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¿A qué edad hablar de la masturbación con nuestros hijos? ¿Son necesarios más cuentos que recojan el tema?

Estos días es noticia un vídeo en el que padres y madres hablan de la masturbación con sus hijos. Un vídeo polémico, como todo lo que trata de sexo y menores. Un vídeo de una empresa que saca dinero de sus vídeos y cuyo mayor éxito es otro en el que unos cuantos jóvenes contaban a sus padres cómo fue su primera vez.

En la noticia elaborada en 20minutos.es, Gemma Almena, psicóloga, sexóloga y orientadora y madre de tres hijos, uno de ellos adolescente, analiza lo que dicho vídeo tiene de bueno y malo, trufando sus impresiones con consejos y afirmaciones que nos pueden hacer reflexionar y mejorar la forma en la que nos comunicamos con nuestros hijos. Como bien dice, «las conversaciones sobre sexo entre padres e hijos son la punta del iceberg para medir la comunicación en la familia».

He aprovechado para preguntar a la psicóloga y sexóloga cuándo se debe hablar de la masturbación con nuestros hijos. Esta ha sido su respuesta:

Hay muchas opiniones. Nosotros normalmente recomendamos que se hable del tema cuando el niño pregunte. No hay una edad. Si pregunta, está preparado. También se puede hablar cuando le ves que está teniendo esas inquietudes y no tiene esa confianza para hablar. Cualquier edad es buena si se adapta al nivel del niño.

Es un tema que se debería abordar con mucha naturalidad. Lo que hay que transmitir es que explorar nuestro cuerpo es sano, conocernos sin miedos es muy positivo, pero hay que dejar claro que tiene que quedar para la intimidad. Sin darles las cargas que arrastramos los adultos. Cargas de todos los calibres: que es pecado, que es vergonzoso, que te va a pasar algo. Eso hay que eliminarlo.

Los niños desde que son bebés muchos se estimulan, se buscan los genitales, se los tocan y encuentran placer y siguen investigando. El tema de masturbación no está limitado a ninguna edad, otra cosa es que sean conscientes de lo que es y cómo se llama. De hecho hay muchos niños que se estimulan en los colegios en situación de grupo y muchos profesores también tienen muchas incertidumbres al respecto sobre cómo abordarlo.

En esos casos los profesores deberían pedir ayuda a los orientadores, porque para ellos son situaciones complicadas de llevar, no saben con frecuencia cómo abordarlo. Hay muchos padres que se escandalizan o lo niegan, o que creen que estás acusando a sus hijos de algo malo.

 

Por cierto, es sorprendente la escasez de cuentos sobre la masturbación destinados al público infantil. Sorprendente dado que a día de hoy hay cuentos de casi cualquier cosa que haya que abordar y en un número elevado.

El único que yo conozco es El tesoro de Lilith, un cuento coeditado de Carla Trepat del que hablé aquí hace ya tiempo y que ha vendido 20.000 ejemplares en cuatro años y ha sido traducido a ocho lenguas. Si vosotros sabéis de alguno más, me encantará saber de él.

El cuento es alegórico: un pequeño árbol que quiere bailar, correr y vivir aventuras, por lo que acaba convertido en una niña. Una niña que encierra en su interior una capullo que al convertirse en mujer pasará a ser una flor que, regularmente, desprenderá sus pétalos, equiparando las distintas fases por las que pasa el cuerpo de las mujeres con las estaciones del año. En el cuento también aparece el deseo. Son unas mariposas que rondan la flor, que la hacen cosquillear y latir.

El cuento es metafórico y delicado. Tal vez demasiado. Jamás menciona útero, vulva ni pene, pero permite con sus árboles, sus flores y sus mariposas explicar de una manera razonablemente detallada cómo son las cosas. Y al final incluye una guía didáctica con la que reflexionar sobre cómo afrontar con nuestras hijas su menarquia (primera menstruación), el descubrimiento del placer sexual o el conocimiento de sus órganos reproductivos elaborada con la ayuda de Anna Salvia, una psicóloga especialista en salud sexual y reproductiva que se dedica a dar charlas y talleres sobre las etapas sexuales de la mujer y que publicó en 2012 ‘Viaje al ciclo menstrual’.

Pero no hay, que yo sepa, un equivalente para los chicos. Y me parece necesario. Igual que creo que son precisos más enfoques distinto en formato de cuento a El Tesoro de Lilith

¿Oportunidad editorial? ¿Puritanismo editorial?

¿Es la vasectomía el mejor método anticonceptivo en una pareja que no quiere más hijos?

Más vasectomías que ligaduras de trompas, así evoluciona la anticoncepción en España, es un reportaje de mi compañera Amaya Larrañeta que os recomiendo.

En él recoge un cambio de tendencia que tal vez sorprende pero que alegra, porque supone que los varones están implicándose cada vez más en la anticoncepción. En la ultima década el número de vasectomías supera a las ligaduras de trompa. Desde 2004 las primeras, una intervención mucho más sencilla, han subido casi diez puntos mientras que las segundas han caído aproximadamente en la misma proporción.

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¿Vasectomía o ligadura de trompas? No es algo que uno se plantee con veinte años, pero a cierta edad y con la prole que se deseaba ya presente plantearse un método definitivo, con el que despreocuparse, tiene todo el sentido.

Es curioso. Nosotros no hemos optado ni por lo uno ni lo otro. Y eso que tenemos claro que no queremos más hijos y ambos acabamos a cumplir los cuarenta y aquello de que nos vemos aún jóvenes para buscar métodos definitivos empieza a oler a rancio. Sinceramente, es una conversación que ni siquiera hemos tenido y que deberíamos plantearnos.

No obstante, aunque no hayamos puesto el tema encima de la mesa para tomar una decisión, ambos sabemos que yo no quiero una ligadura de trompas habiendo una alternativa mucho más sencilla. Tampoco quiero el DIU, que obliga a revisiones y cambios con los que recuerdo a mi madre pasándolo bastante mal y que sé de algún caso en que ha fallado. Los métodos hormonales los usé muchos años y sé bien los efectos secundarios que tienen y que no quiero volver a ver aparecer, sobre todo el de disminución de la libido.

Así que no quedan muchas opciones, los métodos de barrera y la vasectomía. O ninguno (ejem), como un 11% de mujeres en edad fértil con pareja que están en riesgo de tener un embarazo no planificado.

Pensándolo fríamente, cuando ya has tenido todos los hijos que querías tener y empiezas a tener una edad tirando a respetable, de entre todos los posibles métodos anticonceptivos, la vasectomía parece el mejor, el más cómodo, el más barato, sin efectos secundarios, sin revisiones, ideal para disfrutar y despreocuparse. Su único inconveniente es que no sirve para frenar las enfermedades de transmisión sexual, la pareja tiene que tener la seguridad de que por ese lado no hay riesgos.

En una pareja la planificación familiar es cosa de los dos, la pelota no debe estar siempre en el tejado femenino salvo que se tire de preservativo. Si los motivos para negarse son únicamente conservar intactas las joyas de la corona, ahí hay algún bloqueo psicológico de los de hacerse mirar. Si la mujer tiene que hormonarse, implantarse un DIU y acudir a las revisiones o pasar por una operación más compleja solo porque al hombre «le da cosa», algo importante falla.

Pasar por una intervención nunca es plato de gusto, pero una tan pequeña que es comparativamente tan ventajosa tiene todo el sentido que esté ganando adeptos.

GTRES

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‘Amor con ojeras’, porque el sexo también es cosa de padres recientes

imageHace ya años que conozco a Mamen Jiménez y que disfruto de sus ilustraciones y su sentido del humor en Internet.

Mamen es más conocida como lapsicomami, (por psicóloga, no por psicópata, al menos que yo sepa). Esta cordobesa, que ya ganó el premio a mejor blog de humor de Madresfera el año pasado, acaba de publicar un libro, de esos bonitos, bien maquetados, con pasta dura e ilustraciones a todo color al que personalmente tenía muchas ganas.

No me ha defraudado.  Conserva el humor y esa mezcla de realismo y optimismo del que siempre hace gala y que  yo también practico y agradezco-

Lapscomami está especializada en sexología y terapia de pareja, de ello ejerce y se nota en todas sus páginas. De hecho este libro es precisamente eso: un libro de pareja, que habla directamente a ambos y no solo a ella lo que implica convertirse en padres, hasta qué punto te cambia la vida. Y lo hace con muchas ilustraciones que te mantienen la sonrisa mientras pasas las páginas.

Pero tampoco creáis que es una simple recopilación de viñetas graciosas en este plan:

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Para nada. En el libro hay también mucho texto elaborado por una profesional en la materia encaminado a mantener una sana relación de pareja durante el embarazo y tras la llegada del niño. Directa al grano, Mamen deja claro qué conviene hacer y qué no conviene descuidar para que nuestra relación no se resienta.

Así describen el libro en la contracubierta y así es:

Todo lo que nunca nadie te había explicado sobre qué le pasa a una pareja cuando tiene su primer hijo, sobre esas cosas que hacemos… y esas otras que dejamos de hacer. Contado con mucho humor y un sinfín de consejos prácticos por Lapsicomami, una psicóloga que ha pasado por ello y nos ofrece todos los recursos para sortear los (más que probables) baches parejiles propios de esta etapa de la vida.

En este libro encontrarás consejos para: mejorar la comunicación, aumentar el deseo, sobrevivir en pareja, reavivar la chispa, volver a tener citas de novios… porque se tarda muy poco en quererse y sienta fenomenal.

En definitiva, un libro que no solo es divertido e interesante, sino que puede resultar incluso útil.

Y para que no os pille de sorpresa ya os adelanto que un gran porcentaje del libro habla de sexo y es de agradecer que así sea. No es frecuente encontrar en los manuales de maternidad este tema, parece que a los que nos convertimos en padres recientes lo único que nos preocupan son cosas como percentiles, lactancias, colechos, estimulación del bebé, hitos del desarrollo e introducción de alimentos sólidos. Cualquiera diría que tras concebir a los churumbeles aquello pasó a perder toda su importancia.

Para nada (de nuevo). Si somos ahora padres es porque lo del sexo no nos pilla de nuevas y con toda seguridad querremos volver a practicarlo. Pero claro, puede haber temores vinculados a los cambios que se han producido en nuestro cuerpo tras la cesárea o el parto y la lactancia, dificultades nacidas de nuestro nuevo papel de padres.

Lógicos y superables todos, porque, efectivamente, hacerlo sienta fenomenal «porque aunque ahora sea con ojeras, el amor es lo más».

Solo voy a a hacerle una crítica a Amor sin ojeras, una que tal vez no sea pequeña, aunque no pretende ser grande, y que está hecha con la mejor de las intenciones.

Siempre me he quejado de esa creencia tan extendida de que a ellos les interesa más el sexo que a nosotras, que ellos lo buscan más, que nosotras nos escabullimos de practicarlo con  frecuencia. Ya sabéis, el mito de que ellos son activos y nosotras pasivas, que ellos siempre tienen ganas y nosotras preferimos los abrazos y los capuchinos.

En el libro de Lapsicomami me he encontrado con ello de nuevo y varias veces.

Él quiere dar por zanjada la cuarentena (que no tiene que ser de cuarenta días en absoluto, puede ser muchísimo menos si hay ganas, eso sin contar que el sexo es mucho más que la penetración vaginal) cuanto antes. Tiene sus temores claro, pero está deseándolo. Ella está a mucha distancia en deseo, el sexo no es una prioridad, es él el que tira y ella la que frena.

Si seguimos transmitiendo eso nos encontraremos con el mismo tipo de profecía autocumplida de cuando a un niño le dices que es malo o listo.

No digo que en el pasado no fuera así en la gran mayoría de las parejas y tampoco niego que pueda seguir siendo la norma a día de hoy, pero en una pareja actual bien avenida y con un apetito sexual saludable, es más que probable que ella tenga tantas o incluso más ganas que él de reanudar las relaciones sexuales aparcadas durante el puerperio.

Lapsicomami me explica que «en el libro he recogido «lo que veo» y por mucho que me fastidie, la realidad es que muchas parejas vienen en esta situación (obviamente fruto del modelo de sexualidad que nos han colado). Fue un verdadero quebradero de cabeza incluir «esto que pasa» con lo que yo entiendo profesional y personalmente que es mejor. Explícitamente digo en el texto en no pocas ocasiones que las mujeres también queremos, y mucho. Y que hay ‘ellos’ que no quieren todo el rato».

Y para finalizar os dejo con la invitación de Lapsicomami para acudir a la presentación del libro en Madrid. Si yo pudiera, no me la perdería.


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¡Qué difícil sigue siendo la educación sexual en 2015!

Eso que veis ahí es la canción (cuidado, que es de las que se incrusta) de unos dibujos animados destinados al público infantil que se han emitido con toda la polémica que os podáis imaginar en Suecia, un país que evoca un importante grado de libertad y educación sexual. Sí, sus protagonistas con una vulva y un pene. O varios de cada para ser más exactos. Y a muchísima gente no le ha gustado ni un pelo.

Así lo explican en Playground Noticias:

La fama repentina de Willie y Twinkle ha asustado a muchos padres: no creen que sus hijos deban ver cómo un pene y una vulva felices son amigos. De hecho, las denuncias en Youtube consiguieron que por unos días el contenido se restringiera a mayores de 18 años. Según Holmström, que está muy feliz con la viralidad del vídeo, el problema está en la representación gráfica de los genitales.

Caroline Ginner, jefa de proyectos del canal infantil UR, se mostró crítica con el escándalo suscitado: «Vamos a mantener el secreto que los niños tienen vaginas y penes hasta que tengan 18. Probablemente no notarán nada en sus pantalones antes de esa fecha, y una vez que lo hagan, estas cosas asquerosas se cubirián, con suerte, de culpa y vergüenza».

(…)

Lo cierto es que no deja de ser una canción que dice que las niñas tienen vulva y los niños pene. Otra cosa es si, realmente, ofrece un punto de vista educativo de la sexualidad: el pene lleva sombrero de copa y bigote, la vulva lleva un lacito y guiña el ojo con coquetería. Al final del vídeo, queda claro que se quieren gracias a un corazón. Willie y Twinkle han sido sexualizados en base a roles de género y ofrece una visión infantilizada y poco natural de los genitales.

No tengo ni idea de si son una buena idea o no. Por una parte me parece muy positivo que haya una serie de dibujos que eduquen en ese sentido desde muy pequeños, pero me inclino a preferir la vía didáctica de Érase una vez la vida, aunque en ese tema pasaba demasiado de puntillas, o de muchos cuentos que hay pululando por las librerías. Así de entrada no creo que sea preciso usar ese tipo de dibujos. ¿Por qué el pene está erecto por cierto? Pero también es verdad que los genitales están ahí, los niños los ven y no debería haber mayor problema en su representación.

Para tener clara una opinión concreta sobre esos dibujos necesitaría saber sueco.

Lo que sí sé es que no lo estamos haciendo bien a la hora de educar en este aspecto a la gran mayoría de nuestros niños. Sobre todo cuando se hacen algo más mayores que los míos sigue habiendo mucha desinformación, mitos que deberían ser desterrados, vergüenzas absurdas y fuentes poco fidedignas. Y probablemente lo más inteligente sea comenzar a educar cuanto antes con contenido adaptado a cada edad.

Lo dijeron hace ya algunos meses mis compañeros del blog 1 de cada 10, y estoy completamente de acuerdo. La educación sexual es necesaria, imprescindible. Nuestros hijos no pueden crecer a ciegas en una materia tan importante. E imagino que ahí coincidiremos muchos. El problema es poner a la práctica esa asunción.

Si la enseñanza es en casa, los padres debemos estar preparados para ello. Y si aún estamos discutiendo la conveniencia de llamar a los genitales de los niños vulva y pene o colita y pepita, mal vamos. Si la enseñanza es en la escuela, es imprescindible que la impartan buenos profesionales en la materia que no estén influenciados interna o externamente. Si es una enseñanza que se da en ambos ambientes, que es lo que yo creo mejor, la dificultad se duplica.

Y lo fácil a la hora de impartir educación sexual es dar a conocer los distintos métodos anticonceptivos, los ciclos y respuestas del cuerpo. Pan comido comparado con profundizar en la materia, ahondando en la diversidad sexual y afectiva y en la igualdad. Y profundizar escuchándoles y debatiendo, no desde un púlpito. Algo importantísimo.

Así lo contaban en uno de los párrafos de 1 de cada 10.

desde un enfoque de derechos -y dado el grado de homofobia (y transfobia) que se da en las aulas así como el grado de violencia de género entre los adolescentes y jóvenes (y no tan jóvenes)- es necesario incluir en los programas escolares y en los materiales educativos información objetiva sobre sexualidad, especialmente sobre los falsos mitos que se asocian al sexo y a la diversidad afectivo-sexual. Hacerlo es obligación de los Estados, no porque lo diga Beatriz Preciado (que no lo dice que yo sepa) sino porque lo dice el Consejo de Europa y diferentes declaraciones de derechos humanos. Aprender sobre la sexualidad a partir de información objetiva, educativa y respetuosa con la libertad de cada cual y desde la aceptación mutua previene conductas violentas, de abuso y de dependencia en las relaciones afectivas y sexuales.

Por la parte que me toca, haré lo que esté en mi mano para que hacerlo en casa lo mejor posible. Pero que nuestra sociedad esté aún a expensas de eso entrando en el año 2015 y en un asunto así de clave, deja claro que aún nos queda muchísimo camino por andar.

‘El tesoro de Lilith’, el cuento del árbol que quiso ser niña

la foto-3Me gusta llamar las cosas por su nombre cuando estoy con Julia. No creo que palabras como vulva, útero o pene sean demasiado grandes para ella. Ha tenido su explicación adaptada pero realista de cómo nacen los niños y nunca me he escondido ni me ha dado vergüenza cuando estoy con la menstruación. Sí, entro en el baño y cierro la puerta, pero a veces la ha abierto y me ha preguntado con esa sana curiosidad infantil qué era esa sangre. «Es algo que tenemos las mujeres, no las niñas ni las abuelas, aproximadamente cada mes y que nos permite tener bebés». Siempre lo ha visto de manera natural. Sabe que mamá sangra a veces y que no pasa nada, que es algo bueno y necesario. Sin esa sangre ella no estaría en este mundo. Igual actuaría con Jaime.

Por eso me llamó mucho la atención un cuento llamado ‘El tesoro de Lilith’, un cuento que en su portada explica que va sobre la sexualidad, el placer y el ciclo menstrual. Me llamó también la atención porque ese cuento ha nacido del empeño de Carla Trepat, que ha logrado autoeditarlo con la ayuda y financiación de 150 personas. Siento simpatía por esos proyectos voluntariosos.

El cuento es alegórico: un pequeño árbol que quiere bailar, correr y vivir aventuras, por lo que acaba convertido en una niña. Una niña que encierra en su interior una capullo que al convertirse en mujer pasará a ser una flor que, regularmente, desprenderá sus pétalos, equiparando las distintas fases por las que pasa el cuerpo de las mujeres con las estaciones del año.

En el cuento también aparece el deseo. Son unas mariposas que rondan la flor, que la hacen cosquillear y latir.

El cuento es metafórico y delicado.
Jamás menciona útero, vulva ni pene, pero permite con sus árboles, sus flores y sus mariposas explicar de una manera razonablemente detallada cómo son las cosas. A Julia le gusta mucho el cuento del árbol que quiso ser niña, como ella lo llama. Ayer mismo me pidió de nuevo que se lo leyera. A mí me gusta su visión positiva y cómo fomenta el autoconocimiento, la aceptación y el escuchar a nuestro cuerpo.

Y al final incluye una guía didáctica con la que reflexionar sobre cómo afrontar con nuestras hijas su menarquia (primera menstruación), el descubrimiento del placer sexual o el conocimiento de sus órganos reproductivos.

Esa guía ha sido elaborada con la ayuda de Anna Salvia, una psicóloga especialista en salud sexual y reproductiva que se dedica a dar charlas y talleres sobre las etapas sexuales de la mujer y que publicó en 2012 ‘Viaje al ciclo menstrual’.

El único pero que se me ocurre transmitir a su autora desde aquí es que no haya un equivalente para los chicos.

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Cómo y cuándo hablar de sexo con los niños (y las extrañas políticas de Facebook)

gtres_a00607911_2581Hoy os traigo un post que ha escrito Mamá también sabe, uno de los blogs de maternidad que consulto y más me gustan. Ya sabéis que me gusta recomendar de vez en cuando otros blogs de madres y padres recientes. Abundan en la blogosfera y muchos son realmente buenos.

Podría haber elegido muchos otros días y muchos otros posts de Mamá tambien sabe, pero he decidido (con petición de permiso previa), recoger uno que ha escrito sobre cómo y cuándo hablar de sexo con los niños por dos motivos. El primero es que es un buen post y merece difusión. El segundo es mi perplejidad (no soy la única, la primera ojiplática es la autora) tras recibir una petición de Facebook de retirarlo de su página por tener contenido sexual explícito.

Puede ser que los filtros de Facebook sean tan delicados cuando reconocen en el texto los conceptos sexo y niños juntos que se hayan columpiado en este caso. Podría ser también que alguien con muy poco criterio se haya quejado. Me da igual. Debería haber un ser humano que lo revisara, sobre todo cuando, como es este caso, la autora les ha escrito justificando que el post tiene toda la razón del mundo de ser.

Se cubre de gloria esa red social con sus políticas de contenidos. Aún sigue censurando imágenes de madres lactando y se niega a retirar imágenes claramente execrables. La última página que me enteré que mantenían pese a las quejas era una de peleas de perros en la que se veía a los animales destrozándose. Eso sí que es pornografía.

El cómo, yo diría por mi experiencia que con la mayor naturalidad posible y el cuándo, pues en el momento en que veamos que comienzan a inquietarse con el tema. Tan pronto y como se inicie lo mejor es ir abordando el tema para evitar que los pequeños se busquen respuestas a su modo, y vayan haciendo una «interpretación deformada y malformada» de su propia sexualidad.

Los pequeños comienzan a ser conscientes de su propia sexualidad a partir de los 4 años más o menos, que es cuando comienzan a identificar ciertas diferencias entre niños y niñas; es muy normal que también se inicie un proceso de exploración física para encontrar «mas diferencias» de las exteriores y visibles, y no deberíamos alertarnos ni alterarnos con ello. Es un proceso normal y, estoy convencida que el tono de «morbosidad» lo damos los adultos del modo en como reaccionamos ante esta situación meramente explorativa. Pregunten a sus pediatras y a cualquier sicólogo, la masturbación a esta edad, no tiene ninguna otra connotación, así que no hay motivos para que, nosotros como padres o madres, se la demos!.

En nuestro caso, cuando ElMayor (2004) pasó por esa etapa de autoexploración y demás, no le hicimos espavientos ni nada por el estilo, y le explicamos con gran naturalidad que los niños tienen pene o colita y las niñas vagina, y que por eso mamá hace la pis sentada y los niños de pie… el tema quedó superado en muy poco tiempo, a diferencia de algunos de sus amiguitos a los que se les convirtió en una obsesión que años después sigue estando presente y que ha conllevado a que ya con 9 años, se refieran a sus genitales y los de las niñas con un sentido más morboso y en ocasiones con asco y repulsión.

Veo que acá en España, este sigue siendo un tema tabú. En Colombia, en mi colegio, ya desde los 7 años comenzábamos a tener charlas sobre la educación sexual, entendiéndola como una parte más del proceso educativo. (A mi modo de ver, fundamental para una educación en igualdad que evita comportamientos denigrantes y permite una mejor aceptación de la propia sexualidad)

ElMayor desde hace poco más de un año ha comenzado con mas preguntas «incómodas», y a medida que las ha ido haciendo, se las hemos ido respondiendo, adaptando siempre el discurso a su edad, como ya he dicho antes. Ya hemos pasado de preguntas sobre tamaños, formas y diferencias a preguntas sobre «funcionalidad»….

Y todo comenzó por el uso cada vez más difuso de «la palabra con la F» como dice mi niño. – Mamá, están todos con la palabrota con la «F»…por todo!. Resulta que si sacamos la punta al lápiz, es que estamos f***ando… Hasta que le pregunté si él sabía qué era eso de «Follar.» (por cierto, es que es una palabra que no me gusta nada, me suena tan feo… que denigra un acto que debería ser hermoso y placentero, como en Fuck en inglés). Y … su repuesta fue simple y directa: – Pues cuando le metes el pene a una niña por el hueco de abajo, por donde salen los bebés!. O_o…

Sí… así de claro como el agua. No mostramos ningún tipo de sorpresa, aunque por dentro si que me estaba temblando todo. Así que tuvimos una pequeña charla… sobre el amor, el respeto, y la edad para este tipo de actos. Intenté ser muy concisa para no aburrirle, así que recordé un libro que le había comprado en nuestro último viaje a Colombia, y supe que era el momento de comenzar a leerlo juntos…

No es un libro de educación sexual, sino un libro de educación emocional, que abarca todo el proceso de aceptación de los cambios en el desarrollo físico y emocional que se van dando a partir de la pre-adolescencia y la adolescencia. Ya les contaré en otro post.

Está siendo una lectura ocasional, y poco a poco vamos abordando temas mas profundos, ya vamos por el tercer capitulo en donde explican de forma directa y sencilla la funcionalidad de los órganos reproductores, y el acto sexual en sí. Y mi niño me dice anoche… -«Mami, no entiendo por qué a mis amigos les parece chistoso todo esto de hacer el amor? si es una cosa de mayores…» O_o….

Creo que de nosotros depende que las nuevas generaciones vivan una sexualidad plena, responsable y respetuosa, que fomente igualdad y equilibrio emocional… puede ser difícil de abordar, sobre todo, porque todos y cada uno de nosotros tiene su propia historia, su propia mochila emocional y sus propios tabúes… que son muy difíciles de cambiar.

Apoyar una educación sexual permanente y temprana es apostar por la igualdad, el respeto y el equilibrio emocional.

¿Porno para mamás? ¡No, por favor!

Sombras de Grey y calzoncillosHoy comienzo con una confesión. Sí, he leído las celebérrimas Cincuenta sombras de Grey. Las leí en inglés, antes de su explosión de ventas española y después de que una compañera me pasara un artículo del NYtimes en el que hablaban del fenómeno del porno para mamás, del fulgurante éxito de ese libro y de cómo se habían agotado en muchos sex shops de EE UU los juguetes eróticos que menciona su autora, la nueva multimillonaria E.L.James.

Por cierto, la foto que ilustra este post la hice en Navidad, en un Corte Inglés en el que la habían colocado en medio de la sección de calzoncillos, muy lejos de la sección de libros (en la que no merecería estar, pero seguro que también había ejemplares a manta).

Solo leí el primer libro de la trilogía. Lo leí por si interesaba recoger el fenómeno en 20minutos.es (interesaba y se recogió) y por curiosidad por su denominación de ‘porno para mamás’ (también por que sabía que no me llevaría más de un par de días). No tuve ningún interés por saber qué pasó en los dos siguientes con sus protagonistas: el apuesto empresario millonario veinteañero con peculiares gustos sexuales y la jovencísima y bellísima (pese a no haberse dado cuenta hasta que su amante no se lo descubre, por mucho que su amiga se lo repita y no viva en un mundo carente de espejos) Anastasia, poseedora de una diosa interior que está constantemente bailando cuando él la mira, la toca o la manda un correo subidito de tono.

Es un libro malo, muy malo, terriblemente malo. Un libro que no recomiendo a nadie. Supuestamente es literatura erótica, y yo lo único que experimentaba cuando se iniciaba un polvo era aburrimiento: «No, otra vez no por dios», pensaba. Y lo siento si os ha gustado, yo también he disfrutado a veces con música, películas o libros rematadamente malos. Pero una cosa son nuestros goces y otra la calidad.

Como consecuencia de su éxito ahora recibo día sí y día también notas de prensa de las editoriales anunciando nuevos títulos de ese género que se han inventado, ese ‘porno para mamás’ que me hace chirriar los dientes cada vez que lo oigo o lo leo.

Os confieso que, cada vez que me llegan, las comparto (para reirnos, obviamente) con el compañero que se sienta frente a mí.

Os pongo un par de ejemplos de la plaga literaria que nos asola:

Llega la nueva sensación internacional de la novela romántica erótica
EL INFIERNO DE GABRIEL
de Sylvain Reynard, pseudónimo de un autor de reconocido prestigio.
El misterioso y atractivo profesor Gabriel Emerson, reconocido especialista en Dante, es un hombre torturado por su pasado y orgulloso del prestigio que ha conseguido, aunque también es consciente de que es un imán para el pecado y, especialmente, para la lujuria. Cuando la virtuosa Julia Mitchell se matricula en el máster que Gabriel imparte en la Universidad de Toronto, la vida de éste cambia irrevocablemente. La relación que mantiene con su nueva alumna lo obligará a enfrentarse a sus demonios personales y lo conducirá a una fascinante exploración del sexo, el amor y la redención.
Una novela sólida, escrita con una prosa cuidada, que hace constantes referencias al arte, la música y la literatura universal: Dante Alighieri, Shakespeare, Mozart, Boticelli… También aparecen referencias a la cultura española, todas ella positivas: a la gastronomía y la música, a Gaudí, Don Quijote…

Esa juega a vender calidad. No cuela.

«EL JUEGO DE SADE», una trama erótica de alto voltaje
Bussiness class y la erótica del poder, con una trama y una focalización que atrapa desde la primera página; escrita en seguna persona, la voz de la conciencia del personaje se mezcla con un estilo fluido y revelador. Una narración atrevida y sin prejuicios.
Sumérgete en una fantasía desenfrenada en la que el sexo, el misterio, la infidelidad, la banalidad, el amor, la traición y las ansias de una segunda oportunidad azotan las vidas de unos cuerpos que se verán atrapados en un juego voluptuoso y malévolo, ideado por una mente tan tórrida y apasionada como delirante.

¿Azotan las vidas de unos cuerpos? ¿Las vidas de unos cuerpos? No necesito leer más.

No entiendo nada. Cada vez entiendo menos de la realidad que me rodea. Pero en concreto del fenómeno del que hablamos no entiendo este éxito repentino. Siempre ha habido literatura erótica de la buena, de la mala y de la regular. De la dura y de la blanda.  Parece que no existiera nada antes de Grey. ¿Es que nadie recuerda La sonrisa vertical? Es una colección enorme (y más vieja que el sexo) de la editorial Tusquets centrada en la novela y el relato erótico. ¡Pero si Sade ya escribía en el siglo XVIII!

Y tampoco entiendo eso del «porno para mamás». ¿Es que a las mamás no nos puede gustar otro tipo de porno? ¿Es que por ser mamás necesitamos porno malo y suavizado? ¿Por qué no «porno para mujeres» en lugar de «porno para mamás»? ¿Es que al ser madres ya sabemos lo que es el sexo y no nos va a asustar o a pervertir leer porno? ¿Es que no hay hombres a los que les pueda gustar ese porno suave y malo?

«Cuando era bebé estaba en la barriga de mamá»

Aún tenía dos años Julia cuando comenzó a querer saber de donde vienen los niños. Así que la enseñé unas cuantas fotos en las que ella o su hermano Jaime están dentro de la barriga de mamá. Parecía que lo entendía, lo repetía explicándoselo a otros, pero he descubierto que no le quedó del todo claro hasta que hicimos el dibujo que os muestro y que ahora está pegado en su cuaderno viajero.

Creo que no es preciso explicarlo:

Ahora se lo va contando a todo el mundo, aunque tiene un problema con los tiempos verbales y muchas veces dice «Cuando sea bebé estaré en la barriga de mamá».

Aún me falta explicarle cómo llegan los bebés dentro de la barriga de mamá. La verdad es que no me supone ningún problema hacerlo en cuanto llegue el momento, que imagino que será pronto. Creo que volveré a tirar de dibujitos.

Ella ya sabe perfectamente desde hace meses que los niños, los papás y los abuelos tienen pene y que las niñas, las mamás y las abuelas tienen vulva. Sí, con esas palabras. He seguido el consejo que suelen dar los profesionales de llamar con naturalidad a los órganos sexuales por su nombre desde el principio. Y en mi casa vivimos el desnudo con naturalidad. Ni su padre ni yo nos escondemos.

Si lo que se pretende es vivir la desnudez con naturalidad y explicar la reproducción humana sin cuentos chinos, la educación sexual comienza casi desde el primer día.

Me han hablado y he visto buenos cuantos que narran todo esto, pero no creo que la solución sea dejarlos a su alcance y desentenderse, sino explicarles desde muy pequeños, con cuentos o sin ellos, cómo son las cosas.

¿Los vuestros preguntaron de dónde venían los niños? ¿A qué edad?

¿Las niñas tienden a adoptar el papel de cuidadoras más que los niños?

En el post de ayer yo comentaba lo siguiente:

Ella cada vez más imita nuestro modo de actuar con él: le coge de la mano, le lleva de un sitio a otro, si coge cables se los quita de las manos, nos quiere ayudar a vestirle, lavarle la cabeza… probablemente el que sea niña influye en que esté adoptando ese papel de cuidadora.

Y en los comentarios un lector con el nick ‘Educación no sexista, por favor’ comentaba:

Vaya, por lo visto el sexismo sigue presente en la educación que algunos padres y madres recientes dan a sus hijos.
Las niñas no nacen siendo “cuidadoras”, imitan a las madres que asumen ese rol. Si los papás son también cuidadores, los niños aprenden a ser “cuidadores” como ellos. Si los padres se sientan a ver la tele y pasan de todo, los niños aprenden que cuidar a los demás “es de niñas”.

A lo mejor eso es lo que le pasó a Madre Reciente.

Y aquí está lo que le contestó Martola:

Antes de nada quiero que sepas que mi comentario no pretende para nada criticar tu opinión.

Tengo una niña, tiene dos añitos y 4 meses y desde el principio me propuse educarla “en la igualdad”, pero también en dejarla expresar su personalidad.
Le gusta el rosa, no le gusta, le encanta! Cada vez que le dejo escoger ropa, va a la más cursi.
A pesar de que tiene coches, trenes y muñecas, juega con una delicadeza increíble. La primera vez que la llevamos a un centro de juegos, mientras su amiguito gritaba y saltaba en la piscina de bolas, ella corrió como loca a una cocinita de juguete a poner la mesa y “cocinar”. Ahora es su juguete preferido. Le encantan las pincitas del pelo, a pesar de tenerlo muy corto y fino. Y mil cosas más que podría contarte.
Nosotros seguimos siendo imparciales con ella, por supuesto.

Yo no creo que seamos iguales, y los niños y las niñas, también son diferentes, pero desde luego ninguno es inferior a otro y comparto contigo que no se debe estereotipar o imponer roles, pero por todo lo que veo a mi alrededor, salvo excepciones raras, los niños son niños y las niñas, niñas. No sé si me explico 😉

Pues aquí va mi respuesta. Mi santo para nada está sentado viendo la tele y yo asumo el papel de cuidadora. Ambos tenemos el mismo horario y estamos a las 16:00 de la tarde en casa, y teniendo una niña de dos años y otro con autismo, lo de sentarse está descartado. Los dos somos cuidadores de nuestros hijos en la misma proporción, los dos trabajamos y jugamos con ellos, cuando por las tardes salimos al parque o a pasear vamos ambos, cada uno con un niño de la mano. No podría ser de otra manera. Al menos sería muy difícil.

Y no es el único hombre al que mi hija ve ejerciendo de cuidador: ya sea su abuelo, su tío o un amigos de la familia, en nuestro entorno los hombres están muy implicados.

En casa hay todo tipo de juguetes y a mi hija le gustan algunos que se consideran erróneamente propios de su sexo como la cocinita y otros que no como los coches. Y muchos que no tienen connotación sexual alguna y que son los que realmente abundan en mi casa, como las construcciones, los puzzles, los intrumentos musicales o los cuentos.

No ha salido nada «princesa». Al menos de momento. Que no es nada malo, en absoluto. Y tampoco creo que ser «princesa» o no serlo implique nada del otro jueves. Pero imagino que sale a su madre: yo siempre preferí disfrazarme de vaquero y subirme a los árboles.

Pero sí que creo que las niñas tienen una tendencia mayor que los niños a ejercer de cuidadoras, igual que creo que tienden a ser más suaves.

Eso no quiere decir que no haya muchísimos niños varones muy dulces y con esa misma tendencia a proteger y cuidar, por supuesto.

Os voy a contar algo que creo que es representativo:
Jaime tiene un retraso madurativo obvio respecto a sus compañeros de clase. Y en su clase casi desde el primer día hubo una niña que adoptó el rol de protectora/cuidadora. Ahora, en su segundo año, son varias las compañeras que le ayudan y cuidan, también algún niño, pero mayoritariamente son las niñas.

Hablando con otros padres con niños con problemas escolarizados y también con los profesores y terapeutas, me aseguran que es un fenómeno que se repite. En las niñas parece aflorar de manera mucho más natural y con más frecuencia esa inclinación.

Los profesores también te pueden decir que las clases en las que hay mayoría de niños tienen una dinámica completamente diferente de las clases con mayoría de niñas.

También podría argumentarse que todas esas niñas están viendo en sus casas a las mujeres ejercer de cuidadoras y a los padres otros roles. Pero yo no estoy tan segura de que sea así.

En todos los mamíferos superiores hay ciertas inclinaciones naturales diferentes en machos y hembras. Y ahí no hay educación sexista que valga. ¿Tan diferentes somos de ellos?

Asumir diferencias innatas no implica asumir que uno u otro sexo sea superior al otro.

Sobra decir que eso no implica que no haya que tomarse muy en serio luchar contra estereotipos dañinos y asegurarse de que nuestras niñas se valoran a sí mismas y crecen sintiéndose capaces de hacer cualquier cosa que se propongan. A mí me educaron así, esa suerte que tuve.

Creo que es un debate interesante. ¿Cómo lo véis vosotros?

La falta de deseo frente a la insatisfacción, una situación de la que hay que salir

Ayer os hacía una pregunta en mi último post: ¿Cambian las relaciones sexuales tras tener hijos? ¿Son mejores? ¿peores? ¿diferentes?

Curiosamente fue uno de los posts que más porcentaje de respuestas masculinas ha tenido. ¡Algo que agradezco, eh! Es frecuente que cuando escribo sólo contesten madres.

Me han llamado la atención varias cosas.

Una: que para nadie parecen haber mejorado. Alguien hay que dice que sí, que son mejores, pero añade que son mucho menos frecuentes.

Otra: que la mayoría de las madres se quejan de estrés, cansancio, obligaciones y diversas ocupaciones que las dejan derrotadas y sin apenas deseo mientras que los padres se quejan de que se ha pedido calidad y cantidad hasta el punto de que el sexo es casi inexistente, unos cuantos incluso lo asumen como algo lógico y natural.

Probablemente el que mejor exprese esa perspectiva masculina que parece tan común es «en el otro lado».

Aquí un chico.

La respuesta es sí: ¿Por qué? Porque de repente para tu pareja el sexo se queda en la cola de una larga lista de prioridades inventadas y llega a la conclusión “de que no es tan importante” y de que “el niño es lo primero” y esas cosas que solo escudan que simplemente tu metabolismo ha cambiado y no te apetece.

Y no es un ataque, que conste, es una situación real que no es culpa de la mujer, supongo que algo químico dentro ya tiene lo que necesita (no hablo de niños) y por tanto no necesita para nada tener una pareja, sino un padre para su hijo, igual que deja de ser mujer para ser madre.

Alguno dice tiempo: pero el tiempo es el que buscas, y yo como padre encuentro tiempo para un millón de cosas, y por supuesto también para mi pareja (además de mi hijo que es el centro de todo). Pero el tiempo para hacer cosas juntos (y no hablo de sexo exclusivamente) han de buscarlo dos, y si uno no quiere…

Esto no es general, pero estoy segurisimo de que más de uno (porque las unas lo reconocen menos) se sentirá identificado con la situación.

Por cierto, mi comentario anterior igual lo leen los que no son padres, pero no pasa nada, la memoria racial tiene una cualidad impresionante para obviar cosas que no quiere saber.

Igual que una madre después de un parto horrible ni se acuerda del dolor y quiere tener otro, solo se da cuenta uno de lo que ha perdido teniendo hijos cuando lo ha perdido.

Un aspirante a padre/madre puede tener un manual con testimonios de 4.000 personas y en el peor de los casos cuando todos señalen con el dedo dirán: “no, pero a nosotros no nos va a pasar eso”.

Despertad, lo que veis alrededor es lo que hay.

Y que conste: mi hijo es lo mejor del mundo, no lo cambio por nada, pero sé perfectamente que si no lo hubiera tenido tampoco hubiera echado de menos tener niños.

Y me pregunto si es esa la realidad de la mayoría de las familias con niños pequeños: la falta de deseo frente a la insatisfacción.

Y de ser así me pregunto si pasa lo mismo en la mayoría parejas sin hijos que llevan juntas bastante tiempo y van cumpliendo años.

Desde luego mi experiencia personal no vale en este caso. Obviamente los primeros meses de vida del niño, aunque haya sexo, es esporádico, tienes la antena puesta por si llora, no acabas de desconectar y si te pilla al final del día estás cansada.

Pero luego no es así. El menos en mi caso el deseo se recupera pronto con tantas o más ganas que antes de ser padres. Claro que en mi relación siempre estuvimos igualados en ese aspecto. De hecho, de inclinarse la balanza de la iniciativa hacia algún lado, con toda seguridad sería más hacia el mío.

Sólo en una ocasión, hace ya años y antes de ser padres, pasamos por eso que contáis de no tener yo ganas. Y me preocupó, no nos hacía bien como pareja, no me gustaba la sensación de no sentir deseo, así que busqué explicaciones y la culpa la tuvo la píldora anticonceptiva. Fue dejar de tomarla y todo volvió a su cauce. Nunca volveré a tomar métodos anticonceptivos hormonales.

Desde luego el deseo de las mujeres está mucho más influenciado por nuestras fluctuaciones hormonales que por los hombres, que en ese aspecto son bastante estables.

Es difícil dar consejos. Pero imagino que mientras dure el amor a los padres recientes insatisfechos no les queda más remedio que ser pacientes sin dejar de buscar ocasiones y a las madres cansadas intentar motivarse para encontrar esas ganas. A veces hay que hacer un esfuerzo por reencontrar el deseo, procurando mirar a su marido con los ojos de los primeros días, cuando cualquier portal oscuro era una invitación para explorar su cuerpo y sólo con pensar en verle olvidaban los problemas del día.

Por que lo que sí creo es que, al menos cuando somos jóvenes (tal vez también después, ya lo iré averiguando) el sexo es parte fundamental de una relación de pareja feliz y completa. Y una relación de pareja feliz y completa nos beneficia a nosotros mismos y también a nuestros hijos.

Hay un libro éxito de ventas en Estados Unidos que se llama Is There Sex After Kids? (¿Hay sexo después de los niños?) de la doctora Ellen Kreidmansays que dice «Una de las mejores formas de enseñar a tu hijo a amar es teniendo una relación de amor con tu pareja».

Esta doctora recomienda no dejar que se pierdan pequeños detalles: ese beso cariñoso (con el cerebro puesto en ello) al llegar a casa de trabajar, esa llamada telefónica diaria, seguir llamándose por el nombre o el epíteto cariñoso y nunca llamar al otro «mamá» o «papá», buscar tiempo (tal vez pagar dos horas a la semana para que alguien planche suponga un mundo de diferencia), proponer citas sospresa a tu pareja (cines, teatros, paseos por lugares especiales, musicales, restaurantes nuevos…), procurar que el sexo no sea rutinario con cosas tan sencillas como cambiar de habitación, de postura, ponerse ropa interior especial o crear expectación con una llamada desde el trabajo.

Se puede ser padres recientes y seguir teniendo una vida en común plena. De verdad que sí.