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El ‘postureo’ de las semanas de la moda

La primera vez que pisé el Cibelespacio (o en otras palabras, el pabellón de Ifema en el que se celebra la Mercedes Benz Fashion Week de Madrid) era una cría. No me refiero que tuviera seis o siete años, porque había pasado con creces los 18, pero era una cría. Gané las invitaciones en un sorteo y acudí con una amiga a ese maravilloso mundo dónde todo el mundo parecía llevar lo último. Por azar de no sé qué destino mi amiga y yo conseguimos entrar a ver un desfile (ya que para entrar a los desfiles necesitas invitación y no te vale con la entrada del Cibelespacio).

Era el show que mostraba la colección otoño-invierno de Roberto Verino de hace siglos. Recuerdo entrar a la pasarela Mercedes Benz con la misma emoción con la que un madridista puede pisar el Bernabéu, un indio el Calderón, un beatlemaníaco The Cavern o un fan de la movida madrileña La Vía Láctea.

Carrusel de Jorge Vázquez. GTRES

Carrusel de Jorge Vázquez. GTRES

Veinte minutos más tarde bajé de aquellas gradas como si hubiera presenciado algo entre mágico y divino. Mi futuro se me reveló como si hubiera bajado el mismísimo arcángel Gabriel. Mis amigas soñaban con desfilar por una pasarela, yo soñaba con estar sentada en calidad de prensa analizando cada detalle de los modelos que se me pasaran por delante.

Desde ese año me las apañé para ganar siempre algún pase de Cibelespacio apuntándome a cuanto concurso que ofreciera entradas a ese mundo tan exclusivo. Y así hasta hoy. Hasta esta pasada edición que pude acudir por primera vez como prensa.

La cosa es que no sé si soy yo, que soy más mayor y me fijo en otras cosas, si es el Cibelespacio, que mucho ha cambiado o qué es, pero la Semana de la Moda madrileña no es lo mismo que era.

Es como si lo importante ya no fuera el hecho de que creadores españoles estén mostrando ideas que han desarrollado después de meses de trabajo. La importancia la tienen ahora los asistentes. La puerta giratoria del pabellón 14 ve entrar de todo: desde chándales exclusivos hasta tacones infinitos e incluso una que parece envuelta en un albornoz de baño. Cuanto más estrambótico mejor.

Estonoesotroblogdemoda. TUMBLR

Estonoesotroblogdemoda. TUMBLR

Si la primera vez que fui estuve durante dos horas pegada a la pantalla que emitía en directo los desfiles, bebiendo cada diseño sin tener apenas consciencia de que pasaba el tiempo entre los shows, ahora, las pocas que miran las pantallas están únicamente pendientes de cuánto les falta para acabar para conseguir su preciada Glamour o Vogue gratis, ya que los stands de las revistas las entregan al final de cada desfile.

La moda no ha cambiado. La moda sigue siendo emocionante y sorprendente. Hemos cambiado nosotros. Ya no estamos pendientes de verla. De los desfiles a los que pude asistir esta edición, me sorprendió encontrar como la mayoría de los asistentas lo seguían a través de la pantalla del teléfono. Demasiado ocupados en sacar la foto, video o snap de rigor para moverlo por sus redes sociales. Incluso alguna pedía una foto en medio del desfile. Un par hablaban, otros tecleaban contestando algún whatsapp… El respeto, la compostura y el saber estar se perdía en una espiral de documentar con la tecnología cada paso que vamos dando.

Solo algún que otro invitado, ya más cerca de la setentena, me maravillaba viendo como describía, emocionado, la forma o volumen que llevaba el maniquí que acababa de pasar por su lado. Y, más en concreto, aquellas que con papel y boli, como yo, tomaban nota de lo que iban viendo.

Es tal el ‘postureo’ que mientras muchas se aglomeraban en torno a una ex ‘triunfita’ para hacerse con ella una foto, el diseñador Roberto Torretta pasaba por su lado sin que supieran quién era aquel señor de jersey y bigote cano. Y no hablamos de un nuevo diseñador de EGO, hablamos del que lleva en la Cibeles desde 1996.

Cuando la mayoría de las asistentes al pabellón califican como más o menos satisfactoria la edición en función de lo que habían conseguido gratis de los expositores, en vez de por las creaciones de los diseñadores, es que algo está fallando.

Lo que no te atrevías a preguntar (pero deberías saber) sobre Victoria´s Secret

Roy Raymond, el fundador de Victoria´s Secret, quería crear la primera tienda de lencería en la que un hombre no se sintiera incómodo cuando fuera a comprarle prendas a la parienta (en serio, ¿habéis ido alguna vez a una tienda de lencería con un hombre? Si queréis pasar un buen rato, os lo recomiendo). La firma lencera más famosa del mundo le debe su nombre a la reina Victoria I de Reino Unido. Y no, el secreto de Victoria al que Raymond se refiere no eran las bragas de la reina, sino el corsé, esa prenda que se puso tan de moda en la época victoriana que servía para ensalzar los pechos las virtudes de quienes lo llevaran.

Su éxito comenzó cuando la marca fue comprada por The Limited, los que empezaron a realizar los Victoria´s Secret Fashion Show, o, en otras palabras, el único evento televisivo dedicado a una marca. Para el desfile, que requiere más de nueve meses de planificación, se seleccionan modelos en función de lo atractivas que les parezcan a otras mujeres, ya que el 98% de las clientas son féminas (somos consumidoras, pero no tontas). Y ojo, qué buen gusto tenemos, y sino, echadle un vistazo a algunas candidatas de este año:

http://allthingsvs.tumblr.com/post/125379795583


La estrella del desfile es, nada más y nada menos que, el Fantasy Bra, el sujetador del millón de dólares. “¿Pero por ese precio también plancha?” que preguntaría mi madre (según la buena mujer si algo es caro, debe ser muy útil, y por lo visto, nada más útil que planchen por ti). Pues no, no plancha, no está a la venta y se tardan más de 680 horas en confeccionarlo.

El Fantasy Bra forma parte de la segunda categoría de sujetadores, hay dos categorías: los ‘sujes’ que se hacen para llevar con ropa y los que se hacen para llevar sin ropa (guiño guiño). Es el sujetador más famoso del mundo al haber pasado por los pechos por las manos de varias modelos: Claudia Schiffer, Tyra Banks, Heidi Klum, Gisele Bündchen o Alessandra Ambrosio. Este año, la pieza le pertenece a Lily Aldridge (que digo yo que ya que es tan caro podían haberlo hecho un poco menos hortera).

http://allthingsvs.tumblr.com/post/132507283653/fireworks-fantasy-bra

Esta pieza de lencería, al igual que el largo de las faldas, puede predecir épocas de crisis y de crecimiento económico según un estudio realizado por CNBC. El de este año ‘solo’ cuesta 2 millones de dólares (calderilla en comparación con el de 15 millones que llevó Gisele en el 2000).

Imagino que os preguntaréis quién puede permitirse el sujetador. Nadie, literalmente. Estas piezas, que valen más que tu armario y el mío juntos, son diseñados exclusivamente para el desfile, después son desmontadas para volver a construir nuevos modelos, ya que tienen miles de piedras preciosas.

Aunque solo un Fantasy Bra fue vendido (el de 2012 por 2.5 millones), está el caso del sujetador que llevó Candice Swanepoel en 2013, único en la historia de Victoria´s Secret en comercializarse (un gran error en mi opinión. Si hubieran puesto un poco más de ganas y recursos igual les habría quedado una pieza con menos aspecto de ‘Todo a cien’).

A la izquierda, el Fantasy Bra (GTRES). A la derecha el primo lejano del Fantasy Bra (Victoria´s Secret)

A la izquierda, el Fantasy Bra (GTRES). A la derecha el primo lejano ‘choni’ del Fantasy Bra (VICTORIA´S SECRET)

El equivalente a la réplica del Fantasy Bra en el mundo de la repostería (PINTEREST)

Ahora que ya conoces el mundo de Victoria´s Secret solo te queda ver el desfile y, como el 95% de las mujeres, sentirte mal por no tener ese escultural cuerpo. Aunque… ¿y lo bien que sabe esa cerveza con las amigas? Eso, queridas mías, no puede dártelo ningún sujetador, por muchos millones que valga.