos son los monstruos a los que debemos temer, enemigos invisibles de nuestra sociedad y ocultos entre la multitud. Pueden ser nuestros vecinos, nuestros compañeros de trabajo, nuestra pareja o incluso formar parte de nuestra familia. Y no están en los cuentos, salen en los periódicos y en la televisión. Comparten mesa, impresora o cama con nosotros. Y lo más perturbador: algunos en España tras cumplir su condena, han vuelto a vivir en sociedad como si fueran personas inofensivas, porque podemos afirmar que no aprenden del castigo. Pero están ahí simulando normalidad, incluso bondad.

Así es la mujer de un psicópata

Tras publicar el análisis sobre el perfil de José Enrique Abuín, el presunto asesino de Diana Quer, muchos os habéis interesado no sólo por la inquietante conducta de este personaje sino por la de su mujer. Si efectivamente resulta que Abuín se perfila definitivamente como una personalidad psicopática, ¿cómo es posible que alguien se haya enamorado de él?

Puede parecernos imposible enamorarnos de alguien con estos rasgos perversos, pero la realidad es bien contraria. Ya hablamos en este blog sobre el ‘irresistible atractivo del psicópata‘, a priori son personas integradas que, por supuesto, no todas llegan a delinquir, aunque sí que coinciden en que al principio de la relación son encantadoras, educadas, sofisticadas… y sólo cuando pasa el tiempo saldrán a la luz sus comportamientos más perversos.

Esta progresión es muy sutil, seducen de una forma rápida e intensa para pronto enganchar al otro, se involucran inmediatamente en la red familiar, amistades, etc, para evaluar las características de su entorno y ‘estudiar’ sus debilidades, carencias y ambiciones, para más adelante aprovecharlas en su contra. Cualquier persona puede enamorarse de un psicópata, si bien es cierto que estos ‘depredadores’ tienen cierta predilección por la vulnerabilidad.

De este modo, suele ser habitual que las parejas que elijan provengan de familias desestructuradas, con carencias afectivas familiares, que ven en ellos una ‘salvación’ a su situación, alguien que de repente les promete cuidado eterno y les hace sentir únicas.

Con el tiempo es cuando su verdadero rostro sale a reducir, entonces, se vuelven egoístas, dominantes, fríos y manipuladores. Provocan así una relación tóxica basada en la dependencia emocional. Se convierte en un experto en ‘gestionar’ los puntos débiles de su pareja y a ésta solo le queda luchar constantemente por su atención y su afecto, hasta que finalmente se entregan a su entera disposición, esperando algo de agradecimiento o aprobación.

Las parejas del psicópata quedan bastante aisladas, llegan a pensar que sólo lo tienen a él y que por ello deben ayudarles y cuidarles, incluso protegerles, justificarles ante los demás. Se sienten en deuda con ellos, esto es muy frecuente entre los dependientes emocionales y no es de extrañar que los psicópatas exijan el pago constante de la deuda sin límite alguno…

El perfil de José Enrique Abuín, ‘el chicle’, ¿otro ejemplo de psicópata?

José Enrique Abuín Gey, presunto asesino confeso del crimen de Diana Quer

Desgraciadamente hemos analizado en este blog el perfil psicópatico en no pocas ocasiones, encontrando ejemplos desgarradores como el reciente análisis del relato del conocido como ‘asesino de la catana‘ o la entrevista que ofreció José Bretón  desde la cárcel. La psicopatía no es una enfermedad mental, es un trastorno antisocial de la personalidad que se caracteriza, sobre todo, por la falta de sentimientos (anestesia afectiva), ausencia de empatía, culpa o miedo.

Estas personas son seres muy egoístas, fríos y manipuladores, no sienten, aunque sí que saben simular emociones, no pierden el contacto con la realidad y saben distinguir el bien del mal; por tanto, no es un eximiente ni un atenuante de la responsabilidad criminal. No se puede determinar que José Enrique Abuín Gey tenga una personalidad que se corresponda con la psicopatía, para ello debería pasar un exhaustivo análisis conducido por expertos. Sin embargo, sí que se pueden detectar ciertos rasgos psicopáticos en su modus operandi y en sus patrones de conducta.

Por ejemplo, sus antecedentes por agresión sexual y drogas desvelan una inclinación por delinquir y los mundos oscuros asociados a la ilegalidad, presentando un alto índice de reincidencia. El psicópata se caracteriza por su incapacidad para comprender las normas y reglas de la sociedad, así como un patrón general de desprecio y violación de las reglas y los derechos de los demás. Estos sujetos tienden a ser conflictivos y en su historial no sorprende encontrar que han sido sentenciados ya por algún delito. Con frecuencia ‘se meten en líos’ y las consecuencias de ello parecen no importarles en absoluto.

La acción de utilizar el coche para raptar y trasladar a las víctimas ya evidencia una planificación. Esta voluntad de traslado evidencia ideas preestablecidas por su parte; el desarrollo del delito no transcurre en una sola ubicación sino que planea distintos escenarios para llevarlo a cabo. En palabras del Coronel de la Guardia Civil: «Espera, observa, ve a la víctima, la selecciona y va a por ella». Y efectivamente, la mente psicopática actúa como la de un depredador, busca una víctima propiciatoria

En el intento frustrado de secuestro a la joven de Boiro se retrata de forma significativa. Según la víctima, Abuín hizo hincapié desde el principio en quitarle el teléfono móvil, ya sabía que el dispositivo era importante para localizar los movimientos de quien lo porta, demostrando lo que los investigadores definen como ‘conciencia forense’;  de ahí que quisiera eliminar el principal elemento de prueba. Además, actuó creyéndose invencible, es decir, bajo la idea de que las autoridades jamás le iban a atrapar. Esto demuestra un pensamiento frío, narcisista y egocéntrico.

Esta repetición del modus operandi es muy importante, determina que el motor de sus actos era la fantasía. Los psicópatas reproducen de un modo reiterado la inventiva que previamente se formaron en su cabeza. Esto indica también premeditación. Según los expertos, un agresor sexual no busca tanto el placer sexual como el dominio y la sumisión. Esta es la parte con la que fantasean para después planear cómo poder llevarla a cabo en la vida real.

Su perfil de Facebook también es muy revelador a la vez que inquietante. Tenía una foto en la que llevaba puesta una camiseta con la siguiente impresión: «Mi hija siempre será mi pequeño ángel, si la lastimas acabaré con tu vida». Una contradicción difícil de entender a tenor de los hechos, un detalle que indica la falta de capacidad para ‘ponerse en la piel’ de otro, por ejemplo, los padres de sus víctimas. También en su perfil podemos observar cómo, una semana después de presuntamente asesinar a Diana Quer, publicó un vídeo humorístico, añadiendo el texto «no puedo parar de reírme», que suma para demostrar la frialdad y la falta de remordimiento.

Uno de los principales indicios de psicopatía es, además de la falta de empatía, la ausencia de miedo, culpa o vergüenza. Abuín estuvo durante 494 días pasando constantemente (porque estaba al paso de su residencia y la de sus familiares) por el lugar donde presuntamente ocultó el cadáver de Diana Quer. Un dato que pone de manifiesto la falta de conciencia moral.

Los psicópatas no se arrepienten de sus actos, éstos viven bajo su propio esquema de valores, haciendo lo que ellos consideran necesario para satisfacer sus necesidades y mostrándose indiferentes hacia el dolor ajeno que provocaron.

Aún nos faltan muchísimos detalles para el esclarecimiento del caso, datos que seguramente darán más pistas sobre la envilecida mente del presunto asesino, aunque, como podemos ver, la perfilación indirecta de una persona: el análisis de sus redes sociales, su conducta, su confesión y el modus operandi, ya nos avanza ciertos patrones de personalidad muy reveladores.

 

 

 

 

 

 

 

 

4 pruebas científicas de que los psicópatas están en todas partes (y son personas muy influyentes)

¿Estás seguro de que sabrías identificarlos? Si pinchas aquí, tendrás 12 indicadores no verbales para detectar a un psicópata. Pero, en el día a día, ¿realmente nos cruzamos con tantos psicópatas o son sólo producto de las películas de asesinos en serie? Son personas como tú y como yo, con familia, amigos y trabajo (en algunos trabajos nos encontraremos más psicópatas que en otros). Hay psicópatas criminales y hay psicópatas de «bien». La Ciencia, incluso, intenta entender cómo la conducta psicopática puede afectar a la sociedad como un todo.

1. Te cruzas con un psicópata todos los días:

La ciencia estima que hay un psicópata para cada grupo de cien personas. Por tanto, la probabilidad de encontrarse con uno en el autobús, supermercado, escuela o en su vecindario, es bastante elevada.

Otra estadística muestra que, según la jerarquía del cargo que ocupes, la oportunidad de convivir con un psicópata es aún mayor. La probabilidad de que una persona con estas características también ocupe un puesto directivo es mucho mayor si se compara con otros niveles dentro de una misma organización.

2. Héroes y psicópatas:

A pesar de que puedan parecer dos roles en extremos opuestos, ambos comparten rasgos de personalidad comunes; son personas impulsivas, que fácilmente rompen las reglas y desafían a las autoridades (cada uno a su manera, por supuesto).

3. Supersoldados:

Los Psicópatas son buenos soldados. Para esto se necesita una buena dosis de coraje y de falta de empatía. No, no todos los soldados son psicópatas, sólo es una tendencia de comportamiento. Las personas con psicopatía son los que buscaran profesiones en las que desarrollar sus impulsos de forma socialmente adaptativa.

Este tipo de comportamiento es tan importante dentro de un campo de batalla que el gobierno británico financió estudios para desarrollar un “casco psicópata”. Esta herramienta de guerra sería capaz de “apagar” las partes del cerebro del soldado relacionadas con la empatía y el miedo, creando una especie de supersoldado. ¿Da ‘miedito’ verdad?

4. Los Psicópatas podrían ser parte responsable de la crisis económica:

Las personas con trastorno psicopático lideran empresas, de hecho, la mayor parte de las organizaciones contratan personas justamente con este tipo de comportamiento pensando en ellas como gurús para hacerlas crecer económicamente.

Hay una teoría que explica que la contratación de psicópatas por los grandes bancos e inversores del mundo fue parte responsable de la crisis mundial que hemos pasado. Malas decisiones, carentes de empatía y egoístas, por parte de esos gerentes, desencadenaron una serie de derrumbes que afectaron a la población de una manera generalizada.

 

 

*Fuente: http://pysnnoticias.com/