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Media docena de expresiones que hacen referencia a alguna parte de la anatomía

Media docena de expresiones que hacen referencia a alguna parte de la anatomía

Tener cara de acelga:
Durante el Siglo de Oro español (siglos xvii y xviii) muchos fueron los literatos que usaron la expresión cara de acelga amarga, con la que se referían al semblante pálido y macilento (flaco, descolorido) que presentaba una persona por el cansancio o tras haber trasnochado. Con los años la referencia amarga desapareció de la locución y, todavía hoy, sigue utilizándose en el modo tener cara de acelga.

Tener orejas de soplillo:
Decir que alguien tiene  orejas de soplillo es referirse a sus grandes y separados pabellones auditivos. El término soplillo lo recibe del aventador en forma de pala (redondo y con un mango), hecho comúnmente de esparto y que sirve para avivar el fuego (por ejemplo, de una chimenea).

No tener dos dedos de frente:
Expresión con la que se da a entender que alguien tiene pocas luces o entendederas y que es una persona muy limitada intelectualmente. Proviene de la errónea creencia (surgida en la primera mitad del siglo xix) que la anchura de la frente de un individuo determinaba su inteligencia. Estaba basada en una pseudociencia llamada frenología, creada por el anatomista alemán  Franz Joseph Gall.

Ser la niña de sus ojos:
Predilección especial que se siente por algo o alguien. La  niña a la que hace alusión la expresión es las pupila, llamadas de ese modo debido a que antiguamente se percataron de que en la obertura que se encuentra en el centro del iris (y por donde entra la luz al ojo) quedaba reflejada la silueta de la persona a la que se estaba mirando, por lo que esa figura recordara el trazo de un diminuto cuerpo de niña.

Dormir a pierna suelta:
Cuando alguien duerme sin problemas y de un tirón suele decirse que ha  dormido a pierna suelta. Esta expresión proviene del hecho de dormir sin tener atadura ninguna en las extremidades inferiores y hace referencia a aquellos presos a los que, por buena conducta, se les permitía pasar la noche sin estar encadenados a unos grilletes o cadenas. Esos reos afortunados tenían un descanso nocturno mejor, por lo que a la mañana siguiente se encontraban en mejores condiciones que sus compañeros de celda.

Andar con pies de plomo:
Ante una situación que requiere calma y hacer las cosas con cautela, disimulo, sin prisas o con la máxima precaución posible suele utilizarse las expresiones andar con pies de plomo e ir con pies de plomo. Dos locuciones que hacen referencia al mundo subacuático en el que los buzos utilizaban unas botas recubiertas de plomo con las que conseguían tener mejor y mayor estabilidad y seguridad para andar por el fondo del mar o por la superficie de algún barco hundido.

 

 

 

Lee y descubre el curioso origen, historia y etimología de infinidad de palabras y palabros

 

 

 

Fuente de la imagen: nubedepalabras

El curioso origen etimológico del término ‘acelga’

Conocemos como acelga a un tipo de hortaliza de hoja verde y tallo comúnmente blanco (aunque se puede encontrar en otras tonalidades), considerada como una de las más saludables e idóneas para realizar dietas gracias a ser rica en vitaminas y fibra, su alto contenido de agua (aproximadamente el 48%) y su mínimo aporte calórico.

El curioso origen etimológico del término ‘acelga’

La etimología del término ‘acelga’ es la mar de curiosa ya que llegó al castellano a través del árabe hispánico ‘assílqa’ y a éste desde el árabe clásico ‘silqah’. Pero los árabes no fueron quienes acuñaron ese nombre para dicha hortaliza, sino que ellos la adaptaron desde el griego clásico ‘sikelḗ’ (σικελή) y cuyo significado literal era ‘la siciliana’.

Y es que en la Antigua Grecia se tenía el convencimiento de que esa verdura era originaria de la isla de Sicilia, motivo por el que se referían a la misma de ese modo.

También cabe destacar que los antiguos romanos tenían otro modo de referirse a las acelgas y era ‘Beta’ (su nombre científico es ‘Beta vulgaris var. Cicla’). El hecho de que en latín se le denominase de ese modo era porque cuando sus tallos crecían se doblaba las puntas y quedaba de forma que parecía la letra B (β beta).

El término acelga fue recogido en español, por primera vez, en 1494, en el diccionario ‘Vocabulario español-latino’ del famoso humanista y gramático Antonio de Nebrija. En 1726 aparece en el primer diccionario publicado por la Real Academia Española de la Lengua (conocido como ‘Diccionario de Autoridades’).

Durante el Siglo de Oro (siglos XVII y XVIII) se hizo inmensamente popular la expresión ‘Cara de acelga amarga’, con la que referirse al semblante pálido y macilento (flaco, descolorido) que presentaba una persona por el cansancio o tras haber trasnochado. Con los años la referencia ‘amarga’ desapareció’ de dicha locución y, todavía hoy, sigue siendo utilizada en el modo ‘Cara de acelga’.

 

 

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Fuentes de consulta: 300 historia de palabras de Juan Gil (Editorial Espasa) / RAE /  etimologias.dechile / Diccionario de Autoridades (1726)
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