Quiero que conozcas un sitio muy especial del Rosellón francés: Colliure. Es un pequeño pueblo costero de extraordinaria belleza en el sur de Francia, a tan solo 40 minutos de la frontera española. Fue el último paisaje del poeta Antonio Machado, donde falleció a los 63 años. A las tres y media de la tarde de un 22 de febrero de 1939, para ser más exactos. Se cumplen por tanto 84 años de su muerte.
Esta Navidad visité muy emocionado esa localidad. Y hoy, tan cerca de su aniversario, me gustaría explicarte cómo es, y cómo se siente, ese paisaje que vio Antonio Machado antes de morir.
También te lo cuento en este pequeño vídeo subido a mi canal de YouTube.
¿Por qué acabo Machado en Colliure?
No pasó a Francia huyendo de la guerra, sino huyendo de la persecución franquista que estaba empeñada en aniquilar a todos los que en algún momento habían apoyado a la República. Como le ocurrió al pobre García Lorca.
De Madrid buscó primero refugio en Valencia y más tarde en Barcelona. Pero el 22 de enero de 1939, ante la inminente ocupación de la capital catalana, el poeta y su familia decidieron cruzar la frontera y pasar a Francia. Para entonces, Antonio ya estaba muy enfermo.
¿De qué murió Machado?
Machado fumaba compulsivamente, era asmático y estaba enfermo del corazón. Dos años antes de su muerte dejó escrito:
“Soy viejo y enfermo […] viejo, porque paso de los sesenta, que son muchos años para un español; enfermo, porque las vísceras más importantes de mi organismo se han puesto de acuerdo para no cumplir exactamente su función”.
El pobre estaba hecho un asquito. El desastre de la guerra y las penalidades de su camino hacia el exilio tampoco le ayudaron.
Llegó a Colliure exhausto, enfermo y pobre. Por el camino lo perdió todo. Incluso la única maleta donde guardaba sus últimos poemas y probablemente las cartas de Guiomar, la que fuera su último amor.
Como había profetizado, murió frente al mar, “ligero de equipaje”.
¿Dónde está enterrado?
En el antiguo cementerio de la localidad. Está justo al lado de la casa que entonces era pequeño hotel y donde murió Machado y, tres días después, su madre Ana Ruiz, de 85 años. Los dos fueron enterrados juntos, aunque la tumba que ahora vemos a la entrada no es la original.
Pobres exiliados, su primer enterramiento fue en un nicho cedido gratuitamente por una vecina de Colliure. Pero no era una tumba digna para un poeta tan glorioso como Machado.
¿Quiénes pagaron su tumba actual?
Hoy diríamos que se logró gracias a un crowfunding, lo que toda la vida hemos llamado una suscripción popular. La promovió en 1958 el Comité de Amigos de Antonio Machado en Colliure. Y fue sufragada por amigos y admiradores de Machado, desde el músico Pau Casals al escritor Albert Camus.
Pocas semanas después del traslado, el chelista Pau Casals fue a Colliure. Y en la soledad del cementerio tocó su conmovedor y hermosísimo “Cant dels ocells”, el canto de los pájaros.
¿Cómo es Colliure? ¿Qué tiene de especial?
Merece la pena conocer Colliure y disfrutarlo con los cinco sentidos. Es un pueblecito francés luminoso, alegre y muy tranquilo, puro Mediterráneo. Con el añadido de que ha logrado evitar el desarrollo urbanístico desordenado que ha arrasado la costa a ambos lados de la frontera.
Tiene una pequeña playa de aguas tranquilas escoltada a un lado por el Castillo Real. Al otro lado se alza la redonda torre fortificada de la iglesia gótica de Nuestra Señora de los Ángeles. Es una construcción de lo más curiosa, tipo tres en uno. Porque sirve a la vez de faro, de reloj del pueblo y de campanario. Y además está literalmente metida en el mar.
¿Llegó Machado a disfrutar de este último paisaje?
Aunque estaba muy enfermo, se sabe que al menos una vez bajó a la playa junto con su hermano José. Se sentaron en una de las barcas que reposaban sobre la arena. Y al cabo de un largo rato de contemplación en silencio, Antonio Machado señaló una de las humildes casas de pescadores y dijo:
“Quién pudiera vivir ahí tras una de esas ventanas, libre ya de toda preocupación”.
Es muy probable que después de ese paseo por la playa escribiera el último poema que, una vez fallecido, apareció en el bolsillo de su viejo gabán. Un canto al pasado y a la niñez perdida:
‘Estos días azules. Y este sol de la infancia’
¿A qué suena Colliure?
Pongamos fin a la tristeza. Porque Colliure suena a música y alegría. Cuando lo visité estas Navidades había un mercado de productos locales donde tocaba un divertido grupo de música tradicional. Y me encantó, porque era una música muy catalana, que recuerda a la sardana y que además se baila muy parecido.
Es lógico. No hay que olvidar que hasta 1659 el Rosellón y todos sus pueblos pertenecían a la Corona de Aragón. Y que aquí todavía hoy se habla catalán además de francés.
¿Cuál sería el tacto de Colliure?
Muy cerca de la iglesia parroquial, en un espigón que mira hacia el mar abierto, se alza la pequeña ermita de San Vicente. Construida en 1701, la capilla estaba ubicada originalmente en un islote rocoso, que en 1880 quedó conectada a tierra por un dique.
Son rocas oscuras, muy puntiagudas y ásperas, erosionadas por el embate permanente de las olas. Por ellas casi no se puede caminar. Pero el suyo es un tacto potente, con una fuerza tremenda.
¿Y cuál sería el olor de Colliure?
Sin duda el del limonero que crece en un pequeño jardín justo enfrente de la casa donde murió el poeta, en la misma calle que lleva y lo llevó al cementerio. Fue olerlo y acordarme de los primeros versos del autorretrato que Machado escribió en 1906, cuando era un joven de 31 años:
“Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, y un huerto claro donde madura el limonero”.
Terminemos con el sabor
Oh, la la, mes amis! Nous sommes en France, le pays des saveurs, el país de los sabores. Ya os dije que cuando visité Colliure había un mercado navideño donde se vendían y degustaban los mejores productos de la tierra. Y debo reconocerlo, me puse discretamente morado a ostras mediterráneas tan especiales como las de Gruissan, que es como beberte la mar a pequeños sorbos, pero luego te dejan un delicioso regusto a avellanas.
También son sensacionales las anchoas artesanas que se elaboran allí, con permiso de las nuestras de Santoña.
Hay incluso una diminuta denominación de origen, Collioure (AOC), que ampara los vinos hechos en el pueblo, y que incluye dulces moscateles.
Y no te voy a dar detalles de los pasteles, helados, tartas, crepes y macarrons artesanos que puedes disfrutar en sus pastelerías, porque entonces no vamos a regresar a casa precisamente ligeros de equipaje.
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Escucha esta emotiva cata del paisaje de Colliure en mi sección #podcast más radiofónica, en Radio5
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Gran artículo, gracias.
22 febrero 2023 | 18:15
Reír, llorar, soñar, sentir, ser del Sol su faz viviente, vivir la luz del no morir en el no vivir eternamente. Que un segundo apenas de vida vence al silencio del para siempre.
22 febrero 2023 | 18:43
Yo voy soñando caminos
de la tarde. Las doradas
colinas, los verdes pinos,
la tarde cayendo está.
Yo voy cantando, viajero,
a lo largo del sendero
A dónde el camino irá?
En el corazón tenía
la espina de una pasión.
Logré arrancármela un día,
ya no siento el corazón.
Y todo el campo un momento
se queda mudo y sombrío,
meditando. Suena el viento
en los álamos del río.
La tarde más se oscurece
y el camino que serpea
y débilmente blanquea
se enturbia y desaparece.
Aguda espina dorada,
quién te pudiera sentir
en el corazón clavada!
24 febrero 2023 | 14:25