La crónica verde La crónica verde

Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Inventan una lavadora para aves con chapapote

La tragedia medioambiental provocada tras el escape de petróleo de una plataforma petrolera hundida en el Golfo de México está dando alas a toda clase de inventos ideados para tratar de paliar el desastre. Dos son especialmente sorprendentes.

El primero lo promueve un peluquero de Alabama llamado Phill McCrory, tras darse cuenta de que los pelos aceitosos de su peluquería eran un material eficiente y abundante para recoger y contener parte de los vertidos de crudo que cada año hay por los mares de todo el mundo. La organización Matter of Trust, ubicada en San Francisco, apoya su idea y ha lanzado una campaña para gestionar la recogida, el almacenaje y el envío de pelo y otras fibras que se compactan en una especie de colchonetas absorbentes.

El segundo lo promueve una compañía petrolera europea y resulta increíble. Han inventado una lavadora de pájaros que logra limpiarles el chapapote del plumaje en tan sólo 7 minutos. Tener el plumaje manchado de petróleo no es tan sólo un problema estético. El que no les deje volar tampoco resulta lo peor. El chapapote les asfixia, intoxica e inmoviliza, les mata de frío al inutilizar su extraordinario sistema aislante; también les estresa, aunque menos que el laborioso y poco fructífero trabajo de los voluntarios tratándolo de retirar con agua y disolventes.

Como podéis ver en el siguiente vídeo, las aves se meten en la peculiar lavadora con la cabeza fuera y cubierta para reducirles el estrés, mientras el resto del cuerpo es sometido a una profunda limpieza. La petrolera también ha desarrollado un champú que retira el petróleo de las plumas sin eliminar los aceites naturales, lo que aumenta el grado de supervivencia de los animales. Una iniciativa interesante, aunque me temo insuficiente para atender a las decenas de miles de aves que sin duda van a verse afectadas por este gigantesco derrame de petróleo.


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Comemos petróleo

Nuestra dependencia con el petróleo es preocupante. La agricultura industrial moderna nos da todos los días de comer gracias a un complejo proceso de conversión de la energía del petróleo en energía alimentaria. Cada caloría consumida en forma de pan, verdura o carne supone consumir 10 calorías de energía proveniente de combustibles fósiles. Desde los fertilizantes que abonan los campos del mundo, hasta los paquetes de plástico con que se cubre la comida en los supermercados, todo es petróleo y más petróleo.

Tractores y máquinas agrícolas, coches, camiones, trenes, barcos y aviones dan diariamente miles de vueltas al mundo para transportar frutos y semillas por todo el orbe gracias a esa energía atesorada por la tierra, capaz de permitir que los kiwis de Nueva Zelanda lleguen tan frescos a nuestras mesas españolas como los plátanos canarios a las de Finlandia, o que una merluza argentina haga los honores en banquetes de boda de Burgos.

El petróleo es un regalo único de la Naturaleza, creado a lo largo de millones de años y que nosotros vamos a agotar en apenas 200 años. El déficit energético de nuestro actual sistema de producción de alimentos es por lo tanto brutal. Para mantenerlo, en el mundo se queman 85 millones de barriles de petróleo al día. Todos los días. Pero las reservas empiezan a dar las primeras muestras de agotamiento.

A estas alturas del campeonato cualquier otra alternativa se presenta inviable. ¿Agricultura ecológica? Según han demostrado los científicos, sólo para cubrir las actuales necesidades de nitrógeno de la agricultura mundial usando estiércol orgánico harían falta más de 14.000 millones de vacas. Una solución imposible que dispararía el consumo de piensos y pastos (para cuya producción también hace falta mucho petróleo), además de acelerar el cambio climático con sus flatulentas emisiones de metano, un gas aún peor que el CO2.

Paradójicamente, a medida que estos recursos fósiles se agotan nosotros seguimos inmersos en un disparatado crecimiento del consumo, de la población y de las ciudades, yendo de cabeza hacia una gran crisis energética global. Éste es sin duda el desafío más grande al que se ha enfrentado la humanidad en toda su historia. Porque con el actual sistema, cuando se acabe el petróleo, se nos acabará la comida.

¿Hay alternativas? La única es acometer cuanto antes la Tercera Revolución Industrial, un nuevo modelo económico basado en la combinación del uso de las energías renovables y las tecnologías de la información. Debemos hacerlo. Nos va en ello la supervivencia.

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Si queréis saber más sobre este tema, os recomiendo el blog Petróleo en declinación.

Repsol amenaza al primer parque natural submarino español

El Mulhacén, la cima más alta de la Península Ibérica, mide 3.479 metros. El canario Teide, el pico más alto de España, 3.718 metros. Pero hay una cumbre española mucho más alta y mucho más desconocida: el Cachucho. Una montaña submarina hundida en el Cantábrico, frente a las costas asturianas de Ribadesella, que supera los 4.500 metros de altura. Se acerca por tanto al techo de Europa occidental, el famoso Mont Blanc (4.811 metros), sólo que el astur está bajo el agua.

La descubrió para la ciencia en 1938 el francés Edouard Le Danois, pero para los pescadores de la zona no fue una sorpresa. Llevaban siglos pescando en tan singular caladero, pues sabían de las impresionantes riquezas marinas de esta cordillera sumergida.

Finalmente, ese paraíso bajo el mar, punto caliente de la biodiversidad cantábrica (han sido catalogadas 550 especies entre corales de agua fría, peces de profundidad, esponjas centenarias de metro y medio, calamares gigantes o estrellas y crustáceos únicos) será oficialmente protegido. El primer parque natural sumergido en aguas abiertas de España.

Coincidiendo con el anuncio de la recién estrenada protección se ha hecho pública una terrible noticia. Repsol YPF se dispone a prospectarlo este verano en busca de petróleo y/o gas natural, “con mucho cuidado para no dañar el medio ambiente”. Aseguran que los permisos estaban dados anteriormente, que sus sondas no dañarán al frágil ecosistema, y que será el último sondeo.

¿Nos lo creemos? Yo no.

Si fuera cierto lo que dicen, que nunca tocarán esa zona las petroleras, no sé entonces para qué la estudian. Porque si aparece petróleo, dudo que lo dejen quieto bajo el mar mucho tiempo.

Y además, como dice mi amigo Ignacio Abella, «si un vampiro te dice que va a chuparte sólo un poco de sangre, no te fíes. Beberá hasta saciarse».

En la infografía superior, publicada por La Nueva España, localización del caladero asturiano.

Petróleo manchado de sangre

Concluye hoy en Madrid el 19 Congreso Mundial del Petróleo. Más de 4.000 delegados de todos los países productores del oro negro (salvo Iraq), así como representantes de las principales multinacionales petroleras, se han reunido bajo el tema de la sostenibilidad medioambiental.

Es una cuestión de imagen. En realidad son el lobby más poderoso del planeta, símbolo de explotación de los pueblos y del expolio de la Naturaleza, de contaminar paraísos, de controlar gobiernos, de estar en las trastiendas y en las vanguardias de una gran parte de las guerras que asolan el mundo…

Pero los necesitamos. Sin el petróleo no podemos avanzar, y sin desarrollo nuestra dependiente economía mundial se hunde. O al menos eso nos juran nuestros dirigentes.

Así que preferimos seguir hacia adelante, hacia el abismo consumista, ajenos a la sangre y corrupción que destila cada litro de esa gasolina que gastamos diariamente en nuestro coche a mayor gloria del confort. Cada vez más caro, cada vez más solicitado, cada vez más especulativo.

Al final el petróleo se va a acabar, pero nos da lo mismo. El imperio capitalista se hunde mientras nosotros seguimos tocando el violín.

Reflexión primera:

Hace unos años estuve en la selva ecuatoriana, en la región de Pastaza. Acompañaba a un grupo de misioneros católicos, con el obispo a la cabeza, empeñados en adentrarse en los rincones más apartados del Amazonas.

No llevaban crucifijos ni hacían proselitismo. Tan sólo trataban desesperante de contactar con los indígenas antes de que lo hicieran los representantes de las petroleras. Esos hombres al servicio de las poderosas multinacionales compraban con dólares y alcohol voluntades a una velocidad casi tan rápida como sus gigantescas excavadoras abrían descomunales pistas a través de los últimos bosques vírgenes del planeta.

Los misioneros hacían reuniones en aldeas remotas, desde donde sus emisarios se extendían luego por la selva llevando la mala noticia: las petroleras estaban a punto de llegar. De nada valdrían cerbatanas y flechas. O se preparaban para resistir todos juntos, o perderían sus tierras, sus casas, sus culturas. Creo que no han logrado pararles.

Reflexión segunda:

Este invierno estuve en el Sáhara Occidental. Tanto en Smara como en El Aaiun, e incluso más al norte, en Tan Tan, me encontré los mismos puestos clandestinos de venta de combustible. El gasoil, menos peligroso que la gasolina, venía del Mauritania y de más al sur, seguramente Nigeria, y cruzaba el desierto en todo tipo de vehículos de carga, también en dromedarios. Todo el mundo trafica allí con una fuente de energía sin la que ya no pueden vivir.

Reflexión tercera:

Donde yo vivo, la isla de Fuerteventura (Islas Canarias), vivimos del petróleo. Todo el agua, tanto para beber como para regar, proviene de desaladoras marinas alimentadas con energía eléctrica. Toda la energía eléctrica proviene de centrales térmicas alimentadas con gasoil, que derrochamos con alegría en hoteles y centros comerciales donde el aire acondicionado funciona las 24 horas del día, los 365 días del año. El día en que, por guerras o desastres naturales, no lleguen puntuales los petroleros al puerto, todos nos tendremos que ir.

Constatación:

Tres grandes petroleras (Exxon Mobil, RD/Shell y BP) controlan una cuota de mercado del 50% de la producción internacional de petróleo. En 2005 alcanzaban unas ventas cercanas al billón de dólares y empleaban a más de 300.000 personas. Su capacidad de presión política y económica es tan absoluta como global.

Conclusión:

Mientras sigamos dependiendo del crudo, lo llevamos crudo.

Gasolinera ilegal en el Sáhara. La dependencia energética en los países pobres les empobrece aún más.

Nuevo Prestige… en Uruguay

Decenas de voluntarios se afanan estos días en el otro extremo del mundo, en las costas de Uruguay, para salvar a los pingüinos de un nuevo desastre ambiental.

La colisión entre un carguero griego y uno maltés, en las afueras del puerto de Montevideo, durante la noche del martes 3 de junio, parece estar detrás de una marea negra en el Río de la Plata.

La mancha de hidrocarburos no parece muy grande, pero ha sorprendido a los pingüinos de Magallanes (Spheniscus magellanicus), más de 1,2 millones de ejemplares, en su tradicional migración desde sus colonias de cría en la Patagonia hasta sus cuarteles de invierno (están ahora en el invierno austral) en Brasil. De momento han sido localizados ya varios cientos de aves petroleadas, que en un alto número han aparecido muertas.

Como ocurrió en España con el Prestige, la gente joven se ha lanzado a las playas para ayudar a estos pobres animales, víctimas una vez más de nuestro desarrollo.

Unas de las zonas más afectadas por la contaminación son las turísticas playas de Punta del Este, tradicional lugar de veraneo de uruguayos y argentinos.

Allí, la Sociedad para la Conservación de la Biodiversidad de Maldonado y la ONG SOS Rescate de Fauna Marina se encuentran desbordadas y han hecho un llamamiento internacional pidiendo ayuda. Entre sus muchas necesidades básicas piden especialmente:

– Voluntarios que ayuden en la limpieza de los pingüinos.

– Pescado: 140 kilos por día.

– Jeringas de sonda vesical y sondas.

– Garrafas de gas (se utiliza una de 13 kg por cada 3 pingüinos).

– Lámparas infrarrojas de 170 Vatios.

– Antiparasitario Bayer y vitaminas.

– Equipos de lluvia para los voluntarios.

– Palanganas en las que quepa un pingüino de 70 cm de alto.

– Mediomundo (calderines grandes).

– Alargadores eléctricos.

– Guantes y botas de goma, y guantes de obra.

Pobre gente, pobres animales. ¿Les ayudamos? La veterinaria responsable es Lourdes Casas y su correo electrónico es vetdelmar@adinet.com.uy