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¿En qué consistían los ‘Idus’ en el antiguo calendario romano?

¿En qué consistían los ‘Idus’ en el antiguo calendario romano?

Los ‘Idus’ eran el término utilizado en el antiguo calendario romano para referirse a ciertos días específicos del mes, los cuales, generalmente, caían alrededor del mediados de cada mes, siendo el día 15 en marzo, mayo, julio y octubre, y el día 13 en los demás meses de dicho calendario.

El origen del término ‘Idus’ no está del todo claro, aunque, probablemente, podría provenir  de la palabra latina iduare, que significaba ‘dividir’, debido a que caían en la mitad del mes y, por tanto, dividían éste.

En la Antigua Roma, los Idus eran días en los que se llevaban a cabo ciertos rituales religiosos y, en algunos casos, también eran fechas en las que se pagaban deudas o se realizaban transacciones comerciales.

El día más famoso de los Idus es el ‘Idus de marzo’ del año 44 a.C. (Idus Martii / Idus Martiae), en el que se cometió el asesinato de Julio César por un grupo de senadores liderados por Brutus y Cassius, un evento que marcó un punto de inflexión en la historia romana y, desde entonces, el término ‘Idus de marzo’ se ha utilizado en la cultura occidental para referirse a eventos o traiciones inesperadas.

 

 

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¿Cuál es el origen del término ‘bisiesto’?

¿Cuál es el origen del término ‘bisiesto’?

El término ‘bisiesto’ tiene sus raíces en el latín ‘bisextus’, que significa dos veces sexto, el cual se remonta a la Antigua Roma, donde se insertaba un día adicional cada cuatro años en febrero, específicamente después del sexto día de la tercera semana del mes. En otras palabras, el sexto día de la tercera semana se repetía, de ahí la denominación bisextus: dos veces sexto.

Por su parte, la expresión ‘año bisiesto’ proviene del latín ‘bis sextus dies ante calendas martii’, que se traduce como ‘repetido el sexto día antes del primer día del mes de marzo’. Este día adicional, introducido por Julio César, se intercalaba entre lo que hoy sería el 23 y el 24 de febrero, pero hay que tener en cuenta que en el antiguo sistema romano de contar días, que se basaba en las ‘calendas’, ‘nonas’ e ‘idus’ en lugar de números secuenciales del 1 hacia adelante, el 24 de febrero representaba el sexto día antes de las calendas de marzo.

En el calendario gregoriano, que actualmente utilizamos y fue instaurado por el papa Gregorio XIII en 1582, el día extra se trasladó al final de febrero, convirtiéndose en el 29 de febrero.

El día extra (día bisiesto) se introduce cada cuatro años (año bisiesto) para ajustar la discrepancia entre la duración del año trópico, que es de 365 días 5 h 48 min 45,10 s (365,242189 días) y el año estándar de 365 días.

Esta discrepancia implica que cada cuatro años es necesario ajustar el año estándar para compensar una acumulación no registrada de aproximadamente 1/4 de día por año, equivalente a un día adicional.

 

 

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¿Por qué el octavo mes del año se llama ‘agosto’?

El mes de agosto fue nombrado en honor al emperador romano Augusto, el primer emperador de Roma y sucesor de Julio César.

¿Por qué el octavo mes del año se llama 'agosto'?

Originalmente, el mes se llamaba ‘Sextilis’ en latín, ya que era el sexto mes del antiguo calendario romano.

En el año 45 a.C., Julio César instituyó una reforma del calendario romano (calendario juliano) que incluyó la adición de dos nuevos meses al final del año: Januarius y Februarius, que posteriormente pasarían a encabezar el año como Enero y Febrero respectivamente, reorganizando el calendario para que los meses coincidieran con los ciclos de la Luna y las estaciones del año.

En el año 8 a.C., el Senado romano decidió renombrar el mes en honor a Augusto, cuyo verdadero nombre era Octavio. La decisión se tomó para honrar sus logros y victorias militares, ya que agosto era el mes en que solían celebrarse muchas de las principales ceremonias y festivales en Roma.

 

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Fuente de la imagen: calendario-agosto.com

¿Por qué el sexto mes del año se llama ‘junio’?

El mes de junio debe su nombre a la diosa romana Juno, la esposa del dios Júpiter y la protectora del matrimonio y la fertilidad.

¿Por qué el sexto mes del año se llama ‘junio’?

El nombre Juno proviene del término latino ‘iuniores’, que significa ‘los más jóvenes’, en referencia a las muchachas que se casaban en este mes.

En el antiguo calendario romano, junio era el cuarto mes del año y contaba con 29 días. Con la reforma del calendario juliano en el año 46 a.C., junio se convirtió en el sexto mes del año y se le añadió un día más, pasando a tener 30 días.

Durante la Edad Media, junio era un mes muy importante para las celebraciones religiosas, como la fiesta de San Juan Bautista el 24 de junio. También era un mes en el que se celebraban muchas bodas, debido a la asociación de Juno con el matrimonio.

En la actualidad, junio se considera el mes del solsticio de verano en el hemisferio norte y el solsticio de invierno en el hemisferio sur.

 

 

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¿Por qué el quinto mes del año se llama ‘mayo’?

El mes de mayo debe su nombre a la diosa romana Maia, quien era considerada la diosa de la primavera y de la fertilidad.

¿Por qué el quinto mes del año se llama mayo’?

En la mitología romana, Maia era la hija de Fauno y la esposa de Vulcano. También era la madre de Mercurio, el mensajero de los dioses y el dios del comercio.

El nombre ‘Maia’ proviene del término latino ‘maior’, que significa ‘mayor’ o ‘más grande’ que también dio lugar a ‘magnus’ (magno, extenso, magnífico).

Esto se debe a que en el antiguo calendario romano, el mes de mayo era el tercero del año, después de marzo y abril, y se consideraba el mes más importante para las actividades agrícolas y el de preparación para el inicio de la temporada de verano.

Con la reforma del calendario juliano en el año 46 a.C., mayo se convirtió en el quinto mes del año y se le asignaron 31 días.

 

 

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¿De dónde surge llamar ‘abril’ al cuarto mes del año?

El mes de ‘abril’ debe su nombre al término latino ‘aprilis’, cuyo significado era ‘abrir’, pero no se tiene demasiado claro cuál es su origen etimológico y de dónde sacaron este vocablo para denominar así al segundo mes del año del antiguo calendario romano (el cuarto en el calendario Gregoriano que utilizamos actualmente); una denominación que ya figura en escritos del siglo IV a.C.

¿De dónde surge llamar ‘abril’ al cuarto mes del año?

Existen varias teorías sobre cómo se originó este nombre:

Una de ellas indica que ‘aprilis’ deriva de aperire, que también significaba ‘abrir’ en latín y es que este nombre se le dio a ese mes porque era el momento del año en el que comenzaba la primavera (en el hemisferio norte, evidentemente) y las flores y las plantas comenzaban a abrirse después del invierno.

Otra teoría señala que proviene de la diosa griega Aphrodita (Venus para los romanos), cuyo festival (Veneralia) se celebraba en ese mismo mes para honrar a la diosa del amor y la belleza. Según esta teoría, el término aprilis podría ser una versión abreviada de ‘Aphrilis’, que significaría ‘mes de Aphrodita’.

También se ha sugerido que podría derivar del griego ‘aphrós’, que significa ‘espuma’, ya que en este mes se produce una gran cantidad de espuma en los ríos debido al derretimiento de la nieve y el hielo.

 

 

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¿Por qué el tercer mes del año se llama ‘marzo’?

El mes de marzo es el tercer mes del año en el calendario gregoriano. Su nombre proviene del latín ‘Martius’, que significa literalmente ‘relativo a Marte’, el dios romano de la guerra y que, en el antiguo calendario romano, era el primer mes del año, el cual estaba destinado a comenzar las campañas militares del imperio tras el invierno.

¿Por qué el tercer mes del año se llama ‘marzo’?

En la Antigua Roma, marzo se consideraba un mes de renovación y cambio, marcando el comienzo del año nuevo. Se celebraba con festivales y rituales para honrar a sus deidades, incluyendo las ‘Quinquatrias’, una conmemoración que duraba cinco días y honraba a Minerva, la diosa de la sabiduría.

El calendario romano se dividía en tres partes: las Calendas (primer día del mes), los Idus y las Nonas (el noveno día antes de los Idus). Los días de los Idus eran considerados especialmente importantes para el pueblo romano y estaba destinado al pago de deudas y la renovación de contratos, llevándose a cabo ceremonias religiosas en honor a los dioses, sacrificios, juegos y espectáculos públicos. Los Idus tenían lugar el día 15 de los meses de marzo, mayo, julio y octubre, y en el día 13 del resto de los meses.

El hecho histórico más destacado e importante de la historia ocurrido un 15 de marzo (durante los Idus de marzo) fue el asesinato de Julio César, que tuvo lugar en el año 44 a.C., quien en aquel momento era el líder indiscutible del Imperio y se había convertido en una figura polarizadora entre el pueblo romano y la élite política.

 

 

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Fuente de la imagen: calendario-marzo.com

¿Cuál es el origen del término ’almanaque’?

Conocemos como ‘almanaque’ a la publicación que recoge y registra los datos, noticias relacionadas con la astrología, meteorología, agricultura, religión e incluso de efemérides que acontecen a lo largo del periodo anual. Es común que dicha publicación se utilice también como ‘calendario’, apareciendo detalladamente todos los días, semanas y meses que componen el año.

¿Cuál es el origen del término ’almanaque’?

El término ‘almanaque’ originalmente la recibimos en la forma ‘almanak’ (y así consta registrado en el Diccionario de Autoridades de 1726) proviniendo del árabe hispánico ‘almanáẖ’, haciendo referencia exactamente al mencionado anuario, y éste a su vez derivaba del árabe clásico ‘munāẖ’, cuyo significado literal era ‘alto de caravana’, debido a que los pueblos de la antigüedad comparaban los astros y sus posiciones con camellos en ruta (tal y como indica el diccionario de la RAE).

Pero, cabe destacar, que algunas fuentes indican que el mencionado término árabe hispánico ‘almanáẖ’ no proviene directamente del árabe clásico ‘munāẖ’ sino del latín medieval ‘mānǎchus’ (al que se le añadió el clásico prefijo ‘al-‘ y quedando como ‘almanachus’), el cual hacía referencia a un tipo de cuadrante solar.

 

 

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Otras fuentes de consulta: etymonline / etymology / etimologias.dechile
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Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [7]

Séptima entrega de la serie de post dedicados a traer al blog un buen número (de docena en docena) de cosas que quizás no sabíais cómo se llamaban en realidad o que conocías con otro nombre muy distinto.

Espero que la selección de palabras que he hecho en esta ocasión sea de vuestro agrado, al igual que ha ocurrido con las veces anteriores.

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Escusón: Normalmente decimos que una moneda tiene ‘cara y cruz’ y se dice de esta manera porque antiguamente era común que en las mismas apareciera por un lado la cara del rey o emperador y por el reverso una cruz (normalmente cristiana). Pues bien, se le llama ‘escusón’ al reverso de la moneda cuando en ésta lo que aparece representado es un escudo.

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

Mador: Se conoce como ‘mador’ a aquella fina capa de humedad que en ocasiones cubre parte de nuestro cuerpo (proveniente por ejemplo del rocío de la noche), pero que no proviene de nuestras glándulas sudoríparas y por tanto no puede ser considerado como sudor.

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Lanugo: El lanugo es el vello fino y casi imperceptible, parecido a la pelusilla, que cubre parte del cuerpo de los recién nacidos o que incluso algunas personas (ya adultas) tienen en algunas partes del cuerpo.

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

 

Beborrotear: Es el acto de ir bebiendo a pequeños sorbos y de manera continuada.

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

 

Vedija: Se le llama vedija a aquel mechón de pelo que está enredado y encrespado.

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

Lauto: Prácticamente en desuso, el término ‘lauto’ se ha utilizado durante mucho tiempo para referirse a alguien o algo que era ‘rico, espléndido, opulento’. Proviene de la palabra en latín ‘lautus’ que significaba ‘lavado’, en clara referencia a los baños (e higiene personal) que en la antigüedad solo podían ser privilegio de personas ricas.

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Adiar: Fijar una fecha (día) para realizar cualquier asunto. Por ejemplo, quedar con antelación para verse con alguien en un día concreto.

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

Pegotear: Lo que hace el típico gorrón que se autoinvita a casa de los demás y siempre aparece justo a la hora de comer/cenar. A este tipo de personas se les suele llamar también ‘pegote’, debido a la acción de pegarse al prójimo con la intención de ser invitada o se le pague la consumición. Muy típico son aquellos que se presentan (sin haber sido invitados) a cualquier tipo de evento (por ejemplo una fiesta de cumpleaños, banquete de una boda…).

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

 

Escamondar: Se trata de la acción de limpiar algo a lo que se le quita lo superfluo o aquello que no le sirve, por ejemplo las ramas y hojas secas de un árbol.

 

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Faetón: Un faetón es el carruaje de paseo, con cuatro ruedas, descubierto (aunque con una capota que se puede subir y bajar) y tirado por uno o dos caballos, muy típico en algunas ciudades con el que se pasea a los turistas.

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Sangradura: Así es como se le llama a la parte del brazo que se encuentra opuesta al codo (la que queda hundida al doblarse). Se le denomina de ese modo porque es por donde se hace la incisión para extraer sangre (antiguamente las famosas ‘sangrías’ y en la actualidad donde se pincha la aguja para las donaciones o análisis).

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

Conticinio: Momento de silencio absoluto durante la noche, cuando todos duermen y no se escucha ni un solo sonido. Proviene del latín ‘conticinium’ el cual se utilizaba antiguamente para señalar el cese total de todos los sonidos debido a que era el momento de descansar.

 

 

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El curioso e histórico origen del término ‘nefasto’

El curioso e histórico origen del término ‘nefasto’

Utilizamos el término ‘nefasto’ para indicar que algo o alguien es pésimo o detestable (‘ha sido un día nefasto’, ‘es un gobernante nefasto’…).

El origen del vocablo lo encontramos en tiempos de la Antigua Roma en el que a una serie de días se les asignó un rol especial, entre ellos por ejemplo, las calendas que eran el primer día de cada mes (surgiendo de ahí el término calendario). Los días que estaban especialmente indicados para hacer negocios y tratar temas legales con la justicia eran conocidos como ‘fastos’, del laín ‘fasti’ y cuyo significado etimológico era ‘lo que es lícito’.

Por el contrario había otros días conocidos como ‘nefasti’ que estaban destinados a lo opuesto: jornadas en las no era aconsejable hacer negocios y en los que no se podía administrar justicia. El término nefasti (que derivó en nuestro vocablo ‘nefasto’) estaba compuesto por la negación ‘ne’ y el mencionado ‘fasti’, por lo que su traducción era ‘lo que no es lícito’.

Los días nefasti o nefastos estaban reservados para venerar a las divinidades y en algunos casos para rememorar días de lutos o efemérides en las que había acontecido alguna desgracia, de ahí que con el tiempo el término ‘nefasto’ acabase adquiriendo la connotación negativa y usándose también para señalar una desgracias o algo triste y/o funesto.

 

 

 

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