El devastador terremoto de Marruecos, el más fuerte registrado en ese país desde que se tienen registros, con una magnitud de 6,8, seguido de 25 réplicas superiores a magnitud 3, ha puesto de triste actualidad las placas tectónicas. El origen del seísmo fue fruto del choque de las placas africana y euroasiática.
Como han explicado los expertos, el seísmo lo produjo una «falla inversa» entre las microplacas de Marruecos e Iberia. Durante el terremoto, el borde situado hacia las montañas se deslizó sobre el otro, empujando la ladera hacia arriba, liberando una destructiva energía que se había ido acumulando entre las placas a lo largo del tiempo.
Pero no solo existen estas dos placas tectónicas. La superficie de la tierra (litosfera) no es una capa rígida y compacta que flota sobre un magma más o menos fundido (astenosfera). Está rota en pedazos. En total hay 14 grandes placas tectónicas en el planeta y 43 menores. Y en bordes se concentra la mayor parte de la actividad sísmica, volcánica y tectónica del planeta.
Apenas un mes antes de la tragedia marroquí tuve la ocasión de visitar en Islandia la confluencia de uno de estos puntos calientes de la geología mundial. En Reykjanesbær, cerca de Keflavik, existe un extraordinario barranco que une (o separa) las placas tectónicas de Eurasia y América del Norte. Una confluencia geológica siempre compleja, también responsable de numerosos terremotos y volcanes, aunque nada que ver con la devastación de Marruecos.
En este vídeo subido a mi canal de YouTube [¿ya te has suscrito?] te cuento con detalle la experiencia.
Caminar entre dos continentes
En la península de Reykjanes, el conocido como «Puente entre Continentes» o Miðlína es una pequeña pasarela de 15 metros de longitud que salva una enorme grieta abierta entre las placas tectónicas eurasiática y norteamericana. Construido en 2002 entre las localidades de Hafnir y Grindavik, se encuentra a una hora en coche de la capital islandesa y es perfectamente accesible para personas con movilidad reducida. Merece mucho la pena conocerlo.
Bajo su superficie hay una intensa actividad volcánica, geotérmica y grandes campos de lava y cenizas que apenas permiten la presencia de una escasa vegetación.
En el punto medio del puente una placa señala el límite entre la placa euroasiática y la placa norteamericana como si fuera una frontera geológica imaginaria. A ambos lados los saludos cambian: ″Bienvenido a América del Norte″ y ″Bienvenido a Europa″.
Honores vikingos
El puente está dedicado al famoso vikingo islandés Leif Erikson, considerado según las Sagas el primer europeo que pisó América del Norte hace más de 1 000 años, antes de Cristóbal Colón.
Pero ante todo, esta construcción es una simbólica conexión entre dos continentes, Europa y América del Norte, el nuevo y el viejo mundo.
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Que artículo más interesante. La tectónica de placas es un tema apasionante, y nos permite conocer más acerca de como funciona el interior de nuestro planeta. Saludos.
16 septiembre 2023 | 12:10