Max Verstappen fue, sin duda, el piloto del día en el pasado GP de Brasil con una vistosa remontada bajo la lluvia de Interlagos que lo consagró como uno de los mejores pilotos de la parrilla. Lo que hizo fue espectacular y hay que aplaudirle, por supuesto.
Pero en los últimos días he leído tal cantidad de elogios hacia el holandés, que creo necesario poner algo de cordura. He visto, por ejemplo, comparativas con Ayrton Senna y Michael Schumacher entre otros panegíricos que me parecen un tanto precipitados.
Y es que la remontada de Verstappen, aunque espectacular y meritoria, tuvo una explicación: Max fue el piloto que más tarde cambió sus neumáticos y afrontó las últimas vueltas con una clara ventaja técnica sobre sus rivales.
En este gráfico de Pirelli se puede ver cómo Verstappen cambió sus neumáticos en la vuelta 54, mientras que la mayoría de los rivales a los que adelantó estaban sufriendo con unas gomas montadas en la vuelta 28. Una diferencia de 26 vueltas en unos compuestos no es para nada despreciable:
También he llegado a leer que Verstappen hizo en Interlagos la mejor carrera de la historia sobre agua, apreciación que también me parece, como mínimo, exagerada.
Sin pensar demasiado se me ocurren unas cuantas mejores (Senna en Mónaco 1984, de la que ya hablé en su día; Schumacher en España 1996; Button en Canadá 2011…). Eso sin contar las exhibiciones de un tal Fernando Alonso en mojado, que darían para escribir un libro, aunque me voy a quedar con una: el GP de Hungría de 2006.
En aquella carrera Fernando firmó las que muchos consideran mejores vueltas de la historia sobre agua en un prodigioso arranque de Gran Premio en el que escaló del puesto 15 al tercero en cinco vueltas (con adelantamiento a Schumacher incluido).
Solo un error de sus mecánicos en boxes le impidió ganar esa carrera, pero su pilotaje quedó para la historia. Aquí podéis disfrutar recordando esos momentos:
PD. La carrera de Hungría 2006 va dedicada a la cuadrilla antialonsera que dice que Fernando no sabe pilotar en mojado…
