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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

La duda de Buenafuente: ¿guardas y lees libros en el retrete?

Andreu Buenafuente y Silvia Abril en Late Motiv, mostrando su selección de libros en el baño.

Me envía un WhatsApp mi amigo el periodista Carlos Santos:

«Silvia Abril, la mujer de Buenafuente, acaba de enseñar a cámara tu libro NaturalMente desde el baño de su casa, convertido en biblioteca, programa Late Motiv en #0».

Enciendo la tele y allí estaban los dos. El genial humorista haciendo desde el salón de casa una videoconferencia con su mujer, metida con el móvil en el cuarto de baño, enseñando al respetable la biblioteca de volúmenes escogidos para disfrutar en el retrete. Y entre ellos, «naturalmente, algo de salud», justifica la mujer mientras muestra mi último libro Natural Mente (Plaza y Valdés, 2019).

¿Qué cómo me quedo? Entre sorprendido, muy halagado (ya me llevó a su programa para hablar del libro) pero también muy descolocado. ¿Tiene la gente bibliotecas en el cuarto de baño?

Un tema complejo

En estos largos días semanas de confinamiento el tema nos ha dado hoy para una larga conversación en el desayuno familiar; terriblemente compleja pues había que evitar en lo posible los comentarios escatológicos, lo que reconozco no ha sido nada fácil.

Somos cuatro y cada uno tiene su idea completamente diferente del asunto. Ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo pactado paso a resumir nuestras cuatro visiones del asunto:

  • Adulto 1: El baño ni es el lugar ni el momento para leer, ya sean libros, revistas o el teléfono móvil.
  • Adulto 2: Cualquier momento es bueno para leer, sea lo que sea. Unas veces puede ser un poema breve y otras media novela dependiendo de la pereza intestinal del momento.
  • Adolescente 1: Siempre será mejor leer algo de un libro que estar pendiente de las historias de Instagram.
  • Adolescente 2: Me encanta cómo huelen los libros y no podría soportar que puedan oler a otra cosa que no sea a libros.

Henry Miller y leer en el retrete

Como le gusta decir a mi amigo Miguel a partir de una repetida cita de la Biblia latina: Nihil novum sub sole. Que en román paladino significa: «No hay nada nuevo bajo el sol«.

Descubro así que Henry Miller, el famoso escritor norteamericano, escribió un irreverente libro titulado, precisamente, Leer en el retrete (Navona, 2014). Y donde recoge certeras reflexiones que me han ayudado a contrarrestar las potentes críticas al tema lanzadas por mi señora esposa, doctora en Filología y Literatura para más señas:

«Ningún lugar es malo si lo que uno desea es, simplemente, leer. Incluso en el retrete, donde no parecería demasiado necesario hacer ni pensar nada, donde al menos una vez al día uno puede estar a solas consigo mismo y donde lo que ha de ocurrir responde a un mero automatismo, incluso ese momento de bendición, porque se trata de una bendición por menor que parezca, debe romperse por medio de la concentración en el texto impreso».

Sigue el escritor:

Cada uno, supongo, tendrá su material de lectura favorito para la intimidad del retrete. Hay quien se adentra en novelas largas, otros leerán tan sólo la basura más blandengue y ligera. Y otros, sin duda, se limitarán a pasar las páginas y soñar. Me pregunto qué soñará esa gente. ¿Qué matices tiñen sus sueños? Algunas madres afirmarán que sólo pueden leer en el retrete.

Y también:

Según he podido atisbar en las charlas con los amigos íntimos, la mayor parte del tiempo que dedican a leer en el retrete se ocupa en lecturas intrascendentes. Almanaques, revistas ilustradas, series, historias de detectives, thrillers, meros flecos de la literatura, eso es lo que la gente se lleva al cuarto de baño para leer. Según me cuentan, algunos incluso tienen allí una estantería. El material de lectura les espera allí, por así decirlo, como en la sala de espera del dentista. Me parece asombrosa la avidez con que la gente repasa el «material de lectura», que así lo llaman, amontonado en altas pilas en las salas de espera de los distintos profesionales. ¿Será para mantener alejado de su mente el suplicio que se les avecina? ¿Para compensar el tiempo perdido? ¿Para ponerse al día, como suelen decir, con los asuntos públicos?

Pienso como Miller, que cualquier lugar es bueno para leer.

Pero al igual que él defiende, yo también tengo un lugar muy especial de lectura. Y no es el retrete. Como reconoce el autor de Trópico de Cáncer:

Si necesito paz y tranquilidad, agarro mi libro y me lo llevo al bosque. No conozco mejor lugar para leer un buen libro que el corazón de un bosque. A poder ser, junto a un arroyo.

Estoy deseando poder hacerlo en cuanto salgamos de este dramático confinamiento.

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1 comentario

  1. Dice ser jojojo

    Pues yo he leído Los Miserables, Crimen y Castigo y Los Hermanos Karamazov en el cuarto de baño. No de un tirón se entiende, pero como siempre he tenido problemas digestivos, me llevo un buen tocho al baño y ¡hala! aunque el médico me dijo que no era lo más recomendable en mi caso, no entro en más explicaciones escatológicas. Ahora llevo algunas revistas y en algunas ocasiones hasta he hecho un par de diseños de muebles en ese santuario, a fin de cuentas es el único lugar de la casa donde no te molestan con impertinencias, hay otro aseo en casa.

    09 abril 2020 | 18:39

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