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Si quieres causar buena impresión ofrece una taza de café bien caliente

La ‘calidez’ (psicológica) es uno de los rasgos de personalidad más poderosos en la formación de primeras impresiones. Es una característica muy positiva que todos deseamos tener. Este calor interpersonal podría definirse como la amabilidad que los demás perciben de nosotros, también se relaciona con la capacidad de voluntariedad y altruismo con los demás, así como con la cordialidad y la honestidad.

Realmente el concepto de persona cálida-fría tiene su correspondencia física con la temperatura. Y es que ponemos nombre a nuestros mundos internos y mentales por analogía con el mundo físico. Por tanto, es lógico que los investigadores se preguntasen si los objetos cálidos pueden producir los mismos estados afectivos que una persona ‘cálida’.

El primer antecedente puede encontrarse en la psicología de la memoria, ya estaba demostrado cómo los objetos y eventos se asocian en nuestra memoria provocando el mismo efecto. De esta manera, la sensación de calor cuando uno toma una taza de café caliente o toma un baño tibio puede activar recuerdos de otros sentimientos asociados con la calidez (confianza y comodidad), debido a las primeras experiencias con nuestros cuidadores que brindan calidez, abrigo, seguridad, alimento…

¿Por qué ocurre esto? Esta investigación ha revelado que la corteza insular está implicada en el procesamiento de ambas versiones del frío-calor, de la información física y de la psicológica. Por esta razón, los autores se plantearon la hipótesis de que las meras experiencias táctiles de calidez física deberían activar conceptos o sentimientos de calidez interpersonal. Más aún, esta activación debería entonces influir, de manera involuntaria, en los juicios y el comportamiento hacia otras personas sin que uno sea consciente.

Pues bien, en un sencillo experimento organizado con un helado frío, un café caliente y un test de percepción (y una buena metodología-pincha aquí para conocer los pormenores del experimento), los autores constataron que es posible ‘engañar’ los juicios de nuestro cerebro al exponernos a un estímulo de calidez. La probabilidad de que una persona A juzgue a otra B como cálida, aumenta en un 15% si A sostiene una bebida caliente, al contrario que si sostiene un alimento frío (helado).

Conclusión, si quieres crear una atmósfera propicia y resultar agradable a tu interlocutor te lo tendrás que ganar, pero puedes ayudarte de este ‘truco’ para iniciar la conversación con buen pie. 🙂

 

*Referencia: Biblioteca Nacional de Medicina de los Institutos Nacionales de Salud de EE. UU – PubMed Central® (PMC)

¿Qué esconde la «sonrisa» de Angela Merkel?

Normalmente, la expresión facial refleja un estado de ánimo momentáneo que se corresponde con las emociones básicas o primarias (alegría, ira, miedo, asco, sorpresa, tristeza y desprecio) o a las infinitas combinaciones de éstas que dan lugar a infinitas emociones secundarias (celos, orgullo, culpa, vergüenza…)

Si bien es cierto que hay estudios científicos que demuestran que la constante repetición de una expresión facial también puede dar buena cuenta de cuál es nuestra emoción más estable, es decir, de nuestra personalidad y hasta puede configurar la morfología de nuestro rostro, por ejemplo, una persona iracunda y agresiva tendrá más arrugas entre las cejas por el constante ceño fruncido, o una persona muy risueña tendrá más ‘patas de gallo’ o arrugas en las comisuras de los labios.

Un excelente psicólogo y amigo costarricense, Marcos Cabrera Medaglia, me ‘regala’ esta fantástica composición de fotografías de Angela Merkel retratada desde sus tiempos de estudiante hasta la actualidad. En todas ellas podemos observar de forma reiterada una expresión facial de una emoción en particular… ¿Sabríais decir cuál es?

Efectivamente, cuando una expresión facial forma parte de la línea base de una persona nos puede dar pistas sobre algunos de sus rasgos de personalidad, ya que ese patrón nos muestra un ‘estilo no verbal‘, un repertorio de gestos, posturas, etc que persisten en una gran variedad de situaciones y que se mantienen a lo largo del tiempo.

Quien siga el blog con asiduidad no le habrá costado adivinar que en estas fotografías detectamos perfectamente la emoción del desprecio, que suele ser bastante habitual en los debates políticos que he analizado anteriormente.

Esta expresión se dibuja en el rostro con una elevación unilateral de la comisura labial, es decir, la sonrisa no es completa, solo hay acción muscular en un lado de la cara, lo cual supone un sentido de superioridad frente a alguien, algo o una situación. Nos indica que alguien se siente “más que”, se percibe “mejor que…”, puede indicarnos que tiene un sentido de “grandiosidad” en alguna área (sea intelectual, física, de habilidad, moral, económica, etc).

Es esencial recordar que esta es una posibilidad, detectar una expresión facial de emoción nos indica cómo se siente la persona pero nunca nos dirá por qué, para ello hay que indagar mucho más. En mi opinión, y analizando las numerosas apariciones públicas de esta política, me inclino por una de las opciones que me plantea mi compañero Marco:

«Cuando se combina la emoción de desprecio (como sentido de superioridad) con las emociones de ira y asco, se conoce como ANCONDI (ANger, CONtempt y DIsgust) y es predictor de líderes/personas autoritarias, impositivas, que pueden actuar de esa forma cuando lleguen al poder (resultados de estudios Minerva de Matsumoto, en el marco de la lucha anti-terrorista, la identificación de posibles conductas peligrosas, y el rol de la emoción en “grupos ideológicos”, investigaciones iniciadas desde el 2009, y financiadas en parte por el Departamento de Defensa de EEUU). Por ejemplo, Trump también presenta claramente ANCONDI en la mayoría de sus intervenciones públicas/mediáticas.»

Observar la Comunicación No Verbal de una persona en su línea basal nos da pistas muy relevantes de algunos rasgos posibles, es un elemento sugerente que nos permite perfilar indirectamente su personalidad y generar hipótesis, sin olvidar ser muy cauteloso y reservado a la hora de analizar imágenes, sobre todo si son estáticas y no tenemos el contexto.

¿Te sientes ridículo cuando bebes? No tienen por qué verte así…

La creencia tradicional ha sido siempre que todo aquel que se pasa con el alcohol se transforma, que los demás nos perciben con una personalidad totalmente diferente a lo que somos realmente sobrios. Pues bien, una reciente investigación al respecto,realizada por psicólogos de la Universidad de Missouri, apunta a que hay poco o incluso ningún cambio en nuestro carácter ebrios o no.

Los investigadores corroboraron a través de su experimento que los efectos del alcohol eran a veces evidentes y, a veces completamente invisibles. En particular, solo se percibían cambios en el rasgo de “extraversión”. A medida que los participantes se sentían cada vez más sociables o asertivos tras beber alcohol, los observadores sí que pudieron observar esos cambios también desde fuera.

Pero esos eran los únicos cambios aparentes a vista de los observadores que fueron capaces de ver. Por el contrario, no les fue posible detectar, por ejemplo, la ansiedad o el neuroticismo, los cambios en la conciencia de bienestar, inquietud, confusión… aspectos que sí sentía la gente bebida . “Los participantes sentían como si estuvieran realmente afectados por el alcohol”, dice Winograd, “Sin embargo, los observadores no percibieron cambios tan drásticos. Sólo los cambios en los rasgos de extraversión eran significativamente evidentes para los observadores.»

“Lo que pensamos de nosotros mismos no siempre puede ser lo que ven los demás”, dice Winograd, “para mejor o peor.” El lado positivo, o la utilidad de estos resultados, podría ser la aplicación que tiene a la hora del tratamiento para personas alcohólicas. Estas conclusiones podrían ser motivadoras para la recuperación de algunos pacientes, y para profundizar en diferencias culturales sobre la socialización y el alcohol.

 

 

*Referencia: New York Post

El poder de los introvertidos

Ser introvertido está (injustamente) condenado socialmente. Ya desde niños somos sometidos a órdenes e imposiciones directas enfocadas a sonreír constantemente, a socializar, jugar con los demás, dar besos y ser cariñosos, a ser hablador, a dar grandes fiestas de cumpleaños… Yo soy extrovertida pero me pongo en la piel de quién es opuesto a mí, sobre todo porque he estado rodeada de ellos, enamorada de ellos incluso, y conozco de cerca la presión constante a la que son sometidos de pequeños pero también de adultos.

«Debes ser más extrovertido», ¿por qué?, no puede imponerse transformarse, ir contra nuestra propia carga genética, y sí, estos rasgos de la personalidad (extroversión/introversión) nacen con nosotros, podemos matizar y suavizar nuestro comportamiento a través de la experiencia y el aprendizaje pero es prácticamente imposible pasar de un polo a otro, y lo que es más, no es necesario.

Más o menos, la mitad de la población es introvertida, casi un tercio, y son descritos de una forma errónea, desvirtuándose así el concepto real del rasgo, En primer lugar, no es sinónimo de «timidez», que es el miedo al juicio social, la introversión está ligada a cómo se responde a la estimulación que nos rodea, se sienten más activos, capaces y seguros en ambientes tranquilos con menor estimulación. Este hecho, por supuesto, no ocurre siempre, pero sí existe esa tendencia, esa preferencia.

De acuerdo con la experta Susan Cain, la sociedad, la escuela, las universidades, las empresas están hechas a medida para los extrovertidos, diseñadas para ‘funcionar’ con estimulación diversa y constante, y que sostiene que toda creatividad y productividad nacen de un lugar sociable, del contacto, de la participación y el trabajo grupal y, lamentablemente, a los niños a los que no les gusta formar parte de ello se les tacha como atípicos, incluso como un problema; también a los adultos.

Existen cientos de estudios que reflejan los éxitos de los introvertidos en creatividad, puestos de liderazgo, en influencia y persuasión, en resolución de conflictos… pero también hay numerosas investigaciones sobre lo mismo asociadas al rasgo de extroversión y las habilidades sociales. En mi opinión, no es que haya contradicción, es que esta variedad de resultados demuestra que cada uno, con su forma de ser puede llegar donde quiera, conseguir sus metas y ser bueno en lo que se proponga, independientemente de su forma de relacionarse con el mundo.

Os dejo una charla TEDx de Susan Cain, con una duración de 20 minutos, cada segundo de su discurso merece la pena, espero que la disfrutéis tanto como yo, ya seáis introvertidos o extrovertidos 🙂

 

¿Por qué a los extrovertidos les gustan las fiestas y los introvertidos las evitan?

He leído auténticas barbaridades sobre la extroversión y la introversión, bueno, más bien sobre la segunda, ya que normalmente está asociada al polo más negativo y pesimista de la personalidad cuando esto no es así. Se ha desvirtuado popularmente el término introversión, relacionándose únicamente con el aislamiento social, la apatía y el malhumor, algún día (no muy lejano) os contaré (con mayor profundidad) las ventajas de ser introvertido, qué es realmente y cómo se manifiesta.

Hoy nos centraremos en un solo comportamiento: el contacto social con la multitud. Era asumido por la comunidad científica que el cerebro del extrovertido y del introvertido funcionaban de un modo muy diferente. Recientemente, un estudio publicado en la revista Frontiers in Human Neuroscience descubrió que los extrovertidos son más propensos a asociar una sustancia química (dopamina), relacionada con la sensación de bienestar, con el medio ambiente en el que se encuentran en en ese momento.

Estos hallazgos podrían ayudar a explicar por qué los extrovertidos buscan el contacto social de las multitudes, mientras que los introvertidos prefieren permanecer tranquilamente en casa. Los investigadores encontraron que los extrovertidos prefieren la gratificación inmediata y se centran más en los rostros. En el otro extremo, los introvertidos tienden a sentirse abrumados por el exceso de estimulación y prestan más atención a los detalles, lo que se refleja en un aumento de la actividad cerebral al procesar la información visual.

Para desenterrar las raíces de la extraversión, Yu Fu y Richard Depue, neurobiólogos de la Universidad de Cornell en Nueva York, realizaron test de personalidad a estudiantes de primer año seleccionando una muestra aleatoria de 70 personas con una mezcla de introvertidos y extrovertidos. Les fue administrada una sustancia generadora de dopamina y fueron posteriormente puestos a prueba en un entorno de laboratorio.
Las conclusiones del estudio fueron claras: Los extrovertidos asocian fuertemente su entorno y contexto con recompensa, mientras que los introvertidos mostraron poca o ninguna asociación entre el contexto y la estimulación.
Los resultados sugieren que los efectos de la dopamina no se tradujeron en recompensa o motivación para los introvertidos. La diferencia fundamental en la intensidad con que los introvertidos procesan las recompensas de su entorno tiene que ver con un mayor peso de la estimulación interna frente a las señales externas de motivación y recompensa.
Los resultados son un gran paso hacia adelante ya que permiten vincular un rasgo básico de la personalidad como la extraversión con un determinado conjunto de procesos del sistema nervioso, circunstancia que no se había producido anteriormente.

 

 

*Fuente: Livescience

 

¿Te muerdes las uñas? Esto es lo que indica sobre tu personalidad

Tradicionalmente siempre se ha asociado que un sujeto que se muerda las uñas tiene un alto grado de neuroticismo (o inestabilidad emocional). Un indicador inequívoco de un temperamento nervioso, inestabilidad, tensión constante y ansiedad. Sin embargo, y de acuerdo con un nuevo estudio, este y otros comportamientos repetitivos «centrados en el cuerpo» podrían ser señales de algo diferente.

La investigación, publicada en la Revista de Terapia de Comportamiento y Psiquiatría Experimental asegura que el morderse las uñas puede ser un indicador de perfeccionismo.

«Creemos que individuos con estos comportamientos repetitivos pueden ser perfeccionistas, significaría que son incapaces de relajarse y realizar sus tareas a un paso normal. Ellos son, por tanto, propensos a la frustración, la impaciencia e insatisfacción cuando no logran alcanzar sus objetivos«, comenta el Doctor Kieron O’Connor, autor del estudio.

En el experimento, las personas que se mordían las uñas fueron identificados como perfecccionistas organizacionales, un tipo de personalidad marcada por la tendencia a hacer planes detallados y a sobrecargarse de trabajo, y muchas veces se frustran por la falta de actividad. El morderse las uñas y otros comportamientos repetitivos similares es sólo una forma de liberar esa energía reprimida.

«Estos descubrimientos sugieren que los individuos que sufren de comportamientos repetitivos podrían beneficiarse con tratamientos diseñados para reducir la frustración y el aburrimiento, modificando su perfeccionismo», dijo Sarah Robert, quien ayudó al autor del estudio.

 

 

*Fuente: Journal of Behavior Therapy and Experimental Psychiatry

 

Eres lo que hablas: la personalidad se refleja en el lenguaje

8969074091_54be8d8060_bLa polémica está servida. El prestigioso psicólogo James W. Pennebaker asegura poder desenmascarar la personalidad de los escritores con un programa de análisis de textos. «Las estadísticas no mienten» añade. Las investigaciones de este autor mantienen dividido al gremio de los estudiosos de la lengua. Desde hace una veintena de años Pennebaker viene indagando en los escritos la personalidad de sus autores sin analizar la sintaxis, ni considerar los matices del significado, ni siquiera leer el texto, en cambio, sí que tiene muy en cuenta el recuento de palabras insignificantes.

Este investigador de la Universidad de Texas desarrolló su principal instrumento a mediados de los años noventa. Lo llamó Linguistic lnquiry and Word Count (LIWC). El programa de recuento de palabras por ordenador ocupa desde entonces cantidades ingentes de textos. El software extrae del escrito las palabras que denotan alguna señal o característica: ¿Cuán optimista es el autor? ¿Le preocupan temas del pasado o, por el contrario, dominan cuestiones del futuro? ¿Utiliza expresiones que apuntan a argumentaciones complejas? Todo ello junto al propio programa de recuento de palabras ha propiciado la elaboración de un diccionario con 4500 entradas, distribuidas a su vez en más de 70 campos léxicos. De esa manera, se registra la frecuencia con que aparecen en el texto las palabras incluidas en las distintas categorías.

«Soledad», «llorar», o «feliz», por ejemplo, se encuentran agrupadas bajo el epígrafe de «palabras emocionales«, que a su vez se subdivide en los grupos de «afectos positivos» y «negativos». En estas subcategorías se describen de manera más específica conceptos relacionados con estados emocionales concretos, como «miedo» o «duelo». Otras de las categorías que recoge el trabajo son «palabras de percepción inespecíficas» («ver», «oír», «sentir») y de «procesos cognitivos» complejos (»debería», «pensar», «porque»). A ello se suma un total de 22 categorías generales referentes a partes de la oración: pronombres, verbos auxiliares, artículos numerales o conjunciones, es decir, palabras funcionales.

Según Pennebaker, el contenido de un texto no supone la clave para desentrañar la personalidad de su autor, sino las palabras aparentemente insignificantes -como pronombres, artículos o conjunciones-, ya que su uso resulta menos consciente. (Captura ejemplar del funcionamiento del software).

Según Pennebaker, el contenido de
un texto no supone la clave para desentrañar la personalidad de su autor, sino las palabras aparentemente insignificantes -como pronombres, artículos o conjunciones-, ya que su uso resulta menos consciente. (Captura ejemplar del funcionamiento del software).

En estudios anteriores la atención se centraba en el contenido. «Ha pasado inadvertido para la psicología el hecho de que las palabras ‘pequeñas’ (‘yo’, ‘nosotros’, ‘uno’, ‘todos’ y similares) permitieran, de una manera particular, atar cabos sobre el comportamiento», argumenta Pennebaker. «El cómo», añade, «revela la personalidad». «El estilo de un texto que se expresa a través de las palabras «pequeñas», entre otros elementos, resulta poco accesible a la manipulación consciente. Así, la persona que quiere resultar agradable elige las expresiones adecuadas, pero no controla el número de artículos o pronombres que utiliza para ello», indica.

El problema viene a la hora de interpretar algunos resultados más complejos, ¿qué significa una acumulación de pronombres? Una persona que utiliza muchas negaciones («no hago eso de mala gana»), ¿es más prudente o sensata que alguien que formula las relaciones de forma directa («prefiero eso»)?Cuando en un texto aparece con frecuencia el pronombre ‘nosotros’, ¿significa eso que el paciente se halla socialmente bien integrado? ¿O que es tímido y busca ‘escolta’ en el grupo?» Pennebaker y Wolf se muestran de acuerdo: los métodos como el LIWC representan sólo una primera aproximación; la interpretación de los hallazgos se encuentra todavía en pañales.

Os animo, mis queridos lectores, a que a partir de ahora observéis los textos que os llegan por correo electrónico o whatsapp, os sorprenderá descubrir cómo tu pareja, por ejemplo, utiliza recurrentemente una alusión al precio de las cosas, o un amigo utiliza constantemente palabras de índole negativo, o algún familiar que repite exceso un «yo». Y es que, aun con todas las limitaciones del programa, todos filtramos nuestra forma de ser o de ver la vida a través de nuestra expresión, de las palabras que utilizamos.

Los estudios específicos de este autor con algunos casos reales son muy sorprendentes y reveladores, como la relación del pronombre «yo» con la muerte, el lenguaje de los terroristas, o la aplicación a debates políticos en EEUU… pero estas interesantes aplicaciones dan para otro post en el futuro… ¡no os lo perdáis! 🙂

 

 

 

*Fuente: MenteyCerebro.

¿Cuántos segundos dura ‘la primera impresión’? (Y cómo conseguir que ésta sea buena)

traje-sastre-rodilla_milima20140224_0544_11Todos sabemos que unos cuantos segundos son suficientes para que nos juzguen en un primer encuentro, no es algo maléfico porque no es un proceso consciente, ni siquiera notamos que lo hacemos. Esto es una fase natural de la comunicación que nuestro cerebro ‘necesita’ activar por nuestra herencia primitiva, cuando no podíamos permitirnos tomar malas decisiones o demorar nuestra actuación porque de ello dependía nuestra supervivencia. Así que, aunque puedan interponerse nuestros prejuicios a la hora de hacer un análisis fugaz y automático, no podemos dejar de hacerlo.

Parece ser que la media consensuada para valorar al otro son unos siete segundos. En este tiempo, primero intentamos averiguar si debemos sentirnos amenazados para después realizar juicios de valor sobre el atractivo y la personalidad. Para realizar un análisis completo y totalmente fiable de estas variables necesitaríamos meses y nuestro cerebro no se lo puede permitir, por tanto tomamos este atajo.

Hay investigaciones que apuestan aún más fuerte por este período inicial de la comunicación. Psicólogos de las universidades de Glasgow (Escocia) y Princeton (EEUU) han demostrado que un simple ‘hola’ (en un par de segundos) es suficiente para sacar conclusiones sobre el tipo de personalidad de nuestro interlocutor. Para los autores, lo más sorprendente es que estos juicios se pueden elaborar incluso sin ver a la persona que está hablando. Y es que el tono de voz que se utiliza para saludar también contribuye inmediatamente a formar la primera impresión

La famosa frase: «No hay una segunda oportunidad para causar una buena primera impresión» es totalmente acertada, y debemos ser conscientes de que no solo nosotros juzgamos a los demás de forma instantánea sino que además ocurre igual en la otra dirección. Es por ello que en situaciones importantes, negocios, reuniones, entrevistas de trabajo, conferencias, etc, debemos cuidar estos primeros segundos para establecer una sólida base, y lo más adecuada posible, sobre lo que queremos proyectar.

Si iniciamos un encuentro emitiendo señales de timidez, ansiedad u hostilidad, lo más probable es que eso matice la percepción de quienes nos rodean sobre nuestra personalidad y que éstas inferencias sean difíciles de transformar, aunque no sean reales. Preséntate siempre de forma auténtica, mantén la calma, postura erguida, y no olvides sonreír. 🙂

 

Las diferentes conductas no verbales en las reuniones de Rajoy con Rivera, Iglesias y Sánchez

Mariano Rajoy ya ha culminado su primera ronda de reuniones con los principales líderes políticos del país ante la inminente sesión de investidura. Ya sabemos que en estas ocasiones nada queda a la improvisación, todos son muy conscientes de que son observados con lupa e intentan controlar al máximo cada movimiento. Aun así, esto no es del todo posible, por esto podemos observar distinciones notables que hacen peculiar cada uno de los encuentros.

Fotografía de agencia EFE

Fotografía de agencia EFE

En primer lugar Mariano Rajoy se reúne con Albert Rivera, en esta cita se observa, en general, buena sintonía, afecto, saludo distendido… Pero no estuvo exento de controversia no verbal, y es que el candidato de Ciudadanos se negó a repetir el protocolario apretón de manos ante la petición expresa de los medios de comunicación. ¿Cómo podemos interpretar esta contrariedad? Hay que tener siempre muy en cuenta la personalidad del individuo en cuestión, ya que es una variable siempre presente que condiciona cada una de las conductas que realizamos. En este caso, son sobradamente conocidos los rasgos de impulsividad, ansiedad e impaciencia de Rivera, por ello, yo apostaría más a interpretar esta negativa como producto de su ímpetu y prisas por cumplir el objetivo que por una aversión o hastío hacia ese contacto.

Fotografía de Juan Carlos Hidalgo/EFE

Fotografía de Juan Carlos Hidalgo/EFE

En el caso de Pablo Iglesias de nuevo hay que aludir a la tipología de personalidad para entender las diferentes posturas que adoptan ambos en su aparición pública. Pablo Iglesias se sienta en el sillón como si fuera el de su propio salón, si bien es cierto, que no es la primera vez que lo hace. Normalmente esta es la figura que adopta en estos encuentros, distendida, cómoda, informal, algo desaliñado mostrando la suela del zapato. Es algo que el líder del PP nunca haría, porque su condición le incapacita a perder la solemnidad, las formas reglamentarias de la política clásica. ¿Se trata entonces de un desdén hacia Rajoy? La respuesta sería afirmativa solo si estos gestos los hiciera con él, pero es que este ademán forma parte de su ser, Iglesias es indisciplinado, nada tradicional o protocolario en general y es por ello que esta pose no adquiere mayor relevancia.

Por último, lo más esperado, la cita entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, ya que en su anterior encuentro fue polémico el rechazo (con orgullo) del presidente en funciones al estrechar la mano del candidato socialista. Solo hay que ver las dos fotografías ilustrativas para corroborar que nos encontramos ahora un panorama totalmente dispar al descrito previamente. Rajoy significativamente más condescendiente y amable. Ambos líderes políticos se muestran mucho más sonrientes, relajados, con menos tensión y una postura entre ellos bastante similar, sincrónicos en sus movimientos y posiciones. Justo antes de estrechar sus manos ante los numerosos medios de comunicación se puede detectar, durante un par de segundos, una mirada y sonrisa cómplice entre los dos, parecieran que evocan en su foro interno la controversia desatada por justo aquel gesto que ahora afrontan con humor.

Cómo podemos observar el lenguaje corporal es una muestra de la personalidad pero también va evolucionando con el devenir de los acontecimientos, experiencias, motivaciones, intereses…

 

 

 

 

 

 

 

¿Hillary Clinton proyecta liderazgo (con permiso de Obama) en su lenguaje corporal?

Foto efe

Foto efe

He quedado absoluta y no-verbalmente hechizada con el primer mitin de Hillary Clinton junto a Barack Obama, la verdad es que me despierta una profunda ‘envidia carismática’, creo que este proceder en España (y me atrevería a decir que en el resto del mundo) no lo veremos ni de lejos en nuestros políticos. El liderazgo y la gracia natural de Obama es hipnótica y contar con su apoyo en un mitin es una suerte para la candidata demócrata.

Un buen amigo me comentaba que el carisma no se puede definir, es un constructo subjetivo, cada persona tiene una idea propia sobre cómo sería una personalidad atractiva, pero ¿quién podría decir que Obama no tiene ese don?

Al inicio de su aparición, Obama establece contacto visual con Clinton y lo primero que hace es coger su mano y elevarla como a la de una ganadora. Cuando empiezan a caminar él siempre va unos pasos por delante de ella, algo que ambos aceptan con comodidad, el actual presidente se siente a gusto tomando la iniciativa de la situación y ella se siente reforzada siendo la segunda, protegida, nada incómoda, ya que, él se para o disminuye la velocidad para esperarla pero ella no le adelanta, si él para, ella también lo hace.

En el primer minuto de aparición de ambos ya nos encontramos con los primeros toques en la espalda de Obama hacia Clinton, si veis la secuencia en vídeo, literalmente la guía, muestra el camino, la dirige, la gira, la mueve, marca los tiempos y ella está encantada de que lo haga.

Cuando la representante demócrata se planta en el atril para exponer su discurso, Obama sigue animando al público, aplaude, levanta sus brazos, a continuación se sienta pero no para quieto, su expresión facial y corporal son constantes, ilustrando y asintiendo continuamente cada frase de Clinton de forma incansable, aportando incluso un toque cómico a la situación, transmite emociones positivas que refuerzan y ensalzan la figura de Hillary. Fijaos en la postura que adopta éste mientras escucha, sentado de una forma desenfadada, natural con un punto chulesco que no hacen más que seguir proyectando, de forma espontánea, poder y liderazgo.

Cuando Obama pasa al atril, ambos se funden en un sincero y caluroso abrazo, del que puede interpretarse una verdadera amistad y estima personal entre los dos: hay contacto visual antes y después, no queda espacio que ellos, rompen la distancia íntima, su duración es amplia y no denotan malestar. Este el el único momento en el que es Hillary quién da los toquecitos en la espalda de Barack, en este momento del abrazo podría representar un refuerzo o énfasis del afecto hacia el otro.

Me gusta el estilo comunicativo de Hillary Clinton, es pasional, con muchos gestos ilustradores, mano en el pecho y alta expresión emocional en su rostro, pero si comparamos una conducta con otra a la hora de afrontar un mitin político, desde luego que tiene difícil llegar al carisma, fuerza, poder y liderazgo de su predecesor, además, por sus proyecciones de personalidad da la sensación de no encontrarse demasiado cómoda como primera de gobierno y funcionaría quizá mejor desempeñando un rol de vicepresidencia sin ser la cabeza visible pero con un gran peso en la toma de decisiones. Con estas observaciones, si me preguntaran: ¿Hillary Clinton sería apta para el puesto? Yo respondería que: Por supuesto que sí. Ahora bien, a la pregunta: ¿Se sentirá cómoda con éste rol y éste es afín a sus rasgos de personalidad? En este caso mi respuesta sería diferente…