Si el número de los necios ya era infinito en tiempos de san Jerónimo (siglo IV), cuando todavía no estaba la humanidad enganchada a las redes sociales y la estupidez tardaba años en contagiarse de una ciudad a otra, resulta lógico, pero muy triste, que su número se haya disparado en estos tiempos hasta el infinito e incluso mucho más allá. Aparece un tonto, hace una gran tontería, e inmediatamente le salen cientos de miles de imitadores.
Por ejemplo, apilando piedras. En la playa escribí tu nombre (con piedras) y allí lo dejé, para que nadie lo pisara María Isabel, o Judith, o Christian, Pepe, Manolo, Cojonciano. Y te dejo la playa de Esquinzo hecha un asco como la imagen que me ha enviado, todo escandalizado, el gerente del Patronato de Turismo de Fuerteventura, y que ilustra este post. En el Parque Nacional del Teide también hice miles de montículos con las lavas imitando las apachetas de los Andes porque todo ese paisaje es muy mágico piruli, muy energético, y queda tan supermono como he visto en Instagram que lo hacen en Mallorca y en Ibiza y hasta en Normandía.
A no, perdona, que no es magia: es sentido artístico. Colectiva intervención creativa en el paisaje. Guay del Paraguay. Y que le den por saco al paisaje.
Caminas por un acantilado y allí están, cientos de mojones reventando el horizonte. Subes una montaña y no hay piedra que no se haya colocado una sobre otra. Lo mismo ocurre en la playa, en los ríos, en los cerros. No contentos con llenar los puentes de candados amatorios, ahora a los paseantes les ha dado por la fiebre de levantar tetris verticales, de escribir corazones y poner sus miles de nombres por doquier.
La única intención es dejar huella de sus vacaciones más allá de los selfis. Pero esa huella es tan terrible como la del caballo de Atila. Especialmente cuando se realiza en espacios naturales protegidos, en el litoral o en las laderas de las montañas. Menudo estropicio.
- Ambiental: Cada piedra es un pequeño ecosistema en miniatura. Cobija y protege a infinidad de pequeños seres, insectos, anfibios, reptiles, plantas, líquenes. Levantando y cambiando las piedras de sitio estamos desahuciando a toda esa maravillosa biodiversidad, aniquilándola irreversiblemente. Hemos podido pisar o aplastar sus huevos, tapar o desproteger sus madrigueras. Hemos hecho el imbécil para nada. Para colocar unos mojones antes de largarnos a nuestros pueblos.
- Arqueológico: ¿Estás seguro de que esas piedras son en realidad piedras sin más? Muchas veces lo que hacemos moviendo piedras es desmantelar un yacimiento arqueológico. Desmantelar nuestra historia. Pisotearla.
- Paisajístico: No, no mejoramos el paisaje. Lo banalizamos. Lo degradamos. Lo destruimos. No vayas a pensar que luego irán los servicios municipales a poner otra vez las piedras en su sitio. Imposible. Ahí queda el destrozo. Per saecula saeculorum.
Hay una solución muy sencilla para acabar con esta nueva tontuna: dejar de hacerlo. Pero es en realidad lo más difícil. La culpa la tiene el efecto bola de nieve. Llegas a un sitio donde el campo está lleno de torretas de piedras y te da por hacer lo mismo. A ti y a los cientos de miles de turistas que pasan por allí. Yo he visto a algunos pelearse por las piedras, quitándoselas a otras torres para hacer las suyas. El colmo de la tontería.
Hay también otra opción. Que la Policía empiece a multar a todo aquel que se ponga a apilar piedras. Porque es ilegal. Porque está prohibido. Pero no. Da mala imagen en las zonas turísticas. Y esos apilamientos quedan tan monos en Instagram…
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Hablando de piedras… https://dametresminutos.wordpress.com/2017/01/30/puedes-sacar-zumo-de-una-piedra/
07 septiembre 2018 | 11:31
Urbanitas…
07 septiembre 2018 | 11:47
No cabe un tonto más en este mundo, es una pena que la gente no encamine sus energías en hacer de este mundo un sitio más amable. Al final nos extinguiremos como los dinosaurios, pero no por culpa de un meteorito gigantesco sino por nuestra propia estupidez.
07 septiembre 2018 | 12:21
Todas las civilizaciones han dejado huellas.
08 septiembre 2018 | 00:26