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«En catequesis me han dicho que los carnavales son anticristianos»

Carnaval, carnaval… Hoy es el día en el que muchos niños acuden disfrazados al colegio. No todos. En muchos de  los centros vinculados a la Iglesia el carnaval es algo que pasa sin pena ni gloria. Al menos en Madrid. Me pregunto si en Canarias o Cádiz también se resisten a este influjo.

(GTRES)

Yo acudí a uno de monjas solo para niñas en el que, para compensar, teníamos una fiesta el día del fundador, el padre Faustino. Hacíamos bailes regionales vestidas de manera semejante a como lo hacen los que de verdad danzan muñeiras, jotas aragonesas, sevillanas o isas canarias. Con el tiempo abrieron la mano y también podías disfrazarte y bailar piezas de Grease o temas pop del momento.

Seguía sin ser lo mismo. Pero bueno, se puede vivir sin carnaval. Ese colegio tenía prácticas mucho peores.

Recuerdo que las telas de los trajes con los que nos vestíamos había que comprarlas ya cortadas en un comercio concreto y en cuyo proceso las monjas sacaban tajada. Eran especialistas en sacar pasta a nuestros padres de múltiples maneras, pero esa ya es otra historia.

Me estuve acordando de mi infancia ajena a los carnavales al ver a mis hijos dispuestos a disfrazarse este viernes. Pero recordaba mi niñez sin disfraces escolares sobre todo por una conversación que tuvimos con un niño, amigo de la familia, que tiene ocho años y está en catequesis (taquetesis según su hermana pequeña) y escolarizado en un centro religioso.

«En catequesis me han dicho que los carnavales son anticristianos», nos dijo al oírnos hablar de disfraces.
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¿Disfraces y uniformes con falda? Dejad que las niñas se pongan pantalones si les da la gana

Imaginad que en los pasados carnavales en un colegio se decide el disfraz que tienen que elaborar los padres en casa (sí, lo sé, ese tener que hacer disfraces da para otro post). Imaginad que los chicos llevan un disfraz que apenas cuesta hacer porque solo hay que ponerle unos pantalones negros, una camisa blanca y fabricar un chaleco, mientras que para las niñas hay que comprar telas y coser el vestido completo, con su camisita y su canesú.

Imaginad que además del esfuerzo y el coste en elaborarlo para los padres, el de los niños es más cómodo y/o hay niñas que quieren ir de chicos porque no gustan de faldamentos (la mía podría haber sido una, está en fase de no querer vestidos) o algún chico que osa preferir el de las chicas, que por algo es carnaval y el otro le parece muy soso.

Pues ha pasado en el colegio de un amigo y esta ha sido la respuesta del profesor:

Buenos días, el próximo viernes se celebrará el carnaval del colegio, este año el motivo a celebrar son las regiones del mundo y nos ha tocado Alemania. Algunas niñas me han dicho que querían venir con el traje de los chicos por comodidad y facilidad. En principio tendríamos que intentar que ellos lleven la ropa propia de chicos y ellas las de chicas. De haber algún caso en que no vaya a ser así os pido por favor que me aviséis con tiempo, porque estoy preparando una pequeña coreografía.

Vayamos por partes. Lo primero es que lo suyo es que haya un único disfraz para niños y niñas, en la mayoría de colegios públicos que conozco sucede así. Todos son leones, esquimales, marcianos o astronautas, sin más. Pero si hay dos disfraces, no debería haber el menor problema en que cada niño elija lo que quiere ponerse. Lo otro suena pelín rancio, ¿no os parece?.

Si hay una coreografía de roles, pues habrá que adaptarla, igual que si hay niños que faltan ese día por estar enfermos, que no es una representación de El rey león en la Gran Vía, sino un momento para que niños de seis años lo pasen bien en el patio. Aunque coreografías en las que los niños y las niñas van por parejitas y ellas hacen reverencias y ellos hacen que ellas den vueltas, también son un puntito rancias a estas alturas.

Pero insisto, todo se arregla con disfraces en los que no importe el sexo, sino la diversión.

Y ya que estamos, sé a ciencia cierta que hay colegios en los que los niños van con un uniforme de pantalón y las niñas de faldita, probablemente de tablas, que tampoco permiten (o desaconsejan con el mejor tono amable de don Vito Corleone) que las niñas lleven el uniforme de pantalón o vayan con el chándal del colegio los días que no hay gimnasia.

Por favor, que lleven pantalones si les da la gana, con lo cómodos y calentitos que son. Yo hoy he venido a trabajar con vaqueros. Y dejad que mire a mi alrededor, en la redacción. ¡Caramba! Todas mis compañeras van con pantalones.

Uniformes en una gran superficie (Pepe Caballero/Archivo 20minutos)

Uniformes en una gran superficie (Pepe Caballero/Archivo 20minutos)

¿Sexismo e hipersexualización en los disfraces infantiles de carnaval? #SoyQuienDecide

imageEl viernes Julia y Jaime fueron disfrazados a sus respectivos colegios. Julia tenía una fiesta de carnaval centrada en el espacio, así que su clase se disfrazó de estrellas y soles (muy venecianas por cierto). Otras clases iban de marcianos, astronautas e incluso de los alienígenas de V. Disfraces divertidos, caseros, sin distinción de ningún tipo entre niños y niñas.

En el caso de Jaime el disfraz había que llevarlo de casa y daba igual el que fuera. Como tiene autismo y un disfraz para él es ropa como cualquier otra, somos nosotros los que elegimos qué ponerle buscando siempre algo que le resulte cómodo. En esta ocasión fue de Harry Potter, con su capa, su bufanda y su cicatriz pintada en la frente.

Ayer tarde salimos a la calle con nuevos disfraces para ver el desfile de murgas de nuestra ciudad. Jaime repitió Harry Potter, Julia quiso ser Hermione, con su giratiempo, su capa, su bufanda y su varita (y su valor, inteligencia y sentido de la amistad, es una moderna heroína fantástica).

En anteriores  ocasiones han ido de Peter Pan, princesas Disney, astronauta, brujas, pirata o superhéroes de Marvel. Julia decide con total libertad. Y así seguirá siendo, pero siempre seremos conscientes de lo mucho que con los disfraces siguen perpetuándose roles de género que ya deberíamos ir superando: los disfraces para los niños suelen ser de poderosos superhéroes, piratas, caballeros… Los de ellas son delicadas y hermosas princesas y hadas. Si hablamos de disfraces de oficios también se percibe el aroma rancio. E incluso en los disfraces de niñas muy pequeñas aparece ese componente sexy, con minifaldas, y ropa ajustada, que en los  disfraces equivalentes de los varones no abunda.

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Días de andar fabricando disfraces

Durante estos días previos a carnaval es frecuente oír quejarse a padres y madres recientes (sobre todo las segundas) y también a alguna abuela, tanto en persona como en redes sociales, de tener que estar dedicando horas a los disfraces del colegio.También los hay que disfrutan como enanos, que conste. Y los que, sea un quebradero de cabeza o algo que les gusta, muestran orgullosos fotos de sus creaciones.
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Entre los que se quejan, los hay que lo hacen con más o menos sentido del humor, con más o menos intensidad. Y es completamente comprensible. Si yo me viera en la situación en la que he visto a algunos, teniendo que inventarse de la nada un disfraz de estrella de mar o de cupcake (magdalena con ínfulas, vamos), sin tener apenas tiempo para nada también lo haría.

No sólo por una cuestión de tiempo, es que además no tengo ninguna habilidad cosiendo (os cocino lo que queráis, pero apartad de mí ese cáliz con forma de costurero). Les pasa a muchos padres y madres de mi generación, que dependemos para todo lo que tiene que ver con aguja e hilo de las abuelas y de La Tijera Veloz.

Tengo suerte en ese sentido. En el colegio de Jaime el jueves celebran carnaval, pero cada niño puede ir disfrazado como quiera. A Jaime le han traído este año los reyes un disfraz de Harry Potter, en años anteriores ha ido de pirata y Peter Pan.

En el colegio de Julia todos los niños van disfrazados iguales, con un disfraz relacionado con el proyecto del trimestre que es barato y fácil de hacer. Lo elaboran los padres voluntarios en el mismo colegio, tienen las puertas abiertas mañana y tarde para que puedan hacerlos.
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Y desde aquí mi agradecimiento a todos los padres que están fabricando esos cincuenta disfraces de parte de los niños cuyos padres trabajamos y no podemos pisar el colegio a esas horas.

Jaime fue sus tres primeros años a ese mismo cole al que ahora va Julia y ahí sí que pude estar haciendo disfraces. Uno de ellos es el de las imágenes, que consiste únicamente una tela pintada con la que luego envolvíamos a los niños. El primer año de Julia también pude escaparme a hacerlos.

Pero más allá de lo que nos pueda complicar la existencia hacer disfraces, de lo caros que a veces resulten, lo cierto es que es son unos facilitadores maravillosos del juego simbólico. Con los disfraces los niños pueden imaginar y jugar a ser otras personas, a vivir aventuras. Sin ellos también, es cierto. Pero ayudan y divierten. Nosotros tenemos un cajón lleno de ellos y es un entretenimiento estupendo.

Aunque también es cierto que hay niños a los que no les gusta disfrazarse y tampoco habría que forzarles, eso da para otro post. Cada niño juega a su manera. Y todo juego es bueno.

Por último, a la hora de comprar disfraces ya hechos (carnaval supone alrededor del 40% de las ventas anuales de disfraces seún la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes) , algunas recomendaciones de la web niñoseguro.es, en la que hay más información.

Los saquitos que mantienen calientes, prioridad con los disfraces de bebé (AEFJ)

Los saquitos que mantienen calientes, prioridad con los disfraces de bebé (AEFJ)

  • Es muy importante que el disfraz lleve el marcado CE, con el que el fabricante declara la conformidad con la legislación aplicable, como la no inflamabilidad de los tejidos o la composición química de los cosméticos.
  • Se debe comprobar que no hay cordones que puedan hacer lazo cerca del cuello o cabeza, y que las máscaras que cubran completamente la cabeza tengan un área de ventilación suficientemente grande para evitar cualquier riesgo de asfixia.
  • El etiquetado de los cosméticos debe incluir la descripción de los componentes, fecha de caducidad y datos de contacto del responsable del producto.
  • Aquellos disfraces que simulan equipos de protección (cascos, gafas…) deben advertir de que el producto no ofrece protección real.
  • A pesar de que los disfraces para adultos, es decir, para mayores de 14 años, no tienen la consideración de juguetes, en España deben cumplir con las especificaciones en materia de requisitos físicos, mecánicos, de inflamabilidad y de elementos químicos descritos por las normas EN 71-1, EN 71-2 y EN 71-3.

Muchos tipos de disfraces en los colegios

En el colegio de Jaime, que ya sabéis que tiene autismo y va a un centro específico, en carnaval cada niño va disfrazado de lo que quiere o de lo que quieren sus padres como es nuestro caso, que a Jaime le da igual. El año pasado fue de pirata y este irá de Peter Pan. Disfraces comprados, lo confieso. Lo de coser nunca ha sido lo mío. Tampoco tengo demasiado tiempo, la verdad, pero es sobre todo mi nula pericia con agujas, patrones y telas la causa.

Jaime con tres año en el carnaval del cole.

Jaime con tres año en el carnaval del cole.

Julia en su colegio también se disfraza. Todos en las dos clases de 4 años van iguales. Este año toca ir de mancha, ya que están estudiando el arte como proyecto. El disfraz tiene mucho que ver siempre son sus proyectos. Y procuran que los niños participen en la elaboración del disfraz, este año ellos pintan las manchas de su traje. También intentan que sean disfraces muy sencillos de confeccionar y baratos, de hechos el dinero sale de la cooperativa y nadie pone un euro extra. Se elaboran en el colegio, los padres y abuelos que pueden van como voluntarios a hacerlos en horario lectivo. Desde aquí quiero dar millones de gracias a los adultos que lo están haciendo. Yo lo hice así los dos primeros años de Jaime en ese cole (de hecho también me disfracé yo, algunos padres lo hacen). El año pasado fui a echar una mano una tarde que me escapé ante sé el trabajo. Este año, entre el trabajo y la rehabilitación. Para la rodilla que tengo a diario no ha habido manera.

Cuando yo era niña, en mi colegio no se celebraba el carnaval. Era un concertado religioso que, a modo de compensación, dedicaba en mayo un día al fundador poniéndonos a todas las niñas a hacer bailes. La mayoría eran regionales, aunque algunas de las mayores en los últimos años tenían la suerte de poder bailar cosas como Grease o piezas de rock clásico. Hacían un buen negocio con esos trajes de isa cenaría o de jota aragonesa, dejaban la tela cortada y preparada en la tienda que al colegio le daba la gana por el precio que querían en el que con toda seguridad iba un pellizco para el centro. Y luego cada madre cosía aquello como podía, con resultados diversos.

Conozco más colegios concertados en los que, a día de hoy, carnaval no se celebra de ninguna manera. Con o sin compensación otro día. Yo, desde luego, prefiero cualquiera de las dos primeras opciones.

Lo de los disfraces escolares es un mundo muchas veces polémico. Padres cosiendo casi de madrugada, padres que disfrutan como enanos con el proceso, padres que no saben que harían sin la abuela y su máquina de coser, padres a los que les gusta que cada niños vaya disfrazado a su manera y otros que gustan de que vayan todos iguales, padres que prefieren los comprados, padres que despotrican de los disfraces en general, parece que olvidando si a los niños es algo que les divierte y motiva…

¿Cuál es vuestro caso?

Semana de carnaval

Semana corta de colegio (al menos para los de Madrid, que el viernes no hay clase, en otras provincias no sé) y muy especial en muchos centros. Es la semana de carnaval y, aunque no en todos los colegios se celebra, me da la impresión de que hay mayoría que sí.

En el colegio de Julia llevan tiempo ensayando una canción y preparando los disfraces (mañana hablamos de esa preparación, si os parece), y toda la semana calentarán motores: hoy van con un gorro, mañana con un ojo pintado de algún color y el miércoles con bigote o barba. Y el jueves es el gran día en el que bailarán, cantarán y desfilarán. Jaime el jueves también tiene que ir disfrazado. Será de Peter Pan.
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Me gusta lo de celebrar los carnavales, es una buena excusa para romper con música y juegos la rutina de las clases, para bailar y reír juntos. Y para recordar la importancia de jugar con disfraces, de soñar que eres médico, pirata, Spiderman, princesa o bruja.

En casa tengo un cajón de la cómoda, uno bien grande y bajito para estar al alcance infantil, lleno de disfraces. Antes era un baúl, pero se nos quedó pequeño.

Os dejo parte de un artículo de crecerfeliz.es al respecto que ya os recomendé cuando os hablé de ese baúl hace dos años. Aquí lo tenéis completo.

Jugar a disfrazarse es algo muy necesario en la vida del pequeño, ya que contribuye a su desarrollo. Cuando el niño se viste de un personaje y se imagina una historia con ese disfraz, está dando rienda suelta a su fantasía, a su espontaneidad y a su creatividad. “En esta etapa, hasta los seis años, en el mundo del niño reina la imaginación: se inventa compañeros de juego invisibles y disfruta creando personajes y situaciones.

Se trata de una edad mágica, en la que el mundo real y el mundo imaginario todavía no están claramente diferenciados”, nos explica Elena Gállegos, psicóloga infantil.

La fantasía es natural y saludable para el equilibrio emocional del pequeño. Eso sí, “siempre que no se pase todo el tiempo en ese universo fantasioso y que no lo viva de manera tan intensa que pierda por completo el sentido de la realidad”, advierte la especialista.

Además de divertido, disfrazarse es un método estupendo para que los niños expresen sus sentimientos. Por eso es uno de los recursos que más utilizan los terapeutas infantiles para ayudar a los pequeños a vencer los problemas de relación (como la timidez) y los miedos (a los perros, a los fantasmas…).

También es la manera más fácil de enseñar a los niños a ponerse en el lugar de los demás, lo que les ayuda a tener más empatía y a integrarse mucho mejor en el mundo que les rodea.

Y hay algo más, muy interesante: el disfraz puede ayudarnos a descubrir cómo percibe el niño a los adultos que conviven con él. Observad a vuestro pequeño cuando se disfrace de papá o de mamá y actúe como tal. Probablemente os sorprenda la imagen que tiene de vosotros y os lleve a reflexionar sobre si la relación que mantenéis con él es buena o hay algunas cosas que debéis cambiar. También es bueno que os fijéis en cómo actúa si se disfraza de profesor o de profesora. Así podréis descubrir si se siente bien en su colegio o no.

Carnaval, carnaval…

Queda poco para carnaval y aún no tengo ni idea de qué se disfrazarán en el colegio. Pero independientemente de la fiesta del cole, este año que Jaime con sus cuatro años y medio se va centrando más y Julia ya tendrá casi dos, sí que me apetece pensar en algunos disfraces para ellos.

En la ciudad en la que vivo hay un desfile de carnaval bastante razonable y creo, teniendo en cuenta lo mucho que les gusta a ambos la música, que se lo podrían pasar bien.

Y aunque no me sobra el tiempo, sí que me gustaría que fueran disfraces caseros.

Estaba pensando en disfracarles a ambos de vaqueros,
con vaqueros, botas, chalequitos, caballos de palo (literalmente), estrella de sheriff y sombrero. Incluso podría travestir a nuestra perra (es más buena, la pobre) de caballo. Es uno de los disfraces que más me gustaban a mí de pequeña. Pero aún no lo tengo claro.

Es casero y no requiere mucho tiempo ni mucha labor de aguja, que soy un auténtico zote cosiendo y no quiero abusar de las abuelas.

Mirando, mirando, he visto que youtube está absolutamente lleno de ideas para realizar disfraces infantiles.

¿Vosotros de qué les disfrazaréis?

¿Podéis darme alguna idea de disfraz casero que no precise mucho tiempo ni muchas habilidades de costurera ?

Carnaval, carnaval… con niños

A casi todos los niños les gusta disfrazarse. A muchos les entusiasma. Conozco alguno que tiene varios disfraces y que se niega a ponerse otra cosa para estar en casa cómodo.

Yo no era de las que más se entusiasmaba con los disfraces, pero lo pasaba bien.

Es una buena manera de jugar metiéndose en la piel de un pirata, un héroe famoso, una princesa o un animal.

A mi peque le hemos disfrazado los dos últimos años , tanto en carnaval como en halloween, de dragón. Con un disfraz precioso que le trajeron mis cuñados de su viaje a Nueva York.

Le podéis ver en la primera imagen.

Y también le disfrazamos de romano en el concurso de perros sin raza de ANAA . Un disfraz casero que nos supuso el tercer premio y en el que también participábamos adultos, perro y carrito (sí, hubo un fallo técnico en el diseño del carrito-cuádriga).

Este año se lo hemos prestado a unos amigos, pero tenemos preparado un disfraz de Pocoyó que le trajeron los Reyes magos.

Y si esta tarde Julia lo permite, que últimamente no me deja dar tres pasos seguidos sin liarse a contracciones, intentaremos disfrutar con él de los carnavales de la ciudad.

Me despido con una foto en la que aparezco con dos de mis primas y una amiguita hace ya muchos años. A ver si adivináis quién soy yo 🙂