Archivo de febrero, 2017

«En catequesis me han dicho que los carnavales son anticristianos»

Carnaval, carnaval… Hoy es el día en el que muchos niños acuden disfrazados al colegio. No todos. En muchos de  los centros vinculados a la Iglesia el carnaval es algo que pasa sin pena ni gloria. Al menos en Madrid. Me pregunto si en Canarias o Cádiz también se resisten a este influjo.

(GTRES)

Yo acudí a uno de monjas solo para niñas en el que, para compensar, teníamos una fiesta el día del fundador, el padre Faustino. Hacíamos bailes regionales vestidas de manera semejante a como lo hacen los que de verdad danzan muñeiras, jotas aragonesas, sevillanas o isas canarias. Con el tiempo abrieron la mano y también podías disfrazarte y bailar piezas de Grease o temas pop del momento.

Seguía sin ser lo mismo. Pero bueno, se puede vivir sin carnaval. Ese colegio tenía prácticas mucho peores.

Recuerdo que las telas de los trajes con los que nos vestíamos había que comprarlas ya cortadas en un comercio concreto y en cuyo proceso las monjas sacaban tajada. Eran especialistas en sacar pasta a nuestros padres de múltiples maneras, pero esa ya es otra historia.

Me estuve acordando de mi infancia ajena a los carnavales al ver a mis hijos dispuestos a disfrazarse este viernes. Pero recordaba mi niñez sin disfraces escolares sobre todo por una conversación que tuvimos con un niño, amigo de la familia, que tiene ocho años y está en catequesis (taquetesis según su hermana pequeña) y escolarizado en un centro religioso.

«En catequesis me han dicho que los carnavales son anticristianos», nos dijo al oírnos hablar de disfraces.
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¿Qué es la tabla china? ¿Tiene alguna fiabilidad para predecir el sexo del bebé?

Así me lo han preguntado. Tal cual. Y así os lo traslado.

(M.T.)


La respuesta a la segunda pregunta es obvia. Ninguna. No tiene la menor fiabilidad. La única manera de saber si has engendrado un niño o una niña es pasar por un médico que te haga un análisis (permite saberlo con mayor premura) o una ecografía. Lo demás son cuentos chinos.

El mismo tipo de cuentos chinos que abundan para saber cómo engendrar un niño o una niña y del que ya os hablé el año pasado (y que está directamente relacionado) porque me sorprendió encontrar que era una de las búsquedas más habituales en Google relacionadas con el embarazo.

Vayamos con la primera pregunta. ¿Qué es eso de la tabla china?

Vamos a saltarnos leyendas oscuras y no confirmadas sobre los muchos siglos de antigüedad que tiene y que fue encontrada en un mausoleo y bla, bla, bla… (sí, soy de vertiente escéptica, tengo el fallo de haberme cruzado con el periodismo científico). La cosa es que la tabla permite, se supone, con una fiabilidad que dicen en las páginas que la explican que es del 90% si se usa bien pero que al mismo tiempo reconocen no tiene ninguna confirmación científica (ejem).

Con un 50% de posibilidades de acierto, las probabilidades de encontrar casos de ‘amimefuncionismo’ defendiéndola se multiplican.

¿Cómo usarla? Pues las más sencillas son las que incluyen códigos de colores (hay a tutiplén a poco que miréis Google, pero yo os la dejo enlazada). Es importante, por lo visto, calcular la edad lunar de la madre, que no me queda claro lo que es pero supone sumar un año si se nació entre abril y octubre y dos si se nació de septiembre a marzo.

Luego hay que buscar la casilla y el día del mes que se concibió a la criatura. Algo que me ha fascinado siempre porque yo no he tenido nunca la más remota idea de qué día engendré. Solo en casos de severa carestía sexual o imprudencia anticonceptiva en torno a ese día en concreto le veo sentido. Se cruza con la edad (lunar, no os olvidéis) que tenías cuando concebiste. Y ahí está, la supuesta respuesta.

Los hay especialmente optimistas que incluso creen que pueden usar la tablita para decidir qué concebir.

Si decidís tomároslo en serio, hay distintos sitios en los que explican mucho mejor que yo los cálculos (junto a otras teorías igual de poco plausibles).

Si a mí me da la risa floja no quiero imaginar las carcajadas de algunos amigos que tengo, biólogos especializados en aspectos reproductivos.

En definitiva, mejor relajarse un poquito y amar y disfrutar al niño que venga, tenga lo que tenga entre las piernas.

¿Obvio, no?

‘¡Yotsuba!’, un buen ejemplo de que el manga también puede ser para niños pequeños

De pequeña leía muchísimo. Muchos libros, pero también leía y releía una cantidad ingente de tebeos en diferentes formatos. Los libros de películas de Disney, mortadelos, súperhumores, zipizapes, al tío gilito y los sobrinos de Donald, tintines, Asterix, Súperlopez… de todo. Y todos los buenos ratos pasados leyendo bocadillos también contribuyeron a desarrollar mi amor por la lectura y a convertirlo en un hábito.

Más tarde llegó algo de Marvel y DC (aunque nunca he sido una fan acérrima ni mucho menos), las revistas Creepy compradas en el mercadillo de segunda mano y Ralf Konig. Luego me hice adulta y las novelas ganaron a los cómics, pero Maus sigue pareciéndome una obra maestra más apetecible que Proust y últimamente me ha dado por hacer incursiones en el manga.

Fruto de esas incursiones descubrimos en casa a Yotsuba, de Kiyohiko Azuma, que es en estos momentos uno de los personajes literarios favoritos de mi hija de siete años y la prueba evidente de que el manga también es cosa de niños pequeños. Y de adultos, porque tanto mi santo como yo también disfrutamos con las aventuras de esta niña de cinco años con el pelo verde.

Sobre el manga sobrevuela mucho prejuicio, pese a contar con obras que son auténticas maravillas con todo tipo de temática. A mucha gente la palabra manga le sugiere poco más que altas dosis de violencia y sexo junto a colegialas de ojos grandes. Claro que hay de eso, pero también mucho más. No hace mucho os recomendé aquí mismo una manga para adolescentes que contribuía a luchar contra el acoso escolar, Mi amigo Capricornio y las versiones en manga de clásicos como Hamlet o El Quijote. Y no es el único de los que he leído recientemente que recomendaría a chavales de instituto.

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¿Son buenas las toallitas húmedas para los bebés? (para el medio ambiente no)

Hace pocos días una compañera de trabajo me hacía esa misma pregunta: ¿Son buenas las toallitas húmedas para los bebés?.

(GTRES)

No soy dermatóloga, tampoco una especialista en los componentes en los que puedan estar impregnadas. A poco que se busque por Internet se encuentra de todo, tanto noticias que recogen su seguridad como otras que hablan de una relación directa de la metilcloroisotiazolinona con la dermatitis alérgica y contenidos que explican todos los componentes que pueden tener y que habría que evitar (sí, incluyendo esos sospechosos habituales que son los parabenos) y cómo hacer toallitas caseras. Creo que voy a sugerir a Javi Yanes, mi compañero del blog Ciencias Mixtas, que eche un vistazo para hablarnos del tema con rigor y conocimiento de causa. De entrada, yo no me alertaría demasiado.

Sí sé que es difícil en estos tiempos vivir sin ellas cuando eres madre reciente. Y acabas usándolas para todo, no sólo para limpiar a tus hijos en el cambio de pañal.

Son un imprescindible en la bolsa del carro e innegablemente útiles. He visto estas toallitas limpiando culos, bocas, manos, (todo eso de bebés y también de adultos) hocicos caninos, retrovisores, pantalones vaqueros, gafas, iPads e incluso cristales de acuario.

Pueden crear dependencia, creedme. Deberían avisarlo en el paquete.

Pero os voy a decir una cosa, yo fui usándolas cada vez menos y me di cuenta de que podías vivir con un número muy limitado de ellas, porque puede que para los bebés no sean malas, pero para el medio ambiente no son precisamente buenas, entidades de todo tipo recuerdan el grave impacto que causan y recomiendan limitar su uso.

No debería ser necesario decir que no deben dejarse tiradas por cualquier sitio ni lanzarlas al inodoro. Pero lo voy a hacer porque me consta que en el tratamiento de aguas de nuestras ciudades son una pesadilla (ni siquiera las que dicen que son aptas para irse por ahí es recomendable tirarlas por el desagüe) y porque es demasiado frecuente verlas intentando ser biodegradables sin éxito en parques infantiles y demás zonas en las que abunden los niños pequeños.

Yo las fui usando cada vez menos con Jaime, que tenía piel atópica. Tras probar mucha crema descubrimos que lo mejor para que estuviera bien era prescindir en lo posible de cremas y jabones. Dejamos de bañarle a diario y a hacerlo la mayoría de las veces únicamente con agua, prescindimos de cremas y champús y tiramos de los jabones naturales de toda la vida y mejoró inmediatamente.
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Gracias a todos maestros, logopedas, terapeutas… que luchan por la felicidad de las personas con asperger

(GTRES)

Hoy es un día importante, un día para intentar entender un síndrome que no siempre es fácil de explicar, para ponerse en piel ajena y ser consciente de las dificultades que se encuentran para intentar minimizarlas.

En el pasado ya he escrito del asperger, tanto otros 18 de febrero como en días sin significación especial. Os he contado que las personas con asperger no están enfermas, no son todos genios ni son agresivos (y no son Sheldon Cooper), he intentado aclarar algunos mitos del síndrome de Asperger en la celebración de su día internacional de 2013, os he contado cómo obraría ante una persona con Asperger y recomendado ‘Luis el maquinista’, un cuento para entender este síndrome y también os hablé de ‘El rastro brillante del caracol’, una novela juvenil cuyo héroe protagonista tiene asperger (y que sirve para estar en guardia ante pederastas).

Así que hoy me voy quedar calladita, salvo para pedir ese ejercicio de empatía, de dedicar unos pocos minutos en este día a ponerse en calzado ajeno, y cedo la palabra a un joven con asperger. Lo que os traigo es un comentario que publicó en mi post: A los maestros de educación especial, esos que pocos recuerdan.

Buenas noches. Tengo 17 años. Tengo asperger desde nacimiento. Es un tipo de autismo. De los leves moderados, pero autismo.

Mi inteligencia es normal pero tengo muchas limitaciones. Me da miedo la gente, los sonidos, algunos lugares, no entiendo las bromas ni las ironías. Me han dicho que en eso tengo suerte porque así me ahorro de escuchar muchas estupideces. Parece ser que tienen razón. Así que no puedo usarlas tampoco.

Soy obsesivo de muchas cosas. Del orden. De la ortografía perfecta. De otras cosas también. Tardé mucho en hablar. Tengo buena memoria y aun recuerdo a mi logopeda. Gracias Lorena por tu paciencia y amor. Tengo mal la psicomotricidad fina. Pero ahora soy rápido escribiendo tanto manualmente como por ordenador y móvil. Gracias José Manuel, mi profesor de lengua, sin ti no habría llegado a dónde estoy.

Ustedes los padres, me congratula ver que muchos agradecen la labor de los profes. Yo, como alumno con necesidades especiales, quiero darles las gracias a todos por su labor. Su cariño cuando me dan los ataques de pánico. Su paciencia cuando me cuesta el doble hacer muchas cosas. Se me dan bien las matemáticas pero no entendía el dinero. Gracias a mi profe Gonzalo ahora puedo ir a comprar solo muchas cosas. Las tardes con Marisa que me enseña habilidades sociales porque no sé comportarme en sociedad ni como establecer comunicación con mis compañeros.

Gracias a mi profe de educación física por integrarme en deportes cuando una de mis limitaciones es no saber jugar en equipo. Gracias también a mis compañeros. Porque mis profes se han encargado de enseñarles a aceptarme. A quererme. A ayudarme.

Tengo una memoria prodigiosa. Como mucho autistas de alto funcionamiento como así nos llaman. Y gracias a esta memoria nunca olvidaré a cada uno de ellos. Unos señores que han conseguido que sea un chico independiente y feliz. Casi me siento como todo el mundo.

Señores hagan caso de lo que dice un estudiante agradecido. Aparten lo malo y quédense con lo que yo les digo. No dejen que ese cariño lo empañen señores o señoras que no han experimentado nunca un cariño como el que yo he recibido. Como el que aún recibo.

Hace 40 años estaría en una institución mental. Ahora veo cerca mi sueño de ir a la universidad. Gracias a ustedes. Mis logopedas. Mis maestros. Y también a mis papás y a mis hermanitos.

Pues sí. Gracias Lorena, Gonzalo, José Manuel, Marisa… Gracias a todos maestros, logopedas, terapeutas… que luchan por la felicidad de las personas con asperger, de las personas con autismo.

Espero que las palabras de este chico os sirvan de gasolina, porque el camino es largo y no exento de obstáculos.

Virgin está planeando lanzar paquetes de vacaciones familiares ‘autismo-friendly’. Ojalá cuaje y cunda el ejemplo

(Wikimedia Commons)

Una amiga que vive en el Reino Unido (gracias Marina) me pasa una noticia que me parece tan buena idea que he querido asomarla aquí. A falta de saber precios, disponibilidad, frecuencias… de entrada resulta una iniciativa fantástica.

Según ha adelantado The Independent, el carismático mandamás de Virgin, Richard Branson, está trabajando con familias de personas con autismo y expertos en este trastorno para desarrollar unos paquetes de vacaciones (me vais a perdonar el palabro inglés) «autism-friendly”. Es decir, paquetes pensados para facilitar las vacaciones, con personal formado, localizaciones seleccionadas, que incluyan todo tipo de información para que las familias y los niños sepan qué van a encontrarse y cómo anticiparlo y vuelos preparados.

No hay mucho más detalles de momento y se está moviendo para dar servicio en otro país, pero sigue siendo de aplaudir. Ojalá cuaje y ojalá cunda el ejemplo, porque la realidad es que muchas familias de niños con autismo (con discapacidad se podría generalizar) apenas salen con ellos de casa. Y conozco bastantes (demasiados) padres y hermanos que ya no van de vacaciones por miedo a lo que puedan encontrarse, a que su hijo no encaje en el destino planificado.

No hace muchas generaciones, eso era lo normal. Si en una familia había alguien con discapacidad, raro era que esa familia viajase o que lo hiciese con ese hijo o hermano con discapacidad. Sigue pasando demasiado pero, por suerte, las cosas van cambiando y cada vez somos más los que queremos ir de vacaciones con ellos. Buscando lugares en los que vayan a estar bien, adaptándonos a su ritmo, en los que todos disfrutemos. Todos juntos, porque todos somos parte de la misma familia. No siempre es posible, pero queremos que sea posible casi siempre.

No queremos quedarnos en casa, no queremos dejarlos en casa, necesitamos salir y hacer planes juntos como cualquier otra familia, y para ello necesitamos que se nos tenga en cuenta.

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Bertín Osborne, nuestros niños con autismo no son «un ente distinto”, sin empatía. Y ser sus padres no es algo «terrible»

Bertín Osborne ha entrevistado a Roberto Álamo, que interpretó a una persona con discapacidad intelectual en La gran familia española y en el teatro con De ratones y hombres. En un momento determinado charlaron sobre esa interpretación e introdujeron un corte de la pareja del actor, a la que presentaron como psicóloga y una autoridad en Colombia sobre autismo y síndrome de Down y que contó que al preparar el papel perseguían dar «una visión muy positiva y respetuosa de la discapacidad» y «huir de lo típico».

No es precisamente respeto y positivismo lo que transmitió el diálogo que se produjo después sobre esa interpretación que llego a los Goya:

Roberto Álamo: Es muy difícil, tú lo sabes porque el autismo…
Bertín Osborne: El autismo es de los más difíciles, sí.
Roberto Álamo: Un autista no muestra ningún tipo de emoción.
Bertín Osborne: Ni empatía ninguna. Eso para los padres es horrible. En en la fundación nuestra tenemos algunos padres de niños y de niñas con ese… y los padres lo pasan fatal, porque es probablemente… Por ejemplo, mi hijo es el más cariñoso del mundo, todo el tiempo te quiere abrazar, besar y «papi tal». Sin embargo un niño o una niña con autismo es un ente distinto y entonces los padres se frustran y es terrible
Roberto Álamo: Es terrible, es terrible

Pues no, nuestros hijos no son un drama, son niños. Ser padre de un niño con autismo no es necesariamente algo terrible, aunque el autismo sea algo que nadie desearía pasa sus hijos. Yo llevo muchos años desde este blog intentando normalizar el hecho de tener un niño con autismo en la familia.

Bertín Osborne habrá conocido a padres desesperados, eso no lo dudo. Pero inferir de ahí que los niños con autismo son «entes» es no solo no tener ninguna idea sobre el autismo y permitirse hacer gala de su ignorancia en prime time, sino también tener muy poca sensibilidad cimentando falsos mitos que los que amamos a personas con autismo llevamos años queriendo derribar. Algo especialmente llamativo teniendo en cuenta que él también es padre de un niño con discapacidad y que tiene una fundación centrada en ayudar a niños con lesión cerebral.

Mi hijo, que tiene autismo, 'sufriendo e infeliz' con su hermana.

Mi hijo, que tiene autismo, con su hermana.

Debería saber bien que no hay dos niños con lesión cerebral iguales, que más allá cómo les afecte de distinta manera esa lesión, todos tienen su propia personalidad. Son niños, seres humanos únicos, antes que discapacitados.

Lo mismo sucede con los niños y los adultos con autismo. No hay dos iguales y son seres humanos con su idiosincrasia y circunstancias. No son seres fabricados en serie a los que etiquetar sin conocer.

Debería saber también que lo que necesitan los padres que acaban de recibir el diagnóstico de autismo no es aseveraciones como que es algo «terrible» y «horrible» que tiene a otros padres «fatal». Básicamente porque no es verdad. Yo soy la primera que reconozco (lo hice desde este blog) que el autismo es una putada. Pero también que se puede ser perfectamente feliz, tanto las personas con autismo como los que los queremos y atendemos.

Y tampoco es verdad que nuestros hijos no nos demuestren sus sentimientos o que carezcan de empatía. Necesitan nuestro amor y atenciones y sufren si se les niegan como cualquier otro niño. Y también los hay que te cubren a besos.
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La colangitis biliar, una enfermedad que afecta sobre todo a mujeres entre 35 y 60 años #cambiaelcolor

(Albi España)

Me han pedido que hoy ayude a dar visibilidad a una enfermedad rara del hígado que afecta principalmente a las mujeres y no puedo ni quiero negarme.

Se trata de la colangitis biliar primaria (CBP), «una enfermedad de causa inmunológica, que puede ser mortal si no se diagnostica y se trata a tiempo. Esta enfermedad se caracteriza por el daño progresivo de los conductos biliares del hígado, los encargados de transportar la bilis desde este órgano hasta el duodeno. Al no realizar esta función adecuadamente, la bilis se acumula en el hígado provocando inflamación, que con el tiempo puede progresar a fibrosis, cirrosis, cáncer de hígado e incluso a la necesidad de un trasplante hepático o la muerte»

La visibilidad es necesaria para localizar y tratar a tiempo esta enfermedad, porque «una persona con CBP puede tener la misma esperanza y calidad de vida que una persona sana, si se diagnostica pronto y recibe a tiempo un tratamiento adecuado. Sin embargo, y aunque la CBP es la enfermedad colestásica del hígado más común, solo el 6% de la población la reconoce y sabría definirla».

Por eso a la campaña informativa se suma otra en redes que emplea el hashtag #CambiaelColor para cambiar el clásico amarillo de los emojis al rosa, verde, azul, naranja…

Leed, por favor, este testimonio en primera persona:

Hola, tengo 37 años y vivo en Lucena (Córdoba). Quiero contar mi historia porque sé que, cuando te enfrentas a una enfermedad desconocida, el mundo se hunde y creo que, a quienes tengan un caso como el mío, en el que la evolución no es favorable, les vendrá bien ver que se puede superar, que hay solución. Lee el resto de la entrada »

¿Por qué es frecuente ver deportivos aparcados en las plazas reservadas a familias o a discapacitados en centros comerciales?

Me he encontrado en el pasado con deportivos aparcados en las plazas azules de los centros comerciales. También en esas plazas más grandes reservadas para familias. Normalmente he pensado simplemente que eran unos capullos sin entrar en más elucubraciones.

Pero ahora sé el motivo, ya sé porqué lo hacen y debo mi iluminación a uno de los socios fundadores de la empresa de gafas Hawkers (firma que se ha desmarcado de su proceder por completo llamándolo incluso «idiota e inmaduro»), que parece que lo hace sistemáticamente. Y lo he descubierto cuando tras ver este tuit:

El tipo ha contestado: «El propietario soy yo. Y no aparcaría en minusválidos si la gente fuera más cuidadosa al abrir la puerta con sus coches»

Es decir, que la culpa es nuestra, de los tristes mortales que vamos con nuestros utilitarios del montón y podemos hacerles muescas en sus súperdeportivos cuando bajamos a nuestros niños de las sillitas o introducimos nuestras vulgares compras.

Probablemente también de que la grúa no se lleva esos coches en los centros comerciales y que la multa (de haberla) sale más barata que la chapa y pintura del Ferrari.

Sabiéndolo, ganas dan de sacar las llaves cuando paren en sitios azules sin el cartón que acredita una movilidad reducida.

Por lo visto el tipo en cuestión también pone su mimado Ferrari (o sus ferraris, desconozco si tiene más de uno) uno a velocidades peligrosas para él y para los que se encuentre en la carretera.

Espero que en el futuro no acabe necesitando una plaza azul por necesidad, como mi hijo…

¿Qué tipo de detalles quieres que tu pareja tenga todo el año contigo?

Cuando tenía dieciocho años advertí a la que ahora entonces era mi pareja y ahora es el padre de mis hijos que no se le ocurriera regalarme nada por San Valentín. A la niña que yo era, aquello, que aún se celebraba poco en España, le parecía una cursilada. Al niño con el que salía entonces le pareció estupendo no tener que complicarse la vida y gastar dinero.

Hace 22 años de aquello y jamás hemos celebrado San Valentín de ninguna manera especial en todo este tiempo. He ido viendo como la fiebre de San Valentín arreciaba desde entonces, como ganaba presencia cada año en escaparates, portadas de medios de comunicación, publicidad o en la recepción de notas de prensa relacionadas con el tema desde finales de enero.

Y también sigo viendo a mucha gente que reniega de ella. Lógico. Acción reacción. Dicen que es una fiesta comercial y que los detalles pueden generar durante todo el año. Cierto, pero cuando les escucho siempre me planteo en qué detalles están pensando. ¿Un libro, unas entradas, flores… fuera de fechas señaladas? Es cierto que a todos nos gusta recibir presente de quienes queremos. También hacerlos. Pero no son esos los detalles que yo pido (y procuro dar) durante todo el año a mi pareja.

Los detalles que quiero y que me demuestran su amor, los detalles que me empeño en regalarle, son otros:
– Erradicar los celos, cualquier sombra de ellos. Los celos no demuestran amor sino inseguridad, falta de confianza y un sentido de posesión injustificado.
– los gritos y la falta de respeto. Puede que con tu pareja haya mucha confianza, que haya encontronazos y enfados, pero nada, absolutamente nada, justifica que se pierdan los papeles hasta el punto del insulto o el menosprecio.
– La corresponsabilidad en el cuidado de los hijos, del hogar. No es una cuestión de ayudar sino de asumir por igual las responsabilidades asumidas.
– El apoyo a lo que el otro emprenda, decida aprender, intente o persiga.
– Darme espacio, independencia, capacidad de obrar y reaccionar por mí misma.
– Mantener la ilusión en el otro y demostrarla, conservar el deseo y el gusto por compartir vivencias, momentos, risas, recuerdos y anécdotas.
– Ser honestos uno con el otro. Pedir perdón y buscar soluciones cuando toque. Caer y levantarse. Ser valientes también cuando corresponda.

¿Y las joyas, los bombones y las cenas con velas? Sin eso puedo vivir perfectamente.

(GTRES)