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Urdangarín en apuros, se acaba echando una mano al cuello

Iñaki Urdargarín y Juanma Castaño han protagonizado los casi 30 minutos que podría incluso considerar como los más tensos de la historia no verbal de la comunicación. Y ya veréis que no es exagerado.

Captura de pantalla del programa El Partidazo de la COPE

Captura de pantalla del programa El Partidazo de la COPE

El contexto, como siempre, es importante y es que tal y como el mismo Urdangarín manifiesta, entra en el programa pensando que va a hablar de deporte, sin embargo, Castaño va desviando hábilmente sus preguntas hacia el ámbito personal.

¿Y qué es lo interesante de esto? Normalmente las respuestas se preparan o se leen, lo vemos normalmente en los discursos políticos, y la comunicación no verbal no fluye de la misma manera en esa situación, al entrenarnos podemos controlar y gestionar más a voluntad nuestras reacciones verbales y no verbales.

En esta entrevista el lenguaje corporal es muy espontáneo y se expresa libremente ante preguntas inesperadas. Además, ya habíamos analizado previamente a Iñaki Urdargarín en el juicio por el caso Noos y podemos apreciar que es bastante expresivo en general.

Son muy llamativos los cambios corporales que podemos apreciar según el tema del que habla, nos va diciendo con su cuerpo cuándo se siente cómodo y cuándo no.

Al inicio, en las presentaciones e introducción, un sonriente y dispuesto Urdangarín se muestra visiblemente tranquilo, con sus abrazos apoyados en la mesa. Pues bien, en el mismo instante en el que entra la primera pregunta personal se transforma, mueve inmediatamente sus brazos para esconderlos literalmente debajo de la mesa.

Es muy curioso ver cómo su cuerpo se protege automáticamente, se encoge en el espacio, se hace pequeñito de repente.

Podemos apreciar también que se le seca la boca por el tipo de paladeo, que evidencia nuestro estado de vulnerabilidad; esto ocurre porque la producción de saliva se relaciona con el acto de la ingesta de alimentos, una acción que no es compatible con la conducta de huida ante una amenaza percibida.

Se reanuda la conversación sobre deporte y vuelve a expandir su postura y a posar los brazos encima de la mesa, de nuevo tranquilidad.

Tras un breve descanso, vuelven las preguntas personales y aquí el estrés se visibiliza en el tercio superior de su rostro, se ven las marcadas arrugas de su frente por la tensión muscular y elevación intensa de sus cejas.

Esta expresión se podría relacionar con cierto temor pero también con esfuerzo cognitivo, es decir, se concentra mucho en lo que está diciendo, le consume bastante energía tener que hablar de su situación personal.

Respecto al contenido verbal, es muy curioso también cómo se refiere al periodo de «privación de libertad«, un concepto refinado y de efecto más suave, evita así las palabras más impactantes como ‘cárcel’ o ‘prisión’.

De este modo, se distancia de ese momento de su vida. No quiere ni nombrarlo, no se permite utilizar las palabras que más resuenan. Más adelante también añade en este sentido: «Ya he pagado las cosas que han ocurrido«, una forma sutil de esquivar su responsabilidad y de llamar a las cosas por su nombre: no son cosas, son delitos, no han ocurrido de forma fortuita, según un juez, las hizo él a voluntad.

También es muy peculiar el gesto postural que realiza cuando le preguntan por su libertad condicional, inclina el cuerpo de tal forma que parece que vaya incluso a levantarse, ¡da la sensación de que quiere salir de ahí como sea!

Desde luego la peor pregunta para él, por su reacción más emocional, es la de: ¿Podemos hablar de tu paso por prisión? A Urdangarín esta le incomoda especialmente.

Se encoge de hombros, desvía la mirada, de nuevo paladea (boca seca) e incluso se aprecia cierta tristeza o afectación en ese justo momento. En su respuesta posterior se aprecian microexpresiones de asco (rechazo) cuando dice que prefiere no recordarla y mirar para adelante.

Le preguntan a continuación si fue (su paso por prisión) más duro de lo que pensaba y Urdangarín responde no verbalmente de forma bastante clara, y es que suspira lenta y profundamente y vuelve a paladear, además de cabecear contrariado.

Ante la pregunta por posibles secuelas psicológicas, el ex Duque de Palma vuelve a menguar notablemente su corporalidad, a esconder los brazos, a hacerse pequeñito… Casi que no le hace falta decir nada.

Continúa la entrevista con la cuestión del ‘linchamiento mediático‘ que ha padecido, y este es el único momento en el que acude a los gestos auto-manipuladores: se toca la cara, se rasca suavemente la barbilla y el cuello, se acaricia…

Se trata de gestos apaciguadores, solemos hacerlos cuando necesitamos auto-calmarnos y nuestro cerebro busca cierto consuelo en el contacto con nosotros mismos. Y de nuevo paladea.

Y se mantiene así varios minutos, de hecho, estos gestos acaban derivando en una postura estática bastante extraña ya que acaba literalmente agarrándose el cuello con una mano y así se queda. Además, a estas alturas ya se le aprecia visiblemente ruborizado y acalorado.

Tanto es así, que Juanma Castaño lo percibe y decide interrumpir la conversación para advertirle que le ve excesivamente incómodo. Urdangarín acaba confirmando verbalmente todo lo que su cuerpo ha estado gritando durante media hora:

«Bueno, es que esto es un programa deportivo y creo que llevamos ya un buen rato sin hablar de deporte». El periodista finaliza la entrevista argumentando: «Te noto tan incómodo que no quiero preguntarte más».

Y es que efectivamente era muy evidente la tensión a la que había estado sometido en buena parte del encuentro, creo que es el lenguaje corporal en apuros más claro que he visto en años.

¿Se puede simular el amor? Depredadores emocionales

Hoy tengo en mi blog firma invitada. Es todo un lujo que la afamada jurista y criminóloga, Paz Velasco, colabore con esta interesante entrada sobre los perfiles psicopáticos que sé que tanto os intrigan. 🙂

Ya se ha hablado en múltiples ocasiones de que el perfil cognitivo-conductual del psicópata integrado (hombres y mujeres) es multifacético. Y una de las facetas más sorprendentes, crueles y peligrosas es su simulación del amor. Sabemos que miente de forma brillante y que a los ojos de los demás es encantador, incluso parece una buena persona. Esa capacidad de fascinar a los demás es el medio que utilizan para captar el interés de potenciales “parejas-víctimas”. La seducción es la clave de todo.

Tiene una extraordinaria habilidad para captar las necesidades y apetencias de la otra persona, de modo que actuará como un eco de esas necesidades, llegando a convencer a su “víctima” de que él, es el hombre de su vida. Con el tiempo convierten a su pareja en un ser sumiso, dependiente, vacío de sí mismo que gira y gira cual satélite alrededor de él llegando a perder su propia identidad. Un psicópata no busca una relación sentimental auténtica ni un plan real de futuro juntos, solo comodidad, interés y beneficio. Busca a alguien a quién explotar emocional, sexual, financiera y/o socialmente. Porque el psicópata no quiere en absoluto a su pareja (ni a nadie). Solo se quiere a sí mismo. Y esta es su maldición: no son capaces de sentir.

Lleva a cabo una intensa labor de desgaste y una progresiva destrucción de su pareja a la cual elige, sin que en ningún momento intervengan sentimientos, sino perspectivas utilitarias. Eros (más conocido como Cupido) aquí, no tiene nada que ver. Ni una sola flecha le alcanza. Tras ese fingido amor, llega el abandono, la ausencia, la indiferencia y la pareja-víctima no entenderá nada, incluso llegará a pensar que es culpa suya. No se trata de una relación que se ha ido deteriorando con el tiempo. Nunca hubo nada, nunca fue real. Simplemente utilizó una serie de tácticas para que esa persona confiara, amara y compartiera su vida con un depredador emocional.

“Son incapaces de mantener un compromiso porque la fidelidad, el respeto y el amor no tienen para ellos ni valor ni significado. Son emociones que cognitivamente entienden desde el punto de vista social, pero no pueden sentirlas ni ponerlas en práctica, lo que hace que el sufrimiento de sus víctimas sea agónico, lento y dilatado en el tiempo” [del Libro Criminal-mente]

El proceso de seducción del psicópata pasa por varias fases: Desde un principio idílico y perfecto hasta el inevitable y amargo final para la víctima.

1.- Evaluación de víctimas potenciales (assessment phase). Utiliza su agudo sentido para detectar puntos débiles y seleccionar a la víctima idónea, desplegando todos sus encantos para conquistarla. La vulnerabilidad de algunas personas para ser “parasitadas” es algo irresistible para estos psicópatas. Harán preguntas para saber cuáles son sus necesidades, sus sueños, sus fantasías, sus ilusiones atrayéndolas con la promesa de ofrecerles justo lo que están buscando. La víctima hablará, será sincera, le abrirá su corazón mientras él observa y analiza cuidadosamente cada una de sus palabras y de sus emociones. Ve a la víctima como una “panolis” que se cree todo lo que le está contando y se jacta interiormente de lo fácil que es engañarla. Lo hace tan bien, se esfuerza tanto, que es muy fácil confundir esta manipulación emocional con el amor y por supuesto con la pasión.

2.- Manipulación (manipulation phase). Es la fase más halagadora para la víctima y la más placentera para él porque utiliza todo su encanto para engañarla disfrutando intensamente de cada momento. Hay un auténtico bombardeo de amor (adulaciones, mensajes, mails, regalos, declaraciones de amor…) lo que provoca una intensa euforia emocional que hace bajar la guardia a la víctima, llegando a idealizarlo. Sin embargo todo está deliberadamente fabricado. Todo es artificial. Primero crean la ficción psicopática, una máscara o segunda piel, un personaje que se adapta a la perfección a las necesidades de su víctima, enviándole constantemente un claro mensaje “soy tu alma gemela”. La ha estudiado, observado y simplemente copia y pega lo que ha visto y escuchado convirtiéndose en una imagen especular de su víctima. Temporalmente, las víctimas representan el objeto de su deseo y de sus anhelos, el amor de su vida y la clave de su felicidad y así se lo hacen ver, pero todo tiene una premeditada fecha de caducidad. El psicópata crea un personaje clonando a la víctima: utiliza sus sueños, sus deseos, sus necesidades y lo peor de todo, sus sentimientos. Algunas máscaras son extremadamente elaboradas, de modo que se puede tardar años en descubrir a este depredador emocional.

Cuando la víctima está “perdidamente enamorada”, el psicópata se quitará la máscara, porque ya ha conseguido su objetivo. Comienzan los engaños, las estafas, el maltrato psicológico, las humillaciones, la negación de sus sentimientos utilizándola para los fines por los que fue elegida. En estos momentos puede llegar a ser cruel, desconsiderado, grosero e incluso en algunos casos violento. Pero la víctima siempre lo disculpará. Solo alguien desde fuera verá quien es verdaderamente ese sujeto pero sus esfuerzos para quitarle la máscara son inútiles: la víctima no creerá ninguno de los comentarios ni de las advertencias acerca del hombre al que considera el amor de su vida. El psicópata intervendrá modificando su máscara (pedirá perdón, simulará tristeza, fingirá que llora o planeará una velada romántica) para restar credibilidad a los comentarios de ese enemigo. Y la víctima le creerá una y otra vez, porque para ella, todo es real.

3.- Abandono (abandonment phase). La víctima ha sido explotada y vaciada. El psicópata ya ha obtenido todo lo que quería de ella o encuentra a otra víctima mucho más interesante. Entonces, simplemente desaparece dejándola sumida en la desesperación con sentimientos de culpabilidad, de vergüenza y a veces con deseos de venganza.

Decía Séneca que el amor no se asusta de nada. Y es cierto. Si el amor tuviera miedo, estos depredadores emocionales jamás entrarían en la vida de miles de personas.

 

*Fuente: Babiak, P. y Hare, R. (2006). Snakes in Suits: When Psychopaths Go to Work. New Yok: Ed. Harper Collins Publishers, pp. 42-84.

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La fórmula para ganarse la confianza de alguien rápidamente

Los psicólogos son los profesionales que más necesitan de estrategias y habilidades para ganarse la confianza de sus pacientes y poder trabajar de una forma eficaz desde el principio, pero conectar con alguien no solo es útil en este contexto, también en los negocios, en una entrevista, en cualquier situación donde tengamos que afianzar la seguridad de una relación en pocos minutos.

Existe un concepto erróneo sobre la confianza, y es que solo pueda construirse gradualmente, que la única persona a la que le revelarías información personal es un amigo o familiar cercano que hayas conocido desde hace años. Pero los psicólogos y psiquiatras afirman que existe una fórmula para ganarse la confianza de alguien más rápidamente: La clave está en alcanzar un equilibrio entre calidez y competencia, de manera que te veas creíble y a la vez humano.

Para ilustrar cómo funciona esta teoría en el mundo real, podemos tomar el ejemplo de los psiquiatras, cuyo trabajo es lograr que sus pacientes se abran y compartan sus ansiedades e inseguridades más profundas. Una historia así es reseñada en el libro “Amigo y enemigo” de Adam Galinsky y Maurice Schweitzer: un psiquiatra emplea una de estas tres tácticas cuando tiene un paciente nuevo: o bien deja caer un lápiz, cuenta un chiste malo o derrama su café.

Aparentemente, sus pacientes ya estaban impresionados por sus diplomas colgados en la pared, lo cual era una señal ya de su credibilidad.  Entonces llegaba el momento de demostrar un poco de vulnerabilidad y demostrar que en realidad era un ser humano como cualquier otro. Y esa combinación de competencia y calidez es la que, en suma, le hacían ser visto como más confiable.

Lo mejor de todo es que esta técnica también tiene su aplicación en los negocios. Los autores citan un ejemplo de un ingeniero americano que trabajaba en una compañía en Japón. El ingeniero estaba molesto porque continuamente era etiquetado como “visitante” en las minutas de las reuniones. Pero después de compartir una noche de karaoke con sus colegas japoneses comenzaron a listarlo como uno de ellos. 

Lo que debemos aprender de estos ejemplos es que las personas altamente competentes pueden demostrarse más accesibles y confiables simplemente mostrándose vulnerables, humanas e incluso torpes. Según los autores, lo importante es que demuestres tu credibilidad antes de demostrar vulnerabilidad; de otra manera la fórmula no funcionará. Y por supuesto, hay que utilizar el sentido común, no debes demostrar una aparente vulnerabilidad que interfiera con tu competencia. Por ejemplo, ¡un cirujano no debería simular que deja caer un bolígrafo para parecer torpe!

Como conclusión: Si quieres que las personas confíen en ti, primero impresiónalos con tu conocimiento y capacidad, pero ten en cuenta demostrarles que eres un ser humano exactamente igual que ellos.

 

 

*Referencia: Knesix Institute

Así es la mujer de un psicópata

Tras publicar el análisis sobre el perfil de José Enrique Abuín, el presunto asesino de Diana Quer, muchos os habéis interesado no sólo por la inquietante conducta de este personaje sino por la de su mujer. Si efectivamente resulta que Abuín se perfila definitivamente como una personalidad psicopática, ¿cómo es posible que alguien se haya enamorado de él?

Puede parecernos imposible enamorarnos de alguien con estos rasgos perversos, pero la realidad es bien contraria. Ya hablamos en este blog sobre el ‘irresistible atractivo del psicópata‘, a priori son personas integradas que, por supuesto, no todas llegan a delinquir, aunque sí que coinciden en que al principio de la relación son encantadoras, educadas, sofisticadas… y sólo cuando pasa el tiempo saldrán a la luz sus comportamientos más perversos.

Esta progresión es muy sutil, seducen de una forma rápida e intensa para pronto enganchar al otro, se involucran inmediatamente en la red familiar, amistades, etc, para evaluar las características de su entorno y ‘estudiar’ sus debilidades, carencias y ambiciones, para más adelante aprovecharlas en su contra. Cualquier persona puede enamorarse de un psicópata, si bien es cierto que estos ‘depredadores’ tienen cierta predilección por la vulnerabilidad.

De este modo, suele ser habitual que las parejas que elijan provengan de familias desestructuradas, con carencias afectivas familiares, que ven en ellos una ‘salvación’ a su situación, alguien que de repente les promete cuidado eterno y les hace sentir únicas.

Con el tiempo es cuando su verdadero rostro sale a reducir, entonces, se vuelven egoístas, dominantes, fríos y manipuladores. Provocan así una relación tóxica basada en la dependencia emocional. Se convierte en un experto en ‘gestionar’ los puntos débiles de su pareja y a ésta solo le queda luchar constantemente por su atención y su afecto, hasta que finalmente se entregan a su entera disposición, esperando algo de agradecimiento o aprobación.

Las parejas del psicópata quedan bastante aisladas, llegan a pensar que sólo lo tienen a él y que por ello deben ayudarles y cuidarles, incluso protegerles, justificarles ante los demás. Se sienten en deuda con ellos, esto es muy frecuente entre los dependientes emocionales y no es de extrañar que los psicópatas exijan el pago constante de la deuda sin límite alguno…

¿Psicópatas como detectores de mentiras?

Los rasgos psicopáticos no dejan de suscitar interés. Uno de los post más leídos de mi blog ha sido el de: ¿Conoces a algún psicópata? Doce señales no verbales para identificarlos. Es un tema apasionante y por suerte muy estudiado por la comunidad científica.

Kevin Dutton, doctorado en psicología y miembro de la Royal Society of Medicine, así como investigador en la Universidad de Oxford, propuso una nueva aproximación al estudio de la mente psicopática. La idea le surgió de una forma muy curiosa. Estando en un aeropuerto se encontró con un compañero suyo con el que comentó, de forma desenfadada, cuan nerviosa se pone la gente cuando debe pasar por los detectores aunque no escondan nada.

Fue aquí cuando Dutton se preguntó, si un psicópata podría hacer un bien a la sociedad, trabajando, por ejemplo, en aeropuertos para detectar personas que están intentando esconder algo y que por lo tanto su forma de caminar, moverse y comportarse no es la habitual por encontrarse en una situación de vulnerabilidad y peligro. Ya vimos anteriormente cómo los psicópatas son expertos en elegir a sus víctimas a través de la comunicación no verbal de éstas, señales que les hacen pensar que serán «presas» fáciles.

El experimento:
Dutton seleccionó a 30 estudiantes universitaros, la mitad de los cuales habían puntuado alto en la Escala Autoinformada de Psicopatía, y la otra mitad bajo. Por otro lado, había cinco personas (amigos del investigador) que debían entrar por una puerta, y salir por la otra, cruzando de este modo toda la clase. De estos cinco había siempre uno que llevaba un pañuelo rojo.

Para aumentar la motivación de los impostores (los que llevan el pañuelo rojo), y el esfuerzo por pasar desapercibidos, el investigador daba 100 libras a los propietarios del pañuelo. De este modo, si conseguía pasar sin ser detectado podría quedárselos.

El propio investigador quedó impresionado con los resultados: Más del 70% de la muestra que puntuaba muy alto en la Escala de psicopatía detectaron correctamente a la persona que escondía el pañuelo, frente al 30% de los que puntuaron bajo.

¿Creéis entonces que los psicópatas podrían ser seres realmente útiles para el bien social? ¿Son humanos con capacidades y habilidades superiores al resto?

 

Fuente de consulta: PsicoWisdom

¿Qué dice tu forma de caminar sobre tu personalidad?

caminar 1¿Qué nos dice sobre Putin su forma de caminar? Casi sin querer, todos nosotros al verlo podríamos extraer conclusiones inmediatas sobre su personalidad, basándonos tan solo en su manera de andar. A través de los diferentes canales de comunicación no verbal también podemos inferir ciertos rasgos de la personalidad de alguien. Toda conducta refleja patrones internos más o menos estables, y una de ellas es la acción de caminar. Un fantástico artículo de la BBC: What your walk really says about you, pone de manifiesto las diferentes investigaciones al respecto con asombrosos resultados.

Una de las primeras investigaciones científicas sobre la relación entre el caminar y la personalidad fue publicada en 1935 por el psicólogo Werner Wolff. En su estudio filmó a cinco hombres y tres mujeres sin que lo supieran, mientras realizaban una prueba de lanzar aros. Los sujetos vestían con un mono de trabajo, que impedía que se vieran características adicionales sobre sus respectivas personalidades. Wolff encontró que los observadores sacaron conclusiones sobre los sujetos grabados basándose en la manera en la que caminaban, y que muchas veces coincidían entre sí. Los experimentos modernos son más sofisticados, y la tecnología permite transformar el caminar de una persona en un punto de luz en un fondo negro, o puntos blancos que demuestren la movilidad de cada parte del cuerpo humano. De esta manera quedan fuera otros elementos y nos podemos concentrar en lo que nos dice el movimiento al caminar.

En los años 80, psicólogos estadounidenses determinaron dos grandes formas de caminar, a través de experimentos con sensores de luz conectados al cuerpo de los individuos: un modo más juvenil y uno más viejo. El primero implica un ritmo más dinámico, más vaivén de las caderas, movimiento de brazos más acentuado y los pasos más rápidos; mientras que el segundo es rígido y lento, con el cuerpo más inclinado hacia adelante. Los observadores asumieron que las personas que caminaban con un estilo juvenil eran más felices y más potentes. Esto fue así incluso cuando la edad se hizo más aparente al descubrir la cara y el cuerpo de los participantes en los experimentos.

Resultados posteriores coinciden con los estudios anteriores sobre los dos grandes estilos de caminar, aunque los describieron de manera algo distinta: El primer estilo es más extrovertido, despreocupado, cálido, confiable, y con un cierto toque aventurero, de acuerdo con los observadores. El segundo fue percibido como lento, relajado, que transmite estabilidad emocional.

Más allá de lo seguros o inseguros que parecemos al caminar, hay un elemento más alarmante en lo que proyectamos: el hecho de ser percibidos como vulnerables. Ya comentamos que ciertos patrones de nuestra comunicación no verbal nos pueden convertir en más vulnerables de diferentes ataques. Algunos de los primeros hallazgos en estos estudios mostraron que los hombres y las mujeres con unas zancadas más cortas, y con un balanceo más reducido y lento de los brazos, tienden a ser vistos como más vulnerables (nótese la similitud con el estilo de caminar de más edad encontrada en la investigación de la personalidad). Un estudio japonés bastante inquietante, publicado en 2006, agregó más elementos sobre este punto.

caminarEl experimento pedía a un grupo de hombres decir qué tan probable era que charlaran con intenciones de seducir o, inapropiadamente, tocar a diferentes chicas jóvenes vistas en una pantalla a través de los sensores de luz y movimiento. En base al caminar de las mujeres, los hombres decían sentirse más propensos a hacer avances indeseados hacia las mujeres con rasgos de personalidad más vulnerables, tales como ser más introvertidas y emocionalmente inestable. Esta característica adquiere un rasgo escalofriante si se tiene en cuenta que otras investigaciones demuestran que sujetos que se encuentran en prisión, con amplios registros por conductas psicópatas, son particularmente precisos al detectar a personas que han sido atacadas en el pasado, solo con ver un vídeo de ellas caminando. Esto concuerda con la evidencia aportada en casos dramáticos como los del asesino en serie Ted Bundy, quien dijo que podía «identificar a una víctima por la forma de caminar por la calle».

Cuidado con imitar, estas investigaciones traen a colación otro tema de estudio: ¿podemos adaptar nuestra forma de movernos para cambiar la percepción que proyectamos a los demás? Algunos estudios sugieren que puedes aprender a caminar de cierta forma que transmitas un mensaje de invulnerabilidad: pasos rápidos, largas zancadas y fuertes movimientos de los brazos. Esto ha sido una recomendación para las mujeres en ambientes menos seguros. No obstante, los psicólogos que han estudiado los perfiles de personalidad asociados con estos estilos de andar dicen que no hay claridad sobre la posibilidad de aprender aspectos específicos del caminar. De modo que lo más recomendable es no empeñarse con mucha intensidad en aparentar ser otro, porque lo más probable es que termines siendo una imitación cómica de John Wayne.

 

Tu comportamiento no verbal puede hacerte vulnerable ante un agresor

5588422174_19397f173d_zAhora sabemos que la comunicación no verbal puede también llegar a transmitir elementos como la vulnerabilidad de un individuo. Esto cobra sentido si reflexionamos, por ejemplo, sobre cómo los lobos tienden a aislar a otros animales débiles, sin ser plenamente conscientes de estar llevando a cabo este proceso de selección. Si trasladamos este ejemplo al caso de los humanos, encontramos que en multitud de ocasiones un mismo individuo puede ser repetidamente víctima de ciertos delitos, sugiriendo que tal vez ciertas características del mismo estén demostrando que se es más vulnerable que otros objetivos.

Investigadores de la Universidad de Canterbury analizan la relación entre la percepción de vulnerabilidad y ciertos elementos del lenguaje corporal de los individuos. Y es que todos los hacemos. Continuamente estamos captando señales en los demás que nos ayuden a identificar mejor a una persona y a predecir su comportamiento, además interpretamos, quién discute, quien lidera una conversación, quien está flirteando, etc.

Estos investigadores  se centraron, precisamente, en analizar la naturaleza de esta información específica y las características que la transmiten, con el fin de ser capaz de predecir y prevenir ataques (o crímenes) físicos. Los resultados indicaron que, tanto en el caso de los hombres como en el de las mujeres, eran considerados más vulnerables aquellos que se desplazaban con zancadas más cortas en relación a su altura, iban inclinados hacia delante, con un balanceo limitado de los brazos, desprendían una falta de energía en su modo de caminar (podrían ir mirando hacia abajo, con los hombros caídos, etc.) y, en general, andaban lentamente. También el peso de los individuos demostró ser importante a la hora de ser considerados vulnerables, más en el caso de las mujeres que en el de los hombres. Lee el resto de la entrada »