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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

Las tortugas del Mediterráneo ya comen tanto plástico como peces

Plásticos encontrados en el estómago de una tortuga boba. Foto: CRAM

Los plásticos se han convertido en el gran problema del siglo XXI y en una de las más preocupantes fuentes de contaminación de la naturaleza. Están ya por todas partes, pero especialmente se hacen más evidentes en el mar, a donde inevitablemente van muchas de nuestras basuras.

La vida marina ya está plastificada por su culpa. Incluso las tranquilas tortugas son incapaces de evitar esta intoxicación que puede terminar enfermándolas e incluso matarlas.

En el Mediterráneo, más del 90 % de las tortugas marinas atendidas por la Fundación CRAM presentan plásticos en sus estómagos de tamaños visibles a simple vista. Nueve de cada diez tortugas, que se dice pronto. Podría decirse que ya comen tanto plástico como peces.

Plásticos encontrados en el aparato digestivo de tortugas del Mediterráneo. Foto: CRAM

Un mar de plásticos en sus estómagos

Durante el año 2022 han sido atendidas desde el Área de Clínica y Rescate de la Fundación CRAM un total de 70 tortugas marinas, 69 ejemplares de tortuga boba Caretta caretta y un ejemplar de tortuga verde Chelonia mydas. De éstas, se han obtenido un total de 54 muestras, entre heces y contenido digestivo, apareciendo plástico a nivel macroscópico en el 92,6% de las muestras analizadas.

Éste es el cuarto año de seguimiento de la contaminación por plásticos en tortugas que la Fundación CRAM realiza con la colaboración de Quadpack Foundation. Consiste en analizar sus heces, el contenido digestivo en el caso de las necropsias y el número de animales enredados en basura marina. Todo ello con el fin de estudiar el contenido de macroplásticos que tienen y diferenciarlo en diferentes categorías.

Bioindicadores a su pesar

Las tortugas marinas tienden a ingerir desechos plásticos o a enredarse en ellos, tienen una gran distribución espacial y utilizan todos los compartimentos marinos (desde el fondo a la superficie), lo que las convierte en un gran bioindicador del estado de contaminación de los mares.

Durante el año 2022, se han analizado un total de 47 muestras de heces de tortuga marina en recuperación y en el 91% de ellas han aparecido restos de plástico, siendo el más habitual el tipo lámina (31%), seguido de filamentos (14%) y de fragmentos plásticos (11%).

También se han obtenido muestras de las 7 necropsias a tortugas marinas realizadas en el 2022, hallándose restos plásticos en todas. La acumulación de plásticos en el tracto digestivo no fue la causa de la muerte de estos individuos, pero en varios casos sí produjo enteritis severa, lo que según el CRAM provoca dolor, anorexia y compromete inmunológicamente al animal.

Por ello se especula que los efectos del plástico podrían ser causa de que las tortugas sean más susceptibles a amenazas, principalmente el ser capturadas accidentalmente por arrastre, suponiendo un problema para su salud y su conservación.

También han sido atendidas 2 tortugas marinas con mallas enredadas en las aletas, siendo necesaria la amputación en uno de los casos. En el caso de encontrar un animal enredado, nunca se debe retirar el material causante del enmalle, y se debe llamar inmediatamente al 112 para procurar una asistencia veterinaria que aumente las posibilidades de recuperación del animal, señala la Fundación.

¿Menos plásticos en el mar?

En julio de 2021 entró en vigor la norma europea que prohíbe la venta de cualquier producto fabricado con plástico oxodegradable, con microesferas de menos de 5 milímetros, como bastoncillos de algodón, cubiertos de plástico, platos, pajitas, palitos agitadores de bebidas, el palo de los globos, los recipientes de poliestireno expandido y los vasos de ese mismo material.

La alternativa son productos similares pero fabricados de papel, cartón o fibras naturales. Puede parecer contradictorio el aumento de plástico encontrado en heces y contenido digestivo con la prohibición en su venta, pero lo cierto es que la acumulación en mares y océanos es de tal magnitud que probablemente todavía se tardará décadas en notar una reducción de su presencia en el medio natural.

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