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Psicópatas y liderazgo ¿Por qué tienen éxito?

¿Conoces a algún psicópata? Por probabilidad… seguramente sí. ¿Sabrías identificarlos? Esto es más complicado, pero hace unos meses escribí un post con las claves para reconocerlos (picha aquí para acceder a la entrada). Y desde que descubrí a la experta en psicopatía Paz Velasco de la Fuente, no puedo dejar de recurrir a ella para profundizar más sobre este perfil de la personalidad, aterrador y atractivo a partes iguales. No dudéis en seguir el blog «Criminal-mente» de esta autora y acudir a su libro, de igual nombre, «Criminal-mente: La criminología como ciencia» como fuente de consulta muy valiosa sobre la mente psicopática. ¡A mí me tiene totalmente enganchada!

Aquí os dejo una nueva colaboración de Paz para este blog, espero que lo disfrutéis tanto como yo:

Debemos romper con el tópico alimentado por el imaginario popular, el cine, las series de televisión y algunas novelas negras, de que los psicópatas son sujetos con ojos de tiburón que esconden un hacha tras su espalda y que cometen crímenes aberrantes. Hay psicópatas que jamás cometerán un crimen, que viven totalmente integrados en la sociedad, que te harán vivir un infierno profesional o personal, que vacían a las personas por dentro o vacían sus cuentas corrientes. Estamos ante los psicópatas corporativos, de éxito, delincuentes de cuello blanco e incluso líderes políticos y religiosos que pueden llegar a arruinar economías y sociedades enteras, tomando decisiones totalmente alejadas de las emociones (no pueden sentirlas) o del bienestar de terceros.

Por lo tanto, la diferencia fundamental entre un psicópata criminal (del que ya hablé en una entrada anterior) y un psicópata integrado, está en las conductas que llevan a cabo, ya que ambos comparten la misma estructura emocional y de personalidad: encanto personal, locuacidad, manipulación, mentira patológica, falta de empatía, ausencia de miedo ante conductas arriesgadas etc… El psicópata integrado, es lo que hace a diario con las personas que le rodean, con todo su entorno. Son sus obras y sus actos los que hablan por él, no sus palabras. A ellos se les puede aplicar la frase que aparece recogida en El Príncipe, la obra de Nicolás Maquiavelo publicada en 1513: “Todos ven lo que aparentas, pocos advierten lo que eres”. Esta obra es el precedente de los psicópatas que alcanzan el éxito en la política. Maquiavelo nos presenta a César Borgia como un hombre que alcanza el poder utilizando la intriga, el terror y la manipulación.

Los psicópatas tienen la capacidad y la habilidad de controlar su entorno y para ello utilizan la manipulación y las mentiras que acompañan de una excelente imitación y simulación de emociones que ni tienen, ni entienden, ni sienten y de palabras que abren puertas. Dominan a la perfección el arte de la observación y tienen un olfato especial para encontrar a las “víctimas” adecuadas, además de tener una gran destreza para saber lo que la persona elegida necesita, de modo que no duda en ofrecérselo.

Somos objetos para ellos y se mueven por el puro egoísmo de modo que instrumentalizan a las personas para lograr sus fines, su bienestar eligiendo a las personas que les son útiles y de las que pueden obtener beneficios (profesionales, académicos, sociales, económicos, mediáticos, etc.). Estamos ante la “maldad” más insidiosa, al ser simples peones en su tablero de ajedrez, moviéndonos a su antojo y marcando en todo momento el ritmo, sin que apenas nos demos cuenta. Estos hombres y mujeres mienten, engañan y manipulan, con la única intención de beneficiarse, hacer daño y de provocar caos en las vidas de las personas que les rodean o en la sociedad.

Hay entornos profesionales donde la psicopatía está socialmente aceptada no solo como un comportamiento adecuado, sino incluso deseable. En nuestra sociedad se tiende a valorar como beneficiosas determinadas aptitudes que tienen estos sujetos, llegando incluso en determinadas profesiones y puestos de trabajo a ser potenciadas como valores positivos. La combinación de determinadas conductas arriesgadas, la ausencia de remordimientos, su gran habilidad para manipular y el hecho de la búsqueda de éxito a corto plazo pueden llevar a los psicópatas a una exitosa carrera delictiva (delincuentes de cuello blanco) o a una exitosa carrera en las finanzas o en los negocios, como el caso de Michael Milken, el inventor de los bonos basura o de Bernard Madoff y su exitosa estafa piramidal (50.000.000 de dólares).

Lo que está haciendo nuestra sociedad es exaltar y valorar de modo positivo determinadas características de los psicópatas asociándolas al éxito y liderazgo profesional o político, sin ser realmente consciente de la peligrosidad social y a veces personal que pueden generar algunos de sus actos y de sus decisiones. Las profesiones que implican poder, autoridad, liderazgo, prestigio, alta reputación y una capacidad especial para tomar decisiones racionales alejadas de los sentimientos, son donde podemos ver una mayor presencia de psicópatas integrados.

¿Qué rasgos comparten los psicópatas integrados con los líderes y personas de éxito?

• Carisma, locuacidad y habilidad para comunicar.
• Estratégicos, persuasivos y con gran capacidad analítica.
• Pierden el miedo ante determinadas situaciones. En el caso de los psicópatas, no es que lo pierdan, es que no lo sienten.
• Control emocional y seguridad en sí mismos.
• Asumen riesgos. En el caso de los psicópatas aunar las conductas arriesgadas con la ausencia total de remordimientos es una bomba para la sociedad.
• Capacidad para establecer metas y objetivos, aunque en el caso de los psicópatas son a muy corto plazo.
• Cuidan la imagen que dan ante los demás.
• Habilidades sociales.

¿Te viene alguien a la cabeza…? 🙂

El perfil de José Enrique Abuín, ‘el chicle’, ¿otro ejemplo de psicópata?

José Enrique Abuín Gey, presunto asesino confeso del crimen de Diana Quer

Desgraciadamente hemos analizado en este blog el perfil psicópatico en no pocas ocasiones, encontrando ejemplos desgarradores como el reciente análisis del relato del conocido como ‘asesino de la catana‘ o la entrevista que ofreció José Bretón  desde la cárcel. La psicopatía no es una enfermedad mental, es un trastorno antisocial de la personalidad que se caracteriza, sobre todo, por la falta de sentimientos (anestesia afectiva), ausencia de empatía, culpa o miedo.

Estas personas son seres muy egoístas, fríos y manipuladores, no sienten, aunque sí que saben simular emociones, no pierden el contacto con la realidad y saben distinguir el bien del mal; por tanto, no es un eximiente ni un atenuante de la responsabilidad criminal. No se puede determinar que José Enrique Abuín Gey tenga una personalidad que se corresponda con la psicopatía, para ello debería pasar un exhaustivo análisis conducido por expertos. Sin embargo, sí que se pueden detectar ciertos rasgos psicopáticos en su modus operandi y en sus patrones de conducta.

Por ejemplo, sus antecedentes por agresión sexual y drogas desvelan una inclinación por delinquir y los mundos oscuros asociados a la ilegalidad, presentando un alto índice de reincidencia. El psicópata se caracteriza por su incapacidad para comprender las normas y reglas de la sociedad, así como un patrón general de desprecio y violación de las reglas y los derechos de los demás. Estos sujetos tienden a ser conflictivos y en su historial no sorprende encontrar que han sido sentenciados ya por algún delito. Con frecuencia ‘se meten en líos’ y las consecuencias de ello parecen no importarles en absoluto.

La acción de utilizar el coche para raptar y trasladar a las víctimas ya evidencia una planificación. Esta voluntad de traslado evidencia ideas preestablecidas por su parte; el desarrollo del delito no transcurre en una sola ubicación sino que planea distintos escenarios para llevarlo a cabo. En palabras del Coronel de la Guardia Civil: «Espera, observa, ve a la víctima, la selecciona y va a por ella». Y efectivamente, la mente psicopática actúa como la de un depredador, busca una víctima propiciatoria

En el intento frustrado de secuestro a la joven de Boiro se retrata de forma significativa. Según la víctima, Abuín hizo hincapié desde el principio en quitarle el teléfono móvil, ya sabía que el dispositivo era importante para localizar los movimientos de quien lo porta, demostrando lo que los investigadores definen como ‘conciencia forense’;  de ahí que quisiera eliminar el principal elemento de prueba. Además, actuó creyéndose invencible, es decir, bajo la idea de que las autoridades jamás le iban a atrapar. Esto demuestra un pensamiento frío, narcisista y egocéntrico.

Esta repetición del modus operandi es muy importante, determina que el motor de sus actos era la fantasía. Los psicópatas reproducen de un modo reiterado la inventiva que previamente se formaron en su cabeza. Esto indica también premeditación. Según los expertos, un agresor sexual no busca tanto el placer sexual como el dominio y la sumisión. Esta es la parte con la que fantasean para después planear cómo poder llevarla a cabo en la vida real.

Su perfil de Facebook también es muy revelador a la vez que inquietante. Tenía una foto en la que llevaba puesta una camiseta con la siguiente impresión: «Mi hija siempre será mi pequeño ángel, si la lastimas acabaré con tu vida». Una contradicción difícil de entender a tenor de los hechos, un detalle que indica la falta de capacidad para ‘ponerse en la piel’ de otro, por ejemplo, los padres de sus víctimas. También en su perfil podemos observar cómo, una semana después de presuntamente asesinar a Diana Quer, publicó un vídeo humorístico, añadiendo el texto «no puedo parar de reírme», que suma para demostrar la frialdad y la falta de remordimiento.

Uno de los principales indicios de psicopatía es, además de la falta de empatía, la ausencia de miedo, culpa o vergüenza. Abuín estuvo durante 494 días pasando constantemente (porque estaba al paso de su residencia y la de sus familiares) por el lugar donde presuntamente ocultó el cadáver de Diana Quer. Un dato que pone de manifiesto la falta de conciencia moral.

Los psicópatas no se arrepienten de sus actos, éstos viven bajo su propio esquema de valores, haciendo lo que ellos consideran necesario para satisfacer sus necesidades y mostrándose indiferentes hacia el dolor ajeno que provocaron.

Aún nos faltan muchísimos detalles para el esclarecimiento del caso, datos que seguramente darán más pistas sobre la envilecida mente del presunto asesino, aunque, como podemos ver, la perfilación indirecta de una persona: el análisis de sus redes sociales, su conducta, su confesión y el modus operandi, ya nos avanza ciertos patrones de personalidad muy reveladores.