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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

La senda del oso, puro disfrute (sin sustos) por la Montaña Palentina

Bosque en la Senda del Oso. Al fondo, el Pico Tres Mares nevado. Foto: C.J. Palacios

¿Puede haber algo más disfrutón que un oso relamiendo un dulce panal de miel?

Lo hay. Se llama «La Senda del Oso«, en Cervera de Pisuega. Porque gozar este sendero que atraviesa el corazón boscoso y salvaje del Parque Natural Montaña Palentina es lo más parecido a hacer el oso goloso con un paisaje espectacular.

Fui allí a catar un paisaje maravilloso. A catarlo y a pasearlo, claro. Tuve la suerte de poder degustarlo como mejor se puede disfrutar el campo: acompañado por buenos amigos. Javier Valenzuela, director de Comunicación de la Fundación Patrimonio Natural. Y Minerva Archaga, guía ecoturística y monitora de la Casa del Parque Montaña Palentina.

Este vídeo que acabo de grabar allí y he subido a mi canal de YouTube seguro que te va a abrir todas las papilas gustativas. ¿Te vienes de pateo? Vamos a conocer muchas cosas de los osos, de los lobos y hasta de los gatos monteses palentinos. ¡Y sin sustos!

Una ruta sencilla para hacer en familia

La Senda del Oso es una ruta facilísima de hacer. Super cómoda, bien señalizada y diseñada para todos los públicos. Son 12 kilómetros de una ruta circular que puede parecer mucho, pero que haces en menos de cuatro horas.

Y si no has tenido la precaución de meter un buen bocata en la mochila, al terminar tienes en Cervera de Pisuerga una amplia oferta de buenos bares y restaurantes donde recuperar fuerzas y algún que otro kilito de más.

Inicio de la Senda del Oso en Cervera de Pisuerga. Foto: C.J. Palacios

Aprovechando que el Pisuerga pasa por Cervera

La ruta comienza en el puente de San Roque de Cervera de Pisuerga. Desde allí ascendemos por la margen derecha del río entre bosques de ribera y prados con hermosas vacas hasta llegar al pueblo de Arbejal, al que entramos por un monumental puente de piedra. Esta localidad fue antiguo señorío de la Orden de Malta, casi nada.

Desde allí caminaremos hacia el vallejo de Congosto para llegar a las orillas del embalse de Requejada, donde pasaremos al lado de una antigua cantera de la que se extrajo la piedras para construir el pantano ¡Menudo tajo!

Remontando el valle que sale de la cantera entramos en un denso robledal que asciende a las cimas de Peñas Negras. El mirador del Portillo de Carro nos regala una bella panorámica de la Montaña Palentina, el valle del Pisuerga y las montañas que lo escoltan, como el Macizo de Curavacas y las Sierras de Peña Labra y La Peña.

Continúa la senda hasta el Chozo del Tremedal, una construcción increíble que parece sacada de la aldea gala de Asterix, levantada en una pradera hermosísima. Luego ya todo es bajada plácida a Cervera de Pisuerga, final de la ruta.

¿Y se ven osos?

Se ven fácilmente sus cacas, inmensas. También puedes descubrir sus huellas impresas sobre el barro; yo encontré una en la que cabía mi mano entera. O encontrar sus pelos enganchados en la corteza de los árboles contra las que se restriegan y afilan las zarpas. Igualmente identificarás como suyos los mordiscos que les meten a las señales de madera de la senda, no está muy claro si es porque les gusta su sabor o porque no les gustan las visitas. Pero osos, lo que se dice osos, es muy difícil que veas alguno. Porque es casi imposible.

Seguro que ellos te verán de lejos, están en el bosque, pero se esconden porque nos tienen más miedo que a un nublado.

Y no les falta razón. Durante miles de años los hemos cazado hasta prácticamente extinguirlos. Así que nadie piense que ver osos es como ver vacas en los prados. En la naturaleza los bichos salen despavoridos con solo olernos.

No verás osos, pero si caminas en silencio y tienes mucha suerte, quizá te encuentres con algún gato montés. Y es que aquí están las mayores y mejores poblaciones de este escurridizo y amenazado gato salvaje.

Restos de un ciervo cazado por los lobos. Foto: C.J. Palacios

Cuidado con (los rastros de) los lobos

Tampoco se ven lobos, pero los hay. Solo que al igual que los osos y los gatos monteses, cuando nos ven nos huyen. Nunca te atacarán, no te preocupes.

Lo que sí me ha sorprendido es la cantidad de excrementos y señales de lobo que se pueden ver caminando con un poco de atención por esta senda. Y es que aquí los lobos tienen toda la comida salvaje que quieren. Hay mucho jabalí, corzo y ciervo, a los que cazan con relativa facilidad.

De hecho, como puedes ver en el vídeo, nos encontramos en el camino la pata de un ciervo que se había merendado una manada lobuna no hacía muchos días.

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