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El curioso origen etimológico de la palabra murciélago

El curioso origen etimológico de la palabra murciélago Como bien sabréis, un murciélago es un quiróptero nocturno que se alimenta de insectos, habita normalmente en cuevas o lugares oscuros y que se coloca bocabajo colgado del techo. Es muy común que aparezcan en películas de terror y se le ha relacionado frecuentemente con el mito del vampirismo.

La palabra murciélago, tal y como la conocemos hoy en día, sufrió una metátesis, que es el cambio de algunas letras dentro de una palabra, ya que originariamente se le llamaba en castellano murciégalo. Esta forma es actualmente correcta y está recogida en el Diccionario de la RAE (aunque cabe destacar que está marcada como de uso vulgar).

Para encontrar el significado y origen etimológico de murciégalo hemos de acudir al latín y está compuesto por las palabras mus que quiere decir literalmente ratón (en castellano lo transformamos en mur) y caecŭlus, cuyo significado es ciego, por lo tanto un murciélago era para los antiguos romanos un ratón ciego.

 

 

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¿Cuál es el origen del término ‘chachi’?

¿Cuál es el origen del término ‘chachi’?

Se utiliza el término ‘chachi’ para indicar, coloquialmente, que alguna cosa, persona o situación es de nuestro agrado, estupenda e incluso muy buena, usándose en expresiones del tipo: ‘Ese tío es chachi’, ‘En la fiesta de ayer nos lo pasamos chachi’

Cabe destacar que en el Diccionario de la RAE, cuando realizas la búsqueda de la palabra ‘chachi’ te remite a la entrada ‘chanchi’ y en ésta da como respuesta ‘Estupendo, muy bueno’, sin dar ni una sola pista sobre su origen etimológico. Me puse en contacto directamente con la academia para ver si me podían facilitar alguna pista sobre la procedencia del vocablo, pero allí les consta como ‘de origen incierto’.

He seguido buscando y consultando con expertos en filología y etimología conocidos míos y a pesar de tratarse de un vocablo bastante extendido existen ciertas dudas sobre cuál es su verdadero origen, existiendo dos versiones que le dan una procedencia totalmente distinta la una de la otra.

De una parte, el origen por el que más expertos y etimólogos consultados apuestan es el que dice que ‘chachi’ proviene del término en caló (lengua utilizada por el pueblo gitano) ‘chachipé / chachipen’ cuyo significado es ‘verdad’ y ‘realidad’. Parece ser que se utilizaba en expresiones como ‘chachi que sí’ que venía a significar ‘verdad que sí’, ‘claro que sí’. Lo que no queda demasiado claro es cómo pasó de chachipén a chanchi y de esta finalmente a chachi y pasar a significar ‘estupendo, muy bueno’, aunque nada es imposible en nuestro idioma en el que es frecuente encontrase de tanto en tanto con alguna ‘pirueta semántica’ como es el caso del término ‘mamarracho’ (del que os hablé días atrás).

El otro posible origen del término ‘chachi’ nos lleva hasta Andalucía, concretamente a la provincia de Cádiz, y lo sitúa en los tiempos de la posguerra española (coincidiendo con la Segunda Guerra Mundial) una época de carestía y en el que el contrabando (también conocido como estraperlo) que se realizaba desde Gibraltar estaba a la orden del día. Muchos eran los productos de primera necesidad que se traía desde este territorio perteneciente al Reino Unido (siendo el Primer Ministro Británico el famoso Winston Churchill).

Según apuntan, quienes defienden el origen gaditano del término, eran de tan buena calidad esos productos introducidos a través del mercado negro que se referían a los mismos con el apellido del mandatario inglés: Churchill, siendo pronunciado como ‘charchil’ y que con el tiempo derivó en ‘chachi’ (otra ‘pirueta semántica’).

Aunque el primer posible origen de chachi es el que defienden más expertos en etimología, este segundo es el que gusta y se comparte más, teniendo en cuenta que tiene a toda una provincia tras de sí que defiende esa procedencia (tal y como ocurre con el término ‘cachondeo’).

 

 

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El curioso origen del término ‘proxeneta’

El curioso origen del término ‘proxeneta’

Se utiliza hoy en día el término ‘proxeneta’ para referirse a aquel hombre o mujer que obtiene algún beneficio económico a través de la prostitución ejercida por otra persona.

Para encontrar el origen del término (que no de la acepción, ya que ésta es relativamente moderna) debemos ir hacia atrás hasta los tiempos de la Antigua Grecia en el que se conocía como ‘proxenētēs’ a aquel que mediaba en algún asunto o negocio, sobre todo que tenía que ver con personas extranjeras. Venía a ser como una especie de cónsul encargado de intermediar. También se le llamaba de ese modo a algunos de los comerciantes o comisionistas dedicados al negocio de la esclavitud.

En la Antigua Roma también se llamó ‘proxenēta’ al que se llevaba una comisión por realizar trabajos de mediación entre personas que necesitaban cerrar un negocio o acuerdo.

A partir de la Edad Media los proxenetas ampliaron sus negocios, siendo también intermediarios en arreglar casamientos. No aparecía con tal acepción en el Diccionario de autoridades, donde se usaba el término para dar significado a la palabra ‘corredor’ (en relación al que se dedica a la compra y venta de todo género de cosas).

No fue hasta 1788 cuando apareció por primera vez el término ‘proxeneta’ en un diccionario (concretamente en el de Esteban de Terreros y Pando) y lo hacía dándole el significado de ‘especie de oficio en la antigüedad romana, casamentero o intérprete. Intermediario para ventas, compras y casamientos’.

De hecho fue a partir de 1895 (en el Diccionario enciclopédico de la lengua castellana de Elías Zerolo) cuando aparece por primera vez únicamente con el significado de ‘alcahuete’.

Ya en el siglo XX, se comenzó a señalar como proxenetas a aquellos que se dedicaban no solo a intermediar entre quienes estaban interesados en contraer matrimonio sino también entre quienes ejercían la prostitución y sus clientes, desapareciendo la acepción de ‘casamentero y alcahuete’ en el Diccionario de la RAE y dándole únicamente el significado: ‘Persona que obtiene beneficios de la prostitución de otra persona’.

 

 

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¿De dónde proviene la expresión ‘Estar hecho un basilisco’?

¿De dónde proviene la expresión ‘Estar hecho un basilisco’?

La expresión ‘Estar hecho un basilisco’ es utiliza para señalar que alguien tiene un gran enfado (al punto de poder llegar a ponerse violento).

Hace referencia al ‘basilisco’ una criatura fantástica de la mitología griega que era un híbrido entre una serpiente y un dragón alado que tenía la facultad de poder matar con la mirada y, según los antiguos relatos, como el ‘Naturalis Historia’ de Plinio el Viejo, era un ser sumamente peligroso y agresivo.

Etimológicamente, basilisco significa ‘pequeño rey’ (del griego basilískos) y se le denominó así debido a que dicho animal mitológico se representaba con una curiosa marca blanca en la cabeza que se asemejaba a una corona de rey.

Cabe destacar que en el continente americano hay una especie de lagartos (similares a las iguanas) que reciben el nombre de ‘Basiliscus’.

 

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Post realizado a raíz de la consulta que me ha hecho llegar Nerea Villa a través de la página en Facebook de este blog
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¿Es correcto el uso que se hace en castellano del término ‘bizarro’?

ACTUALIZACIÓN: Este post fue publicado el 22 de octubre de 2016; cinco años después (en diciembre de 2021) la RAE ha actualizado su diccionario incorporando una nueva acepción a la entrada ‘bizarro’ con el significado: ‘Raro, extravagante o fuera de lo común’.

El erróneo uso que se hace en castellano del término ‘bizarro’

Si nos pusiéramos a preguntar a todos nuestros conocidos sobre el significado de la palabra ‘bizarro’, muy posiblemente, un gran número de personas nos daría como respuesta que bizarro se utiliza para señalar algo que es ‘extraño’, ‘raro’, ‘extravagante’ e incluso ‘escatológico’. Esta respuesta es debida al uso que se le da en internet a este término, ya que son muchas las personas que han adoptado las acepciones que se le da al vocablo desde el inglés y francés ‘bizarre’, pero en este caso se trata de lo que es conocido como ‘false friend’ o ‘faux-ami’ (‘falso amigo’, vocablo de otro idioma que se parece, en la escritura o en la pronunciación, a una palabra de la lengua materna del hablante, pero que tiene un significado diferente).

En realidad, en nuestro idioma castellano el término bizarro significa literalmente ‘valiente, esforzado, generoso, lucido y espléndido’ (tal y como indica el Diccionario de la RAE) y el término proviene etimológicamente del italiano ‘bizzarro’ cuyo significado es ‘iracundo’ (que muestra ira o es propenso a ella).

Y es que antiguamente se tenía el convencimiento de que una persona iracunda era alguien valiente y arriesgada. Fue al llegar a nuestro idioma cuando se le comenzó a aplicar el término bizarro a algunos militares, con la intención de señalar la gallardía de éstos y, por tanto, acabó siendo también sinónimo de ser generoso, esforzado, audaz, intrépido, lucido y espléndido.

Por su parte, el idioma francés tomó el mismo vocablo (bizzarro) también desde el italiano, pero en lugar de utilizar el término para referirse a una persona valiente (como fue en el caso del castellano) hizo que la acepción de alguien iracundo fuese ‘extraño o peculiar’. Del francés fue tomado por la lengua inglesa que terminó de darle a la palabra los significados de extravagante, raro y escatológico que muchas personas también han adoptado, erróneamente, cuando usan el término en español.

Cabe destacar que es común utilizar el término ‘bizarre’ para referirse a ciertos personajes, tendencias o arte excesivamente extraño (algunos señalan como grotesco) y también a un subgénero cinematográfico de películas surrealistas, de terror e incluso pornográficas.

 

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El curioso e higiénico motivo que originó el uso del botafumeiro en la Catedral de Santiago de Compostela

¿Cuál fue el motivo del uso del botafumeiro en la Catedral de Santiago de Compostela?

Uno de los símbolos más famosos y característicos de la Catedral de Santiago de Compostela es su ‘botafumeiro’ del que se desprende un peculiar aroma producto de la combustión de carbón junto a incienso.

Según consta en las crónicas, el uso del incensario es tan antiguo como la propia catedral, que comenzó a ser construida en el año 1075 y terminada sus obras en el 1211.

Se comenzó a utilizar con el fin de perfumar el ambiente del templo. Hasta allí acudían centenares de peregrinos, quienes llegaban sudorosos, sucios de todo el camino y muchos de ellos incluso enfermos. Una manera de limpiar el ambiente que allí se respiraba (parece ser que el fétido olor del lugar era insoportable) era quemando incienso.

Las dimensiones del lugar obligaron a utilizar un artefacto para hacer que el aroma del incienso llegase a todos los rincones y así fue cómo se ideó el botafumeiro como un eficaz «esparcidor de humo» (de ahí su etimología) que gracias a unas poleas lograba que el aroma quedase esparcido por todos los rincones.

 

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El curioso e histórico origen del término ‘nefasto’

El curioso e histórico origen del término ‘nefasto’

Utilizamos el término ‘nefasto’ para indicar que algo o alguien es pésimo o detestable (‘ha sido un día nefasto’, ‘es un gobernante nefasto’…).

El origen del vocablo lo encontramos en tiempos de la Antigua Roma en el que a una serie de días se les asignó un rol especial, entre ellos por ejemplo, las calendas que eran el primer día de cada mes (surgiendo de ahí el término calendario). Los días que estaban especialmente indicados para hacer negocios y tratar temas legales con la justicia eran conocidos como ‘fastos’, del laín ‘fasti’ y cuyo significado etimológico era ‘lo que es lícito’.

Por el contrario había otros días conocidos como ‘nefasti’ que estaban destinados a lo opuesto: jornadas en las no era aconsejable hacer negocios y en los que no se podía administrar justicia. El término nefasti (que derivó en nuestro vocablo ‘nefasto’) estaba compuesto por la negación ‘ne’ y el mencionado ‘fasti’, por lo que su traducción era ‘lo que no es lícito’.

Los días nefasti o nefastos estaban reservados para venerar a las divinidades y en algunos casos para rememorar días de lutos o efemérides en las que había acontecido alguna desgracia, de ahí que con el tiempo el término ‘nefasto’ acabase adquiriendo la connotación negativa y usándose también para señalar una desgracias o algo triste y/o funesto.

 

 

 

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¿De dónde proviene llamar ‘escaño’ al lugar que ocupa un político en el Parlamento?

¿De dónde proviene llamar ‘escaño’ al lugar que ocupa un parlamentario en la Cámara?

Durante unas elecciones (ya sean para el Congreso de los Diputados y Senado, a un Parlamento Autonómico o la Eurocámara) uno de los términos que más se utilizan es el de ‘escaño’.

Se entiende como escaño al lugar que ocupará aquel candidato que ha sido escogido con los votos suficientes para representar a un partido político en cualquiera de las Cámaras.

El término ‘escaño’  proviene del latín ‘scamnum’, que era el nombre que recibía en la Antigua Roma el banco de gran tamaño y con respaldo en el que se sentaban juntos varias personas (normalmente afines en ideas e intereses). Este tipo de bancos solían estar en los foros públicos y senado, por lo que no se tardó en relacionar el nombre del asiento (escaño) con el puesto que ocupaba un representante en él.

Con el paso del tiempo la mayoría de parlamentos cambiaron los bancos en los que se sentaban varios representantes políticos por butacones individuales, pero a pesar de ello se continuó llamando escaño e incluso es muy habitual que se utilice el término ‘bancada’ al conjunto de parlamentarios de un mismo grupo político (por ejemplo ‘bancada socialista’).

 

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El curioso origen del término ‘zalamero’

El curioso origen del término ‘zalamero’

Una persona zalamera es aquella que, de manera excesiva y exagerada, se comporta de forma aduladora, diciendo numerosos cumplidos  y halagando a alguien con la intención de agradar y ganarse sus favores y confianza. Por decirlo de otro modo, un ‘zalamero’ es la versión edulcorada de un ‘pelota’ o ‘lameculos‘.

El origen etimológico del término lo encontramos en el árabe (como otros tantísimos vocablos que han enriquecido nuestra lengua y forman parte de ella) ‘salaam’ cuyo significado es ‘paz’ y que es ampliamente utilizado (entre otras cosas) como saludo, por ejemplo el famoso ‘salam aleikum’ (Que la paz esté contigo) con el que inician su saludo los musulmanes. De ahí pasó a ‘zalama’ (desear la paz) siendo utilizado con el sufijo –ero (zalamero) para llamar así a aquel que estaba continuamente deseando la paz, de manera exagerada, repetitiva y aduladora.

 

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¿De dónde proviene decir ‘Ponerse al tajo’ para referirse a la acción de trabajar?

¿De dónde proviene decir ‘Ponerse al tajo’ para referirse a la acción de trabajar?

Son muchas las personas que utilizan el término ‘tajo’ para referirse tanto al trabajo como al lugar donde se realiza dicha ocupación laboral (Me voy al tajo, Deja de hacer el vago y ponte al tajo…).

El vocablo tajo (como referencia al trabajo) nada tiene que ver con el río homónimo que nace en la Sierra de Albarracín (Teruel) y desemboca en Lisboa (Portugal) ni con ningún tipo de trabajo que se realizase a lo largo de su cauce, tal y como indica erróneamente alguna fuente. Etimológicamente, tajo proviene del verbo ‘tajar’ (dividir algo en dos o más partes con un instrumento cortante) que llegó hasta el castellano desde el latín vulgar ‘taleāre’ cuyo significado era ‘cortar’ o ‘rajar’.

Desde hace varios siglos muchos eran los trabajos en los que no se cumplía un horario sino que debía alcanzarse un objetivo y la jornada laboral terminaba cuando, avanzando sobre un terreno en el que se realizaba la faena (cosechar, segar, sembrar, pintar, talar, picar en una mina…) se llegaba hasta determinado punto que previamente se había marcado con un corte que se hacía, normalmente, en el suelo y que era conocido como ‘tajo’.

De ahí que expresiones como ‘ponerse al tajo’ o ‘ir al tajo’ significasen ponerse o ir a trabajar.

 

 

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Post realizado a raíz de una consulta que me llegó a través de twitter por Celia @pahacertesufri_
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