La crónica verde La crónica verde

Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

Un cristal acaba con las vacaciones de un pajarito siberiano

En la imagen, sobre mi mano, un pajarito que apenas pesa ocho o nueve gramos. Está vivo pero muy grave. No vio una gran cristalera. Perseguía incansable pequeños mosquitos. Su instinto no le advirtió de la presencia de invisibles trampas humanas. Pensó que era un espacio abierto. El impacto fue tremendo para él e insignificante para el entorno. Apenas un golpe seco. Se reventó contra el cristal.

Me lo encontré en el suelo, inmóvil, aturdido. Mi primera impresión fue de pena. Pobrecito.

La segunda impresión fue de auténtica sorpresa: ¡un mosquitero bilistado! Era una de las aves más raras que se pueden ver en Europa occidental, un pájaro propio de la taiga siberiana, capaz de hacerse volando, de noche y en muy poco tiempo, los más de 6.000 kilómetros que separan a los Montes Urales de Canarias. Pero el pajarito acabó su periplo reventándose contra una cristalera en el sur de Fuerteventura. Ya es mala suerte.

Hice todo lo posible para intentar que se recuperara. Básicamente, dejarlo en una cajita de cartón bien aireada, en penumbra y sin ruido, cruzando los dedos para que la conmoción fuera a menos. Todo en vano. A la mañana siguiente amaneció muerto. Fin del viaje.

Mosquitero bilistado herido contra una cristalera en Fuerteventura.

El mosquitero bilistado (Phylloscopus inornatus) cría en bosques boreales y de montaña, con preferencia por árboles caducifolios como abedules, álamos temblones o sauces. No es una especie amenazada, todo lo contrario. Parece ser que sus efectivos van en aumento año tras año.

Cría principalmente en Siberia, llegando su área de distribución por el sur hasta Mongolia y el norte de China, pero también existe una pequeña población en el extremo noreste de la Rusia europea. Inverna en el sureste de Asia, desde Nepal y el sur de China y Taiwan hasta la península malaya.

El camino más corto

En España hay 45 citas homologadas de esta especie hasta el año 2004, la primera de ellas en 1967. Una cifra minúscula en comparación con la de países como Gran Bretaña (más de 8.000 registros, varios cientos al año) o Escandinavia, pero que invierno tras invierno va en aumento. ¿A qué se debe este incremento?

La población reproductora europea al oeste de los Urales parece haber aumentado hacia el oeste en las últimas décadas. Pequeños números de esa nueva área de reproducción europea llegan regularmente durante el invierno a Europa occidental porque hacia aquí el camino hacia regiones menos frías se les hace más corto.

Las aves que nos llegan son en su mayoría individuos jóvenes, del primer año, como el que localicé en Fuerteventura. Llegan a Gran Bretaña a finales de septiembre y octubre después de una migración de 3.000 a 3.500 kilómetros, una distancia notablemente más corta que la de 5.500 a 6.000 kilómetros que necesitarían para llegar a las zonas normales de invernada en el sureste de Asia.

En España (principalmente costas orientales, Andalucía, Baleares) aparecen a finales de octubre y noviembre. Algunos pasan en la Península todo el invierno, pero otros siguen hacia el sur y llegan nada menos que a Canarias. En el mes de marzo inician el camino de regreso hacia los Urales y más allá.

El ejemplar de Fuerteventura se había hecho más de 6.000 kilómetros. Un campeón. Pero no es el único. Hace seis años vi el primer ejemplar de esta especie en Lanzarote. Al año siguiente observé otro en Fuerteventura. Desde entonces su número no para de crecer. Según me confirma Uca Díaz, responsable de la empresa de turismo ornitológico Fuerteventura Birding, este año hay localizados en la isla siete ejemplares seguros, ocho con mi infortunado jovencito, calculando que al menos habrá entre 10 y 20 individuos.

Cristales mortales

La mortandad de aves contra cristaleras no para de crecer, en paralelo al aumento de este tipo de estructuras en toda clase de edificaciones. Fachadas de edificios modernos enteramente acristaladas, pantallas acústicas, marquesinas, pistas de pádel, matan cada año en España decenas de miles de pájaros.

Tal es así que el choque de aves contra cristales está considerada en Estados Unidos la segunda amenaza más importante para las aves después de la destrucción de hábitat, donde se estima que cada año mueren más de mil millones de ejemplares por esta causa.

Para SEO/BirdLife el problema de la colisión de aves contra cristales es fácilmente salvable. “Pasa por tener en cuenta el riesgo en la fase de diseño de cualquier infraestructura o edificio de cristal que se vaya a construir en lugares en los que haya presencia de aves y tomar medidas para evitarlo”, declara Beatriz Sánchez,  responsable del programa de biodiversidad urbana de esa ONG.

Algunos sistemas de certificación de arquitectura sostenible como el LEED (Leadership in Energy and Environmental Design) ofrecen créditos adicionales relacionados con la protección de las aves, pero aún no se ha incorporado como obligatorio el riesgo del choque de las aves contra los cristales. La simple instalación de pegatinas reduce muchísimo esta mortalidad.

Respecto a las pegatinas con siluetas y otros sistemas anticolisión es importante tener en cuenta tres premisas:

  • No dejar espacios sin rotular mayores que la palma de una mano, ya que las aves pueden pasar por huecos de tamaño superior y chocar igualmente.
  • Usar preferentemente el color blanco, para asegurar el contraste en condiciones de poca luz.
  • Colocar los adhesivos por el lado del cristal que refleja.

Si te ha gustado esta entrada quizá te interesen estas otras:

2 comentarios

  1. Dice ser Eva Braun

    Qué desgracia la actividad humana para toda la vida del planeta.
    Por eso siento placer cuando veo que mueren muchas personas en accidentes, epidemias y desastres medioambientales.

    23 diciembre 2018 | 13:53

  2. Dice ser ravel

    Ya con el seudónimo que se ha puesto la tal Eva, queda retratada. Amante de los animales y enemiga de los humanos.
    Debemos de cuidar la naturaleza y nuestro entorno, procurar causar el menor daño posible a los animales, pero de ahí a desear mal a nuestros congéneres en general es tener poca o ninguna empatía. Cuidadín Eva, que el karma existe.

    25 diciembre 2018 | 17:15

Los comentarios están cerrados.