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Hacer el oompa loompa y otros trucos para dormir bebés

oompaExisten bebés que se duermen solos, que duermen mucho y bien. No son un mito, yo los he conocido. A uno de ellos sus padres le llamaban ‘el gran olvidado’ porque le dejaban en su cuna durmiendo y ahí se quedaba largo raro feliz y tranquilo. Claro que a partir del año se encargó bien de hacerse notar. Paso de ‘el gran olvidado’ a ‘el niño trampa’.

Hay muchos, pero no son mayoría. Un gran porcentaje de bebés requieren de paciencia y diversas técnicas más o menos caseras para hacerlos dormir. Nosotros tuvimos que emplear las nuestras con Julia y Jaime, más con el segundo que con la primera, aunque ambos han tenido con frecuencia esos llantos de «no puedo dormir, así que me cabreo, más vale que me duermas o voy a seguir llorando hasta reventar».

Lo más efectivo con Jaime fue acunarlo en brazos junto al ruido blanco de la campaña extractora. Tampoco era raro verme dar vueltas con el carro en torno a una fuente urbana. Cuanto más fuerte sonara el agua, mejor. Sólo sé que funcionaba. Con Julia lo más fácil era caminar deprisa con ella en brazos y meterla en la mochila (una ergobaby, una maravilla). Con ambos, en casa también nos servía mover el carro de atrás a adelante con bastante energía. Y cantar, cantar mucho ya fuese bien, mal o regular.

He conocido otros casos de niños a los que sus padres decían que había que envolver en una sábana, meterlos en el coche y circular incluso a mitad de la madrugada, dar pequeños saltitos con ellos en brazos…

He oído de todo, pero hasta ahora no había oído hablar del método oompa loompa. Aunque llamarlo método me parece excesivo. Es un truco que descubrieron unos padres con su bebé de tres semanas y lo grabaron en un vídeo que a estas alturas tiene más de cinco millones de reproducciones.

Pronto hará dos años del vídeo. Y sus autores reconocen que, aunque a ellos les funciona el canturreo hipnótico y el meneito, no es efectivo con todos los niños.

Si queréis probarlo, cuidado con menear demasiado a los bebés, recordad que el síndrome del bebé zarandeado existe y no es para tomárselo a broma.

Por último, os dejo con la anécdota maternal de los Oscar (antes de ser madre nunca me perdía la gala, por cierto). Grande Patricia Arquette al recoger su estatuilla.

La sufrida madre interpretada por Patricia Arquette en Boyhood reportó a la cinta de Richard Linklater su único Oscar de la noche. Otra interpretación que ha recopilado premios y premios en los últimos meses. La mejor actriz de reparto del año tiró de ‘chuleta’ en sus agradecimientos para no olvidarse de nadie y llenó de aplausos la platea (Meryl Streep, de las más efusivas) con su toque reivindicativo en favor de la igualdad: «Se lo dedico a todas las mujeres que han dado a luz y pagan sus impuestos. Ha llegado el momento de tener el mismo salario (que los hombres) y los mismos derechos para las mujeres en Estados Unidos». ¡Chapó!

Sus rutinas de sueño

spoka_ikeaEl domingo Julia se puso malita. No enferma con frecuencia y suelen ser siempre cosas leves. Tocaré madera. Esta vez fue fiebre y algo de mocos, lo normal. Hubo «yogur de medicina» y durmió en la cama con mamá para descansar ambas más tranquilas. Ella, por estar acompañada. Yo, por tenerla más controlada. Y reconozco que lo echaba de menos. Ahora que el colecho ya está casi olvidado, agradezco poder tener su cuerpecito al lado de vez en cuando. Pero ella ya prefiere dormir solita.

Hemos compartido cama mucho tiempo, sabéis si me leéis desde hace tiempo que soy ferviente defensora del colecho, que he practicado con mis dos hijos. Con Jaime duró hasta que tenía dos años y medio. Con Julia, que está a punto de cumplir cuatro, hasta los tres. Es la mejor manera de descansar ambos, es reconfortante. Y es una etapa que se pasa en un suspiro y que incluso se añora.

Tanto con Jaime como con Julia fue fácil, natural, el paso de dormir solos. Primero nos quedábamos con ellos hasta que se dormían, tumbados en su cama, tranquilos. A veces nos quedábamos dormidos con ellos y amanecíamos al día siguiente. Despues se instauraron rutinas.

Jaime es muy dormilón y, nada más terminar de cenar, hacer el pis de antes de dormir y lavarse los dientes, va derecho a la cama encantado. A veces se le oye un rato jugar y parlotear en su habitación, pronto se duerme abrazado a su oso (Ted, sí, el de la peli, está en nuestra casa) o a su tiburón.

A Julia, que es dormir algo más difícil, a veces remolonea e intenta alargar la hora de irse a la cama. Cuando va siempre le leemos un cuento que ella elige, un día mi santo y otro día yo. Después encendemos sus luces nocturnas con forma de fantasmita (últimamente no quiere oscuridad) y, si no cae redonda, se dedica un rato a acomodar sus peluches en la cama (su favorito es un pequeño pingüino), contarles alguna historia bajo la funda nórdica (ese gran invento) y despues dormir. A veces tarda bastante, hay que reconocerlo.

Los expertos siempre hablan de la importancia de establecer rutinas de sueño para los niños. Creo que es algo que surge de forma natural y me da la impresión de que son rutinas muy semejantes en la mayor parte de las casas.

¿Cómo es con vuestros peques el momento de irse a la cama?

#desmontandoaEstivill en el Día Mundial del Sueño Feliz

Las últimas noches ha hecho mucho calor en Madrid, tanto que mi santo ha decidido dormir en el salón, que es la única estancia de la casa con aire acondicionado. Yo, que soporto mejor el calor y cuando me duermo parece que caiga en coma, me quedé en nuestro cuarto. Con la ventana abierta de par en par, nuestra habitación es soportable.

 Julia, que a sus tres años y tras un largo historial de colecho ya suele dormir solita, tiene el dormitorio más grande de la casa. Solemos dar el dormitorio más grande a los adultos, pero yo soy de la creencia de que a nosotros con que quepa la cama ya tenemos bastante, en cambio para ellos su cuarto es su mundo, su pequeño universo dentro de la casa, en el que no solo duermen, también juegan, estudian… por eso le dejamos ese. Pero la verdad es la ventana da a un patio pequeñito y es más caluroso.

La primera noche de calor Julia se durmió en su cuarto, como siempre. Se despertó pidiendo agua, claramente como consecuencia del calor. Y se hubiera vuelto a dormir en su camita, pero yo estaba sola en mi cama y me apetecía tenerla conmigo, así que la traje y dormimos juntas tan contentas. Ayer directamente me fui a la cama a leer y la invité a tumbarse a mi lado. Estuvo jugueteando en la cama hasta que apagué la luz y volvimos a dormir juntas.

 Hoy, 29 de junio, es el día  Mundial del Sueño Feliz #DiaMundialSueñoFeliz29J  y en twitter echa humo un hashtag que se llama #desmontandoaEstivill en el que muchos tuiteros, padres y madres, explican la felicidad que supone poder dormir con tu hijo, defienden el colecho y critican el dejar llorar hasta que el niño duerma y la pretensión de que un bebé debe dormir solo. También están subiendo fotos y enlaces pertinentes.

Yo, que sabéis de sobra por muchos posts previos que comparto esa visión, hoy quiero sumarme con este post.

¡Y que tengáis felices sueños compartidos!

Algunos de los tuits:

 @MaGiAdELmOmEnt0: Lactancia y colecho son aliados y no obstáculos para las madres y padres trabajadores #desmontandoaEstivill

@Akisa1111 RT porfa. Es muy importante! #DiaMundialSueñoFeliz29J http://t.co/lTJGuXOY  #DesmontandoaEstivill http://t.co/zDwNcgJw GRACIAS

@minuscula_eme: #desmontandoaEstivill Porque además, es un placer para ellos y nosotros. (foto) http://t.co/n8Iy5I2S

@PeaJenni: Mientras oyes un desgarrador llanto no duermes #desmontandoaestivill

@Pilar_Mtnez: #DesmontandoaEstivill Beneficios del colecho para la lactancia materna http://t.co/4japC0R3

@elenamayorga: Hoy celebramos el primer #DiaMundialSueñoFeliz29J #DesmontandoaEstivill http://t.co/ccORu87Z

@mmirDG: Cómo te sentirías si al llorar amargamente no encuentras apoyo de los seres que amas? #DesmontandoaEstivill

@TetaReina: Bienvenido a la República independiente de mi cama: Tres años y 6 meses desmontando a Estivill y a cualquiera qu… http://t.co/uJ0SNWNA

@matibascorner: El bebé humano es el animal q durante + tiempo necesita a sus progenitores,no le adiestres, acompáñalo en su desarrollo #desmontandoaEstivil

@arazu: El antropólogo Desmond Morris contra los «brutales» libros de cuidados para niños:  http://t.co/jVMsmoJ8 #desmontandoaEstivill

@karycuina: una imagen que me lo dice todo #desmontandoaEstivill http://t.co/fmfOtarO

@TriceMoon: Despertarse de noche no es una patología en los niños, es una conducta con sentido evolutivo #desmontandoaEstivill

@MartaLaAnjana: #desmontandoaestivill Cuando se deja llorar y llorar a un niñ@ hasta vomitar  eso tiene un nombre y es Maltrato.

@mmirDG: Sigue tus instintos naturales de madre, esos que te dicen que corras a atender a tu bebé cuando llora!!! #DesmontandoaEstivill

@mentelibre_es: Los niños, cuando se sienten preparados, piden irse a dormir a su propio cuarto #desmontandoaEstivill

@fujitot: mi peke no se encuentra solo al despertarse en mitad de un sueño, duerme tranquilo, tus papas estan a tu lado #desmontandoaestivill

@Pilar_Mtnez: No hay nada mejor que dormir con mis hijas. Aqui os dejo mi experiencia #DesmontandoaEstivill http://t.co/RFG6lz9l

@psicopositiva: El método no enseña al niño a no despertarse, le enseña a no llamar, indefensión aprendida #desmontandoaEstivill

@valdorria: Día mundial del sueño feliz. Nada tan alucinante como despertar con la sonrisa de tu bebé a tu lado#desmontandoaestivill

@mentelibre_es: Dormir con tu hijo no es consentirle es acompañarlo respetuosamente en sus procesos madurativos. #desmontandoaEstivill

@unsaltamontesen: El Método Estivill sufrido en propia carne: el punto de vista del niño. #desmontandoaEstivill http://t.co/ohjDJeYq

El doctor Estivill presenta nuevo libro (y nueva orden): ‘¡A Dormir!’

He hablado en cuatro ocasiones en este blog de Eduard Estivill, en ninguna de ellas precisamente para recomendar sus libros o su método. Si queréis saber mi postura sobre su método, no tenéis más que leer lo que escribí en este post de 2008. Nada ha cambiado desde entonces.

El doctor Estivill, experto en sueño (eso no se lo discute nadie) que ha descubierto un filón en la literatura y los consejos infantiles, presenta nuevo libro. Y vaya por delante que ni lo he leído ni lo voy a leer.

Ya empieza a no gustarme en la elección de título: ¡A dormir!. Un mandato a gritos. No es así como yo mando a la cama a mis hijos, así será en todo caso como lo harán los sargentos a sus soldados.

Estivill es tremendamente polémico. Muchos padres, desesperados y a los que no voy a juzgar en absoluto porque entiendo perfectamente lo terrible que es no poder descansar, han seguido su método con éxito. Nadie discute que su método no sea efectivo. Lo que yo sí discuto es que sea un método apropiado, que no me lo parece, y que sea un método suyo, que no lo es, es una copia del método Ferber.

En cualquier caso, allá va nuevo libro que seguro se convierte en un éxito como todos los precedentes, en los que también se convertía en un experto en juegos (¡A jugar!), alimentación infantil (¡A comer!), pediatría, cuentos apropiados para crecer o para dormir, o educación (Solos en casa). Si alguien lo ha leído y quiere compartir sus impresiones, tiene los comentarios a su disposición. Por la parte que me toca, os dejo con el teletipo de EFE:

Los nuevos hallazgos sobre los intervalos de sueño en el periodo fetal confirman que la raza humana se equivoca al incluir estímulos para hacer dormir a los bebés, ya que, en los primeros años de vida, sólo necesitan comer bien para que cierren los ojos, según el doctor Eduard Estivill.

Es una de las conclusiones que expone en «¡A Dormir!», el nuevo libro de este experto mundial de los trastornos del sueño que incluye los últimos hallazgos en periodo fetal con los que completa su ya conocido «Método Estivill».

«Por desconocimiento, la raza humana cambia los hábitos naturales por una cuestión cultural; pensamos que tenemos que hacer algo para que el niño duerma, como cantarle o mecer la cuna, pero no hace falta nada de eso si lo hacemos todo bien desde el primer día», explica Estivill en una entrevista con Efe.

Estudios en fetos de 7 y 8 meses muestran que alternan intervalos de 30 minutos despiertos con dos o tres horas de sueño, exactamente el mismo comportamiento que sigue el bebé cuando ya ha nacido.

Así, tras el parto, se debe preservar esta «normalidad» que tenía el bebé en la matriz, manteniéndole despierto cuando come y, sin ningún estímulo más, se dormirá sin problemas.

«Tenemos que hacer como los animales, que no hacen nada, les dan comida a las crías y se duermen», sostiene el especialista catalán.

Por tanto, según la teoría del doctor del sueño, los problemas para dormir en los primeros años de vida de un niño sólo son atribuibles a un «mal hábito» de los padres, inducido por el desconocimiento, ya que otros factores de insomnio como los miedos nocturnos o las pesadillas no aparecen hasta los 4 años.

En esas edades, «los miedos aparecen por desconocimiento ante una pesadilla y basta con que los padres expliquen al hijo que es normal y que hay que estar tranquilo, aunque si en algunos casos surgen temores patológicos sí que deben ser tratados por los expertos», destaca el doctor.

Según Estivill, alrededor del 30 por ciento de los niños entre seis meses y 5 años tiene trastornos del sueño por malos hábitos adquiridos.

La unidad del sueño del Instituto Dexeus que dirige Estivill atiende a unos 500 niños al año, la mitad por malos hábitos y una cuarta parte por pesadillas, sonambulismo o miedos.

Al 25 por ciento restante se le atiende por la aparición de ronquidos y apneas entre los 2 y 3 años, un fenómeno muy nuevo en edades tan tempranas y que también trata el doctor Estivill en su nuevo libro, publicado por Plaza&Janés.

Sin apenas dejar descanso a sus lectores, Estivill prepara ya un nuevo libro, titulado «Que no me quiten el sueño», en el que explicará a los adultos lo que deben hacer durante todo el día para descansar bien por la noche.

Como anticipo, el doctor revela que hay que comer proteínas en el desayuno y el almuerzo y, en poca cantidad, pasta y productos lácteos para la cena, momento en el que, además, ya deberíamos apagar el móvil para empezar a desconectar el cerebro de nuestra rutina diaria y prepararlo para el sueño.

El lobo guardián del sueño de mis hijos

Vivian me hablaba hace dos días en los comentarios del cuadro que adorna la habitación de mis hijos.

Es un cuadro de un estudiante de arte prácticamente idéntico a una obra de Franz Marc, uno mis pintores favoritos. En mi casa hay varias reproducciones de lienzos suos.

Y ese lobo dormido es el guardián del sueño de mis hijos.

Cuando sean capaces de entenderlo les explicaré que cuando ellos duerman despertará para vigilar y mantener a raya las pesadillas. Me vino la inspiración nada más verlo colgado en la pared de su dormitorio y me pareció una buena idea.

De momento es sólo para ellos el lobo bonito que hace “aauuuu”.

¿Qué cuadros o fotos tenéis vosotros en las habitaciones de vuestros hijos? ¿Tienen su historia?

Por primera vez, toda la noche en su camita

Desde que Julia nació practicamos el colecho. Con ella no hubo dudas. Ni una noche pasó lejos de mí, ya fuera en el hospital recién nacida, en casa o de vacaciones. Nunca se ha visto dentro de una cuna. Y las dos hemos podido descansar sin problemas.

Jaime no tuvo tanta suerte, por eso de ser el primero y tener un despiste monumental de padres primerizos sí que intentamos al principio que durmiese en su cuna. Se supone que es lo que debe hacerse. Todo fue fatal: se despertaba, lloraba, yo intentaba calmarle a través de los barrotes, tenía que despertarme y despertarle para sacarle de ahí y darle el pecho. La cesárea me molestaba en todas estas incorporaciones. Los lloros también despertaban a mi marido. Acababa por meterle en la cama con remordimientos absurdos. A los pocos días comencé a leer e informarme sobre el colecho y un mundo de conocimientos se abrió. Lo que me pedía el cuerpo estaba bien, querer dormir junto a mi hijo era seguro y natural. Desear tenerle en brazos, junto a mi cuerpo, era lógico, tenía una explicación ancestral y había una legión de padres y profesionales de la salud que lo recomendaban y practicaban.

Jaime comenzó a irse solo a su camita cuando tenía dos años y dos meses y estuvo mucho tiempo durmiendo solo felizmente y del tirón. Ahora no duerme solo, tiene despertares nocturnos que tienen que ver con su trastorno generalizado del desarrollo, su autismo. Pero ese es otro tema.

A Julia le instalamos hace un par de meses una cama pequeñita en su cuarto, en el que ya hay una cama grande. Desde entonces se está durmiendo encantada en su “ama peeña”. Yo estoy cerca, en la “ama ande”. En algún momento a lo largo de la noche me reclamaba, sin despertarse del todo, y la traía a mi cama.

Ayer fue el primer día que al medio despertarse de madrugada exigió volver a su cama pequeña y allí siguió durmiendo felizmente toda la noche.

Seguro que aún reincide en visitarme. Pero nuestra primera noche separadas es un aviso claro de que pronto voy a echar de menos su cuerpecito a mi lado por las noches.

«¿Cuándo se acaban las siestas?»

El otro día la madre de una compañera del cole de mi hijo me contaba que su niña, con cuatro años cumplidos este verano, ya no quiere dormir la siesta. Poco antes una amiga, cuyo hijo también tiene cuatro años me decía lo mismo: su hijo cae roto a las nueve de la noche pero dice que siesta, salvo rara excepción, nanai.

Mi hijo con su misma edad no la perdona.
Necesita dormir una horita tras la comida o por la tarde no es persona. Y esa siesta no le impide luego dormir bien de noche.

«¿Cuándo crees que se le acabarán al tuyo las siestas?» me preguntó una de ellas.

«Puede que nunca» contesté «
hay quien sigue deseando su ratito de siesta toda la vida aunque las circunstancias no se lo permitan».

Julia es menos dormilona. Tiene poco más de año y medio y ya poco después de cumplir el año dejó de dormir su siestecilla del carnero por la mañana. Su hermano tardó bastante más en abandonar esa costumbre. Y ahora con cuarenta minutos por la tarde tiene más que de sobra.

Imagino que él ha salido a su padre, cuya familia es conocida como el club de las marmotas, y ella ha salido a mí, que nunca he sido de siestas. Siendo muy pequeña recuerdo algunos veranos en extremadura, con un calor tremendo en esa era pre-aire acondicinoado, toda la familia recogida durmiendo y mi madre teniendo que entretenerme porque me negaba a dormir.

Lo que es cierto es que desde que son recién nacidos y el día está completo de minisiestas hasta que tienen entre uno o dos años y se conforman con la siesta a la hora convencional, la evolución del sueño diurno de los bebés es tremenda.

Me resulta curioso que se hable tantísimo del sueño nocturno en los bebés y tan poco del diurno.

Y al menos en mi caso, hubo un punto de inflexión en torno a los seis meses que marcó el comienzo del fin de las minisiestas diurnas y otro momento de maduración entre el año y año y medio, en el que se pasó a dormir un ratito sólo después de comer.

¿Cómo ha sido el sueño diurno de vuestros hijos?

El miedo a la oscuridad

Llevamos dos meses durmiendo entre mal y fatal.

El peque siempre ha sido una marmota y nos tenía mal acostumbrados. Lleva desde los dos años durmiendo solo: entraba en su habitación, que tenía que estar completamente a oscuras, cerrábamos la puerta, y no reaparecía hasta pasadas diez u once horas.

Ya había tenido el verano pasado y en invierno pequeñas rachas de mal dormir. Pero ahora algo ha cambiado: se duerme a su hora pero pasadas pocas horas se despierta asustado y gritando. Tenemos que encender todas las luces del dormitorio para que se quede tranquilo, pero con tanto susto se despeja y luego pasa entre dos y cuatro horas despejadísimo sin querer conciliar el sueño. Después vuelve a dormirse, pero dejando la habitación iluminada como una verbena y al adulto que le acompaña mirando desesperado el reloj y pensando las pocas horas que va a poder dormir antes de irse a trabajar.

Hemos probado a dormir con él, a cambiarle de cuarto, a dejarle las luces encendidas desde el primer momento… nada parece funcionar.

Y él no nos puede decir lo que sucede.

Por lo que he hablado, es de lo más frecuente que los niños pequeños quieran luces en su cuarto. Incluso en su cama. Por eso existen inventos como el gusiluz y lámparas frías como la de Pabobo que hay en la imagen y que nosotros vamos a probar.

Pero algo me dice que sus despertares no se deben sólo a las pesadillas convencionales de otros niños, algo me dice que sus rachas de mal dormir tienen que ver con periodos de madurez o activación de su cerebrito.

Sólo tengo la impresión de una madre, pero la verdad es que suelen coincidir con avances tangibles.

Por ejemplo, con la mala racha del verano pasado , que al principio achacamos al calor, notamos que comenzaba a usar signos y a despertarse al mundo. Con la de Navidad llegó el hacer puzzles y ser más comunicativo. Con la que nos encontramos, que está siendo la peor, está mucho más centrado y está comenzando a hablar: repite las terminaciones de todas las palabras, comienza a corear las canciones…

Tal vez sean simples pesadillas como las de cualquier otro niño sin nada más detrás, pero es el consuelo que nos queda mientras nos arrastramos ojerosos camino al trabajo y robamos siestas siempre que podemos.

¿Cómo dormir a un bebé?

Hay muchas formas de dormir a un bebé o a un niño muy pequeño. La mayoría son universales y sobradamente conocidas:

– Darle el pecho.
– Darle un biberón.
– Darle un chupete.
– Cantarle en brazos.
– Mecerle en brazos.
– Moverle en el carrito alante y atrás.
– Sacarle de paseo en el carrito.
– Sacarle de paseo en el coche (el rum rum es infalible).
– Sacarle de paseo en una mochila portabebés.
– Tumbarse a su lado y cantarle.
– Tumbarse a su lado, cerrar los ojos y relajar la respiración. El sueño invita al sueño.
– Contarle un cuento.

Pero luego las hay más exóticas, hallazgos sorprendentes que hacen por casualidad padres recientes. ¡Y funcionan!

Éstás son algunas de las que he visto o he practicado:
– Mecerle frente a un ruido blanco, como el que produce una campana extractora o un secador.
– Botar con él en brazos sobre una pelota de pilates.
– Apretarlo con una manta o un par de cojines.
– Ponerle un pañuelo liviano sobre el rostro.

¿Conocéis alguna más?

¡Duérmeme de una vez!

En los adultos creo que no existe esta situación tan común entre los bebés y los niños pequeños de tener mucho sueño y no querer o no poder dormirse, lo que se traduce en ponerse tremendamente petardos.

Una petardez que yo traduzco como «¡mamá, duérmeme de una vez, qué no me aguanto ni yo!»

Y toca cantar, cargar al peque en la mochila, mover carros, salir de paseo… lo que sea para ayudarles a salir de ese estado.

Julia ha tenido una de esas ahora mismo.

No recuerdo en qué momento deja de suceder, pero según mi escasa experiencia creo que es en torno a los dos años.

Luego está esa otra situación que ha generado tantos vídeos de primera: un bebé o un niño pequeño tiene sueño y se duerme. Da igual que esté comiendo, en un concierto con los altavoces a todo saco…. Decide que es momento de dormirse y eso hará.

Eso nos pasó esta semana con Jaime, que fue capaz de dormirse completamente pedaleando en su triciclo camino a casa.

Creo que eso, en algunos casos, no deja de suceder nunca.