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Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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Mercenarios: la historia del vídeo de los abusos de la empresa británica Aegis en Irak

Se trata de la conocida como «carretera irlandesa», que conduce del centro de la ciudad de Bagdad al aeropuerto. Una de las arterias más peligrosas de la capital iraquí, donde los miembros de las empresas extranjeras y de los altos mandos de las fuerzas de ocupación recibieron miles ataques.

Hecho este que quizás podría justificar una actitud defensiva de los miembros de la empresa británica Aegis, pero no el festival de disparos gratuitos y agresiones a civiles que se ve en el vídeo.

¿Quiénes fueron sus autores?

Si se escucha con atención, bajo la canción Mistery Train de Elvis Presley, que apareció en el montaje orginal del vídeo, se pueden apreciar voces de acento irlandés o escocés.

La vinculación de las imágenes con la empresa británica Aegis no es una mera especulación, ya que el vídeo apareció publicado en la página web iraquí de la compañía. Apenas tuvo lugar el escándalo, fue retirado.

Esto permitiría atisbar dos escenarios hipotéticos. Primero, que se trató de una venganza de algún trabajador de la empresa. O que estos hombres gozan de tal nivel de alienación e impunidad, al no poder ser juzgados en Irak por sus crímenes, que consideran que su realidad cotidiana no resulta inmoral, y por eso la muestran al resto del mundo sin sentir culpa alguna, y hasta con cierto grado de ironía, de ligereza, con música de Elvis Presley.

¿Cuál fue la respuesta de la empresa?

En un primer momento apareció la siguiente leyenda en la página web www.aegisiraq.co.uk: «Este sitio no pertenece a Aegis Defence Ltd, pertenece a los hombres en el terreno que son el corazón y el alma de la compañía».

Y un mensaje del director de la empresa, el tan cuestionado Tim Spice, acusado de tráfico de armas en Sierra Leona en 1998: «Estoy preocupado por el intereses de los medios en la página web. Recuerdo a todos de su obligación contractual de no hablar o asistir a los medios sin el consentimiento de la dirección en Londres». «Desistan de postear nada que pueda ser perjudicial para la compañía ya que podría resultar en la pérdida o reducción de los contratos con el perjuicio que esto acarrearía para todos».

Investigación e impunidad

A pesar de todo esto, un portavoz de Aegis negó en un primer momento que hubiese pruebas que vinculasen al vídeo con la empresa. Sin embargo, después de la investigación del gobierno británico, la firma anunció con orgullo que esta había concluido que «las imágenes habían sido grabadas durante las operaciones legítimas de Aegis en apoyo a la fuerza multinacional en Irak, y que los incidentes se habían producido dentro del legítimo uso de la fuerza».

La subsiguiente pesquisa del ejército de EEUU, que no condujo a acción legal alguna, permite afirmar a la empresa británica «que las especulaciones hechas con respecto al vídeo son completamente infundadas». Tim Spicer, acostumbrado a lidiar con tormentas mediáticas desde hace años, señaló que «Aegis es uno de los principales contratistas del gobierno de EEUU, con un ejemplar historial de acción en circunstancias sumamente difíciles, que respeta los protocolos más estrictos y la ética».

Omite en este comunicado los resultados de la auditoria oficial de abril de 2005, que mencionaba en el post de ayer, en la que se lo acusaba de no entrenar a sus hombres correctamente y de no seguir las normativas impuestas a las empresas de seguridad.

La versión iraquí

En la carrocería de los todoterreno de las empresas que transportan a funcionarios, altos mandos militares y empresarios por Irak se lee en árabe y en inglés: “Peligro. No se acerquen. Uso permitido de fuerza mortal”.

El capitán Adnan Tawfiq, funcionario del Ministerio del Interior iraquí, afirma que han recibido numerosas quejas de familiares de personas a las que los convoyes de las compañías dispararon en las carreteras. “Cuando las empresas de seguridad matan a alguien siguen conduciendo y no hacen nada. A veces las llamamos por teléfono pero niegan lo sucedido. Las familias no reciben dinero ni compensación”.

En la próxima entrada, la sombría historia de Tim Spicer, reconocido mercenario en África y Asia, y la descripción de otros crímenes de los que es acusada Aegis, como matar a un soldado de EEUU…

Mercenarios: Si te acercas demasiado te volamos la cabeza!!! (vídeo)

Continúo con la descripción de las empresas de seguridad británicas que trabajan en Irak. Y antes de sumergirme en la escandalosa trama de intereses y corrupción de Erinys, que protege en el mundo a compañías como Siemens, Fluor y la BBC, hago un alto para referirme a Aegis, otra firma del Reino Unido.

En 2004, esta empresa recibió 201 millones de euros para coordinar el trabajo de todas las empresas de seguridad y proteger la zona verde de Bagdad. Apenas un año más tarde, la oficina del Inspector General para la Reconstrucción de Irak sacó a la luz el resultado de una auditoria que afirma que Aegis no ha entrenado a sus empleados para utilizar las armas que usan, y que no ha seguido algunas de las reglas de la Oficina Regional de Coordinación. Esta auditoria también critica al Pentágono por no supervisar las labores de Aegis. Y concluye que no hay certeza de que la compañía británica esté “brindando la mejor seguridad posible a los miembros del gobierno, a los contratistas extranjeros y a sus instalaciones”.

De lo que sí no queda duda es de que los muchachos de Aegis pasan un magnífico rato en Irak disparando a todo vehículo que se les acerca, según muestra el vídeo que ellos mismo filmaron. Como ya comenté en post anteriores, al referirme a los crímenes de Blackwater y Unity, estas empresas, destinadas a proteger a políticos y a intereses occidentales, se han convertido en la pesadilla de los iraquíes de a pie. Y más aún, por el hecho de que tienen licencia para matar, pues según lo establecido por Paul Bremer III en 2003, no pueden ser juzgadas por sus crímenes.

En la próxima entrada del blog, la respuesta de la compañía a este vídeo, la lista de crímenes de la que es acusada, y el debate posterior que surgió. También la historia de Tim Spicer, el director de la empresa, un antiguo coronel escocés, duramente criticado por el comportamiento de su anterior firma de seguridad, Sandline, en Papúa Nueva Guinea y Sierra Leona.

Mercenarios: la compañía británica Erinys, también acusada de crímenes en Irak

En este recorrido por las tan cuestionadas firmas de seguridad, a las que muchos consideran lisa y llanamente grupos de mercenarios, le toca el turno a las empresas británicas, que han sido de las más beneficiadas con la profusión tanto de conflictos armados como de redes de inteligencia, centros de detención, interrogatorio y tortura, promovida por George W. Bush tras el 11S, con el apoyo incondicional de Tony Blair.

The Economist señala que estas empresas son requeridas porque cuentan en sus filas, o han sido creadas, por antiguos miembros del Servicio Aéreo Especial (SAS), la primera fuerza de operaciones especiales del ejército británico, creada en 1941, y una de las más temidas y respetadas del mundo. Un equipo de cuatro hombres salidos de este cuerpo militar puede cobrar hasta siete mil euros al día. Esto les permite vivir en las antiguas villas, dentro de la zona verde, que antes eran el centro de poder de los miembros del partido Baas.

Según David Claridge, director de Janusian, firma con base en Londres, los beneficios de las compañías británicas del sector pasaron de 287 millones de euros en los tiempos previos a la invasión de Irak, a más de mil quinientos millones en el año 2004. Control Risk, una antigua consultora, que ofrece guardias armados a funcionarios británicos en Irak, cuenta con más de 500 hombres. Global Risk Strategies, una empresa que antes de la guerra de Afganistán tenía apenas dos miembros, ahora cuenta con más de mil. Entre sus labores estuvo poner en circulación millones de los nuevos dinares iraquíes, y armar las barricadas que protegían a la Autoridad Provisional.

Otra opción con la que cuentan estas empresa es contratar personal local, que cobra un promedio de 150 euros al día, o de terceros países, principalmente fijianos y gurkas nepalíes, cuyos sueldos son diez o veinte veces superiores. Armour Group tiene en sus filas a unos 700 gurkas para proteger a las empresas estadounidenses Bechtel y KBR.

Erinys y las tramas del poder

La compañía Erinys es la que más personal local emplea. Sus sueldos están muy debajo del precio de mercado: no alcanzan los seis euros al día. Cuenta en sus filas con más de 14 mil soldados privados. Fue contratada en el verano de 2003 para proteger las instalaciones petroleras en Irak. Por los primeros 18 meses de trabajo recibió 55 millones de euros.

Llama la atención en primer lugar que una compañía tan joven, establecida en 2002, recibiera semejantes responsabilidades. También genera dudas el hecho de que uno de sus fundadores fuera Sean Cleary, un antiguo oficial del régimen del sudafricano del apartheid, al que se relaciona con Jonas Savimbi, el líder del grupo rebelde UNITA que mantuvo a Angola en una cruenta guerra civil durante décadas.

La compleja trama de intereses en los que se basa la estructura de Erinys, que va desde las altas esferas de Washington hasta Bagdad, descubre en cierta forma los hilos del tráfico de influencia y de la corrupción que se esconde tras el negocio de algunas de estas empresas, como narraré en la próxima entrada de este blog. Del mismo modo en que los crímenes cometidos en Irak, y su vinculación con la investigación del asesinato del ex espía ruso Alexander Litvinenko, echan sombra sobre su labor.

Continúa…

Mercenarios: cerca del fin de la impunidad en Irak

Es importante que tengamos presentes las mentiras y manipulaciones con las que se justificó la invasión de Irak en 2003, ya que otra vez los tambores de guerra están sonando con fuerza en Washington.

George Bush acaba de declarar que quiere instalar su escudo antimisiles en Europa en caso de una tercera guerra mundial. Y Dick Cheney se ha despachado con una serie de acusaciones desmedidas y carentes de pruebas contra Irán, en un tono abiertamente belicista.

Una vez más, como si la historia se repitiese, ha sido Mohamed El Baradei, ganador del Premio Nobel de la Paz 2005 junto con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), quien ha salido a atemperar la situación, repitiendo que su equipo en el terreno no ha recogido prueba alguna de que Irán esté desarrollando armamento nuclear. Recordemos que su mensaje fue el mismo con respecto a las famosas armas de destrucción masiva que nunca se encontraron en Irak, al tiempo en que Aznar aparecía en Antena 3 para decir que existían.

Esperanza ante el drama iraquí

Desde el momento en que Bush afirmó que había ganado la guerra en mayo de 2003, los ciudadanos iraquíes han padecido una concatenación de atrocidades difíciles de imaginar. Desde la violencia sectaria hasta la casi absoluta desaparición del sistema sanitario, la ausencia de luz, la inoperancia y violencia de las fuerzas de ocupación, la corrupción de sus propios gobernantes. Tanto es así que cuatro millones optaron por abandonar el país y convertirse en refugiados principalmente en Siria y Jordania.

Por fortuna, y tras medio millón de muertos, las datos estadísticos de los últimos permiten vislumbrar que la situación en Irak podría estar próxima a alcanzar un punto de inflexión. Según el ministerio del Interior iraquí, el número de civiles muertos bajó de 1.990 en enero a 844 en septiembre. Los cuerpos sin vida arrojados en las calles de Bagdad pasaron de 428 en agosto a 151 en octubre. Y los ataques con bombas a los miembros de la coalición descendieron en un 60%.

La estrategia de las fuerzas de ocupación de trabajar codo a codo con los líderes tribales podría esta haciendo que Al Qaeda pierda terreno. Ya que serían los propios iraquíes los que los estarían echando. Hacía dos años que Irak no vivía una reducción semejante en los niveles de violencia.

Un punto crucial en la inflexión

En este proceso, que ojalá llegue a buen puerto, resultaría también crucial poner coto a las empresa de seguridad privadas que trabajan en Irak, cuyo accionar se ha convertido en otra fuente de desgracias para los iraquíes de a pie. Basta una confusión, un coche que se acerca demasiado a un convoy, una duda en un checkpoint, para que abran fuego.

Tras un mes y medio en el que se han concatenado las muertes de civiles por parte de empresas como Blackwater, finalmente el parlamento iraquí está debatiendo hoy un proyecto de ley que podría poner fin a la inmunidad-impunidad de la que gozan los miembros de estas compañías gracias a la Orden 17, una controvertida medida que adoptó la Autoridad Provisional de la Coalición liderada por EEUU tras la invasión de 2003.

Las presiones sobre los legisladores iraquíes no son pocas, más si tenemos en cuenta la noticia que se filtró que afirma que el Departamento de Estado de EEUU acaba de prometer inmunidad a los integrantes de Blackwater involucrados en la matanza de 17 iraquíes el día 16 de septiembre. Pero también la pugna se da dentro de EEUU, donde los parlamentarios demócratas quieren que la compañía de Erik Prince pague por sus crímenes.

El conflicto de Irak ha sido el más privatizado de la historia moderna. Así como en la Primera Guerra del Golfo la relación entre soldados y personal privado era de 60 a 1, en estos momentos las personas contratadas por empresas, más de 180 mil, superan a las tropas estadounidenses, que suman 160 mil.

Mercenarios: la empresa australiana Unity, que protege a una ONG, mató a civiles en Irak

Antes de seguir adelante con la descripción de Blackwater, empresa en la que también participaron soldados españoles, hago un alto en el camino para referirme a la compañía australiana Unity Resources Group (URG), acusada de matar a varios civiles en Irak.

La página web de esta entidad, con base en Dubai, podría generar confusión, ya que da la impresión de que se trata de una ONG. Fotos de niños en países pobres, de mujeres, de ambulancias. Su razón de ser se expresa de forma ascéptica, desvinculada de toda relación con el universo de las armas: “Unity es un proveedor de consultoría, entrenamiento y apoyo crítico necesarios para operar en los escenarios más impredecibles y complejos del mundo”.

Cierto es que URG, una de las 48 empresas privadas de seguridad que operan en Irak, desembarcó de la mano de una organización con fines humanitarios: el RTI Internacional, entidad sin fines de lucro con base en Carolina del Norte, la segunda más grande de Norteamérica, que desarrolla proyectos en más de 40 países con fondos de USAID, la agencia de cooperación del gobierno de EEUU.

Dos mujeres muertas

El pasado 9 de octubre, los miembros de URG dispararon a un vehículo que se acercó demasiado al convoy en el que se desplazaban por las calles de Bagdad. Las dos mujeres que viajaban en la parte delantera, Marou Awanis, de 48 años y madre de tres hijos, y Geneva Jalal, de 30 años, murieron en el acto. Los dos pequeños que iban en la parte posterior resultaron heridos.

Según Michael Priddin, jefe de operación de URG, el coche avanzaba a menos de cien metros del convoy, lo que provocó «una escalada de alertas, incluidas señales con las manos, linternas y el lanzamiento de una bengala».

«El vehículo venía a velocidad, sin hacer gesto alguno de ir más despacio o denterse», declaró Priddin al periódico australiano Herald. «Se disparó a los neumáticos, al radiador, y, como último recurso, a los asientos del pasajero y el conductor. El coche se detuvo a diez o quince metros».

«Dos hombres se bajaron, se acercaron al coche y dispararon durante diez segundos antes de volver a los todoterreno y huir», dijo un testigo de 27 años a Los Angeles Time. Ahmed Kadhim Hussein, policía y también testigo del incidente, declaró: «Abrieron fuego de forma aleatoria, como si estuvieran en medio de una confrontación. Esta era gente inocente. ¿Es normal disparar a gente inocente de esta forma?»

Otras informes señalan que en el momento del incidente no viajaban miembros del RTI Internacional en el convoy. Asimismo, salió a la luz la noticia de que un miembro de URG mató en marzo de 2006 a un australiano de 76 años en un puesto de control en Bagdad.

Impunidad

El asesinato de estas dos mujeres de origen cristiano griego, sumado al perpetrado por Blackwater el día 16 de septiembre, en el que murieron 17 civiles iraquíes, causó una ola de indignación en Bagdad. Más aún teniendo en cuenta que una resolución transitoria de 2003, promulgada por Paul Bremer III, blinda a estas empresas ante cualquier acción legal.

Tras el incidente, la ONU exhortó abiertamente a los países aliados, y a Estados Unidos en concreto, a juzgar a los extranjeros empleados por las compañías de seguridad privada que con su acción contribuyen a la violencia que azota Irak. Esos empleados «deben ser perseguidos en sus propios países cuando se producen incidentes como los ocurridos en los últimos días», advirtió el portavoz de la ONU, Said Arikat.

En Australia, Alexander Downer, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, afirmó que su país no puede hacer de «gran hermano que monitorea a los ciudadanos australianos en el mundo». Sin embargo, el profesor Don Rothwell, experto en derecho internacional de la Universidad Nacional Australiana, declaró al Herald que las leyes para perseguir a pederastas en el extranjero son un buen ejemplo de que sí se puede hacer algo.

En teoría, estas empresas deben velar por la seguridad de altos funcionarios y diplomáticos, algo que siempre ha estado reservado a los ejércitos regulares. Sin embargo, la arrogancia y brutalidad de algunos miembros está poniendo en duda la labor de estas compañías. Y está destapando al mismo tiempo el millonario negocio, y la trama de influencias y cabildeos, sobre las que se asientan. Para algunos analistas, el gran negocio de la guerra en Irak no ha resultado ser el petróleo como se pensaba, sino la «seguridad».

Mercenarios: Blackwater y la historia del pequeño príncipe

Durante años, Erik Prince, único propietario de la firma Blackwater, huyó de los objetivos de las cámaras. Algunos empleados de su empresa lo describen como un hombre esquivo, hermético. Cuando el pasado 2 de octubre se enfrentó al Comité de Supervisión y Reforma de Gobierno de la Cámara de Representantes de EEUU, finalmente su retrato salió en la prensa de todo del mundo.

Erik Prince fundó Blackwater en 1997 con el dinero que recibió de la herencia de su padre, Edgar Prince, empresario de la industria de autopartes. Dueño de Prince Automotive, murió repentinamente de un infarto en 1995.

Casi desde el momento mismo de su creación, el crecimiento de la firma de seguridad, cuya sede se encuentra en un rancho de Carolina del Norte, ha sido vertiginoso. A partir del 2001, Blackwater recibió más de mil millones de dólares por sus servicios en Irak.

Servicios que han sido severamente criticados por los congresistas demócratas. Según el informe que tenían en su poder, y en el que se basó el encuentro con Prince, los miembros de Blackwater protagonizaron 195 tiroteos en Irak desde 2005.

«El contrato de Blackwater para proveer servicios de protección al Departamento de Estado establece que Blackwater sólo se puede comprometer en el uso defensivo de la fuerza. Sin embargo, en un 80% de los casos, Blackwater informa que disparó primero«, se lee textualmente en el documento. «En la gran mayoría de los casos en los que Blackwater dispara, Blackwater lo hace desde vehículos en movimiento y no se queda en la escena para ver las consecuencias que causó».

Las víctimas de estas balas suelen ser civiles iraquíes que comenten el error de acercarse demasiado con sus coches a los convoyes de altos cargos estadounidenses que recorren Irak con la protección de la compañía de Prince.

“Parece que Blackwater ha desarrollado la cultura de dispara primero – y a veces mata – y luego haz las preguntas”, afirmó durante la audicencia con Prince el congresista demócrata Elijah Cummings. “¿Por qué estamos privatizando a nuestros militares por una organización que ha sido agresiva, y en algunos casos temeraria, en el cumplimiento de sus deberes”, preguntó la demócrata Carolyn Maloney.

La connivencia del Departamento de Estado

El informe también señala el comportamiento permisivo del Departamento de Estado de EEUU ante el gatillo fácil de tantos miembros de Blackwater, empresa que cuenta con 774 empleados estadounidenses, 231 de terceros países y 12 iraquíes. Un comportamiento que retrata la impunidad de la que goza la compañía de Prince, cuyos integrantes no pueden ser juzgados en Irak por los delitos que cometieron, según el decreto del procónsul Paul Bremen III, al que los miembros de Blackwater protegían personalmente.

En diciembre de 2006, un miembro de Blackwater que estaba ebrio, mató a un guardia de vicepresidente iraquí Adil Abd-al-Mahdi. En menos de 36 horas, el Departamento de Estado lo sacó de Irak, recomendando que la empresa de Prince pagara 250 mil dólares y se disculpara a la familia del guardia. Al final, sólo les hicieron llegar 15 mil dólares. El servicio diplomático del Departamento de Estado afirmó que si se pagaba más dinero no faltaría los iraquíes “que se quisieran hacer matar”.

En otro caso en que un ciudadano iraquí inocente fue asesinado, el Departamento de Estado exigió que se le dieran cinco mil dólares a la familia para dejar “atrás este asunto desafortunado lo más rápidamente posible”.

En la Comisión parlamentaria, Prince se negó a aceptar que sus hombres fueran llamados “mercenarios”. Dijo que se trataba de “leales americanos”, sin tener en cuenta que algunos son extranjeros.

La historia personal de Prince, multimillonario a los 38 años de edad, con su educación en un ambiente puritano de Michigan, y su apoyo financiero a instituciones cristianas ultraconservadoras, habla de la brecha ideológica que divide en dos a EEUU, y que está en la raíz de las últimas guerras emprendidas por este país, y de sus actuales planes belicistas hacia Irán, como explicaré en próximas entradas.

Continúa…