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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Registran en Cádiz el tremendo porrazo de un águila contra un aerogenerador

Águila

Los aerogeneradores matan aves y murciélagos cual guillotinas. No siempre, por suerte, pero sí cuando estos campos de turbinas se instalan en lugares de paso, en zonas muy transitadas por los animales y que enseguida los naturalistas empezamos a reconocer como puntos negros. Los cálculos hablan de 400 aves muertas al año por esta causa sólo en España. Lee el resto de la entrada »

Ecologistas califican algunas batidas de jabalí de peligroso «botellón armado»

Muchas y muy duras han sido algunas de las críticas que ha recibido mi artículo de la semana pasada sobre el peligro de salir al campo cuando hay cazadores cerca, escrito tras la muerte de un pobre jubilado que recogía castañas en El Bierzo y al que mataron de un tiro tras confundirlo con un jabalí. Ya van por 152 los comentarios, pero me he visto obligado a borrar otros 100 comentarios más donde se vertían graves insultos tanto a cazadores como a personas contrarias a la caza.

Al hilo de esta polémica, el Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (FAPAS) ha emitido un comunicado de prensa donde da más datos sobre este grave problema de seguridad. Según la veterana asociación conservacionista, las batidas al jabalí en importantes zonas de Castilla y León están “descontroladas” y son un peligro para personas y fauna.

No son anticaza. De hecho, afirman que «las batidas de jabalí en zonas de especial valor, practicada de forma moderada, pudieran resultar aceptables o de utilidad bajo un riguroso control y respetando los principios legales que las regulan».

Sin embargo, y según el FAPAS, la realidad en Castilla y León es que muchas batidas se practican en su expresión más anárquica y desordenada, sobre todo en aquellas donde la titularidad recae en la Junta de Castilla y León o tiene responsabilidad en ellas ante la presencia de algunas especies catalogadas en peligro de extinción como el oso pardo o el urogallo cantábrico.

En opinión de este colectivo, la Junta de Castilla y León auspicia e impulsa en muchos lugares un régimen de pseudo-anonimato para esta actividad, convirtiéndose en un literal “botellón armado”, una de las modalidades de caza más agresivas y de mayor riesgo.

Este descontrol convertiría a las áreas rurales en lugares de habituales “emboscadas” para todo administrado, sea vecino ocioso, atareado propietario o sorprendido turista por la intencionada falta de publicidad de las mismas. Y como prueba de ello, los ecologistas dan un preocupante dato. En su opinión, es casi norma que ni la Guardia Civil ni los propios Agentes Medioambientales de la administración autonómica sean conocedores de la práctica de esta peligrosa modalidad cinegética.

Armas de caza, alcohol y escaso respeto a la ley. Visto así da miedo. Por eso me gustaría conocer tu opinión.

¿Consideras estas afirmaciones del Fondo para la Protección de los Animales Salvajes una exageración sin fundamento?

¿Una generalización interesada donde las malas prácticas de unos pocos perjudican a una mayoría respetuosa con las normativas y las leyes?

¿O cada vez te da más miedo salir a campo no te vayas a encontrar con alguna bala perdida?

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Mucho cuidado con ir al campo si hay cazadores cerca

Ocurrió el pasado fin de semana. Sábado por la tarde de un bello día otoñal en El Bierzo (León). Hace ya demasiado frío para salir a por setas, pero no tanto como para no darse un saludable baño de bosque. Paulino García, jubilado de 66 años, decide pasear junto a su mujer por el soto de un amigo, un lugar mágico tapizado de hojas secas y cuajado de frutos. Estaban apañando castañas para hacer el típico magosto, una castañada, cuando sonó salvaje un disparo de escopeta. Paulino cayó muerto de una perdigonada en el estómago. Un cazador le confundió con un jabalí.

Dice el refrán que las armas las carga el diablo, pero no es verdad. Las cargan por ejemplo los cazadores, y algunos las disparan a todo lo que se mueve. Según estadísticas oficiales, cada año muere en España una media de 20 personas por accidentes de caza y casi un millar resultan heridas. Pueden parecer pocas para los 800.000 aficionados españoles a esta actividad, pero muchos para los 46 millones restantes que preferimos el paseo calmado al disparo y muerte de entre 30 y 50 millones de animales salvajes cada año, además de muchos millones de especies protegidas consideradas por este colectivo como indeseables alimañas; que recogemos nuestras basuras y no entendemos que se siembre el campo con más de 6.000 toneladas del venenoso plomo de sus perdigones; que amamos nuestras mascotas y no entendemos el ahorcamiento de perros o su abandono.

Tampoco entenderé nunca que eso de disparar sea tan fácil. Que la Guardia Civil no obligue a los cazadores a advertir de su presencia, a acotar la zona donde disparan (el 80 % del territorio español es cinegético) para evitar estos accidentes. Para que si hay disparos fortuitos sean entre ellos y no a pobres jubilados que recogen castañas.

Actualización: Al hilo de las numerosas críticas a este post y más de medio centenar de comentarios con todo tipo de insultos, os incluyo el enlace de la última barbaridad: Encuentran tiroteada un águila imperial en La Janda, Cádiz, entre fincas cinegéticas. Estaba anillada y era objeto de segumiento científico. No haré comentarios.

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La caza es peligrosa: 20 cazadores muertos en un año

Estas son las cifras menos conocidas de la caza en España, las de las víctimas humanas registradas por disparos accidentales propios o de compañeros durante jornadas de caza.

El año pasado murieron en España por esta razón 20 cazadores, 13 sufrieron graves heridas que les acarreó una invalidez grave, y 846 sufrieron lesiones de menor gravedad.

Esta escalofriante estadística de muertos y heridos se une al impacto natural de un supuesto deporte claramente minoritario (lo practican un millón de españoles, apenas un 4% del total de la población española), responsable de matar entre 30 y 50 millones de animales salvajes, además de arrojar al campo 6.000 toneladas de venenoso plomo en forma de perdigones. Responsable igualmente de la muerte ilegal de decenas de miles de especies protegidas, unas veces por considerarlas alimañas y las más tan sólo por el placer de matarlas. Responsable impune de mantener muchos de ellos en condiciones precarias a sus perros, ahorcando a los galgos o abandonándolos en el campo cuando consideran que ya no sirven, o mal cuidándolos durante las épocas de veda. Por no hablar de la tragedia de las rehalas de caza mayor, una tortura a los perros que podéis conocer con más detalle en el terrible post escrito por mi compañera Melisa Tuya en su siempre interesante blog Animales en adopción.

La caza es peligrosa para los propios cazadores, para los que paseamos pacíficamente por el campo y también para todos los animales, pero nada hay más fácil que hacerse cazador, conseguir una licencia de armas y salir al campo a pegar tiros.

Así lo acaba de poner de manifiesto Ecologistas en Acción, para quien las Comunidades Autónomas han querido hacer tan fácil y asequible el examen del cazador, que éste se ha convertido en un mero trámite fraudulento. En Cantabria y Baleares todavía no existe tal prueba de acreditación de aptitud y conocimientos, a pesar de estar obligadas a desarrollarla por Ley desde hace 20 años. Y en el resto carecen de pruebas prácticas, o sólo se obliga a realizarlo a los cazadores noveles y no a todos.

En Galicia, por ejemplo, el subdirector de Caza y Pesca de la Consejería de Medio Ambiente ha quitado importancia al examen que deberán sortear los novatos este año para poder pasearse por el campo con una escopeta al hombro:

“No serán preguntas complicadas, se aprobará acertando la mitad de las preguntas y los errores no restan”.

Y es que, según parece, hasta el más tonto puede ser cazador.