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Ilustre, ilustrado, ilustración: cuando el conocimiento es luz

Quienes sois lectores habituales de este blog sabéis lo mucho que me gusta bucear entre los diccionarios en busca de palabras (y palabros) para encontrar sus significados, orígenes e incluso alguna raíz etimológica que pudiese llevarlas a converger con otros términos.

Ilustre, ilustrado, ilustración: cuando el conocimiento es luz

Hoy me apetece hacerlo con los vocablos ‘Ilustre, ilustrado e ilustración’ y hablar de cómo se crearon estos términos como una clara señal de indicar a aquella persona que iluminaba al resto gracias a su conocimiento y sabiduría.

Los tres términos, etimológicamente, provienen del latín ‘lustrāre’ (iluminar, dar luz, alumbrar, brillar) al que se le añadido el prefijo intensivo ‘in-‘.

El término ‘ilustrado’ indica que alguien es culto e instruido y sin embargo usarlo en la forma de ‘ilustre’ hace referencia a aquel que por su condición brilla o desprende luz y normalmente es usado con personas no solo con conocimientos, sino también de cierta clase social usándose como si fuera un título (el ilustre caballero, la ilustre dama…).

La palabra ‘ilustración’ encontramos que sirve para hacer referencia a diferentes cosas, como instrucción y educación, a dibujos y grabados, además de ser una época concreta de la historia: el ‘Siglo de la Ilustración’ (en este caso la inicial debemos escribirla con mayúscula), un periodo que también se conoció como el ‘Siglo de las Luces’.

De la raíz latina ‘lustrāre’ han surgido otras muchas palabras como ‘ilustrativo’ (que ilustra), ‘lustre’ (brillo o luz de las cosas) o ‘lustrar’ (dar brillo o luz).

Cabe destacar que no debemos confundir estos términos con la palabra ‘lustro’ (periodo de cinco años) que proviene de otra raíz etimológica que nada tiene que ver (tal y como expliqué tiempo atrás en otro post).

 

 

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¿Cuál es el origen de la expresión ‘El conocimiento es poder’?

Una de las cosas más valiosas que tenemos los seres humanos es la capacidad de aprender, lo cual es una de las claves principales para haber evolucionado.

¿Cuál es el origen de la expresión ‘El conocimiento es poder’?

De hecho, existe una famosísima expresión que reza ‘el conocimiento es poder’ y a la que no le falta la razón. Dicha locución le es atribuida frecuentemente a Francis Bacon, aunque él no la dijo (o escribió) en esa forma.

El célebre filósofo inglés incluyó en su obra ‘Meditationes sacrae’ (1597) el aforismo latino ipsa scientia potestas est (El conocimiento es en si mismo un poder) basado en un antiquísimo proverbio hebreo (Proverbios 24:5) cuya traducción vendría a ser ‘El hombre sabio es fuerte, y de pujante vigor el hombre docto’.

Pero quien parece ser que realmente la popularizó en la forma ‘El conocimiento es poder’ (Scientia potentia est), fue el también filósofo inglés Thomas Hobbes a partir de 1658, a través de su obra ‘De Homine’ (Sobre el hombre). Este había estado trabajando durante un tiempo como amanuense (escribiente) de Francis Bacon y, muy probablemente, desarrollaría tal locución basándose en los pensamientos de su mentor.

Es habitual encontrar la expresión también en la forma ‘La información es poder’ o ‘La sabiduría es poder’.

 

 

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El curioso origen etimológico del término ‘inculcar’

A raíz del post publicado días atrás con la décimo segunda entrega de la serie ‘Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban’ he recibido un mensaje de Mariajo Soria en el que, a partir del término ‘conculcar’ que allí incluía, me pregunta si éste tiene que ver etimológicamente con ‘inculcar’ al ser tan parecidos.

El origen etimológico del término ‘inculcar’

Explicaba en el mencionado post que el término ‘conculcar’ es la acción de pisar para dejar la huella del pie en alguna superficie (por ejemplo en el fango, cemento fresco, arena de la playa…). Pero esta es una de las diferentes acepciones que se le puede dar a este vocablo, ya que es más común utilizarlo para referirse a la acción de incumplir una ley, obligación, norma o principio. Etimológicamente proviene del latín ‘conculcāre’ compuesto por el prefijo ‘con-‘ (unión, conjuntamente…) y la palabra proveniente de ‘calcis’ (para referirse al ‘talón’). Originalmente conculcāre se refería a la acción de aplastar u oprimir algo fuertemente con el talón del pie y, como analogía, al hecho metafórico de dar una patada para quebrantar una norma o ley.

Con el término ‘inculcar’, utilizado para indicar la acción de ‘influir e infundir una idea o conocimiento a alguien’, ocurre algo parecido que con ‘conculcar’. También proviene del latín, en este caso ‘inculcāre’, compuesto por el prefijo ‘in-‘ (hacia adentro) y el mencionado ‘calcis’ (talón), significando literalmente ‘empujar con el talón’ como referencia a aquello que se introduce o clava (por ejemplo en el suelo) presionando con la parte posterior del pie.

En la antigüedad se tenía la errónea creencia de que el conocimiento y aprendizaje no se conseguían solos y había que presionar y obligar para que alguien asimilase o memorizase algo (de ahí la desacertada idea  que dio origen a expresiones como ‘la letra con sangre entra’ tan repetidas por generaciones pasadas).

De ahí que se creó la analogía de que para influir e infundir una idea, dogma o conocimiento a alguien era necesaria la fuerza (como la que se hace cuando se empuja con el talón del pie) y de ahí que originalmente se utilizase el término inculcar, el cual, en la actualidad, ha perdido parte de su significado original y se usa como sinónimo de inspirar, aleccionar e incluso enseñar.

 

 

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