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¿Merece realmente la pena invertir en las colecciones de las ‘influencers’?

Aprovechando el tirón en las redes sociales, muchas influencers han pasado de promocionar productos a crear colecciones propias de ropa o cosméticos cuyo mercado se encuentra, sobre todo, entre sus seguidores.

CHIARA FERRAGNI COLLECTION

Además de ser una manera de poder hacerse de primera mano con la ropa de quienes se han convertido en nuestros iconos, es también una forma de escapar de las tiendas más comunes y conseguir lo que, las amantes de la moda, buscamos por encima de todo, destacar con un estilo propio siguiendo las tendencias.

Algunas, como Alexa Chung, han convertido su marca en una prolongación de su personalidad aportando un soplo de aire fresco a la moda. Otras, como Chiara Ferragni, han optado por centrarse en los accesorios o en prendas más prácticas centrándose en vender el logo de su firma.

Pero no hace falta que salgamos de España para encontrar casos de ‘it-líneas’, por aquello del punto de partida de sus creadoras. En nuestro país tenemos varios casos de estas colecciones, fruto de instagrammers que se lanzan a la industria de la vestimenta.

Los youtubers Monitily y Edusaz, del canal Tilysaz, se han encargado de, en su sección de «Marcas de influencers a examen», analizar cómo se manejan en el negocio las mujeres cuyos estilismos nos sirven de inspiración en la red.

Dulceida, Paula Gonu o Lovely Pepa son algunas de las instagrammers que ya han pasado la prueba con un resultado algo controvertido.

Si bien no se puede exigir un nivel de diseño o de confección a la altura de una firma de moda, no olvidemos que su profesión no les obliga a tener los conocimientos de costura que pueda tener una modista, hay detalles que no se pueden pasar por alto.

Pormenores como el envoltorio, el famoso packaging que tan bien nos suena a los millennials, es un factor que tenemos en cuenta. No estamos comprando a Zara (que incluso Zara se preocupa de que el envoltorio sea bonito) o a una tienda convencional, estamos comprando a esa bloguera o youtuber que se esfuerza en mantener una relación cercana con sus seguidores, algo que desaparece en cuanto llega el paquete a casa.

Las cosas se pueden hacer de muchas maneras, y con mimo y cariño siempre se conseguirá un mejor resultado, por mucho que se trate de una empresa pequeña, que haciéndolo no ya frío o impersonal, sino poco cuidado.

La talla es uno de los principales problemas. Comprar online siempre supone un riesgo, ya que te la juegas a que, o bien no te sirva, o el tamaño que has comprado no llegue a sentarte de la manera que esperabas.

Y claro, si no hay posibilidad de devolución, solo hay una bala, una cuestión nada desdeñable teniendo en cuenta que estamos hablando de un producto que, como clientes, consumimos invirtiendo nuestro dinero.

Tratándose de comercios electrónicos, parece algo impensable, pero la realidad es que algunas de estas firmas no permiten la posibilidad de cambio de prenda a no ser que venga defectuosa de fábrica.

De hecho, fue uno de los problemas a los que se enfrentaron Tilysaz con Lovely Pepa Collection. El pantalón de la talla XL de traje que ambos pidieron no solo resultaba pequeño sino que, además, en comparación con un pantalón que la youtuber tenía en casa de la talla 38, el de la influencer era todavía más pequeño (pese a tratarse, supuestamente, de la talla más grande).

Esto levantó ampollas en redes sociales y en el cajón de comentarios del vídeo, ya que el problema del tallaje es una cuestión que la moda parece arrastrar desde hace tiempo, y sin mucha pinta de que se resuelva en un futuro cercano.

Alexandra Pereira aprovechó Instagram para aclarar, tras ver el vídeo, que «esa chica no es una XL de nuestra marca. Pero no es que no sea una XL, igual es una XL de otra marca».

Independientemente de las diferencias de tallas entre unas marcas y otras, una situación que se repite más de lo que nos gustaría a las consumidoras, pensar que una firma venda una 36 como la medida más grande, no deja de ser preocupante.

Y si bien es cierto que yo no he llegado a consumir nada de la tienda de la bloguera, echándole un vistazo a sus prendas, me surgió otra duda que me hizo reflexionar al respecto.

LOVELY PEPA Y UNIQLO

¿Cómo es posible que una prenda de Lovely Pepa Collection, compuesta por fibras sintéticas, cueste casi tres veces más que una casi idéntica de tejido natural? ¿A qué le estamos dando importancia?

Puedo entender que si hay diseño de por medio, la visión creativa de la bloguera, se infle el precio por ser ‘de ella’.

Pero que una pieza como un jersey de cuello alto, una prenda básica con ninguna peculiaridad, que puedes comprar en cualquier tienda, tenga un valor triplicado solo por ser vendido por una influencer siendo de mala calidad, me parece algo excesivo.

Mientras que la elección es libre, ya que depende no solo del gusto de cada cual sino también de la relación que se tenga con la instagrammer en cuestión, mi pregunta es si quizás no deberíamos empezar a ser un poco más críticas y pedir calidad por el simple hecho de que, como consumidoras, un buen producto es lo mínimo que merecemos por parte de cualquier vendedor, tenga o no millones de seguidores en Instagram.