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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

Natural Mente, el libro que te ayuda a disfrutar de la naturaleza sin dañarla

Foto: Cristina Hernández

Si la naturaleza es pura felicidad ¿en qué momento se ha teñido de pesimismo? Los lectores de La Crónica Verde saben que, a pesar de tantas malas noticias sobre emergencia climática y especies en peligro de extinción, en este blog siempre van a encontrar artículos llenos de optimismo y alegría que se alejan de las miradas catastrofistas.

Nunca me cansaré de resaltar la importancia de aprender a cuidar la naturaleza con una actitud confiada, disfrutona, pero también crítica. Porque si los humanos somos el problema, también somos la solución.

Y así se ha gestado mi último libro, Natural Mente (Plaza y Valdés, 2019), una publicación que puede ser el regalo perfecto para estas navidades, pues une ciencia y conciencia de una manera sencilla y entretenida, apta para todos los públicos curiosos, deseosos de conocer, pero también de reflexionar.

Portada e ilustraciones: Eva BF

Lo que han dicho de este libro

Como señala en el blog de SIGNUS el periodista ambiental Rafa Ruiz, Natural Mente es «un libro fundamentalmente ecofeminista, porque sus 192 páginas son una gran defensa de las mujeres y de la mayor hembra de todas, la Madre Naturaleza. Y también: «Píldoras de ciencia y conciencia que abordan nuestra responsabilidad en la salvación o destrucción de nuestro entorno más próximo y del planeta entero, con el título de Natural Mente. Naturaleza y mente. Campito y cabeza. Corazón (verde) e inteligencia».

Un volumen del que la periodista de 20 Minutos Melisa Tuya destaca en el Diario 2o Minutos que irradia positivismo y entusiasmo por la naturaleza.

Encarna Samitier, directora del periódico 20 Minutos: «César defiende una cadena infalible: conocer para proteger, proteger para conservar, conservar para disfrutar, y divulgar, interpretar, entusiasmar».

Para la prologuista Asun Ruiz, directora de SEO/Birdlife, «es un libro que despierta y aviva conciencias”.

Almudena Sanz lo retitula en el Diario de Burgos Apología del buen vivir: «Invita a escuchar el crujir de las hojas secas y las ramas, pero también a conocer el porqué de lo que ocurre. El color de la nieve, el silencio de los pueblos, la vida urbana, la urgencia de ser un buen consumidor además de buen ciudadano o la frecuente tendencia homosexual en el mundo animal alimentan las 66 píldoras del volumen, que, en conjunto, brinda una mirada optimista del medio ambiente frente a la catastrofista que impera en la actualidad».

Se trata, a fin de cuentas y como se subraya en el artículo publicado sobre el libro en el blog de la Fundación Aquae, de “conocer para proteger, proteger para conservar, conservar para disfrutar”.

«Lectura muy recomendable (…) que recoge nuestro asombro por el mundo natural», ha dicho de él Chema García Langa en el programa de Radio Nacional de España El gallo que no cesa.

«En este nuevo libro no solo comparte su asombro por el patrimonio natural y urbano, es muy divertido encontrar de nuevo cómo la naturaleza es capaz de sorprendernos con las conductas de los animales que se parecen a las nuestras pero están mejoradas y además son de manera natural», reseña Macarena Berlín en Los muchos libros, el programa dedicado a la literatura en la cadena SER.

«El libro no es solo lírico, también es épico; aquí hay claramente un concepto de lo que es el mundo y de lo que debe ser el mundo y las relaciones entre las personas y con ese patrimonio común que es la naturaleza», elogia Carlos Santos en el programa de Radio Nacional de España Entre dos luces.

Kiko Barroso, en el programa de la Radio Autonómica de Canarias Roscas y Cotufas: «Nos recuerda lo importante que es aprender a cuidar la naturaleza haciéndolo con optimismo, con alegría, disfrutándola, pero sin perder la actitud crítica»,

Francisco José Fajardo lo describe en el periódico Canarias7: «Lleno de optimismo y alegría que se aleja de las miradas catastrofistas sobre el medio ambiente para recordarnos la importancia de aprender a cuidar la naturaleza con una actitud optimista y alegre, disfrutándola, pero con una actitud crítica». Con temas como la «búsqueda activa del silencio en un entorno ruidoso, disfrutar con los cielos, contar estrellas que no es perder el tiempo sino ganarlo, que no hablamos de verdad entre nosotros con conversaciones lentas en familia y amigos. Estas prisas nos han quitado la charla y nos hace ser personas más aisladas. No nos tocamos, no nos vemos y sufrimos problemas de aislamiento en estas ciudades en las que vivimos llenas de gente».

Jon Bandrés, en La Hora Azul, en Radio Clásica de RNE, se asombra de artículos de este libro donde se explica que «en la naturaleza suceden cosas increíbles. Los pájaros no pueden beber a sorbos, pero sí a cabezazos que se nos antojan brindis a las nubes. Existe música silenciosa que atrona nuestros oídos y otra con alas capaz de reconciliarnos con la naturaleza».

Una obra sobre la que la periodista María José Lahorra ha dicho en el Diario de Fuerteventura que «equipara naturaleza y sociedad para desmitificar mitos y tabúes, para defender una naturaleza en femenino, un mundo urbano con calles silenciosas (…) una vuelta al pasado para garantizar el futuro, de recuperar viejos hábitos de compra y consumo o el regreso al mundo rural. En definitiva, una apuesta por un mundo mejor.

En el Correo de Burgos, Diego Santamaría comenta: «El cambio de perspectiva requiere una «visión más feminista» y «menos focal». La feminización de la sociedad propiciaría, según Palacios, que seamos «más empáticos, transversales y tolerantes». Solo desde esa amplitud de miras resultaría factible reducir el «consumo salvaje» e insostenible del mundo actual. Lo que hace falta, tal y como está el patio, es llegar a la irrebatible conclusión de que«gastamos mucho dinero en tonterías y no gastamos en tiempo para compartirlo con la gente que queremos».

La Agencia EFE destaca que el subtítulo del libro (píldoras de ciencia y conciencia para disfrutar de la naturaleza sin dañarla) alude a la necesaria divulgación en pequeñas dosis, sin grandes alardes científicos para concienciar a la opinión pública de una realidad «que tiene consecuencias en la salud, consumo, educación y formas de ocio como el turismo rural», todas ellas derivaciones vitales y socioeconómicas.

Nuevas ciudades más verdes; nuevos ciudadanos más concienciados; nuevos consumos más sostenibles; nuevos turismos más respetuosos; nuevas sociedades más ecofeministas, más ecosaludables, más empáticas y animalistas, más ecofelices.

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