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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Las avispas asesinas, lo más preocupante de 2015

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El año 2015 mantiene a La Crónica Verde como uno de los blogs medioambientales con mayor impacto de toda la blogosfera mundial en lengua castellana.

Terminamos el mes de diciembre superando este año los 1.263.200 usuarios únicos; más de un millón de amigos y amigas interesados por el medio ambiente. Y con un centenar largo de nuevos artículo publicados.

¿Sabes cuáles han sido los más temas que más nos han preocupado a lo largo de estos 365 días? A continuación te dejo el ranking comentado de 2015. Lee el resto de la entrada »

Estamos matando a nuestros hijos a cucharadas

obesidad

Comparto con el mediático cocinero británico Jamie Oliver su preocupación por nuestros (malos) hábitos alimentarios.

Comparto sus críticas a esa comida de catering que diariamente dan a nuestros hijos en los comedores escolares y luego reforzamos los fines de semana llevándolos a hamburgueserías y pizzerías.

Comparto sus elogios hacia los productos frescos y nutritivos, sus críticas salvajes (y merecidas) hacia la comida preparada, transformada, congelada, trufada de conservantes, antioxidantes, espesantes, colorantes, aromatizantes, estabilizantes, emulgentes, gelificantes, antiespumantes, antipelmazantes, antiaglutinantes, humectantes, correctores, acidulantes, potenciadores, edulcorantes y una larguísima panoplia de productos químicos de síntesis.

Comparto su lucha contra los refrescos azucarados y las leches coloreadas para imitar ese chocolate, fresa o vainilla que no tienen.

He firmado en change.org su petición para que en los colegios de todo el mundo exista una asignatura obligatoria en educación alimentaria; para que entre las competencias básicas de todo joven se incluya el saber hacer al menos 10 recetas de cocina diferente.

Pero también estoy de acuerdo con el dietista-nutricionista y bloguero de 20 Minutos Juan Revenga en que la auténtica revolución de la comida la debemos hacer en nuestras casas.

La culpa es nuestra y de nadie más. Porque en el pecado de este sistema de vida urbano, estresante, frenético, sin tiempo para preparar un guiso y ni tan siquiera para pelar una naranja, llevamos nuestra penitencia, terrible penitencia: 42 millones de niños menores de cinco años padecen sobrepeso u obesidad en el mundo, muchos de ellos con un tipo diabetes que hasta hace poco sólo se desarrollaba a partir de los 40 años.

En un espeluznante reportaje Jamie se lo explicaba así a una madre norteamericana que no paraba de llorar. “Estoy matando a mis hijos con toda esta comida basura”, le venía a decir al cocinero.

Y éste, también lloroso, le respondía: “Es verdad, los estás matando, pero aún estás a tiempo de evitarlo”.

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Impuestos para combatir la obesidad

Andan los ánimos encendidos en México, pero sobre todo en Estados Unidos, respecto a la posibilidad de cobrar un impuesto que grave el consumo de refrescos, zumos y bebidas energéticas. ¿La razón? Que engordan. Según los expertos, por cada lata o vaso extra de bebida azucarada consumida al día por un niño, sus posibilidades de volverse obeso aumentan un 60%. Y la mejor manera de reducir este consumo es encareciéndolo, como ya se hace con el tabaco y el alcohol. Paralelamente, las arcas estatales incrementarían sus recursos para hacer frente al creciente gasto médico provocado por esa nueva epidemia de los países ricos llamada obesidad. También (y especialmente) para reducir sus déficits. Ya puestos, los analistas más osados acarician la idea de imponer un impuesto a las grasas y hasta al chocolate.

Ciudades como Nueva York o Filadelfia podrían ser las primeras en aprobar tan polémico canon, encareciendo así la popular lata roja en casi un 15%.

Soy el primero en aborrecer este tipo de bebidas artificiales. Nada como el agua natural, como un buen zumo, para quitar la sed. Pero estoy decididamente a favor de la educación, de la concienciación de la población sobre los indiscutibles beneficios de una alimentación sana y equilibrada. Criminalizar el consumo a golpe de multa o impuesto me parece intolerable. Perjudicará como siempre a los más pobres. Y nos arrojará a los brazos de las bebidas edulcoradas con productos tan perjudiciales para la salud como el aspartamo.

Como diría mi padre, están empeñados en que nos muramos todos bien sanos. Y bien pobres, empecinados en freírnos a toda clase de impuestos y multas, siempre por nuestro propio bien. Con tanta vida sana, tantas tablas calóricas, tanto control de la sal y el azúcar, del café y el tabaco, de los helados y las chuches, nos acabará pasando como al del chiste. No viviremos más años pero, sin todos esos pequeños placeres de la carne, la vida se nos hará eterna.

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