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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

Breve manual para disfrutar del paisaje mientras paseas

Paseando por el bosque. Foto Pixabay

Acabo de termina de leer un librito que es una auténtica maravilla, un tesorillo de papel, una joyita para tener siempre en la mesita del dormitorio, junto a la cama, y poder disfrutarlo en píldoras de hermosa felicidad literaria, tómese al menos dos párrafos antes de ir a dormir.

No hay peligro de sobredosis si uno se engancha al texto y lo lee de una sentada. Bueno, en realidad sí que lo hay. Su efecto secundario principal es que a uno le entran unas ganas locas de salir a pasear por las montañas más solitarias del mundo. A donde, por cierto, se recomienda también llevar este librito de bolsillo en cuestión, no tengamos una recaída y necesitemos del subidón contemplativo que emana de su bella prosa.

Los Alpes en invierno. Ensayos sobre el arte de caminar (Siruela, 2018) fue escrito entre 1871 y 1902 por Leslie Stephen (Londres, 1832-1904), pionero del alpinismo y padre de la famosa escritora Virginia Woolf

¿Necesitas razones para salir a pasear? Este libro te las da a manos llenas.

¿Necesitas razones para disfrutar de lo pequeño e insignificante aún en tus peores días? Este libro te las ofrece a raudales.

Y ojo, de vez en cuando debes recordar cuándo fue escrito. Segunda mitad del siglo XIX. Efectivamente, si nos despojamos de móviles y redes sociales tontas descubrimos con sorpresa que no hemos cambiado nada en todo este tiempo. Seguimos siendo unos románticos contemplativos. Seguimos asombrándonos con el paisaje exactamente igual. Seguimos disfrutando del paseo pausado, tanto ahora como en época victoriana.

Un ocaso inolvidable

Son tres relatos cortos, pero curiosamente el que da título a la publicación, «Los alpes en invierno», no es en mi opinión el más interesante. Mi favorito es el primero, «La puesta de sol desde los altos del Mont Blanc«. También era el preferido de Leslie Stephen según Virginia Woolf.

Cuánta envidia he sentido al leer unas descripciones tan hermosas, cuánto me gustaría poder expresarme así después de subir una montaña, aunque no fuera ni parecida a los 4.810 metros de la cima más alta de los Alpes.

Un relato que no cuenta cómo lo corona sino algo aún más difícil, cómo asiste extasiado al atardecer desde esas alturas, un espectáculo que cuando él lo disfrutó un 6 de agosto de 1863 apenas lo habían presenciado media docenas de humanos.

«Prendió el rosáceo resplandor en los neveros altos de los picos, uno detrás de otro, y brillaron cual señales luminosas en las franjas de luz pálida y delicada que les abría el ocaso».

Y luego aparece la sombra creciente del Mont Blanc, tan impresionante como la que yo he podido disfrutar desde la cima del Teide pero infinítamente mejor narada. Solo esas pocas páginas merecen la lectura del libro entero.

Elegía al caminante

El tercer y último ensayo es una oda al caminante a través de sus experiencias personales y las de numerosos autores que han sido entusiastas en el popular arte del caminar.

Y es que, como decía don Miguel de Cervantes Saavedra,

«El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho«.

Nada mejor que un buen paseo

Sostiene Leslie Stephen que no ha encontrado ningún sitio en el que fluya tanto la conversación como en el paseo placentero por el campo.

Elogia también «el placer de buscar atajos y perderse, pero llegar a sitios únicos que de otra manera nunca habrías visitado».

Incluso, si hace falta, hay que saltar vallas y meterse en propiedades privadas, única manera de ver lo que muy pocos han visto.

Disfrutar de la vida

Stephen recorrió el mundo cuando una gran parte estaba todavía inexplorada. Tuvo experiencias únicas en todos los sentidos. Pero al final de sus días él mismo se hace en el libro una pregunta demoledora:

¿Qué parte de la vida ha sido la bien empleada?

No tiene duda: “Aquella que he disfrutado a conciencia”. Yo opino lo mismo.

Vuelve a la ciudad, a la rutina, y todo lo vivido le parece a Stephen un lejano recuerdo. Pero tampoco eso es malo, nos advierte, justo lo contrario, pues sabe que nada hay mejor que vivir de los sueños. Esta frase de su libro la tendríamos que enmarcar en cada casa:

“Menos mal que, a veces, los sueños son la realidad más terca y la mejor; si no, el mundo sería insoportable”.

Y para terminar, una cita espléndida:

“Para llegar a los Montes Deleitosos hay que subir caminando”.

Ficha técnica

  • Título: Los Alpes en invierno. Ensayos sobre el arte de caminar
  • Autor: Stephen, Leslie (1832-1904)
  • Editorial: Ediciones Siruela
  • Fecha de la edición: 2018
  • Lugar de la edición: Madrid. España
  • Colección: Biblioteca de Ensayo / Serie Menor
  • Encuadernación: Rústica
  • Páginas: 144
  • Dimensiones:105 mm x 150 mm
  • Precio: 11,95 euros

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3 comentarios

  1. Dice ser Antonio

    Interesante. Gracias por compartirlo César-Javier. Voy a buscar dicho libro, que no conocía. Me gusta caminar, me gusta el senderismo, y sobre todo, la serenidad que te da el contemplar la naturaleza. El saber que todo es transitorio, y sabemos, mientras caminamos, que ese recorrido que hacemos a lo largo del sendero es único, tiene principio y fin, como nuestra vida.

    30 diciembre 2018 | 13:06

  2. Precisamente me lo regalaron estas Navidades. Es una pequeña maravilla.

    02 enero 2019 | 11:01

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