Muchos piensan que en los desiertos no hay nada. Se los imaginan lugares inhóspitos, carentes de vida, semejantes a esos arenales con piedras de Marte que estos días descubrimos con asombro gracias a las fotos enviadas por el robot Perseverance.
Llegan a la desértica isla de Fuerteventura (islas Canarias) y, más allá de hacerse la foto de rigor, se encierran en el bar del hotel. Si abandonaran por un momento la cerveza y se dieran una vuelta por el campo majorero, mirando hacia el suelo en lugar de hacia el móvil, descubrirían que los desiertos majoreros, como todos los desiertos terráqueos, están repletos de vida. Especialmente de plantas con bellísimas flores, algo inimaginable para tantos ciegos botánicos.
Las lluvias han sido este año moderadamente generosas en Fuerteventura y en estos días se produce el gran milagro de lo que los ingleses llaman «desert bloom«, el desierto florido. Para disfrutarlo sin perderse en él, buscando, localizando y admirando sus especies más hermosas y raras, acabo de publicar junto con mi sabio amigo Stephan Scholz una guía titulada exactamente así: Desierto florido. Guía del Jardín Botánico de Fuerteventura.
Paraíso desconocido
La árida isla de Fuerteventura tiene fama de ser biológicamente pobre, pero resulta una visión equivocada. Ese paisaje sin árboles es en gran medida consecuencia del impacto de los seres humanos y sus animales domésticos, que a lo largo de dos mil años arrinconó a las especies más singulares en reducidos espacios donde, a modo de islas, sobreviven los últimos ejemplares.
Pero el impacto sobre el mundo vegetal no afectó solo a las plantas endémicas. Muchas comunes en otras islas son muy raras en Fuerteventura. Como el guaidil, un arbusto muy abundante en Gran Canaria, Tenerife y otras islas, pero del que en la isla solo quedan 20 ejemplares. Más rara aún es la malva de risco, con tan solo cuatro ejemplares silvestres conocidos en la isla. Y de un árbol canario llamado marmolán, en Fuerteventura queda un único ejemplar.
Una guía para todos los públicos
Para descubrir estas raras maravillas hay que invertir tiempo, llegar a lugares apartados y explorar barrancos y riscos casi inaccesibles. No es un mal plan si te gusta la naturaleza. Gracias a esta nueva guía divulgativa resulta sencillo identificarlas incluso aunque no tengas ni idea de botánica.
Otra opción complementaria es darse un paseo por la reserva de plantas autóctonas del Jardín Botánico de Fuerteventura, donde se realiza un importante trabajo de rescate biológico que también supone un valioso recurso turístico. Allí podrás ver muchas de estas especies únicas, familiarizarte con ellas y luego, si tienes tiempo e ilusión, buscarlas en sus refugios naturales; te adelanto que son lugares fascinantes que prácticamente nadie conoce.
Espacios como las cumbres de Jandía, al sur de Fuerteventura. Son el punto de biodiversidad más importante de la isla, donde se han contabilizado más de 300 especies de plantas, entre ellas árboles de laurisilva prácticamente extinguidos como el mocán y el aderno.
A ellas se asocia un gran número de animales endémicos, sobre todo invertebrados, de gran interés científico, como seis especies de caracoles terrestres que de todo el mundo solo viven en este reducido territorio.
A través de fotografías y textos precisos, esta guía ayuda a identificar y conocer 67 de las 750 especies de plantas autóctonas más representativas de Fuerteventura, dónde y cómo viven, usos y curiosidades, así como su grado de amenaza.
Porque solo valorándolas lograremos evitar su desaparición.
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