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El curioso origen etimológico del término ‘acelga’

Conocemos como acelga a un tipo de hortaliza de hoja verde y tallo comúnmente blanco (aunque se puede encontrar en otras tonalidades), considerada como una de las más saludables e idóneas para realizar dietas gracias a ser rica en vitaminas y fibra, su alto contenido de agua (aproximadamente el 48%) y su mínimo aporte calórico.

El curioso origen etimológico del término ‘acelga’

La etimología del término ‘acelga’ es la mar de curiosa ya que llegó al castellano a través del árabe hispánico ‘assílqa’ y a éste desde el árabe clásico ‘silqah’. Pero los árabes no fueron quienes acuñaron ese nombre para dicha hortaliza, sino que ellos la adaptaron desde el griego clásico ‘sikelḗ’ (σικελή) y cuyo significado literal era ‘la siciliana’.

Y es que en la Antigua Grecia se tenía el convencimiento de que esa verdura era originaria de la isla de Sicilia, motivo por el que se referían a la misma de ese modo.

También cabe destacar que los antiguos romanos tenían otro modo de referirse a las acelgas y era ‘Beta’ (su nombre científico es ‘Beta vulgaris var. Cicla’). El hecho de que en latín se le denominase de ese modo era porque cuando sus tallos crecían se doblaba las puntas y quedaba de forma que parecía la letra B (β beta).

El término acelga fue recogido en español, por primera vez, en 1494, en el diccionario ‘Vocabulario español-latino’ del famoso humanista y gramático Antonio de Nebrija. En 1726 aparece en el primer diccionario publicado por la Real Academia Española de la Lengua (conocido como ‘Diccionario de Autoridades’).

Durante el Siglo de Oro (siglos XVII y XVIII) se hizo inmensamente popular la expresión ‘Cara de acelga amarga’, con la que referirse al semblante pálido y macilento (flaco, descolorido) que presentaba una persona por el cansancio o tras haber trasnochado. Con los años la referencia ‘amarga’ desapareció’ de dicha locución y, todavía hoy, sigue siendo utilizada en el modo ‘Cara de acelga’.

 

 

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Fuentes de consulta: 300 historia de palabras de Juan Gil (Editorial Espasa) / RAE /  etimologias.dechile / Diccionario de Autoridades (1726)
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El curioso origen etimológico del término ‘inculcar’

A raíz del post publicado días atrás con la décimo segunda entrega de la serie ‘Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban’ he recibido un mensaje de Mariajo Soria en el que, a partir del término ‘conculcar’ que allí incluía, me pregunta si éste tiene que ver etimológicamente con ‘inculcar’ al ser tan parecidos.

El origen etimológico del término ‘inculcar’

Explicaba en el mencionado post que el término ‘conculcar’ es la acción de pisar para dejar la huella del pie en alguna superficie (por ejemplo en el fango, cemento fresco, arena de la playa…). Pero esta es una de las diferentes acepciones que se le puede dar a este vocablo, ya que es más común utilizarlo para referirse a la acción de incumplir una ley, obligación, norma o principio. Etimológicamente proviene del latín ‘conculcāre’ compuesto por el prefijo ‘con-‘ (unión, conjuntamente…) y la palabra proveniente de ‘calcis’ (para referirse al ‘talón’). Originalmente conculcāre se refería a la acción de aplastar u oprimir algo fuertemente con el talón del pie y, como analogía, al hecho metafórico de dar una patada para quebrantar una norma o ley.

Con el término ‘inculcar’, utilizado para indicar la acción de ‘influir e infundir una idea o conocimiento a alguien’, ocurre algo parecido que con ‘conculcar’. También proviene del latín, en este caso ‘inculcāre’, compuesto por el prefijo ‘in-‘ (hacia adentro) y el mencionado ‘calcis’ (talón), significando literalmente ‘empujar con el talón’ como referencia a aquello que se introduce o clava (por ejemplo en el suelo) presionando con la parte posterior del pie.

En la antigüedad se tenía la errónea creencia de que el conocimiento y aprendizaje no se conseguían solos y había que presionar y obligar para que alguien asimilase o memorizase algo (de ahí la desacertada idea  que dio origen a expresiones como ‘la letra con sangre entra’ tan repetidas por generaciones pasadas).

De ahí que se creó la analogía de que para influir e infundir una idea, dogma o conocimiento a alguien era necesaria la fuerza (como la que se hace cuando se empuja con el talón del pie) y de ahí que originalmente se utilizase el término inculcar, el cual, en la actualidad, ha perdido parte de su significado original y se usa como sinónimo de inspirar, aleccionar e incluso enseñar.

 

 

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El origen etimológico de media docena de partes del cuerpo humano

De los pies a la cabeza y por fuera o por dentro, todas aquellas partes de nuestro organismo que podemos ver, y las que no, tienen un nombre, un término por el que son conocidas. Muchas son las ocasiones en las que nombramos algunos de esos órganos y, por mucho que estemos familiarizados con su nombre, desconocemos por qué y de dónde surge el que se denominen de esa forma.

El origen etimológico de media docena de partes del cuerpo humano

A raíz del post que publiqué días atrás, sobre el origen de los términos ‘Cadera, catedrático y catedral’,  Raúl Sainz Garrido me dejó un comentario en el que me animaba a escribir una entrada sobre el origen de otras partes  del cuerpo humano. Como bien sabéis, son numerosísimos por lo que lo haré en varias entregas y de seis en seis (con el fin de que no quede un post muy largo).

Aquí tenéis una primera tanda con el origen etimológico de media docena de partes del cuerpo humano:

El origen etimológico de media docena de partes del cuerpo humanoCuello: Es la parte del cuerpo que une la cabeza con el tronco y proviene del latín ‘collum’, de igual significado y que también era utilizado para referirse al tallo de una flor. Se originó dicho vocablo como clara referencia a aquello que permite girar y hacer volver a su lugar de origen algo, en este caso la cabeza (o, por ejemplo, una flor). A raíz de su anatomía (estrecho y alargado) con el paso del tiempo también se utilizó la palabra cuello para referirse a la parte superior y más estrecha de una vasija o botella.

El origen etimológico de media docena de partes del cuerpo humanoNudillos: Es la parte exterior de cualquiera de las junturas de los dedos, donde se unen los huesos de que se componen. Nudillo es el diminutivo de nudo y etimológicamente proviene del latín vulgar ‘nudus’ y a su vez éste del latín clásico ‘nodus’, haciendo referencia a la parte de intersección de algo que se junta (en este caso las falanges de los dedos a la mano).

El origen etimológico de media docena de partes del cuerpo humanoTobillo: Es la parte del cuerpo en donde se articula el pie con la pierna, pero también es la protuberancia de la tibia y del peroné que sobresalen respectivamente en el lado interno y externo de éste. Y es que el término tobillo proviene del latín vulgar ‘tubellum’ el cual era el diminutivo del vocablo ‘tuber’ cuyo significado literal era ‘protuberancia’ (en este caso haciendo referencia a la prominencia redondeada que se encuentra en el punto donde se une nuestra pierna con el pie).

El origen etimológico de media docena de partes del cuerpo humanoAxila: Se trata de la concavidad que forma el arranque del brazo con el cuerpo. Proviene del latín ‘axilla’, de idéntico significado y este proviene del vocablo ‘axis’ el cual hacía referencia a un eje o ala. Otro modo común para referirse a la axila es ‘sobaco’, pero dicho término tiene una etimología algo desconocida y discutida (la dejo para explicarla con más detenimiento en otro post).

El origen etimológico de media docena de partes del cuerpo humanoVena: Es cada uno de los conductos por los que discurre nuestra sangre, haciendo un recorrido por nuestros órganos interiores y con salida y llegada en el corazón. Proviene del término en latín, escrito del mismo modo, que era utilizado para referirse a cualquier conducto o canalillo por el que, de forma natural, circulaba cualquier líquido (agua, sangre…).

El origen etimológico de media docena de partes del cuerpo humanoMuslo: Es la parte de la pierna desde la juntura de las caderas hasta la rodilla. El término es en sí una contracción del vocablo ‘músculo’, el cual proviene del latín ‘muscŭlus’ y cuyo significado era ‘ratoncillo’ (os expliqué esta curiosa etimología en un post tiempo atrás).

 

Próximamente publicaré otra tanda con el origen etimológico de media docena de partes del cuerpo humano.

 

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¿Cuál es el origen etimológico del término ‘sexo’?

El origen etimológico del término ‘sexo’ lo encontramos en el latín ‘sexus’, la palabra utilizada en la antigüedad para designar la diferencia entre géneros, debido a que normalmente iba acompañada junto a los términos ‘virilis’ (hombre) y ‘mulieris’ (mujer). Al menos así aparece reflejado en los escritos anteriores al siglo XVII, donde era frecuente encontrarlo en la forma ‘sexus mulieris’ o ‘sexus virilis’ cuando se quería hacer una referencia al género al que pertenecía la persona de la que se estaba hablando.

¿Cuál es el origen etimológico del término ‘sexo’?

Etimológicamente, el vocablo latino sexus proviene de ‘sectus’ (corte) y éste de ‘secare’ (cortar) y es más que probable que se refiriera originalmente a la división de la población que existía, la cual se tenía el convencimiento de que la mitad exacta eran varones y la otra hembras. Aunque algunas fuentes indican que bien podría haberse originado de la idea de que, según se explica en los Evangelios, la primera mujer (Eva) fue creada a partir de cortar y sacar una costilla a Adán.

Por otra parte encontramos que en numerosos escritos de la Antigua Grecia también se hacía referencia al origen de los hombres y mujeres como un único y mismo ente, señalando que los humanos éramos seres andróginos (poseíamos los dos sexos en un mismo cuerpo). En la obra ‘El banquete’ de Platón (escrita alrededor del año 380 a.C.) el famoso filósofo griego explica que se debió a un castigo divino del Dios Zeus el que los seres andróginos quedasen divididos en dos (hombre y mujer).

En el Diccionario de Autoridades de 1739 (primer libro oficial en lengua española que recogía las palabras y sus definiciones) aparece la entrada ‘sexo’ dándole la siguiente acepción literal: ‘Distintivo en la naturaleza del macho, ù hembra en el animal’.

Cabe destacar que fue a finales del siglo XIX cuando aparecieron coletillas a la palabra sexo en los diccionarios para diferenciar la condición entre géneros: por ejemplo ‘Bello sexo’ con la acepción de ‘Conjunto de todas la mujeres’. En 1925 se le añadía al diccionario los términos ‘Sexo débil’ que daba como respuesta ‘las mujeres’ y ‘Sexo feo o fuerte’ que se refería a ‘los hombres’.

En una próximo post os explicaré la evolución que hizo el término sexo que pasó de ser un vocablo para referirse al género de las personas a designar las relaciones carnales (cópula).

 

 

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Portada del libro "Ya está el listo que todo lo sabe de SEXO" de Alfred López

 

 

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El curioso origen etimológico del término ‘delirio’

Se conoce como ‘delirio’ al estado de confusión mental que se caracteriza por alucinaciones y/o pensamientos absurdos e incoherentes.

El curioso origen etimológico del término ‘delirio’

El término proviene del latín ‘delirium’ y que literalmente significaba ‘no hacer un surco’, el cual tiene una curiosa explicación y origen.

Antiguamente entre las muchas pruebas que le podían hacer a un individuo para calibrar su estado de enajenación (ya fuese transitorio o producido por un trastorno mental) era pedirle que hiciese un surco en la tierra ayudado por una vara. Dependiendo de cómo saliese ésta se determinaba su capacidad y a aquel que no pudiese trazarlo de modo correcto se le tachaba como ‘delirium’.

Dicho término señalaba el comportamiento anormal o extravagante de esa persona y etimológicamente se componía del prefijo ‘de’ (separación, negación), el vocablo ‘lira’ (cuyo significado era ‘surco’) y el sufijo ‘ius’ (resultado).

 

 

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El curioso origen etimológico del término ‘acaparar’

Llamamos acaparador a aquel individuo que egoístamente (o por algún tipo de beneficio) hace acopio de la mayor parte (e incluso todo) de alguna cosa (por ejemplo adquirir compulsivamente un gran número de productos que están rebajados de precio).

El curioso origen etimológico del término ‘acaparar’

Etimológicamente el término acaparar nos llegó al castellano desde el francés ‘accaparer’ cuyo significado literal era ‘comprar dejando arras’. Y es que al idioma galo llegó desde el italiano ‘accaparrare’ (asegurar un contrato dejando arras).

Existe constancia de que dicho vocablo ya era utilizado en el siglo XVI (aunque no se incorporó al diccionario en España hasta tres siglos después) y en su origen se usaba para señalar a aquel comerciante que apalabraba la adquisición de una mercancía dejando una paga y señal: las arras (además de ser las monedas que se entregan los desposados durante la ceremonia del matrimonio, también se refiere a la señal entregada como garantía en algún contrato mercantil).

El hecho de depositar esas arras como garantía con el fin de que el vendedor dejase dicha mercancía reservada, imposibilitaba ser adquirida por otros posibles compradores interesados, por lo que, con el tiempo, el término ‘acaparar’ empezó a adquirir la connotación negativa que suele darse al vocablo.

 

 

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La curiosa relación entre el término ‘redundancia’ y las olas del mar

Se utiliza el término ‘redundancia’ para señalar aquello que es repetido (por ejemplo, una palabra varias veces en una misma oración) o que sobra, desborda o rebosa (el líquido de un vaso).

La curiosa relación entre el término ‘redundancia’ y las olas del mar

El vocablo proviene etimológicamente del latín ‘redundare’, formado por el prefijo re- (repetición) y la palabra ‘unda’ cuyo significado es ‘onda’ y que los antiguos romanos utilizaban para referirse a las olas del mar.

El ir y venir continuo de esas olas en el mar o las ondas que se formaban en un río o cualquier lugar navegable es lo que dio origen a la utilización del término redundare (castellanizado en redundancia/redundar) para referirse a la repetición de alguna cosa o la abundancia de ésta.

 

 

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¿De dónde surge el término ‘hostilidad’?

Se conoce como hostilidad al conflicto (ya sea armado o por enemistad) que pude producirse entre países, grupos, personas, pueblos…

¿De dónde surge el término ‘hostilidad’?El término procede del vocablo ‘hostil’ (contrario, enemigo) y éste llegó al castellano desde el latín ‘hostīlis’ formado por el sufijo –ilis y el vocablo ‘hostis’ el cual se utilizaba en la Antigua Roma para designar al ‘enemigo extranjero’.

Cuando un ejército declaraba la guerra a un país extranjero automáticamente se convertía en un hostis (también usado para señalar al enemigo público del pueblo e incluso de aquel que traicionaba a su propia nación).

Con el tiempo, los términos hostil u hostilidad pasaron a designar cualquier tipo de enemistad, desacuerdo o agresión ya fuese con un foráneo o compatriota.

 

 

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Fuente de consulta: etimologias.dechile / RAE / Etimologías Grecolatinas de Jorge Barragán
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¿De dónde surge el término ‘gabinete’?

Se define como gabinete a la estancia (sala) habilitada para recibir a alguien y en donde se tratan asuntos de diversa consideración (normalmente importantes).

¿De dónde surge el término ‘gabinete’?

La etimología del término indica que proviene del francés medieval ‘cabinet’ (de igual significado) y éste a su vez era el diminutivo de ‘cabine’ que también doy origen a ‘cabina’ (habitáculo desde donde se realizan llamadas telefónicas, va el conductor de un camión o piloto de avión, etc).

El hecho de ser una sala en la que se reunían algunos mandatarios o fuerzas vivas de una población con el fin de encontrar soluciones a algún problema o conflicto (normalmente a puerta cerrada) es lo que le confirió al término gabinetes el estatus de lugar de cierta relevancia, dando origen a locuciones como ‘gabinete ministerial’, ‘gabinete de crisis’ o ‘gabinete de prensa’, por poner tres ejemplos, aunque estas reuniones se realicen en salas espaciosas y que nada tienen que ver con las pequeñas estancias originales.

 

 

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Torneo, atornillar y torniquete, tres palabras con un mismo origen etimológico: ‘dar vueltas’

A simple vista, si tomamos palabras tan distintas en su significado como ‘torneo’, ‘atornillar’ o ‘torniquete’, no caeremos en la cuenta que estos tres vocablos tienen algo en común: su procedencia etimológica y que provienen de un mismo término de raíz latina: ‘tornus’, cuyo significado es ‘dar vueltas’.

Torneo, atornillar y torniquete, tres palabras con un mismo origen etimológico: ‘dar vueltas’

De ahí también proviene ‘torno’ (como el que usan, por ejemplo, los alfareros), ‘tornillo’, ‘tornado’

El término latino ‘tornus’ a su vez provenía del griego ‘τόρνος’ (tórnos) que significaba literalmente ‘girar’.

Supongo que rápidamente habréis encontrado la relación directa entre atornillar (introducir un tornillo haciéndolo girar alrededor de su eje) y torniquete (dispositivo para evitar o contener una hemorragia a base de hacerlo girar y comprimir la herida) pero os preguntaréis por qué he indicado que el término ‘torneo’ proviene del mismo origen etimológico.

Pues bien, hoy en día conocemos como torneo a ciertas competiciones deportivas, pero para encontrar la procedencia del término hemos de ir hacia la Edad Media en la que se le llamaba de este modo a los combates que se realizaban hombre contra hombre, donde los contrincantes iban montados sobre un caballo, vestían una armadura y portaban una lanza.

El lugar en dónde se llevaba a cabo estos desafíos estaban delimitados por unas estacas (de ahí la expresión ‘dejar en la estacada’) y una vez que se llegaba hasta el final el caballo debía girar para volver a acometer al contrario y lanzarlo contra el suelo y ganar (‘hacerle morder el polvo’).

Esas continuas idas y venidas (giros) del jinete es lo que dio origen a que dichos combates recibieran el nombre de torneo y, por tanto, tengan la relación directa con los otros términos comentados.

 

 

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