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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

La joya más desconocida de Fuerteventura tiene plumas

Macho de tarabilla canaria. Foto: Wikimedia Commons

Muy pocos de los cerca de tres millones y medio de turistas que todos los años visitan Fuerteventura, en Canarias, saben de la existencia de su joya natural más exclusiva, hermosa y delicada: la tarabilla canaria (Saxicola dacotiae).

Esta tarabilla es una de las siete especies de aves endémicas del Archipiélago, pero la única de Canarias cuya distribución mundial se encuentra restringida a una única isla.

No la podrás ver en ningún otro lugar del planeta. Pero para ponerlo fácil, es un pajarito extraordinariamente confiado que se acerca a ti a menos de dos metros; debe pensar que somos gente inofensiva o que vive en las islas Galápagos. E incluso no para de reclamar con un machacón «tec, tec» que facilita aún más su detección en el campo, y que explica sus otros nombres populares como rueca o caldereta.

A mí me fascina. Cada vez que me la encuentro en el campo, no puedo por menos que disfrutar un rato con ella siguiéndola de rama en rama y de piedra en piedra.

Esta mañana he grabado un vídeo con el móvil a una pareja especialmente pizpireta que me apetece compartir contigo.

Confiada y bellísima

Es fácil ver a la tarabilla canaria en Fuerteventura siempre que salgas del hotel y la playas y camines un poco por sus campos.

Le gusta vivir en pareja, en laderas de montaña, barrancos y, en general, zonas de cierta pendiente y alto grado de pedregosidad donde se alimentan de los insectos, su base nutricia a pesar de la extrema aridez de la isla.

Resulta común en algunas áreas, estando presente en buena parte de la geografía majorera. Pero no te lleves una falsa idea de ella. Su población está en continua regresión, pues la urbanización de la isla no para de degradar sus mejores zonas de cría, mientras que su exclusividad geográfica le impide poder colonizar otras islas.

En Fuerteventura, que es en todo el mundo, su población no supera el millar de parejas, por lo que la especie se considera en peligro de extinción.

Machos y hembras diferentes

El macho de tarabilla canaria tiene la cabeza negra con una línea a modo de ceja y la garganta de color blanco, y una mancha rojiza en el pecho.

La hembra es más pálida, de tonos grisáceos, igual que los jóvenes.

El periodo de reproducción abarca de enero a mayo. Dependiendo de la lluvia que caiga y lo verde que esté el campo pueden realizar dos puestas al año, una o ninguna.

En esta especie, la mayor parte del trabajo lo hacen las hembras. Son ellas las que construyen el nido en exclusiva, que hacen con ramitas bajo una piedra o arbusto, o en huecos y grietas de muros.

También es la hembra quien se encarga en exclusiva de incubar los huevos durante 13 ó 15 días.

Eso sí, una vez que los pollitos nacen son alimentados por ambos progenitores. Hasta que a las dos semanas ya pueden buscarse la vida solos y abandonan la familia en busca de territorios vacíos donde a su vez puedan sacar adelante una nueva prole.

La prima extinguida

De dieta básicamente insectívora, resulta sorprendente que la tarabilla canaria se haya podido adaptar a los ambientes áridos majoreros pero haya desaparecido de otras islas como los islotes de Alegranza y Montaña Clara, al norte de Lanzarote, donde hasta principios del siglo XX existía una pequeña población.

La expansión urbanística y el sobrepastoreo son los principales factores de amenaza de una especie que, sin duda, tiene ahora menos efectivos que hace 20 años.

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