Los últimos temporales invernales están arrastrando hasta la costa española más de un millar de aves marinas procedentes del norte de Europa, la mayoría muertas o tan debilitadas que mueren a las pocas horas.
Frente a las primeras alertas ante un posible foco de Gripe A, los resultados descartan este problema vírico. La elevada mortandad es tan natural y terrible como la vida misma.
Las tempestades consumieron las fuerzas de estos pobres animales y durante días impidieron que pudieran pescar en mares con olas gigantescas. Según los expertos, los ejemplares localizados estos días orillados en las costas de España, sobre todo del litoral cantábrico y también Canarias, han muerto de hambre.
También advierten de que la mortandad real es mucho mayor, pues las aves orilladas son normalmente menos de un 20% de las que realmente mueren en alta mar.