Hay niños para los que las clases telemáticas no son una opción, y no me refiero a aquellos que no tienen equipos informáticos o conexión, me refiero a otros de los que se ha hablado mucho menos: niños para los que conectarse y aprender a través de una pantalla es algo inviable, da igual la plataforma que se emplee.
Jaime, mi hijo, es uno de esos niños. Tiene autismo, discapacidad intelectual y acude a un centro especial, especializado en TEA. Si no hay asistencia al colegio, si no hay presenciales, para él es como estar de vacaciones, es imposible que avance en los objetivos del curso.
No es culpa de sus profesores, dispuestos a echar una mano, a proponer tareas (las que los padres seamos capaces y podamos llevar a cabo), a solucionar problemáticas que puedan surgir. Simplemente, no tiene capacidad suficiente para trabajar en remoto, ni siquiera con ayuda.
No es el caso de todos los niños de Especial. Los hay con más capacidades y mejor preparados para las clases telemáticas. Pero una mayoría no pueden, sencillamente no es posible que accedan a ese derecho fundamental que es la educación si no acuden a los centros.
#Filomena, tras el bucólico paisaje que nos ha dejado en Madrid tiene muchas caras B que poco a poco vamos conociendo. Pero hay otras caras C, D, F…que se suceden en numerosas familias y que poco se conocen.
Sirva como ejemplo el más cercano: el de mi hijo, con #TEA Severo,— Y de verdad tienes 3 💚💙 (@deverdadtienes3) January 12, 2021
Pienso en los niños de la etapa de Infantil, los más pequeños, y me da la impresión de que pueden encontrarse con dificultades semejantes. Para ellos la interacción directa es imprescindible.
Puede que no pase gran cosa por una semana perdida, más allá de la conciliación personal y laboral de sus padres o tutores que en muchos casos puede suponer un drama, aunque ese podría ser otro tema. Pero el miedo que esta relativamente breve interrupción de las clases por el temporal de nieve suscita, es que nos veamos de nuevo confinados más tiempo por la Covid rampante.
En ese caso nos veríamos como la primavera pasada, con un largo periodo de tiempo apenas aprovechado, cargado de problemáticas, con ese derecho a la educación en coma temporal. Y no sé cómo podría subsanarse, porque no es cuestión de invertir en plataformas, sino de entender que la educación presencial es, para muchos de nuestros niños, insustituible.
Ojalá nuestros gestores, en sus futuras decisiones, no olviden tener sus necesidades presentes.