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El vello empieza a existir en publicidad (y hay que celebrarlo)

«PELO. Todo el mundo tiene. Incluso las mujeres. El mundo finge que no existe, pero existe. Lo hemos comprobado«.

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Así empieza el anuncio de una marca de maquinillas de afeitar con la que he conseguido sentirme identificada por primera vez en mi vida.

Ni escenas de piernas suaves como el mármol italiano ni tomas de bandas de cera pegadas a zonas de piel totalmente imberbes, sino pelo, pelo y más pelo.

La campaña no se queda en el vello de las axilas o de las piernas, sino que saca el del ombligo, de las ingles o el de los dedos de los pies (gracias, alguien tenía que hablar del tema algún día).

«Entonces, como quieras, cuando quieras o incluso si alguna vez quieres afeitarte, estaremos ahí» dicen los rótulos del anuncio. Y francamente, es imposible no verse reflejada, porque que levante la mano a la que le ha dado pereza depilarse y ha pasado de hacerlo.

Es un alivio ver que tratan la depilación como algo que puedes elegir, no como en la campaña publicitaria en la que una chica le decía a sus amigas que no podía acompañarles a la piscina por no estar depilada.

Como si por tener pelos tuviéramos que encerrarnos en una mazmorra alejadas de la luz del sol, no vaya a ser que la existencia de nuestros pelos corte la mayonesa o agrie la leche fresca.

La empresa promete vender productos de depilación y cuidado para el cuerpo libres del impuesto rosa (que si no sabes qué es, puedes enterarte aquí), lo que también se agradece, ya que no tenemos por qué gastar más por ser mujeres.

¿Lo mejor? Uno de sus lemas: «No te llamaremos ‘diosa’ por afeitarte las piernas. Lo prometemos».

Gracias por remarcar lo ridículos que son los anuncios de Venus Gillete. Ya era hora de que se mencionara. Ir con las piernas depiladas no nos convierte en deidades. Terminar a tiempo el TFG o montarte sola tus muebles del Ikea, sí.

¿Sabías que en el supermercado pagas más por ser mujer?

Hace un mes leí un artículo de Marie Claire que hablaba del pink tax o impuesto rosa. La tasa rosa es la forma en la que nos referimos a la diferencia de precio que hay entre dos productos idénticos simplemente por estar destinados a hombres o a mujeres. ¿Pero que eso está pasando hoy en día? Pues sí, increíble pero cierto. Aunque yo estaba tranquila, el artículo hablaba de Estados Unidos, de Reino Unido y, lo más cercano, Francia. Pero vamos, que aquí, en España, ni me imaginaba que pudiera pasar. ¡Por favor! Con lo espabiladas que somos que sabemos decirte si una amiga está enfadada, triste, feliz o con la regla simplemente leyendo un «Hola» en Whatsapp.

El #womantax o #taxerose (como se le conoce en las redes) también está presente en nuestro país. Escogí por azar varias webs de supermercados para comparar precios y en TODAS ELLAS encontré las mismas diferencias. Aquí os dejo algunos ejemplos para que veáis cómo nos la cuelan y de qué manera:

En el caso de ellos, el típico paquete de 10 unidades de cuchillas de afeitar sale a 0,90 euros (si mis cálculos no me fallan a 9 céntimos la maquinilla!), pero en nuestro caso, un paquete de 5 maquinillas (¡5! Que yo no sé vosotras, pero con 5 maquinillas no me hago ni los meses de verano) sale a 1,20 euros, es decir, 24 céntimos la unidad.

PicMonkey Collage

Capturas de pantalla de productos a la venta en elcorteingles.es

¿Y por qué? Es que nuestras cuchillas son mejores, más afiladas o de mejor calidad? Si nuestro pelo de las piernas fuera del grosor de una columna jónica lo entendería, pero no es el caso. Lo más curioso es que ambas maquinillas SON DE LA MISMA MARCA.

El desodorante, otra cosa que en mi vida se me habría ocurrido que fuera a estar involucrado en esta gigantesca trama. El modelo de una conocida marca vale 3,02 euros para ellos y 3,14 céntimos para ellas. Vale, ¡que ya lo sé! Que por muy becaria que sea, con 12 céntimos no compro nada, pero…¿en serio ves normal pagar 12 céntimos más por ser mujer? Vamos hombre, ¡es que no habría que pagar ni uno! Ya es bastante el pastizal que nos dejamos cada mes en tampones y compresas.

Pues no, no es justo. Pero no acaba ahí, según avanzo en la sección de Higiene Personal más me cabreo y más ganas me dan de ir al supermercado más cercano a protestar en contra del sistema encadenándome al muestrario de maquillajes. En cremas depilatorias masculinas encuentro el bote de 200 ml a 6,85 euros. La femenina también de 200 ml (envasada en su correspondiente tubo rosa) vale 9,99 euros. Más de 3 euros de diferencia entre una y otra. La única explicación que se me podía ocurrir antes de saber la existencia de esto es que la crema ‘de mujer’ tiene aloe vera, vitamina E… Pero ¿qué significa esto? ¿Que ellos no tienen derecho a cremas con aloe y vitamina E? ¿Que como las mujeres usemos una crema depilatoria masculina sin esos productos nos van a salir escamas?

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Diferencias escogiendo un chamú ALDEAGALEGA.COM

Los champús son un mundo. Cuando eres mujer y vas a un supermercado te pasas más tiempo leyendo las etiquetas que haciendo cola en la caja registradora: para pelo liso, rizado, teñido, seco, dañado, con siliconas, sin siliconas… Cuando eres hombre solo tienes uno: el champú normal (o como máximo anticaspa o anticaída). Mientras que un producto de marca blanca de un supermercado para hombre vale 1,59 o 1,79 euros el bote de 100 ml, el de mujer oscila entre 3,04, 7,95 (si es para pelo teñido) o 3,93 euros (para cabello rizado). Y francamente, si ellos pueden lavarse un pelo liso, rizado u ondulado con un champú ‘normal’ tú también puedes, créeme, no se te va a caer.

Las cremas faciales de hombres, en las que que por lo visto, todas las marcas se han puesto de acuerdo en que el gris es el color masculino perfecto para el packaging de cremas (no vaya a ser que vean algún color y piensen que echarse crema es algo femenino. ¡No por dios!) valen 8,20 euros (crema de día de 50 ml). Pero si eres mujer por lo visto tu piel necesita otro tipo de principios ya que la misma crema en un bote del mismo tamaño te cuesta 9,91 euros.

Hacerte mayor también te va a salir más caro. La crema antiedad de noche (bote de 50 ml) ‘for men‘ cuesta 9 euros, la nuestra, misma crema y mismo tamaño de frasco, 10,20 euros.

No digo que me creáis (porque yo hasta que no he visto la comparación de precio con mis propios ojos no lo hacía) pero os invito a que os fijéis en esto la próxima vez que os acerquéis a un supermercado y os preguntéis si de verdad queréis pagar más por lo que lleváis entre las piernas.

El pink tax según PICTOLINE.COM