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Alfred López 09 de enero de 2023
A través de mi perfil @yaestaellistoquetodolosabe2 en la red social Instagram me preguntan de dónde proviene la expresión ‘Que tu mano izquierda no sepa lo que hace la mano derecha’.
Se trata de una frase proverbial, muy utilizada y que podemos encontrar que se dice o escribe de diversos modos e incluso cambiando el orden de las manos, entre ellos: ‘Que no vea tu mano derecha lo que hace tu mano izquierda’, ‘Que no vea tu mano izquierda lo que hace tu mano derecha’, ‘Que tu mano derecha no vea lo que hace tu mano izquierda’, ‘Que no sepa tu mano izquierda lo que hace la diestra’, ‘Que tu diestra no sepa lo que hace la siniestra’…
Su origen lo encontramos en un pasaje bíblico, concretamente en el capítulo 6 del Evangelio de San Mateo titulado ‘Jesús y la limosna’, en el que el versículo 6:3 dice: ‘Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha’.
El capítulo completo es el siguiente:
Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.
Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
Encuentra más curiosidades como esta leyendo otros post de este blog o en mi libro ‘El listo que todo lo sabe ataca de nuevo. Palabras y palabros’
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Alfred López 02 de junio de 2022
A través de mi perfil @curiosisimo (en la red social TikTok), me preguntan de dónde proviene la expresión ‘Hacer algo a mansalva’.
Suele utilizarse la locución ‘a mansalva’ para indicar que algo se ha llevado a cabo con gran seguridad y sin correr peligro o de una manera abundante.
Curiosamente son dos tipos de acepciones bastantes distintas la se le dan, aunque ambas acaban estando relacionadas cuando se conoce su etimología.
Según indican un gran número de fuentes y diccionarios consultados, la locución podría provenir de algún tipo de expresión de origen militar, como ‘Disparar a mano salva’; la cual se utilizaba para indicar que un soldado que tenía suficientes municiones (en abundancia), en un momento de ataque, podía utilizar su arma para repeler o defenderse sintiéndose seguro y sin correr peligro frente a su enemigo. También aparece recogida en la forma ‘a mano salva’ en textos del siglo XVI y XVII (entre ellos en El Quijote) donde se utiliza para indicar que algo se hacía sin peligro.
La forma ‘a mano salva’ (como ocurre en numerosas locuciones) acabó contrayéndose y perdiendo una de sus vocales (aféresis) quedando en la forma ‘a mansalva’.
Apareció recogida por primera vez en el Diccionario Usual de la RAE en su edición de 1884 con la acepción de ‘Sin ningún peligro; con toda seguridad’ y no ha sido hasta fechas recientes cuando se ha incorporado con el significado de ‘En gran cantidad o abundancia’, el cual se ha originado a través del uso popular de la locución.
Lee y descubre el curioso origen, historia y etimología de infinidad de palabras y palabros
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Fuentes de consulta: RAE / Nuevo tesoro lexicográfico / Fundéu / stackexchange / Diccionario del español actual / Diccionario de uso del español de María Moliner / Curiosidades etimológicas de Salvador Diego Navas
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Alfred López 13 de mayo de 2020
A menudo me topo con alguna publicación en la que se da una explicación totalmente errónea o falsa sobre el origen de una expresión o término. Algunas veces el error de debe al desconocimiento por parte de quien lo ha escrito, publicado o compartido y otras como divertimento de alguien con el fin de engañar (tomar el pelo) a los lectores. También son muchos los seguidores de este blog, mis libros y redes sociales que contactan conmigo con el fin de consultarme si una etimología que les ha llegado es cierta o no.
Uno de los problemas es que en ocasiones hay medios de comunicación que las dan como ciertas y utilizan esos bulos como información real e incluso hay quien me ha recriminado que un post mío era erróneo porque había leído algo distinto en otra lado (cuando el erróneo era el otro).
En este post, otros próximos y en anteriores (esta es la tercera entrega) os voy a ir trayendo algunos de esos bulos o ‘etimologías fakes’ que la gente suele creerse a pies juntillas y las comparte masivamente como si fueran ciertas.
Declarar, explicar y denotar con seguridad y verdad algo, normalmente relacionado con el mundo judicial
Bulo: La etimología falsa, y ampliamente extendida, del término ‘testificar’ es la que explica que los romanos juraban decir la verdad apretándose los testículos con la mano derecha.
Verdad: El vocablo proviene de ‘testigo’ y ésta a su vez viene del antiguo vocablo íbero ‘testiguar’, derivado del latín ‘testificare’, el cual está compuesto de ‘testis’ (testigo) y ‘facere’ (hacer) y nada tiene que ver etimológicamente con los testículos o el hecho de apretárselos a la hora de jurar, pues, evidentemente, no existe ni una sola prueba histórica de que lo hicieran.
Tener destreza y habilidad para conseguir algo frente al esfuerzo físico.
Bulo: El bulo alrededor de esta famosa expresión explica que su origen proviene de la época del Primer Sitio de Zaragoza (1808) en el que las mujeres zaragozanas (con Agustina de Aragón al frente) defendieron la Puerta del Carmen, acabando con la vida de 4312 soldados franceses y que, de ahí, surgió la expresión haciendo referencia a maña como gentilicio coloquial para referirse a las aragonesas.
Verdad: El término ‘maña’ de esta locución no hace referencia a las aragonesas sino a la astucia, habilidad y destreza de una persona (no importa el sexo). Este vocablo proviene del latín vulgar *mania, utilizado antiguamente para referirse a una ‘habilidad manual’ y que no tiene conexión alguna con el gentilicio aragonés, el cual proviene etimológicamente del latín ‘magnus’ usado para designar a aquellas personas magnas, importantes y grandes. Además, existe constancia del uso de la expresión ‘Más vale maña que fuerza’ varios siglos antes de producirse el Sitio de Zaragoza de 1808, encontrándonos (entre otros textos) que el célebre escritor Pedro Calderón de la Barca la utilizó, literalmente, en una de sus obras (‘Cada uno para sí’) publicada en el año 1661.
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Alfred López 22 de abril de 2020
La expresión ‘Tirar la piedra y esconder la mano’ se utiliza para indicar la maldad e hipocresía de alguien en algún asunto. También para señalar el hecho de provocar una disputa o conflicto y hacerlo de modo anónimo o negando haberlo hecho.
Varias son las fuentes que indican que esta locución se originó a raíz de otra que aparece en un pasaje bíblico; concretamente en el Nuevo Testamento (Juan 8:7) en el que aparece el siguiente texto:
[…]Y Jesús se fue al monte de los Olivos.
Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a él; y sentado él, les enseñaba.
Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio,
le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio.
Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?
Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo.
Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. […]
Pero, aunque el mencionado pasaje habla de arrojar una piedra, en ningún momento hace mención o se intuye que hay referencia alguna a esconder la mano (o sea, a hacerlo a escondidas).
La mayoría de expertos señalan que el origen de la expresión se encuentra en la obra ‘El banquete’, escrita por el filósofo griego Platón en el siglo IV a.C. y en el que se puede encontrar que es pronunciada por Eriximaco y dirigida a Aristófanes:
[…]Después de tirar la piedra, Aristófanes, crees que vas a poder esconder la mano[…]
Un texto que originalmente fue escrito en griego y del que se han hecho numerosas traducciones e interpretaciones en las que en muchas versiones (sobre todo desde el siglo XIX hacía aquí) no aparece mencionada la ‘piedra’, sino una ‘flecha’.
Uno de los ejemplos es la versión publicada en 1871 por el filósofo e historiador Patricio de Azcárate y del Corral y que se trata de la que más se ha utilizado desde entonces para reeditar las diferentes ediciones de ‘El banquete’ de Platón:
[…]Después de lanzar la flecha, replicó Eriximaco, ¿crees que te puedes escapar?[…]
De la expresión ‘Tirar la piedra y esconder la mano’ existen muchas variantes, entre ellas ‘tira la piedra y esconde la mano’ o las recogidas por Íñigo López de Mendoza y de la Vega (marqués de Santillana) en el siglo XV ‘Echa la piedra y esconder la mano’ (Refranes que dicen las viejas tras el fuego) y ‘Tirar la piedra y esconder la mano: hecho villano’ de Gonzalo Correas (Vocabulario de refranes y frases proverbiales, 1607) y este mismo autor recogía la forma ‘Tirar la piedra con la mano ajena’.
Cabe destacar que por la red corre otra explicación sobre la procedencia de la expresión ‘Tirar la piedra y esconder la mano’ y que está basada en una antigua leyenda cubana. En ella se relata el supuesto crimen cometido por una prostituta, llamada María Ramos, acusada de haber acabado con la vida de su proxeneta y que, durante el juicio, alegó que lo encontró muerto de una pedrada en la cabeza al llegar a su casa y que la única que estaba en la casa era su gatita ‘mimí’. Se dice que de ahí salió un chascarrillo que decía ‘La gatica de María Ramos dio la fatal pedrada… pero ¿con qué manos?’ y que acabó derivando en la forma ‘Eres como la gatica de María Ramos, que tira la piedra y esconde la mano’, que es muy popular entre los cubanos.
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Fuente de la imagen: pikrepo
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Alfred López 11 de marzo de 2019
De los pies a la cabeza y por fuera o por dentro, todas aquellas partes de nuestro organismo que podemos ver, y las que no, tienen un nombre, un término por el que son conocidas. Muchas son las ocasiones en las que nombramos algunos de esos órganos y, por mucho que estemos familiarizados con su nombre, desconocemos por qué y de dónde surge el que se denominen de esa forma.
A raíz del post que publiqué días atrás, sobre el origen de los términos ‘Cadera, catedrático y catedral’, Raúl Sainz Garrido me dejó un comentario en el que me animaba a escribir una entrada sobre el origen de otras partes del cuerpo humano. Como bien sabéis, son numerosísimos por lo que lo haré en varias entregas y de seis en seis (con el fin de que no quede un post muy largo).
Aquí tenéis una primera tanda con el origen etimológico de media docena de partes del cuerpo humano:
Cuello: Es la parte del cuerpo que une la cabeza con el tronco y proviene del latín ‘collum’, de igual significado y que también era utilizado para referirse al tallo de una flor. Se originó dicho vocablo como clara referencia a aquello que permite girar y hacer volver a su lugar de origen algo, en este caso la cabeza (o, por ejemplo, una flor). A raíz de su anatomía (estrecho y alargado) con el paso del tiempo también se utilizó la palabra cuello para referirse a la parte superior y más estrecha de una vasija o botella.
Nudillos: Es la parte exterior de cualquiera de las junturas de los dedos, donde se unen los huesos de que se componen. Nudillo es el diminutivo de nudo y etimológicamente proviene del latín vulgar ‘nudus’ y a su vez éste del latín clásico ‘nodus’, haciendo referencia a la parte de intersección de algo que se junta (en este caso las falanges de los dedos a la mano).
Tobillo: Es la parte del cuerpo en donde se articula el pie con la pierna, pero también es la protuberancia de la tibia y del peroné que sobresalen respectivamente en el lado interno y externo de éste. Y es que el término tobillo proviene del latín vulgar ‘tubellum’ el cual era el diminutivo del vocablo ‘tuber’ cuyo significado literal era ‘protuberancia’ (en este caso haciendo referencia a la prominencia redondeada que se encuentra en el punto donde se une nuestra pierna con el pie).
Axila: Se trata de la concavidad que forma el arranque del brazo con el cuerpo. Proviene del latín ‘axilla’, de idéntico significado y este proviene del vocablo ‘axis’ el cual hacía referencia a un eje o ala. Otro modo común para referirse a la axila es ‘sobaco’, pero dicho término tiene una etimología algo desconocida y discutida (la dejo para explicarla con más detenimiento en otro post).
Vena: Es cada uno de los conductos por los que discurre nuestra sangre, haciendo un recorrido por nuestros órganos interiores y con salida y llegada en el corazón. Proviene del término en latín, escrito del mismo modo, que era utilizado para referirse a cualquier conducto o canalillo por el que, de forma natural, circulaba cualquier líquido (agua, sangre…).
Muslo: Es la parte de la pierna desde la juntura de las caderas hasta la rodilla. El término es en sí una contracción del vocablo ‘músculo’, el cual proviene del latín ‘muscŭlus’ y cuyo significado era ‘ratoncillo’ (os expliqué esta curiosa etimología en un post tiempo atrás).
Próximamente publicaré otra tanda con el origen etimológico de media docena de partes del cuerpo humano.
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Fuentes de las imágenes: Wikimedia commons
Tags: anatomía, anatomía humana, anca, Artejo, artería, articulación, Axila, axilla, axis, canalillo, capilar, cogote, collum, conducto, cuello, Cuerpo humano, dedos, El origen etimológico de media docena de partes del cuerpo humano, etimología, extremidad, garganta, gollete, jamón, juntura, latin, latín clásico, latín vulgar, maléolo, mano, múculo, muscŭlus, muslo, nodus, nudillo, nudillos, nudillos de los dedos, nudus, origen etimológico, partes del cuerpo humano, pata, pernil, pescuezo, pie, pierna, protuberancia, ratoncillo, sobaco, Tobillo, tubellum, tuber, vaso, Vena, venas | Almacenado en: Curiosidades Científicas, El origen de..., Miscelanea de Curiosidades
Alfred López 13 de mayo de 2018
Días atrás me llegó un mensaje a través de la página en Facebook de este blog en el que Anuska M. B. me explicaba que al pasar con el coche por la Avenida de la Palmera de Sevilla su hijo Rubén, de seis años, le preguntó cómo se llamaba ‘ese árbol tan alto que hay’ y al responder que su nombre era ‘palmera’ el pequeño le formuló otra pregunta ¿y por qué se llama así?, motivo por el que me traslada dicha consulta.
Y es que hay ocasiones en las que la procedencia etimológica de una cosa tiene un origen de lo más simple y sencillo, como es en este caso.
Las ‘palmeras’ deben su nombre a la palma de la mano, debido a que en la antigüedad se dieron cuenta que observando esos árboles desde cierta distancia recordaba totalmente a una mano totalmente abierta y con los dedos bien separados. De hecho las ramas se conocen como ‘palmas’.
Cabe destacar que el término latino para designar el reverso de la mano se escribía exactamente igual que como llegó al castellano (palma) y para referirse al árbol se le añadió el sufijo –era (como ocurre con otros vegetales: higuera, esparraguera…).
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Fuentes de las imágenes: publicdomainpictures / maxpixel
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Alfred López 28 de febrero de 2018
Días atrás, a través de twitter, mi amiga Ana (@ANASAYEK) me pasaba un meme, que le había llegado, en el que se explicaba que durante el Primer Sitio de Zaragoza las mujeres (con Agustina de Aragón a la cabeza) defendieron la Puerta del Carmen, acabando con la vida de 4312 soldados franceses y que, de ahí, surgió la expresión ‘Más vale maña que fuerza’ (cuyo significado es que ‘es mejor utilizar la habilidad e inteligencia para conseguir un fin en lugar de la violencia o fuerza bruta’), haciendo una clara alusión al gentilicio coloquial ‘maña’ que se utiliza para referirse a las aragonesas.
Pero, como en tantas otras ocasiones, esta se trata de una etimología errónea y totalmente equivocada que, ha sido ampliamente difundida y son muchas las personas y páginas que lo defienden como origen de la expresión.
Nada tiene que ver el término ‘maña’ (referida a la destreza y habilidad) con el vocablo utilizado para llamar de un modo coloquial a las personas originarias de Aragón (maño, maña, mañico, mañica…).
Por un lado nos encontramos que ambos términos polisémicos (palabras que, a pesar de pronunciarse o escribirse de un mismo modo, tienen significados diferentes) tienen orígenes distintos.
El vocablo que se refiere a la habilidad procede del latín vulgar *mania, utilizado antiguamente para referirse a una ‘habilidad manual’, mientras que el término que hace alusión a una persona aragonesa proviene etimológicamente del latín ‘magnus’ usado para designar a aquellas personas magnas, importantes y grandes. Pero algunos etimólogos apuntan a que maño es la aféresis y trasformación de la palabra ‘hermano’. Aunque hay quien incluso defiende que es la unión de ambos orígenes (de magnus y hermano), debido a que existen constancia de que ‘maño’ fue un calificativo utilizado entre los mudéjares aragoneses con el que se designaban afectivamente (como si formasen parte de una hermandad, como pueblo sometido).
Pero lo que pretendía con este post no es encontrar la etimología del término maña, sino destripar el bulo que vincula la expresión ‘Más vale maña que fuerza’ con el hecho histórico protagonizado por Agustina de Aragón que tuvo lugar en 1808 durante la Guerra de Independencia que enfrentó a españoles contra las fuerzas de ocupación francesas de Napoleón Bonaparte.
Y el hecho de que es imposible que dicha expresión se originase por tal motivo está en que ya era conocida muchísimo tiempo antes, existiendo múltiples referencias escritas a la misma en obras tan insignes como la comedia ‘Cada uno para sí’ del célebre autor del Siglo de Oro Pedro Calderón de la Barca, publicado en el año 1661 (un siglo y medio antes que el episodio del Sitio de Zaragoza) y en el que aparecía el siguiente texto:
«Hernando Como digo de mi cuento,
empezando finalmente, ¿es más ser uno valiente
que darle en el pensamiento
que lo es? No. Pues, ¡ea, desvelos!,
tratemos de envalentar,
manos a labor, y dar
heroico fin a mis celos.
Salga Simón a campaña,
que esto, sin que el refrán tuerza,
más quiere maña que fuerza»
Por tanto, queda demostrado que dicha expresión ya se pronunciaba como refrán popular varios siglos antes que el supuesto origen zaragozano. Según el Corpus Diacrónico del Español (CORDE), ya hay constancia escrita de la forma ‘maña que fuerza’ en el año 1652.
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Fuentes de consulta: cvc.cervantes / cervantesvirtual (descarga del pdf del libro ‘Cada uno para sí’ de Pedro Calderón de la Barca) / etimologias.dechile / RAE (1) / Corpus Diacrónico del Español (CORDE) / RAE (2) / 86400.es / webislam / eltostondeluismi
Fuente de la imagen: Viral en Twitter y Redes Sociales
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Alfred López 04 de marzo de 2015
Es costumbre habitual que al saludar a alguien, ya sea un conocido, o al ser presentados a una persona, estrechemos su mano, habitualmente la mano derecha.
Antiguamente cuando era práctica usual el ir armado, llevando la espada en el lado izquierdo y desenvainando con la mano derecha, el hecho de ofrecer tu mano derecha abierta a otra persona ponía de manifiesto que no era tu intención el atacarla empuñando un arma y se consideraba como un gesto de buena voluntad. Si uno de los dos contrincantes era zurdo y, por lo tanto, llevaba su espada en el lado derecho, la mano que ofrecía era la izquierda.
Una ofrenda de paz y concordia que si era admitida por la otra persona hacía el mismo gesto y acababan juntando sus palmas en un fuerte y contundente apretón de manos (algunas culturas y civilizaciones en lugar de juntar y apretar sus manos se cogían por la muñeca).
Evidentemente, siempre ha habido ‘tramposos’ a lo largo de la Historia y algunas ocasiones han sido en las que mientras uno estaba haciendo la ofrenda de paz con su mano desarmada el otro (que era ambidiestro) aprovechaba para traicionarlo sacando la espada con la mano que su interlocutor no se esperaba.
Con el tiempo el amigable gesto de ofrecer la mano y estrechársela se ha estandarizado como saludo a la hora de ser presentados, como bienvenida, despedida y como simbólico gesto para cerrar un trato o negocio.
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Alfred López 15 de enero de 2015
Días atrás publicaba el post ‘Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban’ el cual alcanzó un gran éxito de lectura y muchos fueron quienes lo compartieron en sus redes sociales.
Haciendo caso a varias peticiones que he recibido a través de los diferentes medios de contacto, en el post de hoy os traigo una segunda entrega con otra docena de cosas que quizás no sabíais cómo se llamaban, el cual espero sea de vuestro agrado, al igual que ocurrió la vez anterior:
Chicote:
A muchos os vendrá a la cabeza el popular chef y presentador de televisión Alberto Chicote, pero, en este caso, un chicote es el nombre que se le da a la colilla de un cigarro puro
Zorongo:
Nombre que recibe el característico pañuelo doblado (en forma de venda) que llevan en la cabeza los baturros (, el Diccionario de la RAE los define como «aragoneses rústicos»)
Guedeja:
Es la melena del león. También se le llama así a las melenas muy largas en general
Baceta:
Son aquellas cartas (naipes) que se quedan en un montón y sin repartir (también llamada baza)
Dilúculo:
La última parte en la que se divide la noche. Es justo el momento anterior al que va a asomar el primer rayo de Sol.
Boquerel:
Es la pieza que se encuentra en la manguera de un surtidor de gasolina la cual agarramos y apretamos el gatillo para que salga el combustible
Sicote:
La mugre que se acumula en el cuerpo (sobre todo en los pies) por la falta de higiene y limpieza
Bazucar:
Lo que hacemos con un vaso o cualquier otro recipiente que contiene un líquido y movemos dando giros con la muñeca con el fin de removerlo (por ejemplo el azúcar de un café cuando no tenemos cucharilla)
Bomborombillos:
Es el acto de llevar a alguien montado sobre los hombros (muy típico hacérselo a toreros, deportistas o a los niños pequeños)
Chisguete:
Se llama así al chorrito de un líquido que sale disparado con fuerza (por ejemplo el de una pistola de agua) Pero un chisguete también es pedir que te sirvan un culín de vino (un trago corto)
Zupia:
Y hablando de vino, la zupia es el poso o residuo que queda al fondo de la botella o copa
Jareta:
Es el dobladillo que llevan muchas piezas de ropa por el que se coloca y/o asoma un cordón, goma o cinta que sirve para ajustar la prenda (pantalones, sudaderas…)
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Alfred López 21 de marzo de 2013
Qué extraña es la sensación de estar tranquilamente sentado y al ir a levantarnos notar que se nos ha dormido el pie o lo mismo nos puede ocurrir con una mano, el brazo o una pierna tras despertarnos.
Ese hormigueo que sentimos en nuestra extremidad es realmente desagradable y hasta que se despierta estamos un rato en el que nos causa molestia.
La causa de ese adormecimiento es debido a que alguno de los nervios que por allí pasan ha quedado presionado durante un largo rato, lo que hace que no llegue suficiente riego sanguíneo y las señales que envía el cerebro hacia ese punto no sean del todo nítidas. Las personas con una mala circulación son más propensas a padecerlo.
Cada persona tiene su propio método para hacer que se le despierte antes: unos lo ponen bajo el chorro del agua fría, otros se descalzan y colocan su pie sobre la baldosa del suelo, hay quien incluso hace cruces en la palma de su mano con el dedo mojado en saliva… Pero lo mejor y recomendado por los especialistas es dejar que se relaje el nervio y la extremidad que han estado comprimidas y, en poco más de un minuto y de forma natural, se recuperará la correcta movilidad y desaparecerá el molesto cosquilleo.
Algunas personas padecen una dolencia llamada parestesia y cuyos síntomas son el hormigueo o entumecimiento de las extremidades y cuyas posibles causas son otras a las descritas en este post, teniendo que llevar un control y tratamiento médico.
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Curiosidad que forma parte del libro “Ya está el listo que todo lo sabe” (Una curiosidad para cada día del año) de Alfred López
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