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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Los viejos castaños de El Tiemblo, amenazados de éxito

Son unos árboles bellísimos en un bosque de ensueño. Pero pueden morir de éxito. Durante más de 500 años los castaños centenarios de El Tiemblo (Ávila) alimentaron a los vecinos con buenas castañas. El más viejo y grande todos ellos, El Abuelo, podía dar refugio entre su tronco ahuecado a un pastor con todo su rebaño de cabras. Pero eso era antes. Ahora acoge a tantos turistas día sí y día también que su salud se está deteriorando. Porque con los árboles centenarios hay amores que matan. Lee el resto de la entrada »

Mucho cuidado con ir al campo si hay cazadores cerca

Ocurrió el pasado fin de semana. Sábado por la tarde de un bello día otoñal en El Bierzo (León). Hace ya demasiado frío para salir a por setas, pero no tanto como para no darse un saludable baño de bosque. Paulino García, jubilado de 66 años, decide pasear junto a su mujer por el soto de un amigo, un lugar mágico tapizado de hojas secas y cuajado de frutos. Estaban apañando castañas para hacer el típico magosto, una castañada, cuando sonó salvaje un disparo de escopeta. Paulino cayó muerto de una perdigonada en el estómago. Un cazador le confundió con un jabalí.

Dice el refrán que las armas las carga el diablo, pero no es verdad. Las cargan por ejemplo los cazadores, y algunos las disparan a todo lo que se mueve. Según estadísticas oficiales, cada año muere en España una media de 20 personas por accidentes de caza y casi un millar resultan heridas. Pueden parecer pocas para los 800.000 aficionados españoles a esta actividad, pero muchos para los 46 millones restantes que preferimos el paseo calmado al disparo y muerte de entre 30 y 50 millones de animales salvajes cada año, además de muchos millones de especies protegidas consideradas por este colectivo como indeseables alimañas; que recogemos nuestras basuras y no entendemos que se siembre el campo con más de 6.000 toneladas del venenoso plomo de sus perdigones; que amamos nuestras mascotas y no entendemos el ahorcamiento de perros o su abandono.

Tampoco entenderé nunca que eso de disparar sea tan fácil. Que la Guardia Civil no obligue a los cazadores a advertir de su presencia, a acotar la zona donde disparan (el 80 % del territorio español es cinegético) para evitar estos accidentes. Para que si hay disparos fortuitos sean entre ellos y no a pobres jubilados que recogen castañas.

Actualización: Al hilo de las numerosas críticas a este post y más de medio centenar de comentarios con todo tipo de insultos, os incluyo el enlace de la última barbaridad: Encuentran tiroteada un águila imperial en La Janda, Cádiz, entre fincas cinegéticas. Estaba anillada y era objeto de segumiento científico. No haré comentarios.

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Los baños de bosque alivian las depresiones otoñales

Decía Pablo Neruda que en otoño la tierra se extiende y respira, mientras al mes y a los árboles se les caen las hojas. Manuel Machado se sentía “triste como una tarde del otoño viejo”. Yo prefiero la visión de Ángel González, maravillado por esas luces doradas que son fuego, o vida.

Todo esto me lo cuento durante mis baños de bosque, de naturaleza. Porque no sólo es posible darse baños de árboles. Es absolutamente necesario, especialmente en estas fechas donde, por culpa de la reducción de las horas de sol, el 30 por ciento de los españoles sufre la “depresión de otoño”. Será porque no conocen los baños de bosque, el mejor antidepresivo natural.

Los japoneses lo llaman Shinrin-yoku, tan famoso que hasta lo recomienda la Agencia Forestal nipona como saludable actividad anti estrés ligada a la aromaterapia.

La receta es sencilla y muy sabrosa. Madruga en fin de semana. Cálzate unas botas, elije el viejo jersey de lana, una buena cazadora y echa a andar por un bosque como quien se zambulle en las cálidas aguas del Mediterráneo. En silencio. Respirando plácidamente al ritmo del canto de las aves. Dejando que el viento se lleve los pensamientos, que el murmullo de tus pasos sea la mejor música. Agudiza el oído para disfrutar con el sonido único de pisar las hojarascas, los charcos, escuchar a las ramas susurrar secretos y agitar conciencias, recuerdos. Después de unas horas de paseo busca la compañía de un viejo árbol. Sentado junto a él saca el bocadillo o, mejor aún, una pieza de fruta, y disfruta del momento.  Olfatea. Tras las abundantes lluvias de esta semana, el olor a bosque, hojas, setas, castañas, barro nos reconcilia con nuestro pasado más natural. Y nos relaja infinitamente.

No hay duda. Los mejores paseos del año son ahora. Y si no tienes un bosque cerca, elije parques y jardines. ¿O eres de los que prefieren pasear por el centro comercial?

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