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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

Entradas etiquetadas como ‘seguridad alimentaria’

Estamos hormigonando las tierras fértiles de Europa

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© Wikimedia Commons

Imagina una nación continental de tamaño mediano, como Hungría, Portugal o la República Checa. Ahora imagina toda la superficie de esa nación cubierta de hormigón y asfalto. Esa misma superficie es la cantidad de tierra agrícola ocupada por asentamientos humanos e infraestructuras en los últimos cincuenta años, en los 28 países de la Unión Europea (UE), según afirma en nota de prensa la iniciativa ciudadana europea (ICE) ‘People4soil‘, que agrupa a 430 organizaciones ambientales y científicas europeas.

Pero hay algo todavía peor. Este suelo fértil que nos ha dado de comer a los europeos durante miles de años se está consumiendo a un ritmo alarmante a pesar de la crisis que afecta al sector de la construcción en muchos países. Cada año, 1.000 km2 de áreas anteriormente cultivadas se sellan con nuevas construcciones. Lee el resto de la entrada »

El negocio químico se interesa por nuestras hormonas

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Seguramente nunca hayas oído hablar de disruptores endocrinos (EDC) como el Bisfenol A. ¡Vaya palabros! Ni tampoco tengas demasiada idea de los aditivos, organismos modificados genéticamente, contaminantes y pesticidas presentes en los alimentos que diariamente ingerimos con total tranquilidad. Si te soy sincero, yo tampoco. Pero como tú confío en el sistema. Sabemos que nunca en la historia de la Humanidad la comida se sometió a más controles para garantizar su salubridad. Organismos como la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), cuyo plantel de expertos agrupa a lo más granado de la Ciencia, velan por nuestra salud. Estamos en sus manos pero ¿son manos independientes? Todo parece indicar lo contrario.

Al menos 122 de los 209 expertos de la EFSA tienen relaciones con la industria que deberían regular. Así se asegura en un informe publicado recientemente por la organización Corporate Europe Observer y difundido por Ecologistas en Acción. El porcentaje aumenta en el caso de los puestos directivos: el 90% de los presidentes de los paneles de expertos y el 70% de los vicepresidentes tienen conflicto de intereses: contratos de consultoría, financiación de investigaciones, subvenciones a sociedades científicas o revistas afines, etc.

Con estos datos resulta cuando menos sospechoso aceptar la imparcialidad de las encendidas defensas que dichos expertos hacen a unos productos tóxicos para los que otros organismos internacionales, como la Organización Mundial de la Salud, piden su drástica regulación.

Los  disruptores endocrinos (EDC) son sustancias capaces de alterar el equilibrio hormonal y el desarrollo embrionario. En altas dosis pueden provocar graves efectos adversos como cáncer, daños al sistema reproductor, obesidad, diabetes, daños neurológicos y otras enfermedades crónicas. Como siempre, lo difícil es decidir dónde se pone la raya entre peligroso y asumible.

En los próximos meses la Comisión Europea y los gobiernos europeos deben decidir si limitan el uso de los EDC o los prohíben. De esta decisión depende nuestra salud, pero también la cuenta de resultados de muchas multinacionales. ¿Apostamos lo que decidirá Europa?

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Mari Pili sigue teniendo miedo al hipermercado (y yo)

En 1980 Alaska y los Pegamoides se lanzaron al estrellato musical gracias a una pegadiza canción titulada “Horror en el hipermercado”. Ya saben, aquella que cuenta la terrible aventura de la pobre Mari Pili, quien a pesar de ir “muy mona con su faldita de goma” acabó despiezada en la sección de ultramarinos.

Pocos se acordarán de que por aquellos años de oro de la movida el carrito de la compra prácticamente acababa de llegar a nuestro país. Que hasta entonces nuestras únicas grandes superficies comerciales eran los mercados de abastos. Y que a pesar de Mari Pili, de papeles de estraza y de huevos en cestas de mimbre, comprar no nos daba más miedo que pagar, al contrario que ahora.

Pero ahora, además de ese miedo inevitable a pagar más de lo debido que nos obliga a recordar mil y un precios para evitar falsas ofertas, vamos con miedo por las estanterías sorteando grasas saturadas, hidrogenadas, de palma y de coco, evitando colorantes azoicos, descartando potenciadores del sabor, emulgentes, espesantes y gelificantes, optando por pescado procedente de pesca sostenible, eligiendo fruta y verdura local y de temporada, tratando de recordar qué era eso de la dieta mediterránea. Al final leemos más etiquetas en busca del ingrediente maldito que entradas tiene la Espasa. Nos llaman “consumidores concienciados” pero en realidad somos “consumidores asustados”.

Nunca antes en la historia de la Humanidad había existido un sistema de control sanitario y de calidad más estricto. Nunca antes se tenía la seguridad de su trazabilidad, su viaje comercial desde el lugar de producción al de consumo. Nunca antes todos estos certificados, normas, leyes y análisis se habían universalizado, globalizado. Y nunca antes habíamos tenido tanto miedo con lo que comemos. Más miedo que la pobre Mari Pili.

A continuación os dejo el videoclip de la famosa canción de Alaska y los Pegamoides. ¿A que ahora tiene una nueva lectura?

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¿Qué comeremos en Europa en 2050?

No es una proclama de ecologistas radicales. Es una resolución del Parlamento Europeo sobre el reconocimiento de la agricultura como sector estratégico en el contexto de la seguridad alimentaria. En ella se presentan unas estadísticas terroríficas, a saber:

Según la FAO, el crecimiento estimado de la población mundial (de 7.000 a 9.100 millones) exigirá un incremento del 70 % del suministro alimentario para 2050. Comida que no produciremos en Europa.

Paralelamente, la pobreza y el hambre siguen existiendo en la Unión Europea, donde 79 millones de personas viven por debajo del umbral de la pobreza (60 % de los ingresos medios en el país de residencia) y en donde 16 millones de ciudadanos de la UE recibieron el pasado invierno  ayuda alimentaria a través de organizaciones benéficas. Paradójicamente, en toda la cadena de producción, suministro y consumo de alimentos se tira a la basura hasta un 50 % de la comida.

Por otro lado, los ingresos de los agricultores se han reducido dramáticamente debido al incremento de los costes de producción y a que los ingresos agrícolas son significativamente más bajos (un 40 % menos) que en el resto de la economía, y que el ingreso por habitante en zonas rurales es un 50 % inferior al de zonas urbanas. Seguramente por ello sólo el 7 % de los agricultores europeos tienen menos de 35 años, mientras 4,5 millones se jubilarán en los próximos diez años sin encontrar relevo generacional a su actividad.

En resumen, los agricultores y ganaderos europeos son cada vez menos, más pobres y más viejos. Hemos externalizado algo tan importante como la alimentación en un mundo global, industrial y profundamente injusto, entregando nuestra soberanía alimentaria a las grandes compañías de distribución. Quizá compremos más baratas las alubias o los pimientos, pero nos estamos cargando nuestro futuro y el de nuestros hijos. Por que como este sistema falle un día, a ver de dónde vamos a sacar alimentos suficientes para darnos de comer a todos. Nos habremos olvidado hasta de cómo se plantan unas patatas.

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