Entradas etiquetadas como ‘dormir’

Criamos a nuestros hijos como mejor sabemos o podemos y merecemos respeto, también de los que no comparten nuestros métodos

Los pediatras de Estados Unidos recomiendan que los bebés duerman al menos hasta el año en la misma habitación que sus padres. ¿Por qué? Pues para evitar el síndrome de muerte súbita del lactante. Ese fantasma temible que nos impulsa a los padres recientes a comprobar que nuestros hijos respiran cuando les vemos profundamente dormidos y que se reduce hasta un 50% si dormimos cerca de ellos.

Aconsejan, eso sí, que lo hagan en una superficie diferente. No les parece buena idea que compartan la misma cama que sus padres porque hay factores que pueden incrementar el riesgo de asfixia por aplastamiento. El riesgo radica cuando hay obesidad mórbida, tabaquismo, problemas de alcoholemia o drogadicción o alteraciones del sueño. En esos casos no está recomendado. En condiciones normales, compartir cama con nuestros pequeños es perfectamente seguro

Hoy es noticia un estudio de la universidad de Pensilvania, uno muy discutible (discutido por preeminentes pediatras cuyas recomendaciones escucha la Academia de Pediatría de EE UU, no por mí), que recomienda que a partir de los cuatro meses los niños se vayan a su propio cuarto porque así duermen una media de 46 minutos más.

Que cada cual haga lo que mejor considere con sus hijos, dentro del sentido común, sus circunstancias y el carácter que muestre el niño. Es cierto que yo no me saltaría las recomendaciones de los pediatras yanquis de compartir habitación durante el primer año. Que el niño esté en su propia cuna o que el niño esté colechando con nosotros si no hay factores de riesgo, que lo decida cada cual. Pero que esté en nuestro cuarto, eso sí para reducir el temido síndrome de la muerte súbita.

Yo coleché. Con Jaime intenté brevemente hacer caso a las recomendaciones de tener la cuna junto a la cama. Ni a él le gustaba ni yo descansaba. Tardé pocos días en meterle en la cama a mi lado, poner una barrera como la de la primera imagen, y dormir ambos tranquilos. Compartimos cama hasta que superó los dos años, que se fue a dormir tranquilo y felizmente a su cuarto.

Con Julia, desde el principio, opté por la barrera. No hubo cuna en casa. Descansamos estupendamente las dos. Ella no llegaba a despertarse para mamar un poco y seguir durmiendo. Yo apenas recuerdo despertarme para facilitarle el acceso al pecho. En mi memoria el colecho está muy unido (y facilitado por) a la lactancia. Igual que su hermano, pasados los dos años comenzó a dormir en su cuarto y su cama al tiempo que la lactancia iba despidiéndose hasta desaparecer.

Guardo de toda aquella etapa, de los cinco años de lactancia y colecho, un recuerdo feliz. Parte de las sensaciones más agradables a la memoria de mi maternidad están vinculadas a tener a mis hijos junto a mí. Conozco a padres que aseguran que si volvieran a criar a sus hijos habría aspectos del poner a dormir que cambiarían. Una buena amiga me recordaba este mismo fin de semana que al primero de sus tres hijos lo llevó enseguida a otro cuarto por recomendación de la enfermera de pediatría y la lactancia apenas duró, y que a día de hoy no obraría así.También conozco a otros padres que están encantados con haber tenido a sus hijos en una cuna en su habitación o en otro cuarto. Y padres que intentaron el colecho y no lo disfrutaron ni pudieron descansar.

La verdad es que si yo volviera a atrás no cambiaría nada a ese respecto (tal vez sí en cuanto a otros, pero esa es otra historia).

Hay tantos factores en juego: el carácter del niño, el nuestro, nuestras circunstancias personales, habitacionales, nuestros miedos y creencias… que no hay una fórmula idónea para todos. Lo único que debería haber es respeto.

 Si dormís juntos, disfrutadlo haciendo oídos sordos. Ni caso a los agoreros. Si sois de los que por el motivo que sea habéis descartado el colecho, pues ni caso tampoco.

Criamos a nuestros hijos como mejor sabemos o podemos y merecemos respeto y apoyo, también de aquellos que no comparten nuestros métodos.

(GTRES)

GTRES.

Contenidos relacionados:

Hacer el oompa loompa y otros trucos para dormir bebés

oompaExisten bebés que se duermen solos, que duermen mucho y bien. No son un mito, yo los he conocido. A uno de ellos sus padres le llamaban ‘el gran olvidado’ porque le dejaban en su cuna durmiendo y ahí se quedaba largo raro feliz y tranquilo. Claro que a partir del año se encargó bien de hacerse notar. Paso de ‘el gran olvidado’ a ‘el niño trampa’.

Hay muchos, pero no son mayoría. Un gran porcentaje de bebés requieren de paciencia y diversas técnicas más o menos caseras para hacerlos dormir. Nosotros tuvimos que emplear las nuestras con Julia y Jaime, más con el segundo que con la primera, aunque ambos han tenido con frecuencia esos llantos de «no puedo dormir, así que me cabreo, más vale que me duermas o voy a seguir llorando hasta reventar».

Lo más efectivo con Jaime fue acunarlo en brazos junto al ruido blanco de la campaña extractora. Tampoco era raro verme dar vueltas con el carro en torno a una fuente urbana. Cuanto más fuerte sonara el agua, mejor. Sólo sé que funcionaba. Con Julia lo más fácil era caminar deprisa con ella en brazos y meterla en la mochila (una ergobaby, una maravilla). Con ambos, en casa también nos servía mover el carro de atrás a adelante con bastante energía. Y cantar, cantar mucho ya fuese bien, mal o regular.

He conocido otros casos de niños a los que sus padres decían que había que envolver en una sábana, meterlos en el coche y circular incluso a mitad de la madrugada, dar pequeños saltitos con ellos en brazos…

He oído de todo, pero hasta ahora no había oído hablar del método oompa loompa. Aunque llamarlo método me parece excesivo. Es un truco que descubrieron unos padres con su bebé de tres semanas y lo grabaron en un vídeo que a estas alturas tiene más de cinco millones de reproducciones.

Pronto hará dos años del vídeo. Y sus autores reconocen que, aunque a ellos les funciona el canturreo hipnótico y el meneito, no es efectivo con todos los niños.

Si queréis probarlo, cuidado con menear demasiado a los bebés, recordad que el síndrome del bebé zarandeado existe y no es para tomárselo a broma.

Por último, os dejo con la anécdota maternal de los Oscar (antes de ser madre nunca me perdía la gala, por cierto). Grande Patricia Arquette al recoger su estatuilla.

La sufrida madre interpretada por Patricia Arquette en Boyhood reportó a la cinta de Richard Linklater su único Oscar de la noche. Otra interpretación que ha recopilado premios y premios en los últimos meses. La mejor actriz de reparto del año tiró de ‘chuleta’ en sus agradecimientos para no olvidarse de nadie y llenó de aplausos la platea (Meryl Streep, de las más efusivas) con su toque reivindicativo en favor de la igualdad: «Se lo dedico a todas las mujeres que han dado a luz y pagan sus impuestos. Ha llegado el momento de tener el mismo salario (que los hombres) y los mismos derechos para las mujeres en Estados Unidos». ¡Chapó!

Sus rutinas de sueño

spoka_ikeaEl domingo Julia se puso malita. No enferma con frecuencia y suelen ser siempre cosas leves. Tocaré madera. Esta vez fue fiebre y algo de mocos, lo normal. Hubo «yogur de medicina» y durmió en la cama con mamá para descansar ambas más tranquilas. Ella, por estar acompañada. Yo, por tenerla más controlada. Y reconozco que lo echaba de menos. Ahora que el colecho ya está casi olvidado, agradezco poder tener su cuerpecito al lado de vez en cuando. Pero ella ya prefiere dormir solita.

Hemos compartido cama mucho tiempo, sabéis si me leéis desde hace tiempo que soy ferviente defensora del colecho, que he practicado con mis dos hijos. Con Jaime duró hasta que tenía dos años y medio. Con Julia, que está a punto de cumplir cuatro, hasta los tres. Es la mejor manera de descansar ambos, es reconfortante. Y es una etapa que se pasa en un suspiro y que incluso se añora.

Tanto con Jaime como con Julia fue fácil, natural, el paso de dormir solos. Primero nos quedábamos con ellos hasta que se dormían, tumbados en su cama, tranquilos. A veces nos quedábamos dormidos con ellos y amanecíamos al día siguiente. Despues se instauraron rutinas.

Jaime es muy dormilón y, nada más terminar de cenar, hacer el pis de antes de dormir y lavarse los dientes, va derecho a la cama encantado. A veces se le oye un rato jugar y parlotear en su habitación, pronto se duerme abrazado a su oso (Ted, sí, el de la peli, está en nuestra casa) o a su tiburón.

A Julia, que es dormir algo más difícil, a veces remolonea e intenta alargar la hora de irse a la cama. Cuando va siempre le leemos un cuento que ella elige, un día mi santo y otro día yo. Después encendemos sus luces nocturnas con forma de fantasmita (últimamente no quiere oscuridad) y, si no cae redonda, se dedica un rato a acomodar sus peluches en la cama (su favorito es un pequeño pingüino), contarles alguna historia bajo la funda nórdica (ese gran invento) y despues dormir. A veces tarda bastante, hay que reconocerlo.

Los expertos siempre hablan de la importancia de establecer rutinas de sueño para los niños. Creo que es algo que surge de forma natural y me da la impresión de que son rutinas muy semejantes en la mayor parte de las casas.

¿Cómo es con vuestros peques el momento de irse a la cama?

#desmontandoaEstivill en el Día Mundial del Sueño Feliz

Las últimas noches ha hecho mucho calor en Madrid, tanto que mi santo ha decidido dormir en el salón, que es la única estancia de la casa con aire acondicionado. Yo, que soporto mejor el calor y cuando me duermo parece que caiga en coma, me quedé en nuestro cuarto. Con la ventana abierta de par en par, nuestra habitación es soportable.

 Julia, que a sus tres años y tras un largo historial de colecho ya suele dormir solita, tiene el dormitorio más grande de la casa. Solemos dar el dormitorio más grande a los adultos, pero yo soy de la creencia de que a nosotros con que quepa la cama ya tenemos bastante, en cambio para ellos su cuarto es su mundo, su pequeño universo dentro de la casa, en el que no solo duermen, también juegan, estudian… por eso le dejamos ese. Pero la verdad es la ventana da a un patio pequeñito y es más caluroso.

La primera noche de calor Julia se durmió en su cuarto, como siempre. Se despertó pidiendo agua, claramente como consecuencia del calor. Y se hubiera vuelto a dormir en su camita, pero yo estaba sola en mi cama y me apetecía tenerla conmigo, así que la traje y dormimos juntas tan contentas. Ayer directamente me fui a la cama a leer y la invité a tumbarse a mi lado. Estuvo jugueteando en la cama hasta que apagué la luz y volvimos a dormir juntas.

 Hoy, 29 de junio, es el día  Mundial del Sueño Feliz #DiaMundialSueñoFeliz29J  y en twitter echa humo un hashtag que se llama #desmontandoaEstivill en el que muchos tuiteros, padres y madres, explican la felicidad que supone poder dormir con tu hijo, defienden el colecho y critican el dejar llorar hasta que el niño duerma y la pretensión de que un bebé debe dormir solo. También están subiendo fotos y enlaces pertinentes.

Yo, que sabéis de sobra por muchos posts previos que comparto esa visión, hoy quiero sumarme con este post.

¡Y que tengáis felices sueños compartidos!

Algunos de los tuits:

 @MaGiAdELmOmEnt0: Lactancia y colecho son aliados y no obstáculos para las madres y padres trabajadores #desmontandoaEstivill

@Akisa1111 RT porfa. Es muy importante! #DiaMundialSueñoFeliz29J http://t.co/lTJGuXOY  #DesmontandoaEstivill http://t.co/zDwNcgJw GRACIAS

@minuscula_eme: #desmontandoaEstivill Porque además, es un placer para ellos y nosotros. (foto) http://t.co/n8Iy5I2S

@PeaJenni: Mientras oyes un desgarrador llanto no duermes #desmontandoaestivill

@Pilar_Mtnez: #DesmontandoaEstivill Beneficios del colecho para la lactancia materna http://t.co/4japC0R3

@elenamayorga: Hoy celebramos el primer #DiaMundialSueñoFeliz29J #DesmontandoaEstivill http://t.co/ccORu87Z

@mmirDG: Cómo te sentirías si al llorar amargamente no encuentras apoyo de los seres que amas? #DesmontandoaEstivill

@TetaReina: Bienvenido a la República independiente de mi cama: Tres años y 6 meses desmontando a Estivill y a cualquiera qu… http://t.co/uJ0SNWNA

@matibascorner: El bebé humano es el animal q durante + tiempo necesita a sus progenitores,no le adiestres, acompáñalo en su desarrollo #desmontandoaEstivil

@arazu: El antropólogo Desmond Morris contra los «brutales» libros de cuidados para niños:  http://t.co/jVMsmoJ8 #desmontandoaEstivill

@karycuina: una imagen que me lo dice todo #desmontandoaEstivill http://t.co/fmfOtarO

@TriceMoon: Despertarse de noche no es una patología en los niños, es una conducta con sentido evolutivo #desmontandoaEstivill

@MartaLaAnjana: #desmontandoaestivill Cuando se deja llorar y llorar a un niñ@ hasta vomitar  eso tiene un nombre y es Maltrato.

@mmirDG: Sigue tus instintos naturales de madre, esos que te dicen que corras a atender a tu bebé cuando llora!!! #DesmontandoaEstivill

@mentelibre_es: Los niños, cuando se sienten preparados, piden irse a dormir a su propio cuarto #desmontandoaEstivill

@fujitot: mi peke no se encuentra solo al despertarse en mitad de un sueño, duerme tranquilo, tus papas estan a tu lado #desmontandoaestivill

@Pilar_Mtnez: No hay nada mejor que dormir con mis hijas. Aqui os dejo mi experiencia #DesmontandoaEstivill http://t.co/RFG6lz9l

@psicopositiva: El método no enseña al niño a no despertarse, le enseña a no llamar, indefensión aprendida #desmontandoaEstivill

@valdorria: Día mundial del sueño feliz. Nada tan alucinante como despertar con la sonrisa de tu bebé a tu lado#desmontandoaestivill

@mentelibre_es: Dormir con tu hijo no es consentirle es acompañarlo respetuosamente en sus procesos madurativos. #desmontandoaEstivill

@unsaltamontesen: El Método Estivill sufrido en propia carne: el punto de vista del niño. #desmontandoaEstivill http://t.co/ohjDJeYq

¿Por qué hay niños que nunca quieren ir a dormir?

Aunque estén rotos de cansancio, aunque sea tardísimo, aunque se les caigan las pestañas… Os dejo una conversación real y divertidísima, imaginadla en la más completa oscuridad.

«Papá, no quiero dormir».

«–»

«Papá, no quiero dormir»

«Mmmm»

«Papá, no quiero dormir»

«¿Cuántas veces lo vas a decir?»

Se lo piensa un momento… «¡Cinco!»

«Vale, vamos allá».

«Papá, no quiero dormir»

«UNA»

«Papá, no quiero dormir»

«DOS»

«Papá, no quiero dormir»

«TRES»

«Papá, no quiero dormir»

«CUATRO»

«Papá, no quiero dormir»

«CINCO»

«Papá, no quiero dormir»

«¡Eh! Ya lo habías dicho cinco veces, ahora a dormir»

«Valeeee»

El doctor Estivill presenta nuevo libro (y nueva orden): ‘¡A Dormir!’

He hablado en cuatro ocasiones en este blog de Eduard Estivill, en ninguna de ellas precisamente para recomendar sus libros o su método. Si queréis saber mi postura sobre su método, no tenéis más que leer lo que escribí en este post de 2008. Nada ha cambiado desde entonces.

El doctor Estivill, experto en sueño (eso no se lo discute nadie) que ha descubierto un filón en la literatura y los consejos infantiles, presenta nuevo libro. Y vaya por delante que ni lo he leído ni lo voy a leer.

Ya empieza a no gustarme en la elección de título: ¡A dormir!. Un mandato a gritos. No es así como yo mando a la cama a mis hijos, así será en todo caso como lo harán los sargentos a sus soldados.

Estivill es tremendamente polémico. Muchos padres, desesperados y a los que no voy a juzgar en absoluto porque entiendo perfectamente lo terrible que es no poder descansar, han seguido su método con éxito. Nadie discute que su método no sea efectivo. Lo que yo sí discuto es que sea un método apropiado, que no me lo parece, y que sea un método suyo, que no lo es, es una copia del método Ferber.

En cualquier caso, allá va nuevo libro que seguro se convierte en un éxito como todos los precedentes, en los que también se convertía en un experto en juegos (¡A jugar!), alimentación infantil (¡A comer!), pediatría, cuentos apropiados para crecer o para dormir, o educación (Solos en casa). Si alguien lo ha leído y quiere compartir sus impresiones, tiene los comentarios a su disposición. Por la parte que me toca, os dejo con el teletipo de EFE:

Los nuevos hallazgos sobre los intervalos de sueño en el periodo fetal confirman que la raza humana se equivoca al incluir estímulos para hacer dormir a los bebés, ya que, en los primeros años de vida, sólo necesitan comer bien para que cierren los ojos, según el doctor Eduard Estivill.

Es una de las conclusiones que expone en «¡A Dormir!», el nuevo libro de este experto mundial de los trastornos del sueño que incluye los últimos hallazgos en periodo fetal con los que completa su ya conocido «Método Estivill».

«Por desconocimiento, la raza humana cambia los hábitos naturales por una cuestión cultural; pensamos que tenemos que hacer algo para que el niño duerma, como cantarle o mecer la cuna, pero no hace falta nada de eso si lo hacemos todo bien desde el primer día», explica Estivill en una entrevista con Efe.

Estudios en fetos de 7 y 8 meses muestran que alternan intervalos de 30 minutos despiertos con dos o tres horas de sueño, exactamente el mismo comportamiento que sigue el bebé cuando ya ha nacido.

Así, tras el parto, se debe preservar esta «normalidad» que tenía el bebé en la matriz, manteniéndole despierto cuando come y, sin ningún estímulo más, se dormirá sin problemas.

«Tenemos que hacer como los animales, que no hacen nada, les dan comida a las crías y se duermen», sostiene el especialista catalán.

Por tanto, según la teoría del doctor del sueño, los problemas para dormir en los primeros años de vida de un niño sólo son atribuibles a un «mal hábito» de los padres, inducido por el desconocimiento, ya que otros factores de insomnio como los miedos nocturnos o las pesadillas no aparecen hasta los 4 años.

En esas edades, «los miedos aparecen por desconocimiento ante una pesadilla y basta con que los padres expliquen al hijo que es normal y que hay que estar tranquilo, aunque si en algunos casos surgen temores patológicos sí que deben ser tratados por los expertos», destaca el doctor.

Según Estivill, alrededor del 30 por ciento de los niños entre seis meses y 5 años tiene trastornos del sueño por malos hábitos adquiridos.

La unidad del sueño del Instituto Dexeus que dirige Estivill atiende a unos 500 niños al año, la mitad por malos hábitos y una cuarta parte por pesadillas, sonambulismo o miedos.

Al 25 por ciento restante se le atiende por la aparición de ronquidos y apneas entre los 2 y 3 años, un fenómeno muy nuevo en edades tan tempranas y que también trata el doctor Estivill en su nuevo libro, publicado por Plaza&Janés.

Sin apenas dejar descanso a sus lectores, Estivill prepara ya un nuevo libro, titulado «Que no me quiten el sueño», en el que explicará a los adultos lo que deben hacer durante todo el día para descansar bien por la noche.

Como anticipo, el doctor revela que hay que comer proteínas en el desayuno y el almuerzo y, en poca cantidad, pasta y productos lácteos para la cena, momento en el que, además, ya deberíamos apagar el móvil para empezar a desconectar el cerebro de nuestra rutina diaria y prepararlo para el sueño.

Las siestas con niño

Hay pequeños placeres que hacen que la vida merezca la pena: una buena ducha de agua caliente cuando estas cansado o aterido, leer en un banco con el primer sol de la primavera, divisar el mar por primera vez desde el coche cuando estás a punto de llegar a tu destino de vacaciones, entrar en casa y ser recibido con entusiasmo por un perro sonriente o un niño con los brazos abiertos…

Sin duda uno de esos pequeños preciosos momentos cotidianos es la siesta con niño al lado. Una tarde en casa, ya habéis comido, os tumbáis juntos en el sofá a ver una película y al poco el niño está durmiendo pegado en tu costado. Puede que tú también duerma, puede que no. Pero es uno de esos regalos que nos da la vida, que hacen que merezca todo lo demás, que no es tan bueno.

Seguro que se os ocurren muchos momentos así… a veces no viene mal recordarlos y ser conscientes de la suerte que tenemos por poder disfrutarlos.

¿Qué tienen los niños en contra de taparse?

Da igual que haya una ola o un maremoto de frío polar. Lo de que mis hijos duerman tapados es misión imposible. Ya les doy por perdidos, aunque en el caso de Jaime que se quita siempre los calcetines sea flagrante.

Su padre y yo
podemos estar en la habitación de al lado, con la misma temperatura, y felices con el nórdico hasta la nariz, pero ellos siempre se apañarán para acabar encima de la cama con el cuerpo al aire. Y tan contentos. Y sin enfermar. Así que no es cuestión de preocuparse. Pero no deja de llamarme la atención. No sé quién tendrá el termómetro averiado, si ellos o nosotros.

Y hablando con otros padres recientes descubro que es un fenómeno frecuente. Muchos niños pequeños tienen manía a taparse, algo que cambia a partir de los 6 o 7 años. Por algo será…

Así que, como casi siempre, lo que se ve en las películas es mentira. Todos esos bebés y niños que véis dormidos y arropados, esas típicas escenas hollywoodienses a los que sus padres arremeten aún más bajo la manta… todo falso.

¿Los vuestros son también del clan contra colchas, nórdicos y mantas?

Adiós a la siesta

Es curioso como Julia y Jaime, siendo hermanos, tienen hábitos tan diferentes.

Jaime con cinco años sigue sin perdonar un ratito de siesta. Es muy dormilón, en la cama es feliz, e incluso los días que no ha madrugado pide dormir después de comer. Y no por eso queda sin dormir por la noche. Hasta que comenzó el cole con tres años, no era raro que incluso cayera una siestecita del carnero (esa de antes de comer).

Julia en cambio con poco más de dos años y medio empezó a saltarse la siesta por propia voluntad. Desde hace un par de semanas, con dos años y nueve meses, la siesta empieza a ser algo excepcional. Y pese a no dormirla tampoco por la noche tiene ganas de pillar la cama. Es mucho más activa que su hermano y mucho más despierta, en el sentido literal del término.

También hay que decir que Jaime ha salido a su padre y Julia a mí en eso de las siestas. Mi madre siempre recuerda cómo en verano, de vacaciones con toda la familia, era imposible que durmiese la siesta. Me negaba rotundamente. La pobre tenía que entretenerme en una casa calurosa y en silencio, en la que todos dormían menos nosotras.

En el primer año de cole, con niños entre los dos y mucho y los cuatro años, aún los ponen un ratito a dormir la siesta. Un momento que para unos es reparador y para otros casi un castigo.

¿Los vuestros son de los dormiloneso de los despiertos? ¿Cuándo comenzaron a prescindir de la siesta? ¿Lo hicieron voluntariamente u obligados por las circunstancias?

«¡No puedo dormir sin mi tucán!»

Julia nunca había hecho demasiado caso a los peluches. Tenemos un buen surtido en casa desde que nació. antes incluso. Lo cierto es que había ya un par de peluches antes de estar embarazada de su hermano. Jugó con ellos a veces, pero lo cierto es que poco.

Pues bien, hace un par de meses nos dio por acercarnos a Faunia. Desde que pisó aquel lugar, y vete a saber por qué (esa linda cabecita es un misterio), se obsesionó repentínamente por ver un tucán, uno de los animales señuelo de Faunia.

Al salir compramos un peluche de un tucán de unos 50 centímetros de altura (algo más de la mitad de lo que mide ella aproximadamente) y fue amor a primera vista.

Durante el día es raro que lo haga caso, pero cuando llega el momento de irse a dormir lo primero que hace es bucarle para hacer acompañada todo el ritual previo a acostarse.

El tucán («tután» como dice ella) hace pis en su orinal, come con ella en su trona, se lavan los dientes (el pico) juntos y, por supuesto, se va con él a la cama, tiende a su derecha y lo arropa para dormir.

Ayer el tucán había desaparecido. Lo buscamos y no aparecía. «¡No puedo dormir sin mi tucán!» decía. «Papá, tienes que encontrarlo».

Al final se conformó y se durmió. Menos mal que a la mañana siguiente apareció.

Con dos años y medio está en la edad.

¿Vuestros peques también tienen una relación así de íntima con algún peluche?