Archivo de enero, 2021

No todos los niños son capaces de recibir educación a distancia

Hay niños para los que las clases telemáticas no son una opción, y no me refiero a aquellos que no tienen equipos informáticos o conexión, me refiero a otros de los que se ha hablado mucho menos: niños para los que conectarse y aprender a través de una pantalla es algo inviable, da igual la plataforma que se emplee.

Jaime, mi hijo, es uno de esos niños. Tiene autismo, discapacidad intelectual y acude a un centro especial, especializado en TEA. Si no hay asistencia al colegio, si no hay presenciales, para él es como estar de vacaciones, es imposible que avance en los objetivos del curso.

No es culpa de sus profesores, dispuestos a echar una mano, a proponer tareas (las que los padres seamos capaces y podamos llevar a cabo), a solucionar problemáticas que puedan surgir. Simplemente, no tiene capacidad suficiente para trabajar en remoto, ni siquiera con ayuda.

No es el caso de todos los niños de Especial. Los hay con más capacidades y mejor preparados para las clases telemáticas. Pero una mayoría no pueden, sencillamente no es posible que accedan a ese derecho fundamental que es la educación si no acuden a los centros.


Pienso en los niños de la etapa de Infantil, los más pequeños, y me da la impresión de que pueden encontrarse con dificultades semejantes. Para ellos la interacción directa es imprescindible.

Puede que no pase gran cosa por una semana perdida, más allá de la conciliación personal y laboral de sus padres o tutores que en muchos casos puede suponer un drama, aunque ese podría ser otro tema. Pero el miedo que esta relativamente breve interrupción de las clases por el temporal de nieve suscita, es que nos veamos de nuevo confinados más tiempo por la Covid rampante.

En ese caso nos veríamos como la primavera pasada, con un largo periodo de tiempo apenas aprovechado, cargado de problemáticas, con ese derecho a la educación en coma temporal. Y no sé cómo podría subsanarse, porque no es cuestión de invertir en plataformas, sino de entender que la educación presencial es, para muchos de nuestros niños, insustituible.

Ojalá nuestros gestores, en sus futuras decisiones, no olviden tener sus necesidades presentes.

(EP/ARCHIVO)

Gracias a los profesores y padres que están picando y paleando nieve para hacer accesibles y transitables los colegios

Me hubiera gustado tener un arranque de curso escolar tranquilo tras las vacaciones de Navidad. Imaginaba que no lo sería por el aumento de casos de Covid-19 tras las celebraciones navideñas. Y ahí tenemos esa realidad que muchos augurábamos estallándonos en la cara, con la incidencia disparada, al igual que la presión hospitalaria, y el medidas más restrictivas, incluso confinamientos estrictos, sobre la mesa. Lo que no esperaba es que el inicio de las clases también se viera en solfa por Filomena, por la nevada del siglo que ha dejado gran parte de España trasmutada en Noruega.

Los colegios en la Comunidad de Madrid tendrían que reabrir sus puertas el próximo lunes (*actualización, se ha retrasado al miércoles*), pero nuestros gobernantes ya nos están avanzando que va a ser difícil que sea así en todos. Nada que padres y profesores no supiéramos. Los grupos de whatsapp bullen estos días con imágenes de los accesos y el interior de los colegios que, por ser normalmente espacios abiertos y poco o nada transitados estos días, asemejan la estepa siberiana.

Hay colegios por todas las regiones de España afectadas por el temporal que están contratando por su cuenta y riesgo operarios, excavadoras y quitanieves, sobre todo los centros concertados y privados. Y los hay que están diciendo a los padres que escriban al ayuntamiento reclamando la limpieza y seguridad que corresponde para poder iniciar las clases. Pero incluso en muchos de esos, sigue solicitándose ese trabajo colaborativo de docentes y padres.


Contrarreloj, en multitud de colegios son los mismos profesores (y conserjes, directores…) los que se han arremangado y puesto a picar y palear nieve y hielo, con la ayuda de los padres que podían y querían echar una mano.

Eugenio García, director del Colegio Cardenal Xavierre-FESD de Zaragoza, quita la nieve y el hielo que cubre el patio de recreo. (EFE/Javier Cebollada)

Están abriendo caminos para los niños, que precisamente como son niños querrán jugar sobre el manto blanco que sin duda aún permanecerá en muchos puntos la semana que viene y es probable que unos cuantos acaben en la enfermería. Están dedicando un tiempo y un esfuerzo que se les agradece y aplaude desde esos mismos grupos de Whastapp. Porque, la verdad, es de agradecer y aplaudir que se arremanguen de esa manera.


Pero al tiempo que nos caldea el corazón su esfuerzo, es legítimo preguntarse si deben los padres y profesores asumir esa responsabilidad que compete a las administraciones públicas de hacer accesibles y transitables los colegios.

Por un lado, como me decía una madre cuyo colegio ha solicitado esa ayuda al AMPA, se puede considerar que es nuestro deber social ayudar, si está en nuestra mano, pensando sobre todo en los niños, su derecho a la educación y siendo conscientes de que las administraciones públicas están desbordadas, pero es posible que se creen tensiones o distinciones entre los que ayudaron y los que no, ¿y qué pasa si se hacen daño en el proceso?.

Por otro, como me decía una profe, deslomarse haciendo algo así es ya pecar de tontos. Si no se pueden abrir el lunes, pues tendrán que abrirse cuando los responsables de limpiarlo lo tengan preparado.

Porque no hablamos solo de limpiar. Hay colegios en los que han caído árboles, o corren peligro de caer; en los que los techos se han visto dañados o podrían dañarse; en los que las tuberías se han congelado, la calefacción o la red eléctrica no funciona. Ayer mismo hablaban de 370 incidencias detectadas.

Daños en un colegio de Madrid ocasionados por ‘Filomena’ (EP)

Es viernes y demasiados no sabemos aún cuándo nuestros hijos podrán ir al colegio. O si nosotros podremos llevarles (abrigados como esquimales, para contrarrestar la conjunción de los protocolos anticovid y la ola de frío).


Estamos viviendo un máster en gestión de la incertidumbre que nunca jamás hubiéramos imaginado.

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