Con esto del confinamiento paso cada día más tiempo en el jardín de casa, aquí en Fuerteventura, explorando sus secretos cual naturalista loco. No es para menos. Está poblado de seres increíbles.
Pero el más asombroso de todos ellos es sin duda Juantxo, nuestro nocturno perenquén majorero; o mejor dicho «perinquén«, que es como se le denomina en el peculiar dialecto isleño. En dialecto científico se conoce por Tarentola angustimentalis.
En este vídeo lo he logrado grabar cuando tomaba el sol en la puerta, más a gusto que un arbusto.
Básicamente es una salamanquesa o gecko, de dieta insectívora, solo que ésta es especialmente rara al estar emparentada con las especies norteafricanas y ser exclusiva de las islas Canarias orientales.
Yo lo relaciono directamente con Spiderman y los científicos. ¿Se me habrá ido la olla? En absoluto. Te lo explico a continuación.
Prohibido roncar
A este sorprendente reptil y su familia nos lo podemos encontrar en cualquier rincón de casa, por increíble que pueda ser el lugar: la pared de la cocina, la despensa, la ducha, el cristal de la ventana, el muro de piedra, colgado de una puerta e incluso subido al techo del dormitorio.
Cuando te vas a la cama y lo ves ahí colgado, con esa pinta de lagartija antediluviana, no puedo evitar pensar en el peligro que tiene de caerse y aterrizar sobre mi cara o, Dios no lo quiera, sobre mi boca entreabierta por algún ronquido incontrolable.
El secreto que tiene loco a los científicos
Pero no. Juantxo no se caerá nunca. Tiene un secreto que para sí quisiera Spiderman o el escalador más avezado: ha desarrollado una tecnología desconocida en la punta de los dedos. Y no es ninguna de las que pensamos, ni uñas, ni ventosas, ni electricidad ni pegamentos.
Las uñitas no explicarían cómo trepa por superficies pulidas.
Las ventosas de sus dedos tampoco resuelven el misterio de que en experimentos de laboratorio realizados al vacío, sin aire que ayude a esas ventosas, siga trepando con facilidad.
Posibles cargas electrostáticas de sus patas quedaron igualmente descartadas.
Tampoco tiene glándulas pegajosas que produzcan secreciones naturales capaces de permitirle pegarse a paredes y techos.
¿Cómo demonios lo consigue?
Según recientes descubrimientos científicos, es la geometría de unas nanoestructuras de sus dedos, y no la química superficial, lo que permite a perenquenes y salamanquesas aguantarse en el techo.
En las almohadillas de los dedos tienen miles de pelos microscópicos que a su vez se componen de unas estructuras triangulares aún más diminutas denominadas espátulas. Según se aprietan más o menos logra con ellas un extraordinario efecto de adherencia.
Gracias a este increíble descubrimiento, los copiones humanos estamos desarrollando altísima tecnología como cintas adhesivas sin pegamento y guantes trepadores que, sin duda, son los que tiene el listillo de Spiderman para escalar rascacielos.
El último que ríe
Y yo que ahora lo sé, miro al viejo Juantxo con cara de «conozco tu secreto». Él sonríe taimado. Pone cara de reptil y me mira con sorna pegado a la lámpara de casa.
Tiene razón en reír. Sabemos lo de sus dedos pero ¿cómo diantres hace para estar pegado ahí arriba sin que le cuelgue el culo?
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JUANCHO
04 abril 2020 | 16:39
gracias por este agradable intercambio
04 abril 2020 | 23:50
Da gusto leer tu blog. Gracias por tu labor y tu amor a la naturaleza. Confío que esto último sea más contagioso que el virus que nos tiene en casa. Un fuerte abrazo y cuídate.
05 abril 2020 | 02:31
Hombre… si no tuvieras la casa llena de telarañas que se ven en la puerta… a lo mejor no se le había enredado al pobre animal…
05 abril 2020 | 09:08
En mi casa en Tenerife hay uno que se llama Roberto y es enorme. Por favor, dime que les has escuchado reír, pero reír reír con un «ca-ca-ca-ca-ca-ca», los que viven en casa los hacen TODOS.
11 abril 2020 | 00:38
Hola, Yvonne. Tienes razón, su reclamo suena como a una risa, pero en realidad es un comportamiento territorial, como cuando cantan los gallos
11 abril 2020 | 21:01