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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

Entradas etiquetadas como ‘sensibilidad quimica multiple’

El negocio químico se interesa por nuestras hormonas

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Seguramente nunca hayas oído hablar de disruptores endocrinos (EDC) como el Bisfenol A. ¡Vaya palabros! Ni tampoco tengas demasiada idea de los aditivos, organismos modificados genéticamente, contaminantes y pesticidas presentes en los alimentos que diariamente ingerimos con total tranquilidad. Si te soy sincero, yo tampoco. Pero como tú confío en el sistema. Sabemos que nunca en la historia de la Humanidad la comida se sometió a más controles para garantizar su salubridad. Organismos como la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), cuyo plantel de expertos agrupa a lo más granado de la Ciencia, velan por nuestra salud. Estamos en sus manos pero ¿son manos independientes? Todo parece indicar lo contrario.

Al menos 122 de los 209 expertos de la EFSA tienen relaciones con la industria que deberían regular. Así se asegura en un informe publicado recientemente por la organización Corporate Europe Observer y difundido por Ecologistas en Acción. El porcentaje aumenta en el caso de los puestos directivos: el 90% de los presidentes de los paneles de expertos y el 70% de los vicepresidentes tienen conflicto de intereses: contratos de consultoría, financiación de investigaciones, subvenciones a sociedades científicas o revistas afines, etc.

Con estos datos resulta cuando menos sospechoso aceptar la imparcialidad de las encendidas defensas que dichos expertos hacen a unos productos tóxicos para los que otros organismos internacionales, como la Organización Mundial de la Salud, piden su drástica regulación.

Los  disruptores endocrinos (EDC) son sustancias capaces de alterar el equilibrio hormonal y el desarrollo embrionario. En altas dosis pueden provocar graves efectos adversos como cáncer, daños al sistema reproductor, obesidad, diabetes, daños neurológicos y otras enfermedades crónicas. Como siempre, lo difícil es decidir dónde se pone la raya entre peligroso y asumible.

En los próximos meses la Comisión Europea y los gobiernos europeos deben decidir si limitan el uso de los EDC o los prohíben. De esta decisión depende nuestra salud, pero también la cuenta de resultados de muchas multinacionales. ¿Apostamos lo que decidirá Europa?

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El verdadero Papá Noel no usa colonia porque quiere a todos los niños

La Red de Sensibilidad Química, con la que colabora la activista por los derechos de los enfermos de SQM, Eva Caballé, ha desarrollado una campaña de envío de postales navideñas en varios idiomas donde puede leerse:

“El verdadero Papá Noel no usa colonia porque quiere a todos los niños. Incluso a los que tienen asma o alergias”.

Seguro que más de uno os habréis quedado a cuadros. ¿Qué tiene que ver Papa Noel con la colonia? ¿Y qué demonios es eso de la SQM?

Empecemos por el final, que es el principio de todo esto. La Sensibilidad Química Múltiple (SQM) es una enfermedad emergente, de las ahora ambiguamente denominadas como raras. Aunque tiene poco de rara, pues afecta a unos 400.000 españoles, sólo que la mayor parte de ellos, al igual que sus médicos, lo ignora. Se trata de una terrible reacción sistémica frente a niveles muy bajos de exposición a productos químicos normalmente tolerados por la mayoría. Un ambientador o el olor de un caro perfume les puede mandar meses al hospital.

Durante años estos enfermos (cada vez más, incluso niños, cada vez más gravemente afectados) han sido tenidos por enfermos imaginarios. Científicamente parecía imposible poder perder la salud por comer, tocar u oler comidas, objetos y aromas absolutamente cotidianos. Pero ocurre, y si no que se lo digan a Eva o a muchos de los miembros de la Fundación Alborada, enterrados vivos en casas convertidas en aisladas burbujas.

Por suerte para todos y tras muchos años de reivindicaciones, el Ministerio de Sanidad acaba de dar el primer paso al publicar un “Documento de consenso” sobre SQM donde se reconoce implícita (que no legalmente) la existencia de este mal.

En mi opinión y la de muchos especialistas, las nuevas enfermedades ambientales son la punta del iceberg de lo que se nos viene encima. Estos enfermos, actualmente ignorados por la sanidad pública española, son la avanzadilla, los primeros avisos de que tanta química en el ambiente está dañando nuestra salud. Asmas, alergias y otras incompatibilidades van en aumento formando parte de una terrible realidad, esa que señala a nuestro actual sistema de vida industrializado como algo artificial y peligroso.

Así que volvamos a la Navidad y recordemos a Papá Noel que en el mercado hay una amplia oferta de cosmética natural con fragancias mucho más sanas y menos caras. Será nuestro pequeño gran gesto por el futuro.

Más información sobre el tema en la página de la Fundación Alborada y en el blog No Fun, pero especialmente en el sensacional programa que Carne Cruda (RNE3) le dedicó el pasado lunes a la enfermedad bajo el sugerente título de Sensibilidad Humana Múltiple.

Muy interesante es igualmente el gran reportaje que Conexión Samanta hizo en junio pasado a la Gente Burbuja que sufre esta extraña enfermedad:


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La contaminación invisible

Pinturas, disolventes, colorantes, plásticos. Medicinas, pesticidas, herbicidas, insecticidas, conservantes. Ningún lugar del planeta, ningún ser vivo, está hoy libre de la contaminación por sustancias químicas. Y los que menos nosotros, sus promotores.

Algunos de estos productos los conocemos y los utilizamos con precaución, pero en su mayor parte no sabemos que existen a pesar de pasar nuestra vida rodeados de ellos. Es la contaminación invisible, la de todos esos aditivos empleados para mejorar productos habituales, la de todos esos humos, líquidos, partículas a los que estamos en permanente exposición desde nuestro nacimiento y hasta nuestra muerte.

Cada año mueren en España 4.000 trabajadores y al menos 33.000 enferman y más de 18.000 sufren accidentes a causa de la exposición a sustancias químicas peligrosas.

Un problema añadido son los efectos a largo plazo de tan complejo cóctel químico, por mínimas que en principio sean sus cantidades. La mayoría de nosotros logra inmunizarse, impermeables a esta permanente nube tóxica cotidiana. Pero otros no tienen tanta suerte, son más sensibles y sufren las consecuencias.

De esta forma, la presencia generalizada de tóxicos parece estar detrás del incremento de la incidencia de ciertas enfermedades relacionadas con el sistema inmunológico y reproductor. Como el asma, que ya afecta a 300 millones de personas en todo el mundo y a un 6% de los españoles. O como las alergias, un serio problema para uno de cada cuatro españoles. Incluso nuestra producción de espermatozoides está en acelerado retroceso.

Son las enfermedades del nuevo milenio, cuyo exponente más preocupante sería la sensibilidad química múltiple, un desorden médico desencadenado por todos esos artificiales productos que nos rodean. Y tienen mal arreglo. Cada vez somos más urbanos, más frágiles, más vulnerables. Como ese entorno que nos empeñamos en contaminar sin darnos cuenta de que también es el nuestro y el de nuestros hijos.

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